Vivir navidad con asombro.

04/12/2017

Lucrecia García-Atance Villalonga

Llegó diciembre, el mes de la Navidad. Las calles están iluminadas, las tiendas adornadas, nuestras casas también. Los niños se ilusionan para decorar el árbol o/y poner el belén y fantasean con lo que les traerán Papa Noel y los reyes. Los adultos ansiamos un descanso, en el periodo vacacional navideño, que para muchos no llega. Cena de Empresa. Cena con Amigos, Comida Familiar. Organiza la noche buena, el día de Navidad. ¿Cómo celebramos noche vieja?… y ahora a este estrés sumémosle emociones profundas: reencuentros familiares en los que nos sentimos removidos, hay tensiones y expectativas, nos visita la tristeza de quién nos falta y el enfado de quién nos sobra, el miedo de haber acertado con el regalo, por qué en Navidad hay que regalar, casi como una obligación. Para nosotros los mayores y adultos a veces parece que cada año se repite exactamente lo mismo. Todo esto alimentado por la exigencia mediática de que en Navidad tenemos que ser felices. No resulta tan sencillo.

Así que los adultos fácilmente anticipamos todas estas situaciones y procuramos respirar hondo, para lo que se nos viene encima y cruzamos los dedos para poder descansar algo en esta vorágine.

Los niños sin embargo…

Cada año disfrutan, preparan sus actuaciones en el cole, a uno le ha tocado ser pastorcillo, a otro angelito… y sonríen y se alegran y llenan la casa de guirnaldas, cómo lo han hecho en sus clases, escriben su carta a los reyes. Los niños no pierden su capacidad de ASOMBRO. Esto les permite vivir las navidades, de verdad, espontáneamente.

¡Efectivamente… todos los años es Navidad! ¡Que guay!

¿Dónde se ha quedado nuestra capacidad de asombro, queridos adultos? ¿Dónde quedó la magia de sentir las cosas por primera vez? Cada año es Navidad por primera vez.

Hace poco estaba releyendo a Pablo D´Ors y éste explica y relata lo importante qué es recuperar el asombro para poder vivir la vida sin esquemas previos, expectativas, anticipaciones. Para poder aprender de cada experiencia es necesario asombrarse.

Navidad es un periodo de alteración. Eso es así para casi todos. Nos altera y nos conduce a las emociones agradables cómo la ilusión, la alegría y el amor o nos conduce a las emociones desagradables cómo la tristeza, la rabia, la culpa o el miedo.

En navidad es facilísimo, dejarse llevar por la alteración y perderse en la prisa y en el frenesí de tenerlo todo a tiempo, organizar las cenas y comidas e ir en busca del último regalo. Así es difícil dejarse asombrar, porque no estamos en contacto con nosotros mismos, ni con lo que nos rodea. Para poder asombrarnos es importante la apertura de nuestra percepción y atención. Parémonos a sentir cómo late nuestro corazón. Parémonos a observar a las demás personas que caminan y se mueven a nuestro alrededor. Saboreemos, ese plato que han o hemos preparado con cariño. Dejémonos contagiar por la alegría cuando nuestros hijos, sobrinos, etc., abren sus regalos y dejémonos sorprender al abrir los nuestros. Busquemos momentos de silencio y soledad para ver cómo nos sentimos por dentro y qué necesitamos.

Os anuncio que esta Navidad voy a dejar que mi niña interior se asombre todo lo que quiera. Le doy ese permiso, que viva todo por primera vez sin expectativas y/o anticipaciones y si estas nos visitan ahora que comienza el mes, las tendremos en cuenta y nos asombraremos igual con las luces de Navidad y la sorpresa diaria del Calendario de adviento, al morder turrón y beber chocolate caliente con canela.

Os lanzo el mismo permiso a todos, estimados lectores: podéis asombraros  esta Navidad.

Esto hará que disfrutéis de manera auténtica las emociones agradables y qué puedan ser vistas sin ser juzgadas y reprimidas las emociones desagradables.

¡Os deseo una navidad y 2018 asombroso!

Desde Bonding y todo su equipo os deseamos unas felices fiestas y un feliz 2018.

¡Gracias a todos vosotros, lectores por formar parte de Bonding!

 

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