Cuando las piezas del puzle encajan. Cómo he llegado aquí

04/09/2017

Hola a tod@s, mi nombre es Sonia. Quiero compartir con vosotros algo de mi historia personal y de mi sensación de que las cosas que me han pasado en la vida y las decisiones tomadas al respecto, han ido encajando, cómo las piezas del puzle, y me han traído hasta aquí, a tomar la decisión de realizar este Máster en Psicoterapia Humanista Integrativa por el Instituto Galene.

Nací hace 53 años en uno de los barrios más castizos de Madrid, Carabanchel alto. Recuerdo una infancia feliz y despreocupada. Aunque no tengo hermanos, he crecido acompañada de una gran cantidad de  primos y amigos con los que me embarcaba en múltiples aventuras y juegos. Crecí en un entorno en el que me sentía a gusto y protegida, sin grandes problemas ni preocupaciones.

Tengo que decir que de pequeña no era muy buena estudiante, creo que entre otras cosas porque me pasaba el día en el colegio y cuando llegaba a casa lo último que me apetecía era ponerme a estudiar. A base de peleas y esfuerzo, conseguí superar estos años escolares y aprobar selectividad. En aquel momento, la gran pregunta a la que me enfrentaba era ¿qué quiero hacer con mi vida?. No lo dudé mucho. Pese a que la carrera de psicología por aquella época era desconocida para muchas personas de mi entorno, yo tenía claro que quería ser psicóloga. Siempre me he involucrado en apoyar y ponerme al lado de las personas que por múltiples causas están sufriendo. Tenía claro que quería hacer de ello mi profesión.

Todos los suspensos de mi etapa escolar, se transformaron en aprobados, notables e incluso alguna matrícula de honor durante la licenciatura. Era una carrera que me entusiasmaba y me resultaba apasionante su estudio. Acabé en 1987. En esos momentos había pocos psicólogos que se dedicaran a la clínica, o por lo menos eso era lo que yo percibía. Tenía la sensación de que me iba a ser difícil encontrar trabajo como psicóloga en el área clínica. Por supuesto, no existía el famoso PIR. Así que con mi licenciatura en el bolsillo y a punto de cumplir 23 años, tenía que volver a decidir. ¿Qué hago ahora?

La vida entonces me ofreció la oportunidad de comenzar a trabajar en una importante consultora como psicóloga, dedicándome a la selección de personal. Por lo menos, había logrado un puesto de trabajo relacionado con mi profesión. Fue así como comencé a trabajar en el ámbito de los Recursos Humanos. No era el objetivo que yo perseguía cuando decidir realizar la carrera, pero era una forma de ganarme la vida e independizarme económicamente, ¡¡¡qué más quería!!!, ya intentaría ir buscando algo en clínica. Pasaron los años y este tren que decidí coger provisionalmente, estaba totalmente encarrilado en el ámbito de los Recursos Humanos, en donde iba avanzando profesionalmente.

Pero en mi vida hubo un momento de inflexión que me hizo replantearme mi trayectoria profesional. Lamentablemente mi hija tuvo un accidente en el año 2006, que le llevó a estar ingresada en el hospital durante dos meses y someterse a cinco operaciones a lo largo de dos años. No me costó renunciar a mi puesto, ya que éste suponía tener que viajar y estar fuera de casa casi todas las semanas. ¿Cómo me iba a marchar sabiendo que mi hija estaba en el hospital? Sentía que no iba a ser capaz y decidí dejar de trabajar. Cuando lo peor de esta etapa pasó, empiezo a plantearme retomar mi sueño de ejercer la psicología clínica. Comienzo a especializarme en clínica, con el objetivo de encontrar trabajo en este terreno y/o abrir mi consulta. Mientras tanto, mi hija se está recuperando satisfactoriamente y va haciendo vida normal.

En el año 2009 un antiguo jefe me indica que hay un proceso de selección abierto para cubrir un puesto como responsable de formación para una Fundación Publica perteneciente al Ministerio de Fomento.  Me presento para ver qué pasa… y resulta que me seleccionan. Otra vez, tengo que elegir: la “seguridad” de un puesto dentro de un ámbito público o el sueño de ejercer la psicología clínica. Finalmente me decido por lo primero, al fin y al cabo se me ofrece una oportunidad laboral bastante tentadora y en el fondo conseguir trabajar en la clínica es solo una ilusión que no estaba del todo convencida de llegar a lograr. El miedo a lo desconocido y la sensación de seguridad venció al anhelo por cumplir un deseo.

Pero la vida me deparaba nuevas sorpresas laborales. Lo que creía un puesto de trabajo en el que posiblemente me jubilara, la crisis hace que se produzca un Expediente de Regulación de Empleo y que la Fundación desaparezca en Diciembre de 2012. Vuelvo a estar en la “casilla de salida”.

Justo en ese momento entra en vigor una ley para regular el ejercicio de la psicología sanitaria, abriéndose un periodo de transición por el cual, si se acredita disponer de un mínimo de experiencia y formación  en clínica, el Ministerio de Sanidad otorga una habilitación para ejercer la psicología sanitara en el ámbito privado. Gracias al tiempo que estuve  cuidando a mi hija, formándome y realizando prácticas en clínica, las piezas del puzle encajaban. Conseguí la acreditación sin problemas y abrí mi consulta en el año 2013. Desde entonces, estoy feliz ejerciendo mi profesión, tal y como yo había soñado cuando comencé la carrera, como psicóloga en el ámbito sanitario. Tenía la sensación que la vida me guiaba hacia este desenlace que pretendí desde un principio.

Durante estos años  he ido creciendo en experiencia, aprendiendo de cada una de las personas que he tratado. Cada uno de ellos me ha ayudado a ser mejor profesional y he aprendido a no dar nada por supuesto.  Creo que, especialmente en esta profesión, es necesario un continuo reciclaje, por lo que a lo largo de estos años he continuado formándome. Me he especializado en el tratamiento de trastornos de ansiedad, en trauma y estrés postraumático y me he formado como terapeuta EMDR, buscando ofrecer atención de calidad a mis pacientes, casi siempre desde la perspectiva cognitivo conductual, pero dispuesta a probar otras alternativas.

Me he dado cuenta que muchos de los trastornos que atiendo, tienen su origen en algo mucho más antiguo e interno que el síntoma que lleva a la persona a buscar ayuda psicológica. Este es el motivo por el que tomé la decisión de realizar este máster en psicoterapia humanista integrativa. Esperando poder encontrar herramientas y nuevas formas de abordar la terapia que me permitan convertirme en mejor psicoterapeuta para ayudar a las personas en su proceso de autonomía, consiguiendo liberarse de las ataduras que a veces nos imponemos a nosotros mismos.

Comencé el máster el pasado mes de marzo de 2017,  hace ya unos meses. Siento que mi decisión ha sido totalmente acertada. Este máster no solo me está sirviendo  profesionalmente, aprendiendo nuevas formas de hacer y estar en terapia, que ya estoy utilizando. Además el proceso personal que es necesario realizar durante el Máster, está suponiendo un revulsivo a nivel íntimo, facilitándome un autoconocimiento que cada vez estoy más convencida que es fundamental para el desempeño adecuado de nuestra apasionante profesión.

 


Sonia Pérez-Sala

Estudiante del Máster de Psicoterapia Humanista Integrativa
Publicado originalmente en el Blog http://acompañandodesdeelcorazon.es

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información ACEPTAR

Aviso de cookies