Miedos infantiles
03/09/2018
El miedo es una emoción básica, y por lo tanto necesaria. Eso significa que cumple una función muy importante en la supervivencia. El miedo nos impulsa a evitar aquello que supone una amenaza, por lo tanto, nos ayuda a evitar consecuencias negativas o un daño.
A veces las madres o padres nos asustamos cuando de repente un bebé *que era confiado, intrépido explorador, y sin miedo, empieza a mostrarse más retraído o cauteloso. Incluso pueden extenderse a “elementos” cotidianos ante los que nunca se había mostrado dudoso.
Si bien, cada niño es un mundo, este comportamiento entra dentro de lo normal. Es decir, que un niño o niña, que antes no mostraba ningún miedo, vaya presentando nuevas aprensiones según se hace mayor.
Evolución de los miedos
Un bebé está por conocer todo, lo bueno y lo menos bueno. No es consciente de sus límites. Es como que su realidad es un continuum, le cuesta diferenciar donde termina él y donde el resto del mundo. Apenas conoce nada, está todo por descubrir, por eso es difícil que se tema algo que no apenas ha advertido antes, no puede temer lo que no se ha relacionado nunca o no se tiene ninguna referencia., conoce, simplemente porque no se puede pensar en algo que no has visto ni conocido
Según va creciendo ve va dando cuenta que él y lo que le rodea, son entidades diferentes. Lo límites físicos aparecen. Y empieza a tener conciencia de la permanencia y desaparición de los objetos, las personas… que si algo desaparece de su campo de visión, no sabe cuándo va a aparecer de nuevo, y empiezan las primeras angustias de separación, por ejemplo.
Los niños, según van creciendo, van pensando, y van elaborando sus pequeñas teorías de cómo funciona el mundo que les rodea. Empieza a realizar pequeños pronósticos en función de sus experiencias más próximas. Si le entró jabón en los ojos en el baño, empezará a rechazarlo. Si el ir a la piscina tragó agua, intentará evitarlo.
También aprenden miedos de forma vicaria o por imitación. Si un día ve que otro niño manifestó un gran susto ante la presencia de un perro, es más probable que la próxima vez se acerque a los perros son desconfianza.
Según va creciendo las oportunidades de socializarse con iguales aumenta. Con ello, va descubriendo que los otros son fuente de conflicto. A esas edades, pelear por el mismo juguete es como una batalla por la invasión de un país.
Según se va descubriendo el mundo, va aprendiendo qué es interesante y le atrae, también va descubriendo que a veces si se cae le duele y eso le gusta menos. Está aprendiendo a graduar y regular su manera de experimentar lo que le rodea.
Los miedos van apareciendo desde muy temprano, la mayoría irán desapareciendo poco a poco a medida que el pequeño se vaya sintiendo más seguro de sí mismo y de su entorno, vaya sistematizando y racionalizando lo que ocurre a su alrededor.
¿Qué podemos hacer los adultos?
Toca acompañarle en su proceso de descubrimiento y aprendizaje. Ser conscientes de nuestros propios miedos para no transmitírselos. Ser un referente de prudencia y seguridad, sin coaccionar hacia la irreflexión y la imprudencia, ni obligar a enfrentar y afrentar los miedos demasiado temprano. Darles tiempo y acompañarles con comprensión y amor. La paciencia, el crecimiento y la evolución suelen hacer el resto.
* (hablo en masculino por economía y fluidez expresiva, no obstante, cuando hablo de bebé, hable de niño y niña indistintamente)
Mamen Bueno
Colaboradora de Bonding
Psicóloga y Psicoterapeuta Humanista Integrativa
www.reflexiones-mamapsicologa.blogspot.com
Últimos Comentarios