Mi Experiencia por Sara Garzarán
01/09/2015
Comienzo contando mi experiencia tras realizar el máster y me faltan las palabras. Me surgen más bien sentimientos, sensaciones… y es que de esto va la cosa.
Siempre recordaré aquella noche en la que en el salón de mi casa comencé a buscar cursos sobre psicoterapia. Quería completar mi formación y me habían dado referencias de varios centros. En mi búsqueda por internet, tratando de ver qué formación podría ser compatible con mi tiempo, encontré la pagina del Instituto Galene. Eche un ojo y me causó buena impresión. Enseguida fui a leer los testimonios de ex alumnos. Quién me iba a decir a mí que, años más tarde, iba a escribir yo el mío. Los leí con entusiasmo, pero también sentí cierto escepticismo al leer cómo la experiencia vivida había sido tan enriquecedora para ellos. Pedí opinión a personas que podían conocer el Instituto y recibí buenas referencias. Unos meses más tarde impartían en el Instituto un curso de iniciación. Era la mejor oportunidad para tomar contacto y saber si me gustaba o no. Recuerdo que me costó decidirme, tenía miedo. Conocía el estilo de la Gestalt y sabía que era uno de sus pilares de trabajo, no sabía a qué iba a exponerme, si haríamos alguna dinámica que me haría sentir incomoda… Pensé: “tampoco será para tanto, son sólo unas horas…” Unas horas que cambiaron mi vida. Y digo que cambiaron mi vida porque nunca antes había comprendido tan profundamente y con tanta claridad algunos de los aspectos de vida. Quedé absorta escuchando las explicaciones de Pepe. Era una experiencia totalmente nueva para mí. Sentía como si mi cuerpo flotase, fue una sensación corporal extraña y muy placentera a la vez. Al finalizar una de las partes le dije a Pepe: “¿dónde puedo saber más sobre esto?”. Su respuesta fue: “¡Haz el máster!”. Dudé, no sabía si era mi momento, pero lo que viví durante ese encuentro fue tan revelador que decidí apuntarme. No me equivoqué. Dos de las personas que compartieron conmigo ese curso de iniciación se convirtieron en compañeras de máster, a las que se sumaron otros muchos, todo ellos maravillosos, cada uno diferente, pero únicos e insustituibles.
Siento que el máster es un camino hacia la creación de un ser terapeuta único, tan único como somos cada uno de nosotros, con un marco común, el de la Psicoterapia Humanista Integrativa. Y es que realmente el máster es integrativo, no sólo porque integre en su hacer varios enfoques de la psicoterapia humanista, sino porque lo que se estudia, se vivencia, y cuando uno vive la experiencia en primera persona, la hace suya. Es también un camino de reflexión y contacto con uno mismo y con el otro. Cada uno emprende este camino con su propia mochila, más o menos cargada, con cosas para dar y con necesidades por cubrir. A este camino se incorporan personas que aparentemente no tienen nada que ver contigo, pero que no tardan en convertirse en auténticos compañeros de viaje. Ellos también tienen su mochila. Mientras uno va estudiando los módulos, adquiriendo conocimientos para ser terapeuta, camina acompañado, ahondando en su propia historia, en su forma de relacionarse, en sus emociones… con el privilegio de poder compartir los miedos y fantasmas, las alegrías y los logros, y sentirse acompañado cualquiera que sea su emoción. Sin duda de este modo, el peso de la mochila se va aligerando de lo que ya no sirve y se llena de todo el amor recibido. Tras mi paso por el máster mi mochila está más vacía, y he ido rellenando esos huecos libres de cosas que necesitaba y que he ido recibiendo. Ahora camino más ligera y más llena a la vez, camino acompañada y he aprendido a acompañar; eso es ser terapeuta.
Ésta es mi experiencia y estoy encantada de haberla podido compartir, pues quién sabe si contribuirá a que alguien dudoso, escéptico o con miedo como yo lo tenía antes de empezar, trace su propio camino de convertirse en terapeuta humanista integrativo.
Sara Garzarán
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