La confianza ¿Y si el paciente no la tiene qué?

01/02/2014

Muchas personas que se aproximan por primera vez a la Terapia Integrativa comentan que  hay algo diferente que les transmite confianza y autenticidad. ¿Qué hacemos como psicoterapeutas para que se produzca “ese mágico efecto” en nuestros pacientes?

En este trabajo, desarrollo algunos de los principales conceptos y lo que, según mi experiencia, nos ayuda a crear un vínculo seguro, como proceso donde la persona confía en nosotros aumentando su propia autoconfianza.

I. Introducción: La Confianza como Proceso Relacional

La Psicoterapia Humanista, es en sí misma una metodología de trabajo y una forma de entender al ser humano. En mi opinión, no es la técnica lo que le hace especial, sino que es el propio modelo, el que conlleva que como psicoterapeutas, trabajemos desde una conciencia que implica una mayor presencia y responsabilidad de lo que está ocurriendo en el proceso terapéutico.

En su enfoquese permite salir del modelo medico confiando en la naturaleza humana y en su tendencia al crecimiento. Y es desde este marco,  desde el que considera que su principal metodología de intervención se realiza en torno a lo que ocurre en la propia relación entre cliente y el terapeuta.

Como modelo, parte de la premisa de que un desarrollo saludable es posible dentro de una relación transaccional continuada en el tiempo que responda de manera adecuada a las necesidades profundas de la persona.

De hecho, el vínculo y el apego que experimentemos en la niñez con nuestras principales figuras parentales, constituyen la base a partir de la cual desarrollamos nuestras creencias sobre el mundo y sobre nosotros mismos.

De este paradigma y en función de su criticidad en el desarrollo de la confianza resulta necesario resaltar los aspectos siguientes:

  • Las decisiones tempranas de la persona sobre cómo relacionarse con el mundo dan lugar a un guión de vida que condicionará su percepción de seguridad sobre él mismo y los demás.
  • Si este guión limita las posibilidades potenciales de la persona, afectando a su seguridad y confianza, el proceso terapéutico constituye el entornodonde  terapeuta y paciente pueden dar lugar a una relación que dé como resultado una buena autoestima basada en la confianza y en las redecisiones que la persona toma en su proceso.
  • Bowlby (1990) entiende que cuando tiene lugar un apego seguro, la persona desarrolla sentimientos de seguridad y confianza desde los que se permitirá conductas autónomas para satisfacer sus necesidades físicas y psíquicas.

Este proceso, reproduce desde el amor incondicional lo que pudo ser el desarrollo sano del niño y es a través de la alianza con la persona del terapeuta que aparece el sentimiento de confianza siguiendo la siguiente secuencia (Zurita, J., y Chías, M., 2009):

  • la propia confianza del terapeuta en sí mismo.
  • la confianza que éste tiene sobre su paciente.
  • la confianza que el paciente deposita en su terapeuta.
  • el crecimiento personal a través de la autoconfianza.

Será desde el análisis de lo que ocurre en este proceso desde dónde trataré de responder a la pregunta ¿Qué hacer si el paciente no tiene confianza?

Para ello, realizaré una primera aproximación conceptual para explicar desde aquí mi propia experiencia personal. Creo que este abordaje teórico y vivencial me permitirá integrar algunos de los aspectos que considero claves para profundizar en este tema.

II. La confianza del Psicoterapeuta: Proceso Personal

Si queremos que se produzca un proceso relacional que tenga como resultado que el paciente confíe en sí mismo, este proceso, necesariamente tiene que empezar por nosotros mismos. Así, el primer elemento clave para que el vínculo terapéutico pueda cumplir su profunda función reparadora, es que el psicoterapeuta realice su propio proceso personal:

“Los terapeutas caen fácilmente en el error de creer que un diploma en Psicología – o ciencia conexa – confiere automáticamente a su dueño una comprensión profunda de sí mismo” (Rogers, 1977).

Relacionarnos con una persona desde la intervención terapéutica, implica que como terapeutas tendremos en cuenta que es desde nuestra percepción inmediata desde donde observamos cómo se relaciona el cliente con él, como se comporta y qué despierta en nosotros:

Para ser psicoterapeuta es necesario hacer un proceso personal, una psicoterapia que te permite resolver la mayor parte de los conflictos que habitualmente impiden ofrecerte al otro sin interferencias” (Zurita, 2011).

Como terapeutas debemos ser plenamente conscientes de nuestra experiencia interna y externa.  Darnos cuenta de loque nos sucede con el cliente en cada momento jugará un papel fundamental para llegar a la experiencia subjetiva de la persona.

Así, si uno de los principales objetivos terapéuticos es que el paciente mejore adaptativamente sus relaciones para poder cubrir sus necesidades, es necesario conocer nuestros propios prejuicios, temores y necesidades porque, de lo contario, será difícil integrarlo como parte de lo que está ocurriendo en la relación con el cliente.

Como señala Winnicot (1950), como terapeutas, para que tenga lugar un buen proceso de psicoterapia, es necesario tener consciencia de las emociones que se están moviendo y canalizarlas adecuadamente:

 “…al analista debe serle fácil asumir sus propios temores y odios. Se halla en la misma situación que la madre de un recién nacido. A la larga, debe ser capaz de decirle al paciente lo que él, el analista, ha experimentado en sí mismo”

Como psicoterapeutas humanistas, establecemos una relación con el paciente entre dos personas iguales (no simétrica) en tanto en cuanto ambas disponen de los recursos necesarios para cambiar y desarrollarse. “Uno y otro están en igualdad de valor y de dignidad” (Lietaer, 1994)

El poder reside en el ser humano, no en el experto. El proceso pertenece al paciente. Nosotros promovemos la aparición de una relación donde la persona está en disposición de convertirse en una persona segura, capaz de incrementar su autoconfianza para gestionar sus deseos y aspiraciones de futuro siendo ella misma.

Si como dice Bowlby, es esa relación la que permite al paciente atreverse a cambiar, nuestro propio proceso será clave en la relación terapéutica ya que el papel del terapeuta sería:

«…ofrecer al paciente una base segura desde la cual pueda explorar, para alcanzar luego sus propias conclusiones y adoptar sus propias decisiones» (Bowlby, 1979/1986).

En todo caso, lo maravilloso del proceso personal que realizamos como terapeutas es que éste no acaba o sólo ocurre en un espacio de tiempo acotado, sino que tiene lugar y aparece reinventado y único cada vez que entramos en contacto con la singularidad de cada uno de nuestros pacientes.

III. La confianza en el Paciente: Proceso para un Vínculo Seguro

La existencia de un vínculo seguro, se convierte en una base de confianza y un estilo de apego que ayudará al paciente a integrar un autoconcepto positivo valorando y validando al otro como alguien fiable.

La relación que posibilita que la persona adquiera confianza en el proceso y en sí misma desarrollando un crecimiento saludable y reparador tiene lugar en un entorno donde se crea un vínculo de pleno contacto” (Erskine, 1999).

¿Cuáles son algunas de las principales actitudes que contribuyen al desarrollo de ese vínculo?

  • Rogers (1972),considera que la labor del terapeuta se centraría en tres actitudes:

“Yo no he encontrado efectiva una psicoterapia cuando he tratado de crear en otro individuo algo que no está ahí, pero he encontrado que sí puedo proporcionar las condiciones que promueven el crecimiento (congruencia, empatía y aceptación), entonces esta tendencia direccional positiva produce resultados constructivos.”

Empatía

La define como la capacidad de captar el mundo del otro “Como si fuera el propio, pero sin perder nunca ese ‘como si’”.  Se trataría entonces de llevar a cabo una comprensión empática desde un contexto desde ponernos en su lugar y desde ahí captar sus necesidades.

Aceptación positiva incondicional

Como sentimiento de aprecio y respetohacia el cliente y a todo lo expresado por él. Implica la ausencia de juicios valorativos. Esta actitud, supone establecer un tipo de relación transaccional basada en la confianza ya que el terapeuta confía en que éste dispone de los recursos para cambiar:

“El cambio también se ve facilitado cuando el terapeuta experimenta una actitud de aceptación, cálida y positiva, hacia lo que existe en el cliente[..] Los estudios relacionados demuestran que cuanto más afianzada se halle esta actitud en el terapeuta, mayores serán las probabilidades de lograr el éxito de la terapia.”

Autenticidad / Congruencia

Rogers considera que es la piedra angular  de la relación terapeuta-cliente, llegando a la conclusión de que la aceptación y la empatía son sólo efectivas cuando se perciben de forma genuina y honesta:

“…es realmente él mismo durante la relación con su cliente, sin esconderse detrás de una fachada y expresando abiertamente los sentimientos y las posturas que están presentes en él en ese momento”.

Pero de todas las actitudes terapéuticas que aparecen en la relación singular que se da entre el terapeuta y el paciente es el Amor la que fundamentalmente promueve el desarrollo de un apego seguro.

La persona percibe que sus necesidades reciben una respuesta adecuada por parte del terapeuta. Esto posibilita un parentamiento que permitirá interiorizar nuevas maneras de ser  y permisos desde la confianza que tiene lugar en esta relación de interdependencia.

De hecho, el amor es el motor más potente para el desarrollo de un vínculo seguro ya que los síntomas, los conflictos, las defensas sólo serán abordados por el paciente si éste incorpora una alianza con el terapeuta desde donde poder enfrentarse a “sus sombras” con la seguridad de obtener la protección que le brinda esta relación.

¿Cuáles son los elementos de que disponemos para desarrollar un vínculo seguro?

  • Erskine, 1999 considera que loselementos de intervención terapéutica para  promover un  proceso donde el paciente integre confianza, son los siguientes:

Indagación

El terapeuta investiga con habilidad y técnica sobre la experiencia interna del paciente y cómo se desarrollan sus relaciones.

Se trata de que el cliente y el terapeuta descubran y distingan juntos los procesos intrapsíquicos y observen la función que cada dinámica defensiva cumple y cómo afecta a la valoración que la persona tiene de sí misma.

La indagación se lleva a  cabo desde el respeto, con interés auténtico, de manera abierta, con una atención permanente al contacto. Tiene como resultado ampliar la consciencia del paciente y se desarrolla en relación con la dirección que este marca.

Todo ello, proporciona al paciente un aumento de su confianza a través del darse cuenta de que el terapeuta le entiende y le reconoce desde su “estar ahí para él”.

Sintonía

Se relaciona con una actitud y un modo de ser sensible a lo que está experimentando el cliente, conociendo su ritmo, afectos y experiencias.Va más allá de la empatía al proveer respuestas que promueven un afecto recíproco a través respuestas emocionales de conexión con el otro .

Señala al paciente que sus afectos y necesidades son percibidos. A través de la sintonía la persona se siente respetada y le permite experimentar una sensación de seguridad y confianza para enfrentarse a sus recuerdos emocionales.

Experimentar sintonía valida las necesidades y sentimientos del cliente, en tanto en cuanto éste percibe la conexión que se produce entre sus emociones y la respuesta que recibe del terapeuta.

Implicación

Significa estar plenamente presente, estar con y para el cliente. Forma parte de la esencia misma del contacto ya que se produce en ambos sentidos. De ahí también la importancia del proceso personal del terapeuta.

A veces, lo que pasa en la sesión, es un reflejo de lo que ocurre fuera. Si el terapeuta manifiesta su congruencia mostrando sus sentimientos hacia lo que el cliente dice o hace en ese momento, puede ayudarle a darse cuenta del efecto que esa conducta suya produce en los demás.

La naturaleza de la implicación incluye la disponibilidad para sentirse afectado, la resonancia, el compromiso y la profesionalidad.

Con todo ello, estamos invitando al cliente a ser cada vez más auténtico, consciente de sí mismo y abierto a la propia relación. Por lo tanto, los objetivos de la implicación para que la relación pueda crecer son:

–  El Reconocimiento relacionado con la sintonía en el ritmo y el nivel evolutivo de la persona.

–  La Validación transmite al cliente la importancia de su experiencia.

–  La Normalización comunica que la experiencia del cliente es una reacción defensiva normal en relación con sus decisiones pasadas.

–  La Presencia como elemento integrador de todos los objetivos anteriores. Se trata “de estar ahí” desde la competencia y la intención terapéutica.

Desde la Presencia, el terapeuta se permite contactar con lo que le resuene al ser impactado por el paciente o para conectar con su propia historia como resultante de su marco de referencia.

Sin embargo, todas estas actitudes e intervenciones, que son claves para desarrollar un vínculo seguro, no serán auténticas si no tienen su origen en nuestra propia coherencia con la confianza que como psicoterapeutas tenemos en nuestro paciente y en su proceso personal.

IV.  La Confianza en el Terapeuta: Proceso de Generación de Confianza

Pero además de la confianza que como terapeutas tenemos en nuestros pacientes ¿qué ocurre para que éste nos entregue su confianza permitiéndose explorar con nosotros las experiencias que a través de sus defensas había conseguido mantener “bajo control” y fuera de su consciencia?

“…Si partimos de que la falta de satisfacción de las necesidades relacionales está en la base de las creencias del guión, es posible comprender que ocurre […] para que éste se permita contactar con la seguridad confiando […] integrando lo que realmente es y lo que puede llegar a ser”.(Erskine, 1980)

En este sentido, una relación sanadora será aquella que responda a las necesidades relacionales de manera adecuada. Para cada necesidad relacional, la respuesta terapéutica podrá ser diversa. Me he permitido señalar aquí las que entiendo suponen la base para que acompañemos al paciente a confiar en nosotros y su proceso:

Seguridad

Entendida como el permiso para mostrarse y entender que existe una ausencia de peligro real y/o anticipado.

Nuestra respuesta como terapeutas desde una presencia auténtica contribuye a que la persona se sienta comprendida y aceptada superando sus fantasías y confiar en que nada ocurrirá si se muestra vulnerable.

 

Validación, afirmación y significación dentro de una relación

Esta necesidad se refiere a saberse valorado y legitimado como alguien OK.

El paciente confiará si le hacemos llegar que validamos sus necesidades considerándolas como algo natural.

 

Aceptación por parte de una figura protectora, estable y fidedigna

Como necesidad de buscar protección, guía y apoyo para incorporar actitudes distintas frente a figuras parentales significativas.

Dado que en ocasiones puede conllevar una idealización, como terapeutas es muy importante tener presente que esta dependencia forma parte del proceso e irá disminuyendo conforme avance la terapia.

Nuestra figura proporciona un modelo de relación para incorporar permisos desde la protección y confianza facilitando la integración del afecto incondicional.

 

Confirmación de la experiencia personal

Se diferencia de la necesidad de aprobación o de la necesidad de una figura protectora ya que en esta necesidad, la persona valora el hecho de compartir su experiencia (real o no) de manera recíproca.

Adquiere un valor especial el hecho de que cuando no tengamos ninguna experiencia que nos resuene como paralela, lo mejor será pedirle al cliente que nos ayude a entender su vivencia.

Así, la confianza radica en que el paciente espera que como terapeutas hagamos algo más y podamos apoyarle desde el conocimiento de la experiencia compartida.

 

Autodefinición

En tanto en cuanto se refiere a la necesidad de validar ser diferente (autodefinición). La persona recibe respeto y aceptación desde la confirmación de que está bien ser como es.

Nuestra labor terapéutica genera confianza si se centra en apoyar cualquier expresión de la identidad del cliente aun cuando no estemos de acuerdo.

 

Hacer Impacto

Se relaciona con la necesidad de saberse significativo para el otro de tal forma que podamos producir en él un cambio en su afecto o su comportamiento. Como terapeutas tiene mucho que ver con nuestra apertura, flexibilidad y humildad para reconocer errores.

Se relaciona con la confianza ya que desde nuestro proceso personal nos permitimos que el otro nos importe sintiéndonos afectados por lo que éste hace.

 

Necesidad de que el otro tome la iniciativa

Se refiere a lo que hacemos para que el otro se reconozca importante en la relación.

Para ello, la forma en cómo llevemos a cabo nuestra comunicación con el cliente, anticipándonos, genera la confianza de que éste realmente es importante para nosotros.

 

Expresar Amor

La persona necesita ser amada para sentir que no está sola en su proceso. A veces, como terapeutas entendemos las expresiones de afecto de los clientes como transferencia, o violación de la frontera de nuestra neutralidad terapéutica.

Desde el enfoque integrativo consideramos que la expresión de amor auténtico hacia nuestros pacientes es el factor primordial que permite al paciente confiar en la relación ya que en sí misma es la respuesta al resto de las necesidades relacionales.

Lo que sucede en la relación terapéutica tiene que ver con la vida pasada en el presente. Hablamos del vínculo entre dos personas que se relacionan desde sus experiencias, necesidades y afectos.

En todo caso, serála percepción que el cliente tiene de queexiste una  implicación auténtica por parte del terapeuta orientada a su bienestar, lo que permitirá que la persona “se abandone en nuestros brazos” entregándonos su confianza.

V. La Confianza Profunda: Proceso de Autoconfianza del paciente

A partir de todo lo anteriormente expuesto, analizaré a través de un caso práctico cuál ha sido como terapeuta mi aprendizaje vivencial de algunos de los conceptos desarrollados para cocrear con un paciente una relación que le permita incorporar confianza a nivel profundo.

Para ello expondré como ha ido desarrollándose nuestra relación de confianza,  ofreciendo la oportunidad para que esta persona se adentre en su proceso interno, descubriendo el sentido de algunas de sus conductas desadaptativas y ampliando sus opciones vitales.

MOTIVO DE LA CONSULTA Y RESUMEN DEL PACIENTE

Rosaura, es una mujer de 40 años que acude a consulta con una fuerte depresión (prácticamente no se levantaba de la cama) y con frecuentes ataques de ansiedad. Refiere episodios similares desde hace tres años por lo que a menudo pide la baja laboral. Nunca había realizado terapia aunque sí había tenido relaciones con psiquiatras para medicarse.

Cuando tenía 28 años, su madre murió repentinamente del corazón. Al año, su padre se suicidó (estaba diagnosticado de depresión con brotes psicóticos). Su hermano y ella se fueron a  vivir con una abuela que falleció hace 4 años. Con ellos vivía una tía con la que R mantenía unas relaciones muy conflictivas.

Su hermano, menor que ella, tiene dos hijos. R tiene pareja y sin hijos, llevan juntos 10 años y traslada mantener una buena relación. Sus relaciones sociales son muy reducidas. Cuando acude a consulta sus aficiones son prácticamente inexistentes.

R presenta una Adaptación de Personalidad histérica con una Posición Existencial de Yo – Tú +. Su Estado del Yo dominante al inicio de las sesiones era de Niño Adaptado y en ocasiones de Niño Rebelde. Sus mandatos más potentes son “crece rápido”, “no seas importante” y “no seas tú misma”. Sus impulsores principales son “complace” y “sé fuerte”. Como emociones básicas aparecen la Tristeza y la Rabia. Como emoción profunda un gran Miedo al Abandono.

PRIMERA ETAPA

De esta etapa me doy cuenta que mi actitud fundamental en las sesiones era trabajar de acuerdo con mi imagen ideal de lo que suponía ser una “buena terapeuta”.

Me planteé lo que yo entendía como el Plan de Tratamiento que necesitaba R. “Mis objetivos de trabajo” eran: disminuir el miedo y la ansiedad, restaurar conductas de autocuidado y mejorar sus relaciones interpersonales. Además, consideraba prioritario reducir sus estados de alerta y depresión repetidos desde la muerte de sus padres.

La sensación era bastante frustrante porque R no sólo no mejoraba sino que, con frecuencia, aparecían periodos en los que sus síntomas se agudizaban. Sólo cuando empecé a sintonizar realmente con ella y me permití indagar en sus sentimientos, necesidades y preocupaciones, experimentando una compasión profunda, empezó a moverse algo en ella al sentirse aceptada y validada desde su niña pequeña y triste.

… después de una sesión donde fui yo misma, implicándome en sus experiencias, emociones y sentimientos de soledad, me dijo: “es la primera vez que siento que me miras a lo profundo”.

A partir de aquí, se fue estableciendo entre R y yo una relación de confianza que coincidió con el inicio de mi propio proceso de terapia personal.

Visto en perspectiva, me doy cuenta de que nuestra relación vincular se fue produciendo a pesar de mi escasez de recursos y competencias terapéuticas en esta etapa. Estas limitaciones las fui supliendo con mi intuición, los inicios de mi formación en el máster y sobre todo con una  gran confianza en R que expresaba a través de mi amor, implicación y respeto por su proceso.

SEGUNDA ETAPA

Nuestra relación permitió que R se sintiera suficientemente segura como para ir dándose cuenta de sus emociones, poniéndoles nombre y conectando con sus necesidades.

En este trabajo contactó con algunas creencias nucleares que refuerzan y mantienen su guión de vida. Se permitió desarrollar programas de cuidado personal y empezó a resolver algunos de sus principales bloqueos.

Además, quiso ensayar respuestas asertivas que le proporcionaban otras opciones en sus relaciones en el trabajo y con familiares, poniendo límites. Se compró una perra (Lara) que juega un papel muy relevante en su proceso. Dedicamos mucho tiempo a reconocer sus logros y avances. Empezamos, en alguna sesión, a abordar recuerdos y temas emocionales de su pasado.

Aunque los resultados a nivel conductual en esta etapa fueron espectaculares,  aparecieron reacciones de  yuxtaposición. Después de los primeros contactos con intensos recuerdos emocionales relacionados con sus necesidades arcaicas no satisfechas, apareció de nuevo, con fuerza, una sintomatología depresiva de lo que ella describía como “apatía”:

… después de una silla vacía con la apatía, ésta le decía a R: “cuando luchas para que desaparezca sabes que no lo voy a hacer, estoy a gusto porque ya nos conocemos”.

Ahora me doy cuenta, de que fue mi Date Prisa el que primó por encima del ritmo de R. Además, es posible que la transferencia sobre mi figura la hiciera contactar con la fantasía inconsciente de un posible abandono por mi parte si resolvía sus defensas.

Durante algún tiempo, actué desde mi posición de Salvadora asumiendo la responsabilidad de su proceso. Creo que R se “sintió empujada” y esto hizo que contactara con sus mecanismos protectores llevándola de nuevo a la zona de defensas seguras que conocía.

En aquel momento, había iniciadomi proceso de supervisión y pude trabajar en mi grupo la rabia y el miedo que apareció en mí, como vivencia contratransferencial, a que R repitiera el mismo patrón de su guión.

El trabajo con R, desde la sinceridad de lo que me estaba ocurriendo a mí con su apatía, tuvo el efecto de reforzar nuestro vínculo y, poco a poco, la mayoría de los síntomas fueron remitiendo. Creo que este trabajo fortaleció nuestra confianza ya que hizo que sintiera reconocidas sus necesidades de impacto y amor, mi mirada hacia ella volvió a ser de confianza en su proceso.

TERCERA ETAPA

A partir de este momento, después de alguna sesión en la que trabajamos a nivel más profundo, en ocasiones, le pongo algún mensaje para que se sienta cuidada y vea que estoy disponible para ella, si lo necesita, fuera de sesión. Sé que esto la apoya y le transmite mi confianza, atendiendo a su necesidad de ser yo la que tome la iniciativa, y le confirma que realmente es importante para mí.

En esta etapa se ha permitido realizar algún trabajo emocional con su rabia y algún proceso de duelo de personas de su actual familia para cerrar asuntos pendientes.

En este momento, R se siente consciente de sí misma y de sus necesidades. Identifica con facilidad algunas de las respuestas que aparecen desde su Niña y ha conectado con muchos de sus recursos de Adulto para cuidarse, tenerse en cuenta y mejorar su autoestima.

Esto le está permitiendo tomar consciencia de la conexión entre sus vivencias emocionales pasadas y sus sensaciones presentes:

… cuando por primera vez me habló en profundidad de sus emociones sobre el suicidio de su padre y las muertes de su madre y de su abuela: “me gustaría empezar a cerrar los duelos de estas muertes porque me doy cuenta de que no me dejaron que llorara porque siempre había que ser fuerte y tirar para adelante…”

Su estado actual ha mejorado mucho y en estos momentos trabaja con normalidad. No suelen aparecer rasgos depresivos y sus relaciones han mejorado significativamente en el trabajo y con su familia.

CUARTA ETAPA

A partir de aquí, entiendo que R ha empezado a tener la base de seguridad que necesita para profundizar en su proceso y yo confío en mí misma como su terapeuta para acompañarla.

Nuestra relación, representa un modelo distinto a los que ha vivido anteriormente. Le permite: integrar permisos, amor y protección para confiar contactando con sus recursos; desbloquear lo que le está impidiendo crecer y evolucionar para tomar contacto con la responsabilidad de su vida y con su potencial para hacerlo.

     …. “hubiera necesitado ser yo misma” (R 13/12/12)

MODELO DE LOS 5 NIVELES

 

Desde nuestro modelo de los 5 niveles de intervención, considero que lo que ha ocurrido en estas cuatro etapas para que en nuestro proceso relacional aparezca como emoción profunda la confianza en R, podría resumirse en lo siguiente:

VI. Conclusiones: Mi experiencia acompañando desde la confianza

Desde la confianza, como objetivo terapéutico principal, me planteo cómo establecer una relación donde la persona pueda llegar a ser autónoma, rompiendo sus relaciones de dependencia y convirtiéndose en responsable de su propia vida.

Mi principal dificultad tiene mucho que ver con mis permisos para integrar el papel que mi Presencia Terapéutica juega en la relación.

Sé que, cuando confío en mi misma, dejo de sabotear el impacto que el otro me produce y puedo adentrarme sin miedo en la emoción que aparece en mí cuando me cuenta su historia.

A partir de aquí, consigo conectar con lo que está ocurriendo en nuestra relación para distinguir, si es algo que se relaciona sólo con mi propio proceso o me resuena por asociación con lo que al cliente le ocurre en su vida y en sus relaciones.

Me resulta muy importante tener presente mi propia estructura de personalidad, mis impulsores, mandatos y mis necesidades. Sentir cómo me siento con esa persona para poder percibir su propia experiencia de contacto consigo mismo y con los otros.

Necesito confiar en mi propia habilidad profesional para percibir mi mundo interno sin que esto suponga contactar con la fantasía de que “me perderé en él”. Para eso, necesito los cuidados de mi terapeuta y mi supervisión.

Desarrollar una confianza en el otro desde el afecto recíproco supone, para mí, tener cuidado con mi tendencia a caer en una postura salvadora, desempoderando así la capacidad de la persona para tomar las riendas de su vida.

Además, necesito tener muy presente el Respeto por el otro, por su ritmo y su sabiduría como persona OK. Cuando termino una sesión, me ayuda preguntarme dónde ha estado mi foco. Con ello, descubro si mis intervenciones han sido el resultado de mi compromiso con la persona o, por el contrario, he dado prioridad a hacer “técnicamente” una buena sesión.

Cuando soy capaz de confiar en mí y en mi honestidad para acompañar a la persona, empiezo a verla más allá del aquí y ahora y aparece, de manera natural, la absoluta certeza de su capacidad para encontrar su propio camino y puedo responder sin miedo a sus necesidades desde la comprensión, una sana protección y el amor.

 

Como puedo

Como puedo CONFIAR… contactando  con mi miedo y reconocer mi Sé Perfecta confiando en la persona que te pide que la acompañes.

Como puedo CONFIAR… preparándome, formándome y trabajando para lo que necesita la persona.

Como puedo CONFIAR… en acompañar en un proceso al mismo tiempo que tengo el mío propio permitiéndome que me cuiden.

Como puedo CONFIAR… sin darme prisa para que la persona se tome el tiempo que necesite para contactar y decidir lo que va a necesitar en sus redecisiones.

Como puedo CONFIAR… creyendo en la persona, confiando plenamente en que ella, cuando llegue su momento, podrá vivir su vida sola sin necesidad de empujarla.

Como puedo CONFIAR… y sentirme orgullosa y tremendamente unida a la persona en su proceso, desde una relación auténtica y completa, sin temor a relaciones de dependencia.

Como, lo que realmente es importante, en el privilegio de acompañar a alguien, es dar amor desde MI CONFIANZA EN EL OTRO Y EN MI MISMA… y ESO, PUEDO HACERLO.

(De mi acompañamiento en un trabajo emocional de renacimiento. El Espinar enero 2013)

Bibliografía

ERSKINE, Richard. “Más allá de la Empatía”, Desclée de Brouwer , Chile, 2007.

ERSKINE, Richard, “Necesidades Relacionales”, www.integrativetherapy.com/es

BRAZIER, David. “Más allá de Carl Rogers”, Desclée de Brouwer, España, 1997.

ROGERS, Carl. “Psicoterapia centrada en el cliente”, Paidós, Argentina, 1972.

ROGERS, Carl. “El poder de la persona”, Manual Moderno, México, 1980.

ROGERS, Carl. “El proceso de convertirse en persona”, Paidós, España, 1984.

CUADRA, Jesus. ”Como crece una relación terapéutica”. Publicado en el año 2012 en Bonding.

ZURITA, José & CHIAS, Macarena. “El duelo terapéutico”. Ed Galene. 2009.

MARTORELL, Jose Luis. “El Guión de Vida”. Desclée de Brouwer, España 2000.

MARTIN, Ángeles. “El oficio en que habitamos”. Desclée de Brouwer, España 2012.

STEWART Ian & VANN JOINNES. “AT HOY”. Editorial CCS. 2007.

Módulos del Máster Psicoterapia Humanista Integrativa. Madrid: Instituto Galene de Psicoterapia, 2012-2013.

 

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3 Respuestas

  1. Alejandro dice:

    Yo ya voy por el tercer terapeuta y cada día confío menos en la psicología y en los psicólogos, en la primera cita son muy amables y te dicen cosas muy bonitas, una vez te han sacado un buen dinero se acabó la amabilidad. Para enseñar algo dan mil vueltas un despropósito y una pena de profesión.

  2. Ana dice:

    Hola! Me ha gustado mucho el artículo. Me hace entender mucho mejor la relación psicólogo cliente.
    Verdaderamente uno tiene necesidad de sentirse querido en terapia. Un amor sano: que el cliente no tema que su psicólogo pueda pensar que confunde la relación. A mí me preocupaba que mi necesidad de cariño pudiera incomodarle y retraerle.
    Por otra parte si el cliente tiene claro lo que la relación no es, ¿ por qué el psicólogo no puede ser más cariñoso? Quiero decir, que si uno sabe que su psicólogo no es un amigo ni una pareja yo creo que no tiene por qué generarse una relación de dependencia.
    Entiendo que si el profesional no se muestra más cercano es precisamente para evitar que se forme la dependencia emocional.
    No sé qué le parece esta idea Mavi.

    Un cordial saludo.

    • Revista Bonding dice:

      Hola Ana,
      Planteas una reflexiones muy interesantes sobre el tema de la confianza. Desde nuestra perspectiva humanista integrativa, como terapeutas nos acercamos a nuestros pacientes sin miedo, confiamos en ellos, en su potencial y por eso no tememos acercarnos. Eso si, siempre desde el absoluto respeto al ritmo del paciente.
      un abrazo,
      Equipo Bonding

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