La educación emocional y terapéutica en los niños de Infantil

01/12/2016

RESUMEN

En este trabajo de carácter empírico he querido ofrecer, desde una óptica educativo-terapéutica de estilo humanista, mi propia experiencia personal dentro del ámbito de la educación formal desarrollado como maestra tutora de 1º y 2º de Educación Infantil, basándome en dos años de ejercicio profesional. Para realizarlo, he reflexionado y analizado la relación que mantuve con mis alumnos, los modelos funcionales de los estados del yo ideales para una maestra tutora y algunos de los recursos y actitudes que me ayudaron a fomentar el desarrollo de la educación emocional en mis aprendices.

PALABRAS CLAVE: Educación emocional, relación, maestra tutora, alumnos, infantil, terapéutico, humanista, respeto, empatía, autenticidad, acompañamiento, escucha activa, aceptación y apoyo incondicional.

ABSTRACT

The intention of this paper is to offer my personal experience within the formal educational field developed as a tutor teacher of 1st and 2nd course of Infant Education from an educative-therapeutic perspective of humanistic style.

In order to achieve this, I have reflected and analyzed not only the relationship that I kept with my pupils over two consecutive years, but also the functioning ego-state models that are the most appropriate for a tutor teacher and some of the resources and attitudes that are helpful to encourage the development of my students’ emotional education.

KEY WORDS: Emotional education, relationship, teacher tutor, pupils, infant, therapeutic, humanistic, respect, empathy, authenticity, accompaniment, active listening, unconditional positive regard.

INTRODUCCIÓN

Quiero comenzar esta tesina explicando que desde que era pequeña, los niños siempre me han gustado mucho. Recuerdo estar en educación primaria (antigua EGB), cuando al volver del colegio dedicaba parte del medio día y de las tardes cuidando a los pequeños que comenzaban a andar y a explorar el mundo con poco más de un añito de edad. Ya entonces adoptaba un rol de cuidadora, de maestra, de educadora. Un rol voluntario, ya que me gustaba estar con ellos, enseñarles de la mejor forma que sabía y realmente era un disfrute para mí en aquella época. Conectaba muy bien con ellos y a día de hoy siento esa conexión de manera natural, sencilla y sana, la cual experimento cada día en el colegio. Es por lo mencionado sobre esta línea, que para esta tesina intuí que de lo que quería hablar en este trabajo era de mi propia experiencia con ellos, de cómo siendo maestra me relaciono con mis alumnos creando un vínculo de afecto, de respeto y también de acompañamiento humanista terapéutico a lo largo de la etapa escolar de educación infantil.

Porque poco a poco me he dado cuenta de que mi manera de ser maestra reúne muchos de los aspectos que un terapeuta o counsellor humanista integrativo necesita para ser un buen profesional. Entonces, realizando esta labor de reflexión personal he descubierto que muchas de las cosas que aplico en mi quehacer maestril tienen bastante que ver con mis conocimientos en psicología, en educación emocional y en definitiva están muy relacionados con algunos de los puntos clave aprendidos a través de éste máster en psicoterapia y counselling humanista integrativo.

ORÍGENES: PRIMEROS AÑOS COMO MAESTRA TUTORA

Cuando comencé a trabajar como maestra-tutora en 1º de Infantil (niños de 3-4 años de edad), fue un logro y una satisfacción enorme para mí. Recuerdo que las ganas y la ilusión que me inundaban ese primer día, estaban por encima del miedo y la inseguridad de una principianta como era yo por aquél entonces. Era muy consciente del papel tan importante que tomaba, así como de la responsabilidad e influencia que iba a tener sobre esos niños y niñas a lo largo de todo el curso. Es por ello que me marqué unos objetivos muy claros que estaban por encima de la propia enseñanza académica: quería educarles para que pudieran ser niños libres y espontáneos, para que pudieran construir una buena autoestima y auto-concepto de sí mismos, para que estuvieran motivados y disfrutaran de su aprendizaje día a día, para que pudiesen descubrir sus habilidades, desarrollar su creatividad y comprender sus sentimientos y los de los demás iniciándoles en el arte de la empatía,  la escucha y el respeto. En otras palabras, quise convertirme además de en su tutora y educadora emocional, en su guía y acompañante personal durante esos primeros años escolares tan básicos e importantes de cara a su desarrollo integral, con el fin último de cultivar buenas personas autónomas que crecen y viven en armonía, paz y felicidad.

En ese tiempo, aun no tenía conocimiento ninguno sobre Análisis Transaccional: con su Teoría de la Comunicación, las caricias positivas y negativas, los Estados del yo, etc. Sin embargo, durante este tiempo de reflexión y análisis para la realización de este trabajo, me he dado cuenta de cómo esa teoría y otros conceptos clave de la Gestalt o de la Terapia Centrada en la Persona de Carl Rogers están implementadas en mi modo de ser y actuar como maestra y también como terapeuta humanista. Fue mi intuición, la que  me llevó y me guió al corazón de esos niños para conseguir sacar lo mejor de ellos: ser ellos mismos en toda su fantástica autenticidad.

Mis objetivos fueron ambiciosos a la par que complejos de llevar a la realidad. Para ser una buena maestra a cargo de veinticuatro niños y niñas  ésta tiene que estar sana emocionalmente y tener sus estados del yo lo más equilibrados posibles, de modo que pueda establecer con sus alumnos/as una relación de vínculo seguro. Porque por un lado, debe encarnar una figura de autoridad, poner límites y normas y hacer lo posible para que éstas se  cumplan; a la par que ser afectuosa, protectora, motivadora; además de tener un control adulto a la par que permitirse ser espontánea, auténtica, y cooperativa.

La dificultad radica en saber armonizar los estados del yo ideales desde los que podemos funcionar: Madre Nutritiva positiva, Madre Crítica positiva, Niña Sumisa Adaptada positiva y Niña Natural manteniendo el poder ejecutivo en el adulto integrado o funcional. Y dejar a un lado los estados negativos. El paralelismo con el Padre Nutritivo y el Padre Crítico del Análisis Transaccional es evidente. Pero, ¿cómo hacer para evitar estar en el rol nutritivo negativo/empalagoso o en el crítico negativo o criticón? O, ¿para no comportarse en estado de Niño Adaptado Negativo o Natural Negativo?

A continuación incluyo parte de la teoría que he relacionado con lo recogido en los párrafos superiores: las relaciones de incorporación en el contexto escolar, y los modelos más apropiados de funcionamiento de los estados del yo del Análisis Transaccional para una maestra tutora en educación infantil.

RELACIONES DE INCORPORACIÓN EN LA ESCUELA

Las relaciones que se establecen entre los maestros y sus alumnos son de incorporación y de tipo vertical, al igual que la relación entre un terapeuta y sus pacientes que también lo es.

Esto se puede lograr gracias a que la relación entre los maestros (especialmente de educación infantil) y sus alumnos les permite  a  éstos últimos hacer suyo lo que obtienen de sus enseñantes, de forma que puedan crecer hacia la autonomía. En estas relaciones se permite que uno aprenda de otro y que esa enseñanza quede para siempre, como parte del bagaje personal del que lo recibe.

Relaciones verticales

Son las que se establecen entre personas que están en dos niveles diferentes, como es el caso del maestro y el alumno, el terapeuta y el paciente o cliente, o también entre un padre y un hijo, entre otras. Las relaciones verticales están reguladas por dos elementos:

  1. El tabú del incesto: es la prohibición de sexualidad entre sus integrantes.
  1. La intencionalidad de la actuación: está dirigida siempre hacia el del nivel inferior, es decir, las actuaciones irán destinadas al beneficio de la persona que recibe (el maestro para que el alumno aprenda, el terapeuta para que el paciente sane, etc.)

Permiten la incorporación de los elementos trasmitidos dentro de la relación, que el que está abajo haga suyo lo que el de arriba le transmite. Lo más importante en este tipo de relación es que los alumnos incorporaren el amor incondicional que reciben por parte del maestro/a, que una vez integrado, le ayudará vivir y relacionarse sin dependencias.

MODELOS DE FUNCIONAMIENTO DE LOS ESTADOS DEL YO DEL ANÁLISIS TRANSACCIONAL

Comportamientos de Maestra Tutora Como Padre Nutritivo Positivo

La maestra tutora da ayuda, afecto, comprensión, apoyo y estímulo; quita límites inadecuados, acaricia y permite vivir, disfrutar y crecer; de modo que la ayuda que da:

  • Es efectiva, la da dentro de su competencia y de su rol
  • Da la ayuda de corazón, por gusto, por elección o por amor auténtico.
  • Responde a una necesidad real explícita o implícita y verificada, con respeto al deseo y la voluntad de los niños/as.
  • La maestra tutora que da la ayuda, hace menos del 50% de lo necesario para que el/la alumno ayudado salga de la situación.

Comportamiento de Maestra Tutora como Padre Crítico Positivo (Estructurante)

La maestra tutora estructura las situaciones; contiene los impulsos y las emociones de sus alumnos; manda, ordena, controla, prohíbe, limita, dice “no”, protege, defiende frente a otros, se compromete, de manera que sus límites y órdenes:

  • Son aplicables, útiles y necesarios
  • Se basan en un acuerdo o contrato claro (jurídico, moral o social), previsto en el tipo de relaciones
  • Aportan auténtica seguridad y protección a los alumnos
  • Son flexibles y con espíritu de tolerancia, aceptando las excepciones válidas.

Comportamiento de Maestra Tutora como Adulto Funcional

  • Hace preguntas con auténtico deseo de saber y de aprender en todos los aspectos, de forma que recoge los datos de manera objetiva, transformándolos en informaciones útiles y relevantes para ella y sus alumnos/as.
  • Informa tanto sobre acontecimientos externos como los sentires o las opiniones propias
  • Toma decisiones y pone en marcha las soluciones y acciones con mayores probabilidades de éxito en cada momento, con arreglo a los datos recogidos y analizados de forma lógica y racional.
  • Usa los recursos propios de su edad aquí y ahora y también los recursos ajenos disponibles para manejar las situaciones de la vida, para analizar las situaciones, para resolver los problemas de forma informada, realista y ética.
  • Negocia los acuerdos necesarios y las pautas de acción para resolver los conflictos con los otros en contacto con las propias necesidades, las de los otros y la situación.

Comportamiento de Maestra Tutora como Niño Adaptado Positivo (Cooperante)

Se conocen muchas ocasiones en la vida adulta en las que nos comportamos con conductas del modo de Niño Adaptado. Existe una  diversidad de reglas que seguimos acerca de cómo vivir y cómo ser aceptados en nuestro entorno y comportarnos como ciudadanos en nuestro mundo aquí y ahora.

Una maestra tutora que se comporta como Niño Adaptado positivo:

  • Acepta y actúa de manera natural según las normas y expectativas que corresponden a su edad y condición, y se siente bien al hacerlo.
  • Sigue las reglas sociales y está a gusto en sus relaciones acordadas
  • En situaciones jerárquicas como la familia, la escuela, el trabajo, se ajusta a su condición, sin perder su lugar frente a la autoridad y conservando el espíritu crítico (respetuoso).
  • Se desenvuelve con eficiencia en su rol y lugar social (responsable).
  • Expresa con claridad, respeto y sin rodeos lo que siente (asertivo).

Comportamiento de Maestra Tutora como Niña Natural Positiva (Espontánea)

  • Muestra y pide lo que necesita y desea; expresa lo que siente e intuye lo que otros sienten y necesitan; y todo ello lo hace de manera natural
  • Es directa y espontánea. Se presenta tal como es, con simplicidad sin temor de mostrarse con sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
  • Es auténtica.
  • Enfrenta las situaciones de manera creativa
  • Sus ideas brotan, a veces extravagantes e inauditas. No teme replanteárselo todo y reconstruirlo todo en su lugar
  • Manifiesta a veces una cierta autonomía frente a los otros
  • Es apasionada por lo que hace y está muy motivada.

Para finalizar este apartado y a modo de reflexión quiero decir que incluir todo lo recogido en los puntos superiores e integrarlo de manera natural en el comportamiento diario como maestra tutora, frente a una clase llena de alumnos de infantil con sus diferentes estructuras de personalidad, orígenes y necesidades, es algo que requiere de mucho conocimiento intrapersonal, interpersonal y de una capacidad empática y creativa no fáciles de alcanzar. Debido a ello, creo que ser una buena maestra requiere de muchos años de aprendizaje y crecimiento personal, siendo un proceso progresivo que se va adquiriendo con el paso de los años y el trabajo diario, pero sobre todo con el convencimiento de que cuanto más sana esté esa maestra personalmente, mejor educación y acompañamiento podrá proporcionar a sus alumnos y alumnas. Porque si la maestra no goza de vivir sintiéndose feliz de una manera más o menos estable, probablemente lo reflejará en sus comportamientos, pensamientos y su sentir; y por lo tanto en su labor diaria en el colegio. Es entonces cuando sus alumnos lo percibirán de manera consciente e inconsciente, y les repercutirá negativamente restando entonces a su buena adquisición de conocimientos y actitudes positivas ante la vida.

Seguidamente recojo algunas técnicas, juegos, ejercicios y en definitiva formas en las que durante mi experiencia como maestra tutora de1º y 2º de infantil llevé a la práctica con mis alumnos durante el tiempo que duró nuestra relación (dos cursos consecutivos) con el objetivo de desarrollar su educación emocional paralelamente a la académica.

CÓMO LO LLEVÉ A LA PRÁCTICA

A lo largo de mi andanza por esta escuela como maestra y tutora pude formarme y desarrollarme de un modo bastante libre, con lo que fui adquiriendo mi propio estilo. En primer lugar, me permití observar, explorar, comprender, respetar y aceptar la autenticidad en mis alumnos. Y desde ahí, construir un vínculo relacional sano, en el que mis alumnos pudiesen relacionarse conmigo, con sus compañeros y con el resto del mundo que les rodea, desde estados naturales y espontáneos   a la par que adaptados positivos o cooperativos.   En otras palabras, lo que hice fue fomentar la expresión de sus Niños Naturales  así como sus Niños Adaptados Positivos al mismo tiempo que crear un vínculo de apego seguro conmigo para que se sintieran protegidos, apoyados y queridos de manera incondicional. Porque creo que el verdadero aprendizaje se construye partiendo de esta base.

Aquí y ahora soy consciente de ello, pero por aquél entonces no tenía la certeza que hoy siento de que el trabajo que realicé con ellos fue en gran medida desarrollador de su educación emocional, tan fundamental para crecer y evolucionar como seres humanos conectados con sus propias emociones y las de los demás, empáticos y asertivos, a la vez que solidarios y con  capacidad crítica y resolutiva. Pero, ¿qué es la educación emocional en sí?

Existen diversas definiciones de lo que la educación emocional abarca. He escogido las dos que más me gustan:

“Es el proceso de enseñanza de las habilidades emocionales mediante el acompañamiento y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas.” (Lucas J. J. Malaisi).

Según recoge Bisquerra (2000), la educación emocional es:

Un proceso educativo continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para ello se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las emociones con objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social. (p.243).

Además, la inteligencia emocional está muy ligada al concepto de educación emocional. Según el psicólogo norteamericano David Goleman (Inteligencia Emocional,1996), la inteligencia emocional nos permite:

  1. Tomar conciencia de nuestras emociones.
  1. Comprender los sentimientos de los demás.
  1. Tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo.
  1. Acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo.
  1. Adoptar una actitud empática y social que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal.
  2. Participar, deliberar y convivir con todos desde un ambiente armónico y de paz.(p.40).

Para poder llevar a cabo esta educación de desarrollo e integración de la educación emocional utilicé muchos recursos, algunos de ellos aprendidos, y otros propuestos por mí misma, fruto de mi voluntad por llevar a la práctica iniciativas que consideré que podían proporcionar a mis alumnos la mejora de su creatividad, su autoconocimiento, de su inteligencia intrapersonal e interpersonal, así como sus habilidades comunicativas y sociales, entre otras.

A continuación he seleccionado algunas de estas iniciativas que realicé  junto a mis alumnos de 1º y 2º de Educación Infantil, las cuales considero que fueron las más completas y enriquecedoras para mis pequeños aprendices:

  1. Asambleas diarias: nos reuníamos todos juntos y sentados en el suelo en torno a una colchoneta con el objetivo de vernos las caras bien (contacto visual directo), a primera hora de la mañana. Es una actividad que exige de escucha activa y empática y una función mediadora por parte de la tutora. En primer lugar, nos dábamos los buenos días mediante una canción de inicio que es como un ritual para ellos, el cual les aporta seguridad y confianza y a continuación pasábamos lista para ver quién estaba y quién faltaba (labor de reconocimiento personal) ayudándonos de las fotos de todos que estaban colocadas con velcro en la pared. Ellos las manipulaban ya que participaban activamente. También nos situábamos en el día, mes, año y tiempo atmosférico; lo que les proporcionaba estructura.

Tras un fin de semana o vacaciones, la asamblea solía durar más tiempo puesto que los niños/as tenían más cosas que contar. Así que la hacía flexible para dar cabida a cada uno de ellos/as. Esto es muy importante. También lo es que los niños se sientan libres de poder decir lo que quieran en referencia a lo que han hecho y como se han sentido con ello durante el fin de semana o la tarde-noche del día anterior. Y si alguno no quería participar lo aceptaba y respetaba, transmitiéndole que si más tarde cambiaba de idea, que me lo hiciese saber para darle turno. La asamblea significaba un momento de compartir todos juntos, de estar en contacto, de dialogar, de participar, de sentirse un grupo, un equipo unido que se apoya, donde se crea el vínculo desde el comienzo, que se contiene y en el que se aprende entre todos y para todos.

  1. Baúl de los tesoros: esta actividad consistía una caja que elaborábamos decorándola entre todos con dibujos suyos y sus nombres, de manera que el niño/a al que le tocaba llevársela a casa, con la colaboración de su familia, la llenaba de sus objetos más preciados (juguetes, cuentos, objetos, peluches, fotos, disfraces, etc.), para después traerla a clase y que compartiese con nosotros todo lo que había dentro y por qué era importante para él/ella. De este modo, se estimulaba el lenguaje oral y comunicativo, la interacción con sus compañeros, el compartir, ya que les prestaba sus cosas para que pudieran tocar o jugar con ellas; y se fomentaba la escucha activa, el reconocimiento y validación de sus gustos, etc. El niño/a protagonista se siente especial, apreciado, reconocido y valorado por todos. Es una actividad muy bonita que conecta la casa donde vive el pequeño con la escuela, sus dos ámbitos de socialización fundamentales en esas edades.
  1. El cuento de la Tortuga: es un cuento que estimula la escucha activa y la empatía en los niños desde diferentes roles y emociones (la Tortuga triste, enfadada, miedosa, empoderada y contenta, la Tortuga sabia y los compañeros tortugos) que se asemejan a los que existen en ellos y en el contexto escolar. Es muy útil ya que proporciona estrategias para fomentar la correcta expresión emocional y el autocontrol, así como la tolerancia a la frustración y la resolución de conflictos de manera cooperativa. Mediante esta historia, los niños se ven reflejados en los diversos personajes y situaciones que acontecen, e interiorizan poco a poco y de manera inconsciente algunos recursos para reaccionar ante las circunstancias que plantea, que se asemejan a su realidad pasada, presente o futura.
  1. Día de la familia: la familia del alumno/a protagonista de la semana (padre y madre o abuelos normalmente), es invitada a pasar la tarde del viernes en el aula, compartiendo con todos alguna actividad que hayan preparado previamente. Se da lugar a la creatividad de la familia, pudiendo elegir entre diversidad de dinámicas como contar algún cuento y dramatizarla, juegos participativos, talleres de cocina, construcción, etc. Cada familia elige como quiere participar y comparte la tarde con su hijo/a, sus compañeros y la maestra-tutora. Esta actividad promueve las relaciones de vínculo entre el entorno escolar y familiar y permite que el niño/a experimente estar por unas horas rodeado de sus seres más queridos en el contexto de su clase/escuela.
  1. Tarjetas de emociones: es un material que encontré por casualidad y decidí utilizarlo con mis alumnos, creando mi propia dinámica original. Se trata de unas tarjetas fotográficas en donde aparecen escenas variadas de niños y niñas, padres, madres, profesores, en diferentes entornos y situaciones (casa, cole, cumpleaños, parque, comiendo, etc.), en donde se muestran actitudes y emociones diversas (alegría, tristeza, sorpresa, enfado, miedo, soledad, etc.). Primero observaban detenidamente uno a uno la tarjeta seleccionada por mí, después describían qué elementos aparecían, la dramatizaban y a continuación pensaban en cómo estaban esas personas, cómo parecían sentirse, porqué tendrían esas emociones y qué podríamos hacer para ayudarles (en el caso de las fotografías con emociones negativas). Recuerdo que al comienzo de iniciar esta dinámica, mis alumnos apenas sabían identificar lo que ocurría, carecían de lenguaje emocional. Es por ello que me encantó ver cómo con la enseñanza y la práctica semanal, aprendieron a observar fijándose en los detalles, a leer esas expresiones emocionales en los demás, a averiguar qué necesitaban y cómo podrían solucionar lo que les pasaba, etc. Fue prescioso comprobar cómo interiorizaron este aprendizaje para luego saber resolver en situaciones suyas reales, utilizando las habilidades y recursos que habíamos trabajado mediante las tarjetas de emociones.
  1. Relajación: el contacto con su propio cuerpo también es algo importante para que los niños, desde pequeños, aprendan a sentirlo, leerlo, a saber qué necesita. Porque el cuerpo está en conexión con nuestro pensamiento y nuestras emociones. Por eso cuando trabajábamos en psicomotricidad o cuando en ocasiones mostraban una alteración o excitación generalizada por encima de lo habitual, decidía parar. Ponía una música relajante, les pedía que se tumbaran, cerrasen los ojos, y respiraran profundamente cogiendo el aire por la nariz y soltándolo por la boca. También les pedía que posaran sus  manos sobre sus vientres para que notaran la subida y bajada de su diafragma y también sobre su corazón, para que percibiesen sus latidos y el ritmo que llevaban. A veces, se hacían masajes entre ellos con una pelota o con sus manos por la cabeza, etc. La relajación podía tener muchas variaciones. Al comienzo les costaba dejar de moverse o reír, pero poco a poco se dejaban llevar por esa paz y conseguían relajarse y contactar con su cuerpo. Al finalizar, les explicaba la importancia de que el cuerpo necesita calmarse para recargarse y es mediante la relajación como pueden lograrlo. A través de preguntas como: ¿qué pasa si estamos en constante movimiento? o ¿qué nos ocurre cuando nos duele la tripa (flato) de tanto correr sin parar? De esta forma ellos hallaban las respuestas y tomaban conciencia de que a veces es bueno parar, respirar y calmarse para después seguir jugando, corriendo o simplemente desacelerar el ritmo
  2. Contacto con el cuerpo y el síntoma: en muchas ocasiones, mis alumnos y alumnas acudían a mí para contarme que se encontraban mal o si aquejaban de alguna dolencia. Mediante la atención a ese síntoma o a esa parte del cuerpo que generaba malestar (dolor de cabeza, de tripa, muscular, cansancio, etc.) parte de las veces, los niños al cabo de un rato decían sentirse mejor. Escuchándoles empáticamente, analizando lo que expresaban y dedicando tiempo con un masajito, o simplemente estando abrazados y recibiendo cariño ya dejaban de sentir ese malestar y volvían a su tarea. Era maravilloso comprobar la potencia de estar en contacto, atender su necesidad y ver cómo ésta puede llegar a desaparecer.

Aplicando cada uno de estos recursos arriba explicados imprimía e imprimo a día de hoy mi estilo, mi sello humanista, mi autenticidad y mi amor. He de decir, que las actividades eran realizadas desde el máximo respeto a sus personas y dando cabida a la espontaneidad de todos los niños y niñas. La aceptación y el humor siempre estaba presente ya que es el elemento que posibilita su expresión natural alegre y risueña además del afecto, expresado a diario a través de miradas, sonrisas, palabras cariñosas, besos, abrazos, caricias, y también apoyo incondicional.

Con todo ello quiero explicar cómo mi manera de ser maestra tiene mucho de ser terapeuta humanista integrativa y por consiguiente terapéutica. Por último, antes de concluir esta tesina, quiero plasmar un conjunto de técnicas y actitudes terapéuticas humanistas que en el ejercicio de mi experiencia como tutora también empleé y sigo desarrollando en la actualidad:

  • Escucha activa empática.
  • Congruencia.
  • Aceptación y apoyo incodicional.
  • Contacto físico afectivo: abrazos reconfortadores.
  • Psicoeducación.
  • Comunicación directa: transacciones complementarias.
  • Reconocimiento, normalización y validación de sus emociones.
  • Respeto.
  • Caricias positivas y negativas de manera equilibrada.
  • Postura corporal empática: contacto visual, mirada.
  • Facilitación de la expresión emocional.
  • Contacto con el síntoma.
  • Posición existencial de «Yo estoy bien, tú estás bien».

CONCLUSIÓN

En éste apartado quiero destacar que ser maestra terapéutica es una tarea muy compleja que requiere de un gran conocimiento de uno mismo y de un equilibrio personal considerable para que el maestro/maestra  consigan encarnar una figura de apego seguro para sus alumnos/as. A través de un  buen proceso terapéutico creo que puedo mejorar en mi trabajo como maestra, así como terapeuta.

Llegados a este punto, creo oportuno afirmar que estar siempre en los Estados positivos del yo, compensar las caricias positivas y negativas constantemente, emplear un tono y una comunicación directa y honesta permanentemente o ser empáticos y congruentes al 100%, etc., es algo utópico y diría que prácticamente inalcanzable. Porque como seres humanos que somos, no somos perfectos. Sin embargo, perseguirlo y creer en que podemos acercarnos a ese equilibrio ideal teniéndolo en cuenta, nos ayudará a ser mejores personas en todos los ámbitos de nuestra vida, y especialmente en mi caso, en el ámbito de la escuela en contacto con mis alumnos y alumnas.

Porque el resultado de reconocer que has hecho todo lo que estaba en tu mano es tan satisfactorio, que realmente esta experiencia vivida junto a esta sensación tan gratificante, siempre me va a acompañar y me ha encantado poder compartirla con todos aquellos lectores de esta tesina.

Mi trabajo como maestra y terapeuta humanista es un grano de arena que se suma a la gran montaña que supone la educación en la etapa infantil. Además, aprovecho este espacio para lanzar un mensaje a todos los lectores, con el fin de conseguir haceros conscientes de que la educación emocional debería estar mucho más presente en la educación infantil, primaria y secundaria en nuestro país. Porque estoy convencida de que con esta base entre todos podremos contribuir a desarrollar personas más humanas, conectadas con ellas mismas y con los demás, empáticas y sabias, que  puedan vivir (que no sobrevivir) y disfrutar sus vidas de forma plena, con bienestar, sabiendo quiénes son, qué es lo que desean y cómo pueden conseguirlo.

El poder de cambio está en nosotros mismos y si los niños crecen con esta certeza tendrán muchas más posibilidades de poder realizarse de manera satisfactoria en todas las áreas de su vida.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bisquerra, R. Educación emocional y bienestar. Barcelona: Praxis-Wolters Kluwer, 2000.

Élia López. 2005. La educación emocional en la educación infantil. Revista interuniversitaria de formación del profesorado, Nº54: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2126770

Goleman,       Daniel:       Inteligencia       Emocional.       Editorial       Kairós,1996. http://davincieducacion.blogspot.com.es/2015/02/lucas-malaisi-educacion- emocional-del.html

 

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