7 razones por las que sustituir el chocolate por buen sexo

03/12/2018

Te doy 7 buenas razones por las que sustituir el chocolate por buen sexo y de paso 7 estrategias para gestionar tu hambre emocional + 7 ejercicios prácticos.

¿QUÉ NOS PASA?

Nos pasa que tenemos Hambre Emocional o Hambre del corazón.

A lo largo de nuestra vida vamos desarrollando hábitos y pautas de comportamiento que finalmente incorporamos de manera inconsciente y las actuamos como automáticos. Esto ocurre tanto en nuestra relación con la comida como en muchos otros ámbitos.

Cuando me siento mal y como, y esa comida me calma, establezco la primera conexión. Cuando recibimos sensaciones agradables procedentes de la comida, es más probable que terminemos repitiendo ese patrón. Esto empieza desde que nacemos, con nuestra madre, cuando nos amamantaba, nos calmaba y nos reconfortaba. La leche materna tiene muchos componentes nutritivos, calmantes e inductores del sueño que nos dejaban saciados, hidratados, alimentados y felizmente adormilados.

No es casual que los alimentos que las personas señalan como reconfortantes sean parecidos a la leche materna: dulces, cremosos, con propiedades relajantes (como la caseína de la leche de vaca) y nos dejen un poco anestesiados y quizá alejados de lo que realmente está siendo para nosotros difícil de manejar a nivel emocional o relacional.

Cuando somos pequeños, en los momentos de dolor, incomodidad, al surgir el llanto, nuestra madre nos alza, abraza y ofrece su pezón para mamar. Cuanto más ansiosos, más rápida la velocidad de succión. La boca es un órgano tremendamente erógeno que cumple su función de sentir placer y calma cuando succiona o es estimulado. Por tanto, es normal que, en nuestras mentes, desde bien pequeños, se haya producido una conexión entre el estrés, la estimulación de la boca y la calma. Lo anterior se podría expresar como:

Ansiedad (estrés) + bebida caliente o alimento dulce y cremoso = Confort.

Quiero decirte que esta conexión es habitual. No estás sola, ni en el problema, ni en la solución.

Los siguientes son algunos de los testimonios que me encuentro cuando trabajo con personas que quieren resolver su hambre emocional y empezar a sentir que pueden ser más libres y felices sin tener que renunciar al placer de comer. La mayoría llegan agotadas, sin energía y a punto de tirar la toalla.

 “Ver la tele por las noches tranquilamente, cuando los niños se acuestan, es mi mejor momento del día. ¿en qué consiste mi cena? Bien, es el plato fuerte, es la comida del día más fuerte que hago, es un festín”

“Ni de broma pienso en tener una relación de pareja. Vestida aún me atrevo a quedar con alguien, pero ya desnuda, es algo que ni puedo pensar de la vergüenza que me da mi cuerpo”

“Mi cuerpo me da asco, no puedo ni mirarme al espejo”

“Desde que tuve a mis hijos, no tengo vida social, no quedo con amigas, en el trabajo no rindo, y con mi pareja ya no me hablo, salvo para discutir”

“Llego por las noches tan cansada que no tengo tiempo. Si miras mi nevera te daría mucha pena. Pido algo de comida por teléfono y voy tirando. Me siento tan sola.”

“Durante muchos días, noches y noches, he estado yéndome con mi bandeja a cenar a la cocina para no tener contacto con mi marido porque estaba muy enfadada con él. Porque nuestras vidas se estaban alejando, porque ya no había sexo, porque la rutina del día a día, nos dejaba vacíos cada noche. Así para llenar ese vacío llenaba mi estómago y dejaba de sentir”

 “Cuando me miro al espejo pienso, ¿por qué seguirá conmigo mí pareja?, no entiendo cómo puedo gustarle, con este cuerpo y estos kilos.”

“Según mi abuela, los disgustos no deben quitarnos el apetito; tomábamos helado, pasteles, chuches siempre que teníamos un mal día”

“Si me portaba bien me premiaban con un ”chupachúps”, si hacía algo mal me castigaban sin postre o sin merendar

“Cuando tengo ansiedad y estrés me tiro al chocolate y es que básicamente la ansiedad y el estrés surgen cuando me siento sola”

Cuántas veces he oído: “me cuesta iniciar una relación porque me doy asco, me da vergüenza mi cuerpo, hasta que no me quite estos kilos no quiero ni pensar en desnudarme delante de un chico”. Y por dentro, en su fuero interior el discurso es otro: “me muero de ganas de tener una pareja que me mime, que me acepte tal y como soy, no quiero esperar a perder estos Kilos para ser amada y mirada con deseo. Aunque sólo así conseguiría dejar de sentir pena de mí misma”.

Y así, desdobladas, vivimos muchas de nosotras. Nos hemos ido dejando, hemos encontrado la satisfacción a nuestras necesidades de afecto en una buena cucharada de helado, en el mejor chocolate, en una copa, o dos, o tres de vino en la noche. A otras nos da por lo salado, patatas fritas, pizzas, burguer, comida rápida por teléfono. Y a algunas todo junto, un donut distraído cuando paseamos por la ciudad, la comida china a domicilio, y cuando estamos solas y aburridas, con ansiedad profunda, tan profunda que quizá sea ya como un quiste cerca del corazón, nos damos el atracón de nuestra vida.

Voy a tapar, tapar y tapar, que mi corazón suspira por amor. Voy a tapar con montañas de comida para que me dejen tan anestesiada y aletargada que no sienta ya esa piedra o ese vacío profundo. Voy a suavizarlo o llenarlo con unos bollos recién hechos de la pastelería de al lado.

La comida ha dejado de cumplir la función de nutrir y pasa a calmar el aburrimiento y la soledad. Para calmar que ya no puedes hablar de la misma manera con tu pareja. Para calmar que ya no tienes buen sexo. Para calmar que las noches de ligues y amigas pasaron. Para calmar que te sientes frustrada con tu trabajo, que tu jefe no te reconoce, que tus amigas están en otro rollo, que no tienes a quién contarle tus penas, que estás sin blanca.

Y el mundo de la maternidad no está exento de este oscuro objeto de deseo (¿chocolate?, ¿sexo?). Y me refiero a la necesidad de volver a ser deseada como mujer, a que tu pareja persiga tus piernas distraídamente mientras veis una peli intrascendente.

Me refiero a esa necesidad de volver a hablar como adultos de cosas de adultos y no ser únicamente una máquina de dar leche, cambiar pañales, limpiar mocos, hablar en indio con personitas de 2 años. Esa necesidad de recuperar el pecho de los 18 años, las curvas que volvían locos a los chicos, esa despreocupación porque el sexo era algo fácil y divertido y ahora se ha convertido en una obligación más… O cuando una está dispuesta, ha hecho un esfuerzo por depilarse las piernas con la maquinilla y lavarse el pelo, encuentra a su pareja roncando en el sofá, imagen nada sexi, se te quita la libido de un plumazo y te deja llorosa y frustrada…

Vale, el panorama que acabo de pintar parece un poco oscuro y deprimente. Sin embargo, es la realidad de muchas mujeres. También fue mi realidad, pero se acabó, eso forma parte de mi aprendizaje vital y del motor por el que quiero ayudar a otras mujeres a despegar de una vez, a volar, a que se sientan más ligeras, más queridas, más amadas, más importantes, reconciliadas con sus cuerpos, con la alimentación y reconciliadas con sus parejas

¿CÓMO PODEMOS DEJAR DE USAR LA COMIDA PARA CALMAR ESA SENSACIÓN DE VACÍO Y SOLEDAD?

Ya sé que es difícil, o incluso insoportable darte de bruces con la realidad. Comer porque estoy sola, porque me aburro, porque mi vida es un asco y preguntarse: ¿ahora qué?, ¿He de dejar de comer? ¿Soy una perezosa o débil de carácter porque no puedo llevar una dieta? ¿Tengo que renunciar para siempre al chocolate? Espera un poco y no generemos más ansiedad a ese corazón anhelante.

El primer paso es darte cuenta de que estás comiendo de manera emocional. Cuando llevas un tiempo, como yo, analizando esto del Hambre Emocional, es relativamente fácil darse cuenta de que se está comiendo sin hambre y que las emociones andan enredadas en esto. Si embargo, tardé muchos años en establecer esta conexión, ya que es absolutamente normal que nos guste comer.

De hecho, cuando alguien me comenta que no le gusta comer, que la comida le da igual y que come por mera supervivencia, a mí me da un poco de pena que se pierda el gran disfrute que yo siento cuando tomo deliciosos alimentos. Hay estudios con personas que han sufrido algún accidente, que les ha afectado a sentidos como del olfato y el gusto, que se sienten realmente frustradas e infelices por no poder disfrutar de la comida.

Comer, y que nos guste, es biológicamente normal y además es adaptativo, funcional y nos sirve para sobrevivir. Por ello, no podemos desconectar el interruptor que nos permite disfrutar del comer.  Si tratamos de hacerlo puede que surjan trastornos y mucha infelicidad.

¿Darte cuenta, cómo y para qué?…

Como te dije, enhorabuena si empiezas a darte cuenta de tu ingesta emocional. Observar desde la calma y el no juicio, es una de las mejores estrategias para empezar a comprenderte un poco más y a resolver todo este embrollo emocional con la comida.

Entre los hábitos de vida que yo he incorporado, está la meditación, la observación y la alimentación consciente. Te animo a que vayas explorando, acompañada de libros o prácticas de mindfulness y meditación, para que eleves a la conciencia todos estos automáticos que te impulsan hacia la comida, en muchas ocasiones, sin tener hambre fisiológica.

Darte cuenta, comer de manera consciente y sin juicios te va a liberar. Tendrás un lugar por donde empezar, te ayudará a controlar mejor tu proceso y encontrar una solución. Saber el por qué, quizá cuando empezó todo esto, para qué lo haces son las grandes preguntas que solo tú puedes responder y que definitivamente suponen un antes y un después en tu ingesta emocional. Si, además, quieres llegar a la raíz, es decir, SACIAR ESE HAMBRE EMOCIONAL, te voy a dar buenas razones para que despiertes y, además, 7 estrategias para que lo resuelvas.

 

 

Hasta aquí el primer capítulo y parte del segundo de mi primer libro “7 razones por las que sustituir el chocolate por un buen sexo”, en este libro, próximamente disponible en papel y en ebook en mi web  http://www.evafontcuberta.com/7razones/, no solo analizo el porqué del hambre emocional si no que doy estrategias y ejercicios para gestionarlo.

 

Soy Eva Fontcuberta. Desde hace un tiempo empecé a investigar un poco más a cerca del Hambre Emocional y como en nuestros días, acercarse a la comida de forma emocional e inconsciente, acarrea muchos problema, no solo de salud si no algunos relacionados con los impulsos, la autoestima y la autoimagen. En este trabajo doy consejos prácticos para gestionar el hambre emocional. Aún así, la gestión emocional, ya sea cuando se desplaza hacia la comida como cuando lo hace hacia otros síntomas variados, requiere de un proceso más profundo y  es, sobre todo, un camino de vida que implica ser cada vez más conscientes.

Counsellor-Terapeuta Emocional por la Universidad de Alcalá y Counsellor acreditada por la Asociación de Psicoterapia y Counselling de España (APHICE). Licenciada en Derecho y Máster en Marketing.  Socia-directora  de Terapia Viva, Centro de Psicología y Coaching, centro sanitario certificado por la Comunidad de Madrid .  Health Coach especialista en Hambre Emocional, certificada por el Institute for Integrative Nutrition, New York, IIN ©, la escuela de nutrición más importante del mundo y la única que integra las diferentes teorías dietéticas.

Paso consulta en el Centro de Psicología y Coaching Terapia Viva en la C/ de la Pricesa 59, 1ºizq. de Madrid, también hago sesiones por Skype. La primera sesión la tienes de regalo. Puedes contactarme en info@evafontcuberta.com y en el 667 719 345 para reservar o para pedir información sobre Terapia Emocional y Coaching Nutricional.

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información ACEPTAR

Aviso de cookies