El perdón como elemento fundamental en el proceso terapéutico desde la aplicación de la psicoterapia humanísta integrativa, en una consultante víctima del conflicto armado en colombiana

03/05/2017

RESUMEN

El presente trabajo está enfocado en hacer una reflexión y revisión sobre la importancia del perdón en el aspecto psicoterapéutico. Perdonar, más de ser un resultado, una meta que el consultante debe alcanzar y pasar, es sine qua non, es una actitud, que redefine, reeduca, reparenta, cada situación dolorosa o incómoda en la vida; el perdón no se puede exigir ni obligar, se debe construir, encontrar, aceptar. Esta investigación recoge las aportaciones de diferentes estudiosos del tema, que fundamentan desde la experiencia terapéutica, la importancia de enfrentarse al dolor y construir el perdón dentro de un ambiente terapéutico poderoso de aceptación, amor y protección, donde tanto terapeuta como consultante, se fortalecen en la relación. De la misma manera, se encontrará una elaboración personal del investigador, donde se expondrán las vivencias y experiencias al respecto con sus consultantes.

Palabras claves: Perdón, Psicoterapia, Memoria, Victimización, Dolor, Sufrimiento.

SUMMARY

This work is focused on making a reflection and review of the importance of forgiveness in the psychotherapeutic aspect. Forgiving, more than being a result, a goal that the consultant must overtake and pass, is sine qua non, it is an attitude, redefining, re-educated, re-parent, every painful or uncomfortable situation in life; forgiveness cannot be required or force, must be built, find, accept. This research includes the contributions of various experts that support from the therapeutic experience, the importance of facing the pain and build forgiveness in a powerful therapeutic environment of acceptance, love and protection, where both therapist and consultant, are strengthened the relationship. Likewise, personal elaborations of research, where the experiences and experiences about their consultants will be exhibited will be.

Keywords: Forgive, Psychotherapy, Memory, Victimization, Pain, Suffering and psychotherapy

PRESENTACIÓN

Frankl (1984) menciona con respecto al perdón: “…Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.” Frankl reflexiona de manera puntual varios aspectos que rodean el acto de perdonar. Las situaciones dolorosas y su posicionamiento al respecto, dependen según la coyuntura, las circunstancias y los actores que intervienen; se mencionan “actores” puesto que además de accionar, hacer, ejercer un papel, también escriben un guion que la persona afectada actúa y vive intensamente; a veces no depende de las personas afectadas, a veces no se elige consciente o inconscientemente; de lo que si eres responsable es de la manera en la cual se posiciona frente a ese evento traumático y doloroso, así como de querer redefinir dicha vivencia.

El perdón es una posición fenomenológica en primera medida, por ende, también contiene un componente existencial; no solo es el ser-en-el-mundo como lo expresaría Heidegger, sino también un ser-con, entonces, también es interrelacional; por lo tanto, produce efectos también hacia afuera. Perdonar no depende sino de la actitud que se tenga para otorgarlo; se aprende, se elige, se transforma, se adapta; tampoco se obliga, ni pretende condonar de manera económica o superficial; no depende enteramente que la persona que causó el daño pida perdón en público para ser legítimo. Para poder llegar a un perdón congruente, es necesario realizar un proceso profundo y personal de re-encuentro consigo mismo, y esto solo se puede lograr cuando se aborda este dolor de manera integral. Una de las psicoterapias que logra el abordaje profundo y personal, es la Psicoterapia Humanista Integrativa. Dicha herramienta creada por Zurita (1882), ha tenido una amplia aplicación a nivel terapéutico en Europa sobre diversos fenómenos sociales y personales del ser humano. Es una terapia fenomenológica, sistemática, existencial, humanista, que permite a la persona quien lo recibe, profundizar en sus deseos y necesidades para redefinir, reparentar y lograr una estabilidad emocional y relacional más congruente; para ello se sirve de una terapia en específico; el duelo. El duelo entendido no como enterrar todo lo experienciado y vivir de la nostalgia, de lo no dicho, lo no vivido, y en sentido contrario, sino como una redefinición para despedirse del dolor acarreado por mucho tiempo y que permita una reparación, eso sí, en múltiples direcciones. Melanie Klein (1882, en Zurita y Chías, 2009) concebía el duelo como un proceso de “reparación”, que no solo busca lograr un equilibrio emocional. En este proceso no solo se contempla restituir un estado de homeostasis que precediera a la situación que genera un dolor intenso, sino una deconstrucción en el que va nutriendo una nueva personalidad, abriendo la posibilidad de reposicionarse ante sí mismo o misma y las experiencias de la vida.

De la misma manera, la frase Frankl permite reflexionar sobre el beneficio que contrae el acto de perdonar, así como la responsabilidad, elección y libertad sobre lo que se percibe, piensa, siente y vive; de su decisión, dependerá si permite una restauración, acogida y aceptación de la situación dolorosa, o por el contrario opte por construir o re-experimentar, guiones, mandatos o elija ser perseguidor, víctima o salvador, después de la ocurrencia del hecho traumático vivido.

El fin de la Psicoterapia Humanista Integrativa y específicamente en este caso es claro; darle a la persona doliente, la oportunidad de enfrentar-se y confrontarse, de explayar sus sentimientos hacia el otro y brindarle herramientas para que genere cambios y reflexiones profundas, así como escenarios donde pueda hablar, expresar de manera protectora todas aquellas emociones, sensaciones y palabras no resueltas o no dichas; es el otro lado necesario de la relación perdón–compromiso, se llega a las dificultades de dejar la paz y la reconciliación al subjetivo curso de las íntimas determinaciones de pedir o de otorgar la gracia. El perdón unilateral de las víctimas tiene implicaciones personales en los procesos de duelo y en la determinación de renunciar a la venganza o a la justicia por mano propia.

Es labor del terapeuta entonces, crear un espacio de protección donde la persona que ha sido víctima de una experiencia compleja que desestabiliza y de utilizar estrategias que puedan intervenir sobre todos estos aspectos vitales, para que re-decida su actitud ante su propio sufrimiento.

Para esto se propone la aplicación de la Psicoterapia Humanista Integrativa creada por José Zurita, que surge de la necesidad por intervenir y conocer al ser humano en sus dimensiones más características (conductual, pensamiento social, pensamiento profundo, emociones básicas y emociones profundas), integrando teorías como Análisis Transaccional de Berne, Teorías del Apego de Bowlby, Bioenergética de Lowen y psicoterapia Gestáltica de Perls. Lo que se propone esta nueva forma de intervención desde la perspectiva humanista, es un cambio permanente, en los 5 niveles.

PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Descripción de la Investigación

La mayoría de estudios e investigaciones en Colombia, sobre el conflicto armado, se han especificado más en el trabajo social, en la recolección histórica con miras a un banco de memorias, en proponer programas de intervención en comunidades, pero son muy escasas las aportaciones en el campo clínico y menos aún que logren establecer procesos claros para el trabajo emocional profundo, existencial, fenomenológico con aquellos que han vivido en carne propia las atrocidades de la guerra. El estado es claro en decir que la atención psicológica para estas personas, se limita a lo que las Empresas Prestadoras de Salud en (adelante E.P.S), pueden lograr en máximo 5 sesiones de 20 minutos. Muchos de los que se han servido de estos espacios, mencionan con frecuencia su inconformidad por el corto tiempo de los encuentros, el número de las terapias, la profundidad del trabajo; se siente que se apunta más a la cobertura, que a la calidad; si bien no es la regla en todos los casos si se presenta de manera frecuente.

De la misma manera, cabe mencionar que solo existen rutas de atención según la problemática observada o encontrada. Sin embargo, no se hacen evidentes los descubrimientos a nivel clínico, con el fin no de generar un estándar en la aplicación, sino que se hace necesario, antes que una restitución económica y de palabra, una restitución emocional profunda y crecimiento espiritual. Con la implementación de nuevos modelos de intervención, que generen un movimiento trascendental en la vida de los afectados, se pretende abordar estas temáticas hacia una restitución más profunda. Para efectos de esta investigación se desea implementar la terapia del duelo creada por Zurita y Chías (2009), complementadas con las aportaciones de Childs-Gowell (1995) y Del Valle (2002) sobre la misma temática. De la misma manera se refuerza con el uso de la Psicoterapia Humanista Integrativa a través de la aplicación del esquema de 5 niveles desarrollado por Zurita (s.f.).

Por eso, si el deseo de las personas que acuden a terapia para sanar estas heridas, se ha de encaminar el trabajo y el proceso ha de dejar los pensamientos voluntarios de venganza o sumisión hacia quien hizo daño; sin embargo, esto solo se logra a través de un proceso de transformación profunda a nivel emocional y esto solo lo podría otorgar la metodología del duelo desde la psicoterapia humanista integrativa. Evidentemente se deberán indagar, encontrar y confrontar; no basta con evitar o aprender a defenderse del dolor y el sufrimiento, sino de entender que lo importante es la voluntad, la voluntad de actuar y de sacar el resentimiento asegurando que lo ocurrido ha sido una acción excepcional de crecimiento, de redescubrimiento, cortando así el ciclo de repetición.

Es necesario indicar que el fin de la psicoterapia no es o no debería ser «modelar» al sujeto al gusto moral o social; no se quiere principalmente que la persona se adapte a su medio social y ambiental de manera congruente simplemente, sino que se quiere es un cambio a nivel profundo, trabajando desde el nivel social, pasando por el emocional y dirigiéndose hasta el nivel existencial; todo esto acompañado de un trabajo de duelo que permita a la persona procesar de manera natural y congruente su actuar, emocionalidad y pensamiento represada o permeados por la angustia, el dolor y el sufrimiento. Tampoco es echar tierra sobre sus legítimos sentimientos de ira, odio y otras actitudes supuestamente «negativas». La finalidad de la psicoterapia humanista integrativa en estos casos es, por el contrario, ayudar a las personas a aceptar todos sus sentimientos y contradicciones sin remordimiento alguno, liberándolas así de muchos conflictos internos. Si, como resultado de tal liberación, el sujeto acaba perdonando a su agresor, está bien. Si no lo hace, también está bien. Las dos opciones son igualmente sanas.

Formulación del Problema

¿Cuál es la importancia del perdón como elemento fundamental del proceso Terapéutico Humanista Integrativo, en una consultante víctima de la guerra colombiana?

JUSTIFICACIÓN

La aproximación a esta temática es importante dado que permitirá la reflexión necesaria sobre el papel del sufrimiento en el ser humano y su imperiosa necesidad de encontrar paz y tranquilidad para conseguir un bienestar personal y social. Es así como Frankl (1984) y Maslow (1973), afirman que deconstruir y reparentar ese sufrimiento, significa que ya se está listo para comenzar a satisfacer las necesidades más fundamentales como: de seguridad, de pertenecer, de ser reconocido por los demás, de importarle a los demás, de expresarse libremente y de amar.

Por lo tanto, al alcanzar una actitud de perdón en el consultante se genera una actitud resiliente permitiendo la sanación y reestructuración de la misma. Esta nueva actitud de perdón sosiega las angustias emocionales vividas y bloqueadas o adaptadas al ser; de la misma forma ayuda a pensar con claridad y acabar con el círculo vicioso de la historia del rencor. Con el perdón la persona tiene mayor control de su vida, asumiendo responsabilidad por todo lo que hace.

Con él se aprende a equilibrar el aspecto impersonal del dolor con el personal., lo cual significa tomar y evaluar algo doloroso menos personalmente.

Permite tomar la responsabilidad sobre los sentimientos y asumir las consecuencias de estos. Para llegar a este punto y tener la madurez psicológica para ejercer el acto del perdón, la persona debe: Saber lo que se siente sobre lo ocurrido.

Tener claridad sobre la acción que motivo el dolor. Compartir la experiencia por lo menos con una persona de confianza. De esta forma, aquellas emociones negativas como el miedo, la ansiedad, la ira y el dolor empiezan a liberarse, dando paso a un estado de relajación y paz que permita el «buen vivir» y la sana convivencia.

OBJETIVOS

Objetivo General

Comprender la importancia del perdón, como elemento fundamental en el proceso terapéutico humanista integrativo, con una víctima del conflicto armado colombiano.

Objetivos Específicos

Conocer la influencia que el perdón tiene en el nivel social desde la Terapia Humanista Integrativa, con una víctima del conflicto armado colombiano.

Identificar el efecto que el perdón tiene en el nivel psicológico desde la Terapia Humanista Integrativa, con una víctima del conflicto armado colombiano.

Interpretar el impacto que el perdón tiene en el nivel existencial desde la Terapia Humanista Integrativa, con una víctima del conflicto armado colombiano.

MARCO TEÓRICO

Definición de perdón

La temática del perdón ha tenido muchas investigaciones, aproximaciones o acercamientos, desde diferentes corrientes del conocimiento; la filosofía (Crespo 2004), la psicología (Frankl, 1984), el derecho (Lefranc, 2005), la teología (Narváez y Armato, 2010), la sociología (Méndez, 2000), la neurociencia (Montero, 2008), han tratado de colocar su grano de arena al respecto; cada una de ellas han aportado metodológicamente diferente conceptos, aplicaciones y abordajes hacia esta temática; pero todo llegan a un punto en común: el perdón es una actitud y no una norma, es una elección y no una imposición, no proviene sino de la responsabilidad de perdonarse y perdonar y que el cuerpo puede llegar a movilizar las sensaciones que producen dolor y sufrimiento.

Como se puede entender, cada una de ellas a tratado de dar acercarse a un concepto claro sobre lo que es el perdón, una definición que incluya la holgura y multiplicidad de sus significados y matices. Lillo (2014), afirma que no existe concordancia en el concepto, sino todo lo contrario, entre los diversos pensadores que se han detenido a formularlo, o al menos a intentarlo. Para éste autor, es más fácil, como ocurre con otros conceptos tan polisémicos como el perdón, decir lo que no es que hacer una definición asertiva. Citándo a Lillo (2014), “…En definitiva, creo que tiene un halo de inefable, de epifanía, de misterio difícil de comunicar y transmitir”.

Desde un punto de vista psicológico, la revisión teórica ha mostrado que es importante tener en cuenta que el perdón tiene una naturaleza de dos caras o elementos. Por un lado, es un proceso psíquico que tiene una doble configuración; en palabras de Lillo (2014): “…una dimensión interpersonal (es un gesto interpersonal y por tanto exige la presencia de una relación entre el victimario y su víctima); y una dimensión intrapsíquica (es intrapsíquico porque requiere la necesaria elaboración en esa dimensión para que se pueda solicitar y otorgar)”.

Así entonces, lo anterior muestra que para la psicología, el perdón se complementa, siendo un constructo teórico que tiene un componente psicosocial también. De la misma manera, Frankl y Lapide (2005), enuncias el perdón como una relación afectiva entre los seres humanos. Estos autores desarrollan su idea argumentando que tiene que ver con los sentimientos y afectos que inusitadamente se emocionan; esta naturaleza del perdón, permite dar cuenta que repercuten hacia el soporte ambiental; no hay que olvidar que es una relación entre mi ser y otros. Entonces se complementa con una faceta interpersonal, ya que afecta a algo que se ha producido en una relación determinada, condicionada por la agresión.

El Acto de Perdonar y el Proceso Terapéutico

En la experiencia clínica por lo general llama la atención que, cuando se presenta un determinado proceso psíquico y un diligente esfuerzo emocional, corporal, mental y de cierto modo espiritual, de da un instante en el cual el consultante se posiciona desde un estado de perdón (desde un acto de perdón); si bien pareciese o se percibiese que fuese natural y sin direccionamiento, la cosa no es así de sencilla; detrás de este actuar, se ha desarrollado un trabajo mental de gran trabajo, interpretación e indagación. Es importante mencionar que al ser un acto por parte del consultante, depende enteramente de la convicción que el mismo tenga para generar y otorgar ese perdón. Sin embargo, también es labor del psicoterapeuta generar espacios de descubrimiento, encuentro, diálogo y confrontación, de aquellos diálogos, pensamientos y sensaciones que están anquilosando al consultante hacia el dolor. Lo anterior entonces, hace pensar entonces, que en cuanto al perdón, que es el proceso lo que cuenta, aquellos elementos intrínsecos del consultante genera de sus vivencias al descontaminar al adulto, así como el ambiente protector que pueda otorgar el terapeuta; es decir, no es la meta, porque puede ser que dentro del proceso, el consultante no llegue a ese perdón, pero por lo menos ahora entiende de dónde proviene y puede generar nuevos reposicionamientos al respecto y cambiar así su presente y no repetir hacia futuro. Parafraseando a Lillo (2014),

“Me parece fundamental y básico este proceso de advenimiento del perdón, se concluya o no con el acto del perdón. Es este proceso lo que destacaría como lo más valioso y lo que nos orienta sobre la profundidad y la enjundia psíquica que está implícito en él. El acto del perdón es su conclusión si es que se llega a ello. Me parece que lo meritorio es el proceso interno, pudiera o no culminar con el acto del perdón, pero es ese proceso lo que denota la calidad de la elaboración y el abordaje de los conflictos internos. Su definición no vendría tanto por el acto como por la gestión emocional implícita en este proceso. El perdón no depende de la voluntad sino que es el resultado de un largo esfuerzo más que de una decisión de hacer algo, es más una actitud y disponibilidad vital.” (p. 12).

Para eso se necesita de un proceso que solo el consultante puede enfrentar, está en su decisión de hacerlo o no; el terapeuta solo coloca las “cartas sobre la mesa” y es el propio consultante el que se permite cerrar el ciclo de dolor o no; pero como se expuso anteriormente, si es trabajo del terapeuta, es su responsabilidad, generar esos espacios para que se pueda dejar el acto de perdonar. Ese acto del perdón como definición explícita del resultado del proceso de elaboración del dolor, no se llega a alcanzar. Me parece mucho más relevante el proceso y la ganancia psíquica que proporciona, sea cual sea el momento en que se encuentre la tramitación del dolor, que el acto en sí, que no sería más que la culminación de la labor psíquica implícita en su logro.

Se le ha dado mucha importancia al acto como si el perdón se condensara en él, cuando en la casuística clínica podemos observar la importancia de que se inicie ese proceso, como medida del cambio que se experimenta en relación a los sentimientos y al dolor más específicamente. Lo relevante, por tanto, es el proceso, culmine o no en el acto del perdón.

Elementos del perdón

Los acercamientos en la dimensión personal del consultante, son el abre bocas para sumergirse en el proceloso tema sobre los componentes que giran en torno a las condiciones en las que se puede otorgar y conceder el perdón, puesto que este aspecto está condicionado y se desarrollará el porqué. En el área interventiva se ha podido constatar que cuando el agresor es capaz de reconocer la ofensa (sea de manera directa o construida a través de una escena o personificación), permite a quien lo ha sufrido ser más capaz de liberarse de los sentimientos de ira y dolor. El ideal de la terapia es que el otro acepte la responsabilidad, reconozca que obró mal, pida perdón y ofrezca algún tipo de reparación. A nivel social se conoce muy bien sobre los beneficios de sentir la comprensión y la empatía del, los, ofensor(es) por el daño que han infligido, así como la reparación, así como también que aquellos que dañaron tomen conciencia del daño que ha infligido y sus consecuencias, y secuelas.

Citando a Crespo (2004), en ocasiones la comprensión y empatía por parte del terapeuta, en ausencia del arrepentimiento del agresor, puede ser, suficiente, si al menos un primer paso para obtener un alivio al sufrimiento acuñado en la agresión. Lillo (2014), propone un ejemplo sobre lo expuesto: “…Como me decía un paciente que había sufrido una brutal agresión: “Que usted me haya escuchado y comprendido, me proporciona una sensación de paz (poniéndose a llorar desconsoladamente). Hasta ahora no había podido llorar”.

Es necesario en terapia, ese reconocimiento de lo sucedido, la convalidación del mismo, así como su aval. Necesitamos que se dé fe de lo sucedido y sufrido, de la verdad del mismo.

Puede darse que por los mandatos, guiones y sentimientos parásitos y los años llevando estos sentimientos reprimidos, no se reconoce la ofensa, el trauma se intensifica y en estas condiciones resulta más difícil acabar con la amargura, el resentimiento y el deseo de venganza. Para Kancyper (2006), el agredido requiere que alguien empatice con lo que le ha pasado y brindarle un ambiente protector que permita la expresión de un duelo y de sentimientos a nivel profundo. De ahí que sea imprescindible que se logre una relación poderosa y fuerte con ese sufrimiento y lo sucedido; eso es suficiente como elemento terapéutico, en el mejor de los casos. Aquí la psicoterapia humanista integrativa, muestra una vez más que posee elementos que le permiten un abordaje completo al abordar ésta temática, al ofrecer su escucha y comprensión al padecer del consultante.

La experiencia en la aplicación desde el enfoque humanista integrativo con un consultante que ha sido víctima del conflicto armado, ha evidenciado la posición más congruente con los consultantes: la de ser eco de su sufrimiento, empatizando con él, dando oficialidad a algo que muchas veces se mantiene en lo más profundo de la psique, que la misma persona decide ocultar su dolor a los demás y en ocasiones hasta mentirse a sí mismo. Winnicott (1991) menciona al respecto “…Cuando acompañamos al paciente en la “revelación” de lo que le sucedió, nos transformamos en un “objeto transicional” para el paciente…”, Es decir nos convertiríamos en los mediadores entre esos revelaciones y aquellos “secretos” albergados en su interior, cuando se usa la rememoración, visualización, expresión, comunicación, de todo aquello que sucedió. Esto permitirá abrir las puertas a su elaboración posterior. La “exposición” de esos “secretos personales” proporciona un inmenso alivio, lo que permite abordarlo, prudente y respetuosamente, para integrar ese “cuerpo extraño psíquico” que es la agresión que se sufrió en su día, muchas veces en la infancia Lillo (2014).

Es muy complejo en una situación de violencia en la que la guerra envuelve a todo un país, que los actores que provocan la agresión, se encuentren físicamente en el espacio terapéutico. Trabajar con la re-experimentación de la situación traumática entonces, se vuelve una herramienta poderosa. Es imprescindible que para obtener una posición de perdón, es necesario que la persona confronte no a su agresor, sino al dolor personificado en el agresor. El objetivo es reparar esa relación, ese vínculo emocional dañado, roto y fracturado.

Lillo (2014) menciona al respecto: “En mi opinión bastarían tres condiciones:

  1. Reconocimiento del daño causado
  2. Propósito de la enmienda, de no volver a cometer acto de violencia sobre nadie.
  3. Manifestar algún tipo de disposición a ofrecer reparación, restitución, compensación a su víctima.”

Sin embargo, la posición de arrepentimiento no juega un papel en pedir perdón (actuando como el agresor) hacia la víctima, sino más bien, en la propia experiencia clínica, de afectar su sentido de vida, sus pensamientos, emociones y sensaciones.  No obstante, si el arrepentimiento proviene del actor agresor directamente, tomará un tinte diferente, puesto que la reparación (según lo perciba la victima) sea real y honesta o simplemente diplomática y un requisito. Solo se hace poderosa, cuando la propia persona que ha sufrido ese dolor, se encuentra en paz consigo mismo y a podido confrontar y re-decidir su presente.

Para Crespo (2004), el perdón es un elemento que solo puede adquiere un poder de transformación, cuando a través de una re-experimentación fenomenológica poderosa, se puedan cambiar las ideas de venganza, dolor y victimización, por posiciones y reflexiones que mejoren la calidad de vida. Al respecto menciona “Creo que es importante considerar la idea de que el perdón es un proceso que se puede aprender y favorecer según las circunstancias y el contexto en el que vivamos. Compete a la comunidad generar aquellas variables que pudieran favorecer su implementación”. Aquí abordaríamos una faceta de esta problemática, que muestra que no se reduce a una cuestión solamente individual o dual, interpersonal, sino que afecta a la comunidad y a su propia responsabilidad en propiciar una dinámica de agresión o de perdón.

DISEÑO METODOLÓGICO

Paradigma de Investigación

El siguiente proyecto está fundamentado bajo el paradigma cualitativo de investigación. Hernández, Fernández y Baptista (2010), mencionan que este tipo de investigación se enfoca en comprender y profundizar los fenómenos, explorándolos desde la perspectiva de los participantes en un ambiente natural y en relación con el contexto.

De la misma manera, el enfoque cualitativo se selecciona cuando se busca comprender la perspectiva de los participantes (individuos o grupos pequeños de personas a los que se investigará) acerca de los fenómenos que los rodean, profundizar en sus experiencias, perspectivas, opiniones y significados, es decir, la forma en que los participantes perciben subjetivamente su realidad. También es recomendable seleccionar el enfoque cualitativo cuando el tema del estudio ha sido poco explorado, o no se ha hecho investigación al respecto en algún grupo social específico.

Diseño de Investigación

Se ha escogido el diseño narrativo como herramienta de recolección de información. Para Hernández, Fernández y Baptista (2010), En los diseños narrativos el investigador recolecta datos sobre las historias de vida y experiencias de ciertas personas para describirlas y analizarlas. Resultan de interés los individuos en sí mismos y su entorno, incluyendo, desde luego, a otras personas.

Creswell (2005) (referenciados en Hernández, Fernández y Baptista 2010), señala que el diseño narrativo en diversas ocasiones es un esquema de investigación, pero también una forma de intervención, ya que el contar una historia ayuda a procesar cuestiones que no estaban claras o conscientes. Se usa frecuentemente cuando el objetivo es evaluar una sucesión de acontecimientos. Asimismo, provee de un cuadro micro analítico.

Tipo de Estudio

La presente investigación se nutre bajo el tipo de estudio de caso. Para Hernández, Fernández y Baptista (2010), método de investigación de gran relevancia para el desarrollo de las ciencias humanas y sociales que implica un proceso de indagación caracterizado por el examen sistemático y en profundidad de casos de un fenómeno, entendido éstos como entidades sociales o entidades educativas únicas.

En otras palabras, un estudio de caso es un “método de aprendizaje acerca de una situación compleja (como un aula en un centro escolar); se basa en el entendimiento comprehensivo de dicha situación (aula), el cual se obtiene a través de la descripción y análisis de la situación, situación tomada como un conjunto y dentro de su contexto”. Por tanto, el estudio de casos, implica un entendimiento comprehensivo, una descripción extensiva de la situación y el análisis de la situación en su conjunto, y dentro de su contexto.

Unidad de Análisis

El presente proyecto trabajará con una mujer de 28 años de edad del Departamento de Nariño, que ha sido víctima del conflicto armado colombiano.

Técnica de Recolección de Información

Para la recolección de la información, se usará el diario de campo. Hernández, Fernández y Baptista (2010), mencionan que el diario de campo o bitácora es donde el investigador escribe lo que observa, escucha y percibe a través de sus sentidos, mediante dos herramientas: anotaciones y bitácora o diario de campo. Usualmente en esta última se registran las primeras.

Como en cualquier actividad de recolección de datos cualitativos, al final de cada jornada de trabajo es necesario ir llenando la bitácora o diario de campo, en el cual el investigador vacía sus anotaciones, reflexiones, puntos de vista, conclusiones preliminares, hipótesis iniciales, dudas e inquietudes.

Al terminar las entrevistas tendremos un valioso material que es necesario preparar para el análisis cualitativo.

RESULTADOS

A continuación, se presentan los productos de la presente investigación. Dichos aportes se han organizado primero, por cada uno de los niveles del modelo (Social, Psicológico, Existencial), con cada una de sus subestructuras (Conducta, Pensamiento Social, Pensamiento Profundo, Emociones Básicas, Emociones Profundas, Espiritual). De esta manera, se responderán a los objetivos propuestos en la investigación.

Las sesiones se desarrollaron una vez por semana; los encuentros iniciaron el 12 de marzo del 2016, con una duración de 50 minutos; en algunas ocasiones se tuvo que trabajar 90 minutos.

Contextualización

Nuestra consultante que será llamada “Virginia”, es una mujer de 40 años de edad. Nació en el municipio de Policarpa, departamento de Nariño. Es madre de 4 hijos, 2 de ellos asesinados por los grupos armados en frente de ella; tiene 1 hija de 15 años que se salvó de ser víctima, por estar por fuera del municipio por cuestiones de salud. Actualmente no tiene una relación amorosa, porque menciona no sentirse preparada y menciona que poco sale de su casa; es viuda (a su esposo lo asesinaron en frente de ella, el mismo día que sus hijos), En estos momentos es madre cabeza de familia y vive del pequeño subsidio que les da el gobierno por su condición de víctima. Anteriormente se dedicaba a las labores de la agricultura, pero a raíz de lo sucedido, tuvo que salir del municipio por amenazas hacia su hija; actualmente vive en la ciudad de Pasto, sin un trabajo formal. Menciona que este hecho cambio su vida porque no solo perdió a sus hijos y esposo, sino que uno de los capitanes del grupo guerrillero, abusó sexualmente de “Virginia”, del cual nacería un pequeño niño que actualmente tiene 5 años. Su aspecto físico desaliñado, mal cuidado; no tiene pasatiempos, permanece encerrada en su casa, viendo la televisión; menciona que por momentos entra en una angustia y tristeza profundas, comenta que en las noches a veces siente que su cuerpo se pone pesado y como que se amortigua; por ciertos periodos padece de insomnio, lo que le ha generado una psicastenia muy marcada. Acude a la terapia, porque desde enero de este año, ha empezado a sentir mucho odio y rabia hacia el niño, hasta el punto de agredirlo físicamente, verbalmente o con indiferencia. Ella dice que en ese momento siente mucha rabia, pero luego es una culpa muy profunda acompañada de llanto; menciona igualmente que cuando sucede lo de su tristeza, lo hace a solas. Últimamente, ha sentido presión en su pecho y dolores de cabeza muy fuertes. Comenta que también existen ocasiones en las que le da miedo salir de casa y manda a la hija a comprar las cosas en la tienda. De la misma manera, dice que está siendo tratada médicamente por un problema de Colon.

Nivel Social

Diagnóstico: A nivel conductual, pudo encontrarse que “Virginia” tiene acciones evitación y aislamiento. Se encierra en su casa con la decisión de no querer salir; si bien ha habido hombres que han querido acercarse a ella con el fin de iniciar una relación amorosa, ella no ha querido, alejándolos de su vida. Es preciso mencionar que a raíz de lo ocurrido aquel día traumático, estas conductas se desencadenen. De la misma manera, se aborda las agresiones hacia su hijo.

Abordaje en terapia: Cada vez que ella sentía algo incómodo en su cuerpo, se hacía consciencia corporal tanto de su postura, gestos, tono de voz, expresiones faciales y palabras. Cabe mencionar que este apartado requirió de un tiempo prudencial, puesto que “Virginia” se incomodaba mucho con el contacto físico dentro de la terapia. Este aspecto, Se tuvo que trabajar poco a poco, por medio de sillas vacías, donde se sentó conceptos abstractos que tuvieron que ser caracterizados para ser sentados y confrontados. Solamente hasta los dos meses de proceso, se pudo lograr que pueda recibir caricias en su brazo derecho y solamente hasta la tercera semana del tercer mes, se pudo otorgar un abrazo. Ella se dio cuenta que para poder cambiar esta condición tenía que empezar a abrirse emocionalmente y que debía hacerle caso a su cuerpo, su necesidad de compromiso de acceder a recuerdos incómodos y a otros reconfortantes, dando cuenta de su pensamiento social. De esa manera ha podido redefinir su percepción acerca del contacto con otras personas. Pudo darse cuenta que ella ha colocado las barreras que no le han permitido generar contactos congruentes con otras personas y que esto tiene que ver con la manera en la que ha desconectado las necesidades que su cuerpo requiere.

De la misma manera se intervino sobre las sensaciones y conductas que giran en torno a lo que dirige hacia el pequeño niño. Se encontró que “Virginia” estaba proyectando la imagen de su perpetrador en el niño: “A veces veo en el “Fredy” la cara de ese hijueputa guerrillero” y también comenta que a veces se presentan pensamientos de: “a veces pienso que no debió nacer…no sé por qué decidí tenerlo”. Para ello se usó psicodrama en donde “Virginia” encarnó a “Fredy” y se le pidió que recordara, personificara y actuara las posiciones corporales que el niño presenta o pudiese mostrar al momento de ser regañado o castigado físicamente o psicológicamente. El impacto generó que ella pudiese acercarse al dolor que siente el niño cuando recibe este tipo de contacto con su madre; gracias a esto, su pensamiento social le permite descubrir lo que debe hacer para resarcir la calidad del contacto con el niño. Ella conectó poco a poco, con la aflicción del niño, llegando en varias sesiones, que pueda realizar su primer duelo al respecto y se despida de esa rabia, violencia y resentimiento; se despidió de esa imagen distorsionada de “Fredy” y por ende de las sensaciones y emociones que se acompañaban. El proceso pudo hacerse por medio del bate y por primera vez, se da el permiso de dejarse reconfortar de manera plena.

Alcances y logros: Se permitió restablecer el contacto con las necesidades de su cuerpo, sus conductas al momento de expresar sus emociones es más congruente, sus transacciones ya no son cruzadas, sino que ahora puede usar mejor sus transacciones complementarias, cuando se requería en la sesión. Se pudo reconstruir la sensación de Poder como la capacidad de lograr algo y hacerlo consciente en el ahora, así como proyectarse hacia objetivos concretos con respecto a su cuerpo. Con respecto a lo de su relación con “Fredy”, se pudo empezar a fortalecer el amor horizontal y mejorar la calidad del contacto. De la misma manera, se pudo clarificar lo importante de tener un miedo más sano, más lógico. De la misma manera, pudo trabajarse la proyección y retroflexión organismica.

Nivel Psicológico

Diagnóstico: A raíz de la experiencia traumática, aparecen mandatos como “No sientas”, “No confíes”, “No vivas”, “No disfrutes”, “Alboroto (con su hijo “Fredy”)”. Dentro del triángulo dramático es evidente que llega a terapia como una víctima en busca de un salvador. Como juegos psicológicos se pueden observar “Por tu culpa”, “Pata de palo”, “Si, pero…”, “Nadie puede hacer nada por mí”. Los impulsores que más se presentan en “Virginia” son “Sé fuerte”, “Date prisa (para mi)”, “Esfuérzate (para mí)”. En cuanto a sus estados del yo, ella se posiciona mayormente como Padre Crítico. En cuanto a las emociones básicas Hay mucha rabia formalizada a través de los tratos violentos hacia los demás, que son herramientas para “calmar” y “ayudar” a minimizarla. También aparece como emoción básica la tristeza, por la escena de violencia sexual sufrida por un guerrillero.

Abordaje en Terapia: Para poder trabajar estos aspectos se aplicaron de manera sinérgica bioenergética de Lowen y psicoterapias para fortalecer los estados del yo adulto, técnicas para fortalecer el estado niña de “Virginia”, con el fin de nutrir la intuición de su niña y generarle permisos. Es preciso primero mencionar que los introyectos aparecieron más poderosamente, en el momento de vivenciar el evento traumático. Cada mandato, se trabajó desde la consciencia corporal del impulsor. Se denota que existen impulsores que estaban bloqueando la sensación corporal y expresión congruente de emociones. Al inicio de la relación terapéutica, era mucho más evidente el juego psicológico “Pata de Palo”; En un comienzo usaba frases como: “Pobre de mí” o “Yo no puedo sola, soy una víctima en esto”; al pormenorizar sus autorecursos, le es más complejo generar un contacto más sano consigo misma. Luego con el trabajo sobre sus emociones sin embargo al trabajar su fortalecer su adulto y a través del trabajo corporal con Gestalt, se hace consciencia y simbolización. De la misma manera, “Virginia” posee imágenes distorsionadas sobre su cuerpo viéndolo como sucio, como de algo que no debe hablar y hasta a veces ni tocar; esto representado por la siguiente opinión: “…Aún tengo ese hijueputa olor de ése en mi cuerpo…” Sin embargo durante las sesiones, se evidenció que su cuerpo se tornaba muy tenso y al conectar con recuerdos, ella siempre volvía a imágenes y sensaciones y emociones de ese momento específico de la violación. Este es el motivo psicológico profundo, que estaba manteniendo sus impulsores y reforzando los mandatos. Es aquí cuando surge su segundo trabajo de duelo. Fue aquí donde “Virginia” realiza un trabajo emocional profundo, en donde pudo recuperar la movilidad de su cuerpo, así como las palabras que quiso haber mencionado, imaginariamente, puedo quitarse al general de encima y descargar su rabia mediante el bate y por segunda vez, dejarse reconfortar de forma plena.

Alcances y Logros: “Virginia” logra darse el permiso de “Puedes Sentir” y no bloquear o evitar estos pensamientos que se han vuelto rumiadores, generando malestares a nivel corporal, confirmando sus mandatos e impulsores en los demás. A través de la terapia de duelo, “Virginia” se permitió dejar atrás el dolor y los imaginaros sobre su cuerpo. Gracias a las intervenciones en los niveles superiores, ella se ha vuelto más congruente al mostrar sus emociones y sensaciones y permitir el contacto con el terapeuta.

Nivel Existencial

Diagnóstico: En el caso de “Virginia”, pudo verse que existe miedo existencial a la invasión. De la misma manera, este evento le ha quitado sus propósitos y sentido, cayendo en una vacío existencial.

Abordaje en terapia: Gracias a que se han podido trabajar los niveles superiores, los cambios a nivel más profundo, tuvieron un mayor impacto. A este nivel, se hizo uso de la logoterapia, más específicamente enfocada hacia el fortalecimiento de la actitud ante el sufrimiento, y los valores creativo, existencial y actitudinal. Al estar un poco más congruente y posicionada en las necesidades corporales y psicológicas en el ahora y reparando su contacto corporal, puede empezar a posicionarse en elementos más profundos y espirituales. Es innegable que todo lo que “Virginia” ha vivido ocasionó un miedo hacia la invasión, tanto mental, como física de aquellos que viven con ella, como de otros que quieren acercarse a su vida. Lo primero fue trabajar su valor creativo, desde donde se pudo dar cuenta que ha dejado de hacer cosas que antes hacía muy bien, como tejer y trabajar en manualidades (Foami, bisutería artesanal, etcétera). Se propone a nivel de contrato terapéutico, que ella pueda traer en cada sesión siguiente, una muestra de sus habilidades manuales; al respecto ha podido traer, manillas artesanales, figuras en foami y aretes artesanales; comenta haberse sentido extraña de volver a estas actividades, haciéndole saber que es normal sentirse de esa manera, puesto que se había concentrado en otras cosas “me siento como si fuera niña…esto me hace sonreír más y disfrutar más…”. Se empieza a trabajar la idea de usar estas habilidades para generar ingresos por sus propios medios.

El trabajo en el valor actitudinal se dirigió hacia movilizar a “Virginia” desde una pasividad injusta y actividad injusta, donde ancló indiferencia, resignación, fatalismo, evitación y negación, hasta una actitud justa de su complejidad y terminando con el fortalecimiento hacia una pasividad justa.

En el valor existencial, comienza a surgir en ella el deseo de regresar a visitar su tierra. Al darse cuenta sobre esto ella empieza a recordar aquellos días bonitos en su pueblo y en su casa, y dice que extraña el lugar; menciona que cuando se sienta preparada, quisiese regresar: “…quisiera volver a mi casa, allá en Policarpa…pero cuando me saque toda esa rabia miedo y tristeza; estar en paz conmigo primero…”. De la misma manera, surge en ella darse el permiso de generar nuevos contactos, pero no con otras personas, puesto que no se siente preparada, pero si con su hija y por primera vez desde el inicio de la terapia, a “Fredy” le llama hijo.

Alcances y Logros: Empieza a tener una visión más optimista de sí misma, teniendo en cuenta sus deseos, metas y logros. De la misma forma, comprende que existen ciertas vivencias en la vida que no están en nuestras manos evitarlas, pero si solucionarlas. Se otorga el permiso de volver a disfrutar desde su estado niña del yo (más específicamente desde su niña libre) actividades manuales, que fortalecen aún más su contacto consigo misma.

CONCLUSIONES

La Intervención desde la Psicoterapia Humanista Integrativa, ha podido generar en la consultante, cambios en los niveles superiores, que han generado ahora un mejor acercamiento al trabajo en los niveles más profundos.

Se ha logrado reparar la relación corporal, pasando de una imagen distorsionada a una más sana y congruente de ella misma.

Al crear un espacio de protección y de amor incondicional en el espacio terapéutico, “Virginia” se está dando el permiso para generar nuevos contactos primero con ella misma y con las personas más cercanas a ella. De la misma forma se pudo hacer reconfortamiento, siendo un enorme avance en la formación de contacto corporal con otra persona.

En el nivel social se pudo redefinir sus acciones de automaltrato y maltrato a otros, dándose la oportunidad de sacar la tristeza y rabia como emociones básicas predominantes. También fue importante que se diera el permiso de pasar por el ciclo completo de la experiencia.

En el Nivel Psicológico, el espacio terapéutico accedió a generar permisos en “Virginia” que lograron abrir nuevos espacios de experiencia de su sí misma. De igual manera, se logró trabajar los canales de comunicación, gracias a las necesidades que expresaba por medio de sus impulsores. Asimismo, el trabajo con los rackets lograron un cambio en la forma de brindarse y otorgar caricias.

El trabajo en el nivel Existencial permite evidenciar que ella poco a poco va cambiando su actitud ante el sufrimiento, lo que motiva el surgimiento de una actitud creativa y existencial ante lo vivido como traumático.

Ha podido evidenciarse que existe una actitud de perdón hacia ella misma, liberándose de la rabia, la tristeza por alegría, aclarando el miedo lógico por el amor horizontal y generando en ella la sensación de poder.

Edgar Zúñiga

Edgar Zúñiga

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