El progreso hacia… la desconexión afectiva

01/03/2015

Vivimos unos tiempos difíciles. El mundo cambia a una velocidad de vértigo y como especie o como sociedad no podemos adaptarnos a la velocidad necesaria para que el paso en el que estamos nos proporcione la seguridad suficiente para vivir tranquilos.

jose zurita

José Zurita

El último siglo, en cuanto a inventos, descubrimientos, cambios… ha avanzado mucho más y más rápido que nunca en la historia de la humanidad. En principio suena muy bien que se produzcan avances y que la humanidad progrese, pero no debemos olvidarnos de que el ser humano necesita estabilidad. Buscamos la estabilidad para poder desarrollar una vida plena y feliz, a salvo de miedos e inseguridades.

Me gusta mucho estudiar los rituales sociales que nos aportan la ayuda necesaria para superar los cambios. Son verdaderas muestras de la sabiduría popular que han ido quedando a lo largo del tiempo, con ligeras adaptaciones, pero que guardan la esencia de varios siglos de uso y beneficio social. Rituales Mortuorios, bodas, nacimientos-bautizos… Son muchos y verdaderamente útiles para ofrecernos esa estabilidad social necesaria para vivir.

En estos últimos tiempos, además de los cambios rápidos y profundos que nuestra sociedad está experimentando, estamos perdiendo los rituales que nos protegían, y los resultados se notan en las personas que vivimos en estos inicios del siglo XXI.

Como seres sociales que somos, necesitamos el contacto y la vinculación con los otros y que la comunidad donde vivimos nos proteja. Con la cabeza de personas modernas y actuales pasamos de “todas esas cosas” como si fueran vestigios inútiles del pasado y afrontamos la vida en unas ciudades cada vez más grandes, más frías, donde se vive más en individualidad y desconectados afectivamente de los demás.

Parece que no nos damos cuenta de esta pérdida tan importante para nuestro adecuado funcionamiento bio-psico-social. Por otro lado nos sorprende la cantidad de nuevas afecciones en ámbito de la salud, que van apareciendo y que se aceptan como normales. Desde alergias cada vez más variadas hasta extrañas fobias o ataques de pánico, nos encontramos cohabitando con problemas ahora frecuentes donde antes eran raros o inexistentes.

Si hacemos un ejercicio mental de asociación, aunque sólo fuera por mero entretenimiento, y conectamos esos cambios ultrarrápidos, la desaparición de rituales protectores con la aparición de nuevos problemas en el ser humano a lo mejor se nos encienden algunas luces interiores.

La protección que antaño nos ofrecía la comunidad ahora queda reducida a unos mínimos tan mínimos que no nos funciona. Si necesitamos ayuda y la pedimos, esperamos que alguien nos la ofrezca. Si pasamos un apuro importante, nos ayudaría mucho poder contar con una comunidad social que nos echara una mano.

Los engaños, timos e incluso tretas para robarnos han acabado con ese impulso que todos tenemos (espero) para ayudar a un semejante. La solidaridad ha bajado tanto que ya no nos mueve el sufrimiento ajeno. Nos ponemos a la defensiva cuando vemos a alguien que se acerca. Es como si hubiéramos perdido ese “ser social” para convertirnos en individuos solitarios desconectado afectivamente del resto.

Hace unos días me llegó una noticia de las que te dejan helado. Un video que os animo a ver:

http://www.huffingtonpost.es/2015/02/26/video-chico-frio_n_6762596.html

Da mucho qué pensar cuando tanta gente puede pasar al lado de alguien que evidentemente está sufriendo y ni tan siquiera se paran a ver qué le pasa y si necesita ayuda.

Os animo a pensar sobre esto y a aportar un poquito de humanidad a este mundo que se está quedando sin ella. Dar un poco de calor a los demás, una sonrisa, un abrazo, una caricia…. Cambian la energía del entorno en el que vivimos.

Podemos invertir el proceso aportando amor a los demás. Fijarnos en el otro y preguntar si necesita ayuda ya es un avance maravilloso. Si además le aportamos un gesto, una frase amable… si dedicamos unos minutos de nuestro tiempo a alguien, seguramente nos lo agradecerá y nosotros nos quedaremos mucho mejor. Si dejamos que fluya nuestro amor hacia el otro nos enriqueceremos de este flujo. ¡Fluid! Seréis más felices y nuestra comunidad mejorará.

 

José Zurita

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