La culpa y el perdón en el proceso terapéutico
01/01/2014
El sentimiento de culpa tóxica surge como mecanismo de defensa por el miedo al abandono. Se presentan los puntos claves para combatir el sentimiento de culpa; sacar al padre crítico y enfrentarlo al adulo; trabajar la autoestima y las emociones a nivel profundo en el proceso de terapia, donde el nuevo parentamiento construido por el terapeuta, origina en el paciente una nueva manera de relacionarse con el mismo y con su entorno. A continuación se expone la importancia de perdonar, para liberarse a sí mismo de esa energía autodestructiva de resentimiento, y renunciar al papel de víctima dentro de un guión. En determinados agravios la comprensión hacia el otro ayuda a perdonar y en otros más dañinos e injustificables es a través de la relación terapéutica; transmitir al paciente la necesidad de “soltar” esa relación para construir un nuevo camino siendo libres.
1. LA CULPA:
1.1 ¿Qué entendemos por culpa?
Según la real academia española hay varias concepciones sobre el concepto de culpa:
1. f. Imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta. Tú tienes la culpa de lo sucedido.
2. f. Hecho de ser causante de algo. La cosecha se arruinó por culpa de la lluvia.
3. f. Der. Omisión de la diligencia exigible a alguien, que implica que el hecho injusto o dañoso resultante motive su responsabilidad civil o penal.
4. f. Psicol. Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado.
Desde el punto de vista teológico; pecado o transgresión voluntaria de la ley de Dios.
Parece que este concepto es idiosincrático de nuestra cultura, no esta tan claro que exista el concepto de culpa, tal como y lo entendemos en las religiones orientales, en chino parece que tiene que ver más con la vergüenza. En la cultura japonesa existe el concepto Hansei (??) donde sería algo así como una reflexión e introspección hacia uno mismo cuando hemos cometido un error, la clave de este concepto sería focalizarse en la mejora de cara al futuro, en las empresas japonesas se suele “hacer hansei” cuando se ha cometido un fallo y cada uno reflexiona sobre lo que podría haber hecho o evitado.
En el budismo encontraríamos el concepto del Karma, parte del principio que no existe casualidad en nuestra vida ni en nuestros actos, las energías que nos transforman y que producimos hacen que el universo se mueva por la causalidad. El Karma es el resultado de nuestras acciones pasadas, y no solo del pasado de nuestra vida, sino también de otras vidas. Es una Ley de enseñanza, no es ni premio ni castigo, es una señal de que algo no hemos aprendido. Es cierto que actualmente se esta interpretando como algo negativo, si no nos van bien las cosas si sufrimos por acontecimientos negativos se suele atribuir a nuestro Karma, en el sentido de que estamos pagando por algún daño cometido en nuestra vida anterior. Lo positivo de este punto de vista es que nosotros tenemos el control de lo que nos ocurra en el presente y con ello podemos determinar así nuestro futuro.
En esta tesina me voy a centrar en el significado desde el punto de vista psicológico:Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado.
La pregunta inicial sería cuando una persona acude a terapia por el sufrimiento que le ocasiona su debate interno entre lo que desea y lo que “debe”, o lo que es lo mismo cuando nos sentimos culpables en numerosos momentos de nuestra vida, ¿hemos causado o vamos a causar realmente un daño al otro?
1.2 La culpa en nuestra cultura
Explorando en nuestra tradición judeo cristiana la culpa es uno de sus pilares filosóficos básicos. Si desde pequeños hemos acudido a misa los domingos, sin entender ni procesar la información de manera consciente, hay un momento en el rito religioso donde con la mano abierta y golpeándonos en el corazón hemos repetido “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a Santa María siempre virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos que intercedáis por mi ante Dios nuestro señor. Amén” Esto esta relacionado en la cultura cristiana con el pecado original, todos nacemos ya “culpables”, es necesario un bautismo para limpiar a un bebe de su “culpa” porque arrastra el pecado de los hombres. Más adelante tenemos toda la vida para evitar pecar y si es así admitir la culpa y rogar por el perdón, lo que se hace durante la confesión con el sacerdote.
Analizando la oración anterior hay tres puntos que pueden ayudarnos a esclarecer como en nuestra sociedad se sufre tanto por el sentimiento de culpa.
El primer punto es una información que absorbes como una esponja desde que eres niño, no la entiendes pero la almacenas, es decir, no hay reflexión en el significado, veremos más adelante como este proceso es clave en terapia, es decir, sacar a la luz y reflexionar sobre todo aquello que tenemos guardado y que va conectado a sentimientos destructivos como el de la culpa.
El segundo punto es la emoción que lleva implícita, el acto en sí no solo es verbal también es cenestésico, levantas la mano derecha y te golpeas en el corazón, el órgano mas relacionado con las emociones en el ser humano, donde se encuentra el amor, pero en el caso de la culpa encontraríamos miedo, tristeza y rabia. En la formación como terapeuta humanista hemos estudiado la importancia de que para que un anclaje sea efectivo cuantas más vías se usan mas impreso queda, por lo que esto podría ser un ejemplo de anclaje tóxico, ya que tiene la vía visual; levantar la mano; vía táctil; golpear sobre el lugar del corazón; la vía verbal repetir las palabras y la vía auditiva escuchar a un grupo de personas esas palabras.
El tercer punto analizando la oración viene a decir algo así como que soy tan culpable que yo mismo no tengo recursos para superarlo, tengo que pedir ayuda a todos (por eso ruego a Santa María siempre virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos que intercedáis por mi) porque yo solo directamente no puedo defenderme, explicarme o redimirme ante Dios, necesito la ayuda de los demás, no soy autosuficiente, esto ya nos deja indefensos y a la espera de una defensa externa para obtener un perdón que no podemos controlar, el control es externo.
Veremos mas adelante la importancia de trabajar el tema del control en el proceso terapéutico, recuperar el control de nuestra vida, nuestros actos, en definitiva reencontrarnos con nuestro poder es un factor decisivo para combatir el sentimiento de culpa.
No obstante echar la culpa solo a la religión judeo-cristiana sería una salida muy simplista, puesto que el sentimiento de culpa ataca a todo ser humano independientemente de su cultura. Como exploraremos mas adelante la culpa puede darse sin haber tenido una educación religiosa, es mediante humillaciones, prejuicios, contextos donde había ausencia de libertad, donde no se fomentaba la autonomía ni se valoraba la independencia y donde había maltrato psicológico es donde se va gestando y alimentando, también exploraremos como la autoestima y la resiliencia de la persona juegan un papel fundamental.
Podemos encontrar también ejemplos fuera de la religión donde la culpa ha sido ampliamente explorada, unos de los escritores mas importantes e influyentes que han existido, le da su papel protagonista; “Crimen y castigo” de Dostoyeski. Desde su punto de vista se podría hablar de una culpa interna de responsabilidad moral y una culpa externa hacia el colectivo, la sociedad, donde el asesinato, justificado o no representa la mayor agresión a un ser humano y se debe pagar por la vía penal.
1.3 Distintos tipos de culpa
Es importante hacer una breve distinción entre dos tipos de culpa: la “culpa buena”, que es la que conlleva un tipo de responsabilidad hacia los demás y hacía uno mismo, es en definitiva una manifestación de unos valores positivos. Por ejemplo una persona que esta a cargo de un niño, es sano que se sienta culpable si decide marcharse de casa y dejarlo solo, el niño no puede atenderse, ni defenderse por lo que ese sentimiento lleva a una conducta positiva de cuidado y protección necesarios para la vida; o alguien que ha tenido un accidente en la calle, el pasar de largo sin hacer nada y sentirnos después culpables es una manifestación de no cumplir con un valor de socorro y ayuda hacía otros seres humanos y esto es un valor positivo.
Aquí nos centraremos en el otro tipo de culpa aquella que llamaremos “tóxica” o “destructiva”. En el Análisis transaccional tiene mucho que ver con las introyecciones que hemos ido incorporando de nuestro padre crítico, ese que surge como respuesta a mandatos y “voces internas” que en su momento fueron instaladas en nosotros sin nuestro consentimiento, por ejemplo: un padre controlador que regaña a su hija mientras juega en el parque porque se ensucia el vestido y no es propio de señoritas, si esa niña al hacerse adulta cada vez que se ensucia se siente mal y culpable, se dice a sí misma que es una descuidada y poco femenina, esta respondiendo al mandato de su padre, sin embargo ella lo sentirá como un pensamiento propio, porque lo ha incorporado a una edad tan temprana que no tiene una capacidad de autocrítica o análisis para diferenciarlo.
Esta “culpa tóxica” también surge como consecuencia de una manipulación por parte del otro para conseguir algo de nosotros, el conocido “chantaje emocional”. Es importante mencionar que para que se produzca chantaje emocional tiene que haber un lazo afectivo grande.
En la mayoría de los casos es difícil reconocerlo, sin embargo, es común que a pesar de reconocerlo, sigue siendo efectivo, ya que la persona aún a sabiendas de verse manipulada acaba cediendo para evitar ese sentimiento de culpa. El juego esta en que aquel que cede se encuentra en un círculo vicioso, ya que el chantajista siempre necesita más, siempre va a pedirle más, paradójicamente el chantajista es un ser dependiente y depende exclusivamente del chantajeado. Pero ¿Por qué funciona? ¿Qué hay detrás de este sentimiento de malestar y sufrimiento? Iremos explorando que mecanismos hay detrás de la máquina de la culpa
Dentro de este tipo de culpa “tóxica” hay otra variante que se manifiesta cuando hay una ruptura, puede ser cualquier tipo de relación; amistad, de familia, pero el ejemplo más claro está en las relaciones de pareja. Con frecuencia después de una ruptura el sentimiento de culpa es muy frecuente, se suele dar en ambas direcciones: culpar al otro, que nos conecta directamente con nuestra rabia por el daño y agresión recibido y; culparnos a nosotros; ¿Qué ocurre cuando nos culpamos a nosotros?
1.4 Lo que se esconde detrás de los distintos sentimientos de culpa.
El primer caso que hemos analizado es un sentimiento de responsabilidad hacía el otro y hacía uno mismo, el cumplir con unos valores sanos y positivos de no dañar a alguien de una manera intencionada y en definitiva de estar en paz con nosotros mismos.
Si profundizamos en el para que del sentimiento de culpa destructiva o tóxica, aquella en la que por encima de nuestros deseos y nuestras necesidades ponemos las del otro, el núcleo no es otro que una necesidad de aprobación, un miedo a la exclusión social, a no complacer y como castigo quedarnos solos. A nivel superficial el motivo aparente es que lo haces por el otro, porque crees que él te necesita mas que tu a ti mismo, pero si escarbamos más a fondo hay un miedo al abandono, a quedarse solo, a que familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. dejen de relacionarse con nosotros porque no hemos cumplido sus expectativas ni sus deseos. Si no voy a ver a mamá, o estar con ella, mamá esta triste y/o enfadada conmigo, esto conecta directamente con el niño de cada uno de nosotros, y nos resulta muy angustiante vivir con ese sentimiento, el de creer que estamos haciendo daño a unos de nuestros seres más queridos. Otro ejemplo muy común es cuando en multitud de ocasiones hemos ido a sitios donde no queremos ir, solo porque alguien querido nos lo ha pedido, en esas ocasiones hemos escogido ir aunque no queramos antes que sostener el malestar de decirle que no.
Los conocidos experimentos del tipo de apego muestran la reacción de un niño que esta jugando tranquilamente en una habitación y su madre se marcha, inmediatamente el niño deja el juguete y empieza a buscarla con miedo y angustia, hasta que explota llorando, no puede sostener ese abandono, y esta angustia, este miedo, sigue con nosotros a lo largo de nuestra vida. El ser humano tiene un miedo primario, arcaico, a la exclusión social.
Como comenta Mario Salvador en su taller sobre la intervención del Trauma e intervención en crisis, somos mamíferos, necesitamos al otro para madurar y para vivir.
Parece que este tipo de culpa, no es otro que un intento y decisión temprana e insana de evitar un enfrentamiento con nuestros seres más queridos por temor a perderlos.
La culpa es una de las armas más poderosas para dominar y controlar al otro, para conseguir que el otro actúe como nosotros queremos, es casi comparable al miedo como elemento controlador, pero mas elaborado, menos primitivo, en el sentido de que hay reglas, elaboraciones y juegos psicológicos. Un ejemplo sería mi madre que después de haber cocinado toda la mañana, ¿como me marcho y no me quedo a comer? la regla implícita es aunque yo no se lo haya pedido, aunque no me venga bien, si ella ha cocinado para mí yo elijo quedarme a comer antes que sostener la culpa de decirla que no. La diferencia en este ejemplo entre una persona con un sentimiento de culpa dominante y que cede al chantaje emocional es que siempre entra en ese juego, que no puede decir que no a pesar de su voluntad de no querer, la persona que es autónoma y autosuficiente es capaz de valorar sus deseos y sus opciones en cada momento y quedarse a comer o no según la ocasión. No se trata tampoco de no valorar ni agradecer ese acto de cuidado, sino de no entrar en el juego de la manipulación.
Esto lo profundizaremos mas adelante y como van surgiendo a la luz en el proceso de terapia esas reglas implícitas y juegos psicológicos en nuestro entorno.
¿Por qué en la adolescencia se inician ciertas conductas autodestructivas? En este periodo el grupo de amigos representa la mayor influencia, el adolescente en ocasiones está confuso, con ansiedad y miedo, porque sigue arrastrando los mandatos de sus padres que en ocasiones son contradictorios al de su grupo de amigos. En casos extremos pueden llegar a realizar actos violentos de los que ellos mismos juzgan negativamente, y confesar que lo han hecho porque el resto de sus amigos lo hacían.
Llevo 8 meses acudiendo como psicoterapeuta en prácticas a un grupo de alcohólicos y muchos de ellos comentan que empezaron a beber porque todos sus amigos lo hacían, “era lo normal”, incluso mucho de ellos comentan tristemente lo valorado que estaba quien bebiera más. ¿Qué pasa si un adolescente ante su grupo de amigos que todos beben, se niega a beber? ¿Va a ver una comprensión razonable? ¿Le van a apoyar en esa decisión, contraria a la norma del grupo? La respuesta es clara, le van a excluir de cierta manera, será el “raro”, el “soso”.
Por ello se les suele decir que abandonen los antiguos hábitos, es muy duro ir en contra de los deseos de tu entorno aunque sea para protegerte a ti mismo de un entorno tóxico.
Siguiendo con el grupo de alcohólicos, este sentimiento se arrastra hasta la edad adulta, muchos de ellos comentan como un problema, que cuando toman la determinación de dejar de beber, a nivel social se encuentran con muchas trabas, incluso en su círculo mas íntimo, reciben muchos comentarios negativos con respecto a esa decisión. Una paciente comentaba como después del trabajo solían irse a tomar una copa con sus compañeros, a raíz de su decisión de dejar el alcohol, pidió un café con leche y estuvo recibiendo comentarios de “que sosa” “¿pero que te pasa hoy?” constantemente. El ejemplo mas extremo es un enfermo alcohólico que esta sufriendo mucho porque ha tenido una recaída hace 15 días después de estar 5 años de abstinencia, comentaba que tenía una comunión a la que “tenía que acudir” esto implica para él una situación de alto riesgo, ya que ese tipo de eventos sociales le conectan directamente con la ingesta de alcohol, lo mas sorprendente es que no existía para él la posibilidad de no acudir, aún a pesar de su exposición al peligro. Otros compañeros comentaban también el miedo y lo mal que lo habían pasado en bodas de familiares una vez que habían tomado la decisión de no beber, pero ninguno se planteaba el decir que no al familiar o amigo “pero como no voy a ir” “es mi primo” “es mi sobrino” etc., es decir, eligen la exposición al peligro, asumir la ansiedad y miedo antes que decirle que no a sus amigos o familia.
Hemos mencionado anteriormente otra variante del sentimiento de culpa en cuanto a las rupturas. En el caso de una relación de pareja, habría un matiz distinto. En una relación entre dos personas hay siempre una parte de responsabilidad tanto del éxito como del fracaso, habría un sentimiento de “culpa” que se puede traducir como una autorreflexión, una crítica constructiva sobre aquellos aspectos que puedo mejorar, en los que me he equivocado, en los que he hecho daño y quiero modificarlos, corregirlos, esto es parte de nuestro crecimiento personal en nuestro propio proceso, por lo que esta “culpa” sería sana para nosotros y para aquellos que nos rodean.
Cuando escogemos culparnos solo a nosotros por el fracaso de una relación conlleva otro tipo de pensamientos y emociones que no están relacionados con este crecimiento a nivel personal, sino esta relacionado en adentrarnos en una espiral de autorreproches destructivos.
Fuera de esta autocrítica constructiva ¿Para que entonces asumimos la culpa del fracaso de una relación?
Si me culpo me duele menos, si me culpo yo tengo el control de lo que ha pasado, si me culpo no tengo que afrontar que esa persona me ha dejado, porque si me culpo yo soy la responsable y no conecto con la tristeza del abandono.
1.5 La culpa en mi experiencia profesional
En la terapia humanista hay unos valores nucleares que tenemos que tener los terapeutas, el principal es crear un vínculo afectivo a nivel profundo con el cliente basándonos en: la confianza, seguridad, amor incondicional, respeto, apoyo, presencia, honestidad, protección, permiso y empatía.
Es un espectáculo maravilloso observar como si nuestro paciente siente que le comprendemos, que somos un apoyo sano, que no le juzgamos o prejuzgamos, se va abriendo y transformando en algo mas positivo para el mismo. Otro de los puntos clave en su proceso es la confianza. El paciente percibe un “lugar seguro” donde darse permiso con esas emociones profundas que le están oprimiendo y empieza de manera sutil un cambio hacia una manera mas sana de vivir, abandonando ya la idea de “sobrevivir”.
Esta relación la entendemos como el “apego sano y seguro” que hace posible el desarrollo de una personalidad sana, donde se alimenta la autoestima, como aquella madre que es sensible a las señales del bebe, a lo que necesita y que siempre esta para cuidarle. Se trata de recrear esta relación de apego donde el paciente experience/sienta que el terapeuta siempre va a estar para ayudarle y acompañarle en su proceso, que en definitiva siempre cuente con nuestra presencia.
Un elemento que no he mencionado aún y que es fundamental es la importancia que el terapeuta haya realizado un proceso de terapia personal, donde poco a poco vaya resolviendo sus duelos y conflictos para no dejar que estos interfieran en el proceso terapéutico que esta acompañando. Mi terapia personal esta siendo fundamental para transmitirles a mis pacientes que comprendo perfectamente por lo que están pasando, que entiendo su miedo, rabia y tristeza desde la más pura honestidad, ya que he pasado y estoy pasando por situaciones similares y sobre todo que conozco muy bien el sentimiento de culpa.
La elección de este tema para mi tesina no es una casualidad, si acaso hay algo que lo es. Tengo en la nevera de mi casa, a parte de unos tickets del supermercado, una foto actual de mi familia, otra de mi hermano y yo cuando éramos pequeños, y tres folios, escritos con lápiz oscuro y trazo muy fuerte, que dicen respectivamente: “PROHIBIDO JUZGARME”; “Me comprometo a no compararme con NADIE” esta última palabra en mayúsculas y subrayada en amarillo; y por último “VOY A RESPETAR Y VALORAR MIS DECISIONES” esta última palabra subrayada tres veces. Estos tres mini-contratos conmigo misma surgieron al inicio de mi terapia personal y casi dos años después, y un trabajo de investigación, resultan ser puntos nucleares para combatir el sentimiento de culpa.
Mi primera paciente a la que llamaremos A. me la remitieron de un centro social, había solicitado ayuda ella y su pareja porque tenían muchos problemas de convivencia, agravados por el hecho que ambos son alcohólicos en período de abstinencia, a esto se añadía que ella estaba embarazada de 3 meses y sin empleo, ambos querían que la relación funcionara por ellos y por el bebe que estaba en camino. Cuando llegó estaba con una gran ansiedad y desesperación, había tenido una pelea muy grande con su pareja D. también paciente mío, tenía miedo de que él la dejara y ella se viera sola, es colombiana y toda su familia reside en Colombia.
Esto era el motivo oficial de consulta. No llegamos ni a la mitad de la primera sesión cuando comenzó a hablarme del sentimiento de culpabilidad tan grande que tenía por no haber criado a sus hijos. Decidió marcharse de Colombia y dejar a sus hijos de 2 y 4 años con su madre y su abuela, hasta que pudiera traerlos a España, han pasado 12 años y no ha vuelto a vivir con ellos, ella siempre les ha enviado dinero y mantiene contacto telefónico y a través de las redes sociales casi diariamente, sin embargo esto ha supuesto un agujero, un pozo de culpabilidad, al que hasta ese momento no podía gestionar. La decisión de venirse a España fue tomada cuando estaba en un momento muy crítico de su alcoholismo, influenciada también por el padre de sus hijos, del que recibió maltrato físico y psicológico, él nunca atendió ni compartió el cuidado de sus hijos.
Su historia, siendo mi primera paciente, me desbordó, pensé ¿podré ayudarla?, ¿como puedo acompañarla?, como persona conocía perfectamente el sentimiento de sentirse culpable, la comprendía perfectamente porque un tiempo anterior yo lo había vivido hasta las últimas consecuencias, escuchándola sin embargo a mí no me parecía culpable de nada, sentí que era un persona que había tomado unas decisiones, las que mejor supo tomar dadas sus circunstancias, y esto inconsciente y posteriormente conscientemente se lo transmití. Y lo recibió.
Poco a poco empezamos a crear el vínculo, fueron saliendo muchas cosas de su historia, la relación con su madre tan insana, como ella y su entorno familiar fomentaba y alimentaba esa culpabilidad a través de sus hijos, y ya desde que era pequeña relacionado con otras conductas. Me contó como se crío sin padre y como su madre está llena de frustración y rabia y como la descargaba con ella desde pequeña con insultos y a veces hasta con golpes. Poco a poco en las sesiones a medida que la iba escuchando, ella se empezaba a escuchar a sí misma, a sacar a la luz los sentimientos tan horribles que tenía de ella misma, y empezaba a verse como la veo yo sin juzgarse, expulsando todo aquello a lo que ella no podía ni acceder, y yo con ella, queriéndola, comprendiéndola y sobre todo confiando mucho en ella, poco a poco iba tomando confianza, y conciencia, y empieza a cuestionar todos esos pensamientos.
Como mencionamos anteriormente el sentimiento de culpa se va gestando a través de los introyectos que recibimos en nuestra infancia. Fue clave una silla vacía que realizamos con su madre, para que ella fuera sacando lo que venía de su madre, lo que su madre había proyectado en ella. En la terapia Gestalt la culpa encubre a la rabia, nos sentimos culpables pero en realidad estamos asumiendo la responsabilidad de una persona que no la asume por sí misma. La madre de A. no asumió el cuidado adecuado con su hija, la pudo la frustración y la rabia que sentía en su vida, A. comenta que la única que la cuidaba y atendía era su abuela, ahora paradójicamente la madre de A. está fomentando que A. se sienta culpable con sus hijos, es una manera que tiene de controlarla, de que llamé a Colombia, que envíe dinero, tenerla enganchada a ella.
A medida que iba avanzando la terapia se va viendo con mas amor, el hecho de que yo no la juzgara nunca, y le diera permisos para enfadarse, para estar triste, para sacar su rabia contra su madre, fue provocado cambios en ella, en su manera de verse, en empezar a tratarse con mas cariño, empezó lo que llamamos desde el análisis transaccional a cuidar a su niña, y poco a poco empezó a sentirse mejor. De manera paralela a medida que la terapia iba avanzando mi sentimiento hacía ella de respeto se va transformando en admiración, gracias a ser testigo de su valiente lucha por ser ella misma y aceptarse.
Hay mucho camino por recorrer porque las heridas son muy profundas y el guión de vida sigue siendo muy grande. Aunque uno de los mayores regalos que recibí de ella fue durante una de las sesiones, me cuenta lo enfadada que está a raíz de una llamada que recibió de la abuela paterna de sus hijos, pidiéndola ayuda por el padre de éstos, anteriormente conectaba con su sentido del deber, a pesar de que esa familia jamás se preocupó por ella ni por sus hijos que también son sus nietos, finalmente ella se negó a visitarle a la cárcel y llevarle el recado, lo que mas me emocionó es cuando me dijo“ahora María no quiero quedar bien ni contigo” inmediatamente le expresé mi alegría y mi mas enhorabuena por haber llegado a este punto de su camino, fue uno de los momentos mas importante de la terapia.
Sigue habiendo un sentimiento de culpa con respecto a sus hijos por no poder enviarles dinero o poder traérselos aquí, sin embargo es consciente que está tomando una decisión, su frase y pensamiento “no puede ser todo, ahora esta el bebe que está en camino” es una conclusión de su adulto en la que hay que renunciar a algo, en este caso a no enviar todo el dinero a Colombia. Esto es un signo de crecimiento. Como pone de manifiesto Adrían Kertész la culpa es la emoción del no-cambio y en ese momento con esa decisión A. ya emprendió su cambio.
1.6 Como acabar con la culpa
La culpa es como un guardián que permanece escondido, sin reflexión, actúa y ataca sin preguntar.
El caso de A. pone una vez mas de manifiesto que la culpa es una de las armas más poderosas para dominar y controlar la conducta del otro. La madre de A. en numerosas ocasiones le hacía llamadas perdidas o le escribía textos diciendo que unos de sus hijos estaba muy extraño, cuando A. llamaba comprobaba que a sus hijos no les sucedía nada, sin embargo su madre le reclamaba mas dinero, que el que le enviaba no era suficiente para pagar los colegios de sus hijos, que no los atendía, que no se preocupaba, estos continuos reclamos se los hacía aún sabiendo que ella estaba embarazada de 4 meses y estaba en el paro. A. mencionaba muchas veces que ha habido momentos en su vida en que casi enviaba todo el dinero que ganaba aquí, que apenas tenía para ella, y que la ingesta de alcohol en esos momentos era más grande.
Estas voces y mandatos del padre crítico de A., si envías dinero, si pueden ir a un colegio bueno, todo estará bien, aunque tu estés mal, aunque tu estés enferma, tu no cuentas, fueron saliendo de ella, gracias a trabajos emocionales como la silla vacía o trabajar la rabia, lo empezó a ver como algo ajeno, externo en ella, que había sido impuesto “esto yo no lo pienso así,yo jamás culparía a una mujer embarazada de que no esta trabajando”. Empezó a reflexionar y a cuestionar su “culpa”, y observó como desde pequeña se habían instalado mandatos y pensamientos sobre ella, sobre como tenía que actuar.
La culpa es como un tsunami que arrasa sin avisar, una de las armas con las que contamos es sacar todos esos pensamientos y reflexionar sobre ellos, desde nuestro adulto ¿soy culpable? ¿He hecho lo que he podido? ¿Es justo y razonable lo que me piden? sin embargo la parte mas difícil sigue siendo la emocional, como estos pensamientos van unidos a nuestras emociones. En ocasiones A. lo decía “si lo se, que mi madre es una egoísta, que no piensa en mí, que sabe que no puedo trabajar y que también estoy esperando un bebe, pero me sigo sintiendo mal”
Otro de los elementos fundamentales para acabar con esa culpa, es la relación que tenemos con nosotros mismo, en definitiva nuestra autoestima.
Cuando inició la terapia A. su autoestima estaba prácticamente destruida, el concepto que tenía de ella misma era muy negativo. Poco a poco empezamos a construir otro concepto y a destruir poco a poco esa imagen sobre ella. Empezó a surgir una comprensión a ella misma, a través de un nuevo parentamiento, su niña empezó a ser cuidada por un padre más nutricio, y ahora estamos trabajando sobre el auto perdón, es clave que A. empiece a perdonarse. Finalmente nos encontramos con que la persona establece redecisiones respecto a sí misma y nuevas decisiones de cómo quiere vivir su vida.
La culpa y el perdón como veremos mas adelante están muy relacionados, para acabar con el sentimiento de culpa, debemos empezar a perdonarnos a nosotros mismo por nuestros errores.
Esto se consigue enfrentado el padre crítico negativo que tenemos dentro de cada uno de nosotros, ese que permanece oculto, escondido, que nos susurra sin que nos demos cuenta como nos tenemos que sentir y enfrentarlo con nuestro adulto, en ese momento nuestro adulto toma las riendas y le pone en su sitio. Paralelamente es muy importante que las emociones que van unidas a esos pensamientos se trabajen a través de nuestro niño, aquel que siente el miedo, la rabia o la tristeza, empieza entonces una relación de afecto y protección hacía nuestro niño.
Esto me lleva al tercer punto, que en realidad fue el primero y más importante para acabar con el sentimiento de culpa, y es la relación que se establece en terapia. En el caso de A. ha habido una cierta reparentalización, por primera vez ella experimenta una relación donde no se la juzga negativamente, recibe caricias positivas por lo que es, se la comprende, se celebran sus progresos sobre su autonomía y por hacerse valer aunque esos progresos vayan en contra de complacer a los otros, se la muestra la importancia de cuidarse a ella misma, de quererse, eso poco a poco lo va introyectando y establece una nueva relación con el mundo.
Hay mucho camino que recorrer, el sentimiento de culpa esta muy arraigado en nosotros porque su origen es muy temprano, éramos demasiado pequeños e indefensos para enfrentarnos a esos “guardianes controladores”, pero ahora somos adultos, con poder y con armas para acabar definitivamente con aquellos guardianes que nos quieren arruinar la maravillosa experiencia de ser quienes somos y de vivir como deseamos vivir.
2. EL PERDÓN:
2.1 ¿Qué entendemos por perdón?
Están son las definiciones dadas por la real academia:
1. m. Acción de perdonar.
2. m. Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente.
3. m. indulgencia (? remisión de los pecados).
4. m. U. para pedir disculpas.
5. m. U. para interrumpir el discurso de otra persona y tomar la palabra.
6. m. U. en forma interrogativa para expresar que no se ha entendido algo.
Vamos a centrarnos en la definición 2 y 3, lo que nos lleva al significado de la palabra remisión, esta a su vez a remitir y dentro de sus significados voy a mencionar el que nos interesa por el enfoque de la tesina; 2. tr. Perdonar, alzar la pena, eximir o liberar de una obligación.
2.2 El perdón en nuestra cultura
Profundizaremos sobre esta definición y como efectivamente dentro de nuestro enfoque perdonar tiene un objetivo de “liberar”, no solo al perdonado sobre la falta en cuestión, sino a la víctima o al ofendido, porque éste cuando perdona y perdona a todos los niveles, racional y emocional el mismo se libera de ese resentimiento. Puede así transformar y dirigir toda esa energía autodestructiva que consume tanto y mas como al que ha cometido la falta, hacía otra relación distinta o hacía otra área de su vida que le proporcione satisfacción.
Como en el caso de la culpa el perdón es unos de los pilares fundamentales de nuestra cultura y filosofía judeo-cristiana. Son dos conceptos que están íntimamente relacionados ya que como hemos visto anteriormente todos nacemos culpables por el pecado original, lo primero nada mas nacer es solicitar el perdón a través del bautismo.
Dentro de nuestra cultura hay dos polaridades, estas se ven representadas por el antiguo y nuevo testamento. El Antiguo Testamento nos daría el mensaje de un Dios rencoroso que para hacerse mas poderoso y temeroso ante los ojos de su pueblo no perdona una falta y castiga. El Nuevo Testamento nos llevaría al otro extremo por que el que si alguien nos agrede no solo lo perdonamos sin plantearnos el agravio sino que “debemos poner la otra mejilla”. Ambos conceptos están muy mezclados, y aparecen en numerosos guiones de vida y mandatos, pero sobre todo el primero deja muy enganchado al que lo sufre, la incapacidad de perdonar una ofensa y elegir vivir en el rencor a pasar página, conlleva un desgaste psicológico muy grande y en algunos casos va royendo el alma poco a poco hasta que la destruye.
En definitiva la cuestión es elegir vivir en un guión y sobrevivir; o realizar aquellos duelos abiertos y presentes en nuestra vida y vivir libres y autónomos.
2.2 ¿Para qué perdonar? Como se trabaja en terapia
Desde la terapia humanista se trabaja para que la persona desarrolle sus propios recursos, cree herramientas nuevas para conseguir aquello que realmente quiere, mantener lo que ha logrado y desechar todo aquello que interfiere en su bienestar, en definitiva vivir como un ser autónomo y libre. Trabajamos mucho para que luche contra el mandato del “complace”, para que se proteja de las relaciones destructivas y se “empodere” frente a agresiones o daños. Esto significa que aquellas faltas cometidas por personas de su entorno deben ser tenidas en cuenta, sacar esa rabia para que no sea destructiva para él y para otros y evitarlas en el futuro, sin embargo es muy importante que una vez que se han tomado las medidas y se ha trabajado sobre ellas, para establecer nuevas metas o nuevos apegos es imprescindible perdonar esas faltas.
La situación donde el perdón se hace más importante e imprescindible y en ocasiones más difícil, es en el duelo terapéutico.
Cuando un paciente decide despedirse de una relación, especialmente si es de pareja, amista o familiar y esa persona, ha sido muy importante en su vida, y surgieron desacuerdos que hacían imposible ya la relación, el perdonar “de corazón”, el renunciar al resentimiento o a la fantasía de la venganza, supone una de las partes mas duras.
Es cierto que cuando se recibe una agresión ya sea intencional y peor aún premeditada, es injusto, nos han herido y las heridas duelen, especialmente sino se cicatrizan bien. Sin embargo seguir manteniendo ese dolor por nuestro “derecho de justicia” nos convierte en ratones de nuestro propio laberinto, porque nunca seremos capaces de salir de él.
El perdón no quiere decir no tenerse en cuenta; si alguien te agrede, una vez hecho lo posible por restaurar ese daño, sacando rabia, poniendo límites, etc, representa renunciar a estar atada a ese agravio, a dejar de usarlo en el futuro como posible arma. También significa renunciar a desempeñar el papel de víctima, renunciar a lo que hasta ese momento me ha proporcionado el guión de víctima.
Para ello se deben encontrar las formas para que los pacientes puedan ser capaces de perdonar no solo desde la parte cognitiva o racional sino desde lo profundo de la parte emocional.
MI paciente D. tras una serie de discusiones y agravios con su pareja, había llegado a un punto en el que era incapaz de ver otra cosa que no fuera esos agravios, había rabia pero también había un sentimiento de ira cegadora que le estaba destruyendo. Estando a su lado en ese momento, le sugerí hacer una silla vacía con su pareja y poco a poco fuimos explorando los motivos que según D. le habían llevado a su pareja a actuar con él de esa manera. D. empezó a comprender las razones que le llevaron a su pareja a actuar así, sacó mucha rabia pero también pudo soltar ese odio que le estaba provocando ese estado de ansiedad. Sesiones posteriores me comentó lo importante que fue para él ese ejercicio para descubrir y comprender mejor a su pareja y sentirse más cerca de ella, puesto que él había pasado por una situación similar.
Esto me enseño que en determinadas ocasiones para perdonar a alguien es imprescindible comprender las razones que le llevaron a actuar así, una vez que lo comprendemos al mismo tiempo sentimos que el daño hecho no fue intencionado y al comprender en cierta manera dejamos una puerta abierta en nosotros para pensar que tal vez podríamos o podemos en el futuro cometer un error similar.
Hay acontecimientos en los que el perdón no obedece a estas reglas, me refiero a situaciones donde la agresión ha sido tan brutal e intencionada que no se pueden comprender las razones, en estos casos solo cabe hacerle llegar a nuestro paciente nuestro apoyo y reconfortamiento por la injustita cometida contra él, y transmitirle que se merece una vida bella y plena, soltando ese rencor y renunciando a ese resentimiento. Que su nueva vida la va construir sobre unos pilares fuertes y limpios donde su persona poderosa y libre ya no necesita el resentimiento ni la victimización para continuar su camino.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Instituto Galene. Apuntes del Master en Psicoterapia Humanista Integrativa/ Counselling 2011/13. Módulo 11: Juegos Psicológicos y Estrategia Terapéutica Transaccional.
Instituto Galene. Apuntes del Master en Psicoterapia Humanista Integrativa/ Counselling 2011/13. Módulo 15: Terapia de la Redecisión
Instituto Galene. Apuntes del Master en Psicoterapia Humanista Integrativa/ Counselling 2011/13.Módulo 22: Manifestaciones Psicopatológicas del Guión
Instituto Galene. Apuntes del Master en Psicoterapia Humanista Integrativa/ Counselling 2011/13. Módulo 23: Estrategias Terapéuticas y Técnicas de Interveción
Instituto Galene. Apuntes del Master en Psicoterapia Humanista Integrativa/ Counselling 2011/13. Módulo 24: Técnicas de Trabajo Emocional.
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Excelente información. gracias