La función Global de la Mente Humana

02/06/2011

Alejándome de la rígida y tradicional perspectiva materialista de la ciencia ortodoxa, desde la que la pregunta de rigor sería: ¿Cómo es que funciona el cerebro?, y respaldándome en la visión de la Ecología del Ser Humano -la psicoterapia por él creada-, me formularé otra clase de pregunta y con ella me internaré, desde un punto de referencia mucho más inquietante, en un entorno mucho más trascendente del universo de la conciencia del Ser Humano, aunque no por esto, mi intención es menos científica. La pregunta a que me refiero es: ¿Cómo funciona la Mente Humana?

• En primera instancia – para comenzar a contestarla- tomaré en cuenta las revolucionarias respuestas, a la primera pregunta, de uno de los mayores investigadores de las funciones del cerebro que existen en este momento: Karl Pribram*, 58 años, neurólogo de la Stanford University.

• El modelo universal que propuso en décadas pasadas causó enorme conmoción entre quienes se hallaban profundamente interesados en los misterios* de la conciencia humana y tuvieron acceso a su punto de vista.

* Desarrolló un modelo holónico con el que intentó unificar las investigaciones y conocimientos actuales sobre el funcionamiento del cerebro con las investigaciones y conocimientos de la física teórica de punta.

• Lo que diferenciaba a ese modelo del de la mayoría de sus colegas fue que tomando en cuenta todo lo que se sabía sobre la percepción lo integró, tanto las experiencias sensoriales como las experiencias extrasensoriales de los estados alterados y expandidos de conciencia, en un sólo marco teórico. Por lo que al colocar a las experiencias extrasensoriales fuera del marco de lo sobrenatural, las replanteó como un aspecto más de los fenómenos de la naturaleza.

• Encaramándome sobre esta genial perspectiva es que, desde la Ecología del Ser Humano, me atrevo a proponer un horizonte de perspectiva más amplio todavía. Mi meta es integrar esa propuesta en un nuevo modelo que postula la existencia real de la Mente Humana, como una estructura holónica de energía, que como tal, forma parte activa en los procesos de la conciencia y no como un mero producto de las funciones del cerebro.

Para un desarrollo didáctico de este modelo propongo que, desde la perspectiva de la Ecología del Ser Humano, todo Ser Humano tiene una Mente al servicio de la supervivencia del Ser, un cerebro al servicio de la coordinación de la interacción del cuerpo con la Mente y un cuerpo, como la estructura que le da masa concreta a la existencia del Ser en el fenómeno encarnar la vida biológica humana.

Conceptuando que la Mente es al cerebro lo que el cerebro es al cuerpo y que todas esas estructuras están al servicio de la supervivencia del Ser, que no es otra cosa que lo que damos en Ecología del Ser Humano llamar el Sí-mismo.

Como la memoria estaría distribuida a lo largo y a lo ancho de toda esa estructura holónica que guarda la Mente Humana, se establece la necesidad de postular la existencia de una forma especial de intercambio dinámico con las complejas estructuras del cerebro que le darían entrada perceptiva y salida conductual con respecto al entorno del que forma parte indivisa.

Probablemente los centros considerados como los más antiguos del cerebro (el cerebro límbico, el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y hasta la glándula pineal) son los que tendrían participación activa en esa interacción, en una jerarquización mayor de la que se había imaginado hasta ahora, ya que no sería extraño que sean las estructuras más importantes en la interacción e intercambio entre la masa del cerebro y la estructura de energía de la Mente Humana.

La Ecología del Ser Humano se halla, sin lugar a dudas, en el punto crítico del estudio de esta convergencia. Para ella, el cerebro no es más que una esencia del mundo material o desplegado (territorio), una esencia desde la que se construyen las observaciones productos de la percepción; y la Mente no es más que una esencia del mundo inmaterial o plegado (espacio), un universo de frecuencias de onda, desde el que se construyen todas las consideraciones y se edifica la creencia de ser lo que uno cree que es.

Cualquier científico acepta sin dificultad la teoría de que las percepciones son nada más que propiedades emergentes de la interacción del cerebro y del cuerpo con el mundo material. Sin embargo -en función de la postulación de la Mente como una estructura interdependiente del cerebro- debemos incluir una explicación más amplia: así como aceptamos que observaciones y percepciones son fenómenos del cerebro, podemos considerar que las relaciones que se determinan entre esas observaciones y percepciones, son fenómenos de la Mente.

Ahora si será lógico concluir que las propiedades que postulamos como fundamentales en el universo, no son más que una proyección de fenómenos de la Mente y no la real captación de fenómenos materiales en sí. Y nos afirmaríamos definitivamente en esta teoría, si proponemos que existe otro aspecto esencial de la Mente que – como una estructura independiente – funciona en base a los mismos principios organizadores omnipresentes en todo el universo, que incluirían hasta al cerebro como una estructura física dependiente.

Resumiendo:

Las propiedades derivadas de las relaciones entre el organismo físico (cerebro-sentidos) y medio ambiente (universo físico), las llamaremos cerebrales o físicas, mientras que: Las propiedades derivadas de las relaciones entre observaciones del universo físico, las llamaremos mentales. Y esas relaciones mentales pueden ser efectuadas ya sea por la Mente Efecto o por la Mente Causa.

Una organización Holónica para la Mente Humana

• Ahora estamos en condiciones de poner más en claro de donde surge nuestra postulación de la Mente como una estructura holónica: el precursor fue otro genial premio Novel, Dennis Gabor, quien al final de la década del 40 sugirió (matemáticamente) que podría aumentarse la resolución del microscopio electrónico (ver con más nitidez), si en vez de almacenar directamente las imágenes, se expusiera la película fotográfica a los patrones de luz difractados (reflejados o filtrados a través de…) por el tejido que debía examinarse.

• Fue recién a comienzos de los años 60 que esa teoría se pudo concretar físicamente. Es decir, se pudo demostrar en la práctica que se podían reconstruir fácilmente imágenes de objetos que inicialmente habían difractado luz.

• Gabor denominó holograma (holo: todo, grama:gráfico) a este almacenaje de patrones de onda. Un holograma se logra haciendo una especie de fotografía sin lentes: por medio de una luz coherente compuesta de ondas de la misma frecuencia (como es la que proviene de un láser) que atraviesa un espejo semitransparente.

Este espejo deja pasar parte de la luz hasta alcanzar una placa fotográfica, y refleja la otra parte hacia el objeto que se desea «fotografiar». El objeto refleja también, a su vez, un rayo de luz coherente que incide sobre él hacia la placa fotográfica, donde entra en colisión con el rayo que llega a ella después de haber atravesado el espejo semitransparente.

Al encontrarse* los «frentes» de ambas ondas, se «interfieren*» entre sí, dando lugar a una «matriz de interferencia». La grabación de esta matriz en la placa fotográfica es el verdadero holograma. Ahora todo esta listo para apreciar la característica única de los hologramas.

Si ahora hacemos que un rayo de luz coherente atraviese la placa fotográfica donde esta el holograma, veremos aparecer del otro lado de la misma una «imagen» duplicada en tres dimensiones del objeto original, y -como a cualquier fantasma- veremos al objeto sin masa, suspendido en el espacio.

Lo mas extraordinario que implica este fenómeno es que, iluminando cualquier parte de la placa fotográfica donde está registrada la matriz u holograma con el mismo tipo de luz coherente, se produce la misma imagen tridimensional total. Ciertamente, mientras más pequeño sea el pedazo, más esfumada resultará la imagen; y al contrario, cuanto mayor sea el pedazo, tanto más nítida aparece. Pero, en cualquier caso, cada porción del holograma nos dará una representación completa del objeto original.

Tal cual las ecuaciones de Gabor demostraron: la misma función matemática de transferencia transforma al objeto en fuente de un depósito de ondas y el depósito de ondas, en una imagen tridimensional latente. Cada punto de luz difractado del objeto se extiende por toda la superficie de la película. Sin embargo, esta difusión no es al azar, sino que los “anillos de onda”, que se originan al grabar cada punto de luz, se mueven al igual que nos explica el tradicional ejemplo de los anillos de ondas que se forman cuando una piedra sacude la superficie de un estanque.

Cuando lo que arrojamos es un puñado de piedras a la superficie de un estanque, los anillos producidos por cada piedra se entrecruzan con los que se producen a partir de cada una de las otras piedras, estableciendo patrones de frentes de ondas que se interfieren.

La superficie lisa ha quedado con una apariencia imprecisa, pero en su interior almacena una composición espacial rígidamente ordenada. Si se pudiera congelar repentinamente el estanque en ese instante, su estructura representaría la matriz que de un holograma. De la misma manera: un holograma fotográfico es como un registro congelado de patrones de interferencia que han hecho impacto en una placa especial.

Karl Pribram percibió en el fenómeno del holograma, un modelo apasionante para explicar el modo en que se almacenaría la memoria en el cerebro (basado en la neuroanatomía y la neurofisiología conocidas) que podía dar cuenta del depósito de memoria distribuida en el cerebro en términos holográficos. Desde el punto de vista de la Ecología del Ser Humano creé una posibilidad mucho más allá del Sistema Nervioso Central. Postulé la existencia de la Mente como una estructura de energía capaz de ser sensibilizada por las frecuencias de onda con que el cerebro registra sus percepciones. El verdadero depósito donde esas ondas se despliegan, sería la estructura de energía que es la Mente y no en la estructura material del cerebro – ya sea celular, neuronal o molecular-.

Este imput distribuido tiene que codificarse en la fase de procesamiento en términos de frecuencia: luego transformado (no dentro de la neurona sino más exactamente en los cruces entre neuronas) en huellas de memoria que, de alguna manera y desde «algún lugar del cerebro», deben ser transmitidas a la estructura de energía de la Mente, que funcionaría como una verdadera placa sensible a ese propósito. Y es factible que el depósito de memoria distribuida en el Mente, sea un verdadero registro holográfico.

• Aunque todavía faltan la experiencias que prueben la factibilidad de esta teoría, esta explicaría por qué en ciertas oportunidades ciertos recuerdos específicos son resistentes a las lesiones cerebrales. El perder un pedazo de tejido cerebral o el lesionarse tal o cual porción de algún recuerdo especial, ni conjunto de recuerdos. Es decir que si el input experimentado procedente de los sentidos, se ha repartido en una extensión suficiente de la Mente, hace posible que el recuerdo de esa experiencia sea independiente a la lesión cerebral.

• También daría una explicación al hecho de que la memoria pueda a veces ser recuperada pese a haber sufrido lesiones cerebrales extensas, o inclusive poder recuperar el habla después de lesiones a los centros neurológicos del lenguaje.

• El registro de ciertas personas que, no estando en condiciones neurológicas de tener percepciones (estado de coma, muerte clínica transitoria, shock por accidente o bajo anestesia profunda) y que han podido relatar escenas que habían ocurrido realmente (dando datos visuales, auditivos, sensoriales, etc.) hace también posible considerar que, en ciertas oportunidades, desde la misma mente se puede tomar información sin la participación directa de los sentidos orgánicos tradicionales.

Hasta se puede aventurar la posibilidad de poder actuar sobre la masa del organismo o de sus alteraciones y viceversa. La proposición de la mente como una placa sensible para el registro holónico de las experiencias de los sentidos, dentro de un universo con características holónicas, es sin lugar a dudas un nuevo, fascinante y conmovedor replanteo de la esencia de las ciencias del cuerpo, de la mente y del espíritu.

• Esto indudablemente también habrá de lograr un importante impacto en la raíz misma de las últimas modas sobre los procesos del aprendizaje y la creatividad, ya que estamos siendo hipnotizados por la vertiginosa popularización que trajeron las últimas investigaciones de la neurofisiología y sus consideraciones sobre la lateralización y diferenciación de las funciones cerebrales derecha-izquierda.

• Esta dicotomía materialista creada entre el pensamiento irracional metafórico (cerebro derecho) tanto como del racional-lógico (cerebro izquierdo) así como sus modos de conocimiento, podemos considerarla como un retroceso cultural bien conocido como las cómodas dicotomías de las visiones newtonianas del pasado. Además, esta dicotomía cerebral izquierda-derecha, que tan popular se hizo en el mercado educativo, hoy ya sólo es un “slogan” sin aquellos importantes resultados que parecían prometer en sus comienzos.

* Esta reconsideración abre para la educación y la psicología la opción de dar un salto cuántico a esferas más holísticas de influencia, ya que toda esa especialización hemisférica nunca* implicó un cambio de paradigma, ni un nuevo nivel de ética, como implica el modelo holónico de la mente de la Ecología del Ser Humano.

* El modelo de la mente como una estructura holónica de energía, hasta en sus metáforas está profundamente ligado con la ecología en sí misma. Por otro lado, la explicación del almacenaje, recuperación y transformación de los datos de toda nuestra experiencia, más allá de las limitaciones de un sistema biológico que, tenga que justificar todas las fases, implica una nueva y fascinante perspectiva.

Por eso es que estoy dispuesto a afrontar el desafío de proponer a la estructura holónica de la mente como la mejor metáfora no-materialista disponible para explicar un sistema de energía infinitamente más complejo y, por sobre todo, más trascendente que el cerebro mismo: La mente humana. Esta visión de una estructura holónica para la Mente Humana será un impacto que sonará en todo el mundo, si logramos dar las claves para desenvolver la capacidad de experimentarlo desde el Sí-mismo y así también podremos sincrónicamente desenvolver la capacidad de aplicar la índole y las posibilidades de este paradigma en la experiencia que tenemos de nosotros mismos y de nuestro universo.

• Entonces, a medida que aprendamos más y más de nosotros y logremos descubrir cómo atravesar la estructura misma de la Mente, podremos ponernos en contacto con el Sí-mismo, y desde ese nuestro único y verdadero SER, podremos resonar por completo con la naturaleza misma de la vida y cada vez habrá menos obstáculos que bloqueen nuestra visión del rompecabezas completo.

• Esta es nuestra tarea esencial: conocer y experimentar todas las posibilidades de este nuevo paradigma y así, el retornar al Control del Sí-mismo pondrá toda nuestra existencia en un tobogán ascendente a la evolución, el placer, la ética y la felicidad humana.

Juan José Tapia

Juan José Tapia

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