El psicoterapeuta como fuente de identidad del paciente

01/07/2014

Jesús Mena

El psicoterapeuta como fuente de identidad del paciente. El paciente como riqueza emocional para el psicoterapeuta. La conexión entre ambos.

Antes de dirigirme a vosotros permitidme que me dirija a la abuela de Nacho y al pequeño Lucas. Su presencia hace este acto especial. Ahora, sí puedo dirigirme a vosotros y deciros ya

Queridos compañeros:

Yo he sido paciente de Pepe Zurita. Al igual que desde que comencéis vuestro desarrollo profesional, que puede ser desde este momento, un gran número de pacientes dirán que son pacientes de cada uno de vosotros en la medida que desarrolléis vuestro ejercicio profesional como psicoterapeutas o counsellores.

Cada persona tenemos una serie de factores que configura nuestra identidad. Las personas que hemos hecho terapia, contamos con un factor esencial en nuestra identidad. Este factor es quién ha sido nuestro psicoterapeuta.

El psicoterapeuta, dado que lleva a cabo una labor de reparentamiento, de rematernización, es un factor esencial en la identidad de las personas que han realizado terapia. La relación de terapia configura a la persona y lo que ha ofrecido el psicoterapeuta o counsellor es un vínculo especial y sano al paciente. Esta relación, este vínculo que le ha ofrecido el psicoterapeuta o counsellor, el paciente lo introyecta y lo toma como la relación que establece finalmente consigo mismo. Si el psicoterapeuta o counsellor le ofreció un vínculo basado en el Permiso, en la Potencia y en la Protección, el paciente, finalmente se tratará a sí mismo con esas componentes esenciales. Si el psicoterapeuta o counsellor le trata con amor, el paciente se tratará con amor a sí mismo. De ahí la gran responsabilidad en el vínculo que establezcamos con nuestros pacientes, que trasciende más allá de la terapia.

Ahora bien, el vínculo no es solo unidireccional, del psicoterapeuta o counsellor al paciente. El paciente deja de por vida en el profesional una huella, una señal que configura personal y profesionalmente al psicoterapeuta o counsellor. Cada paciente ofrece al profesional una experiencia humana que perdura para siempre. No hay paciente inexistente en el profesional. Los psicoterapeutas y/o counsellores somos lo que somos por nuestra historia y formación pero vamos siendo lo que somos gracias a lo que nos ofrecen nuestros pacientes que nos hacen estar en continuo aprendizaje, supervisión y revisión de nuestros esquemas.

Entre psicoterapeuta y/o counsellor y el paciente hay una conexión bidireccional que gracias al amor mutuo, gracias a esa energía bidireccional hace este espacio, este hilo, riquísimo en energía y que perdura para siempre. El psicoterapeuta o counsellor estará de por vida en el paciente y el paciente en el profesional de la terapia.

El psicoterapeuta y/o counsellor es un punto en el que confluyen el amor que ha recibido de sus figuras parentales, de sus terapeutas, sus formadores y supervisores y el amor que da a sus pacientes. A la vez es un punto en el que confluye la influencia que ha recibido a lo largo de su formación de las diferentes escuelas e instituciones que han influido en él o ella y desde el que ejerce influencia en las instituciones a las que pertenece como colegios profesionales o asociaciones científicas como puede ser APHICE.

Todo llega al final, la vida también llega al final. De hecho el ser humano es el único ser vivo que tiene la conciencia de que algún día morirá pero no vamos a hablar hoy de este final sino de uno más grato, el de la jubilación.

Con el tiempo, ese punto va creciendo y este punto, de ser un punto nítido se va difuminando y agrandando y va tomando forma y lo que era un punto va tomando forma de corazón en el que confluyen todo el amor recibido en nuestra historia personal y desde las figuras parentales terapéuticas y desde ese corazón se emana todo el amor desde el que ejercemos nuestro trabajo terapéutico. Cuando llegue la hora de la jubilación, el indicador de que nuestra labor ha sido adecuada será el desarrollo un gran corazón capaz de dar y recibir amor donde había un punto. Es nuestra responsabilidad y de ello nos sentiremos orgullosos toda nuestra vida y lo contemplaremos serenos al final de nuestra vida profesional.

Felicidades a todos.

Jesús Manuel Mena Mejuto

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