La educación de nuestros hijos: Límites y normas
01/03/2015
Todos empezamos de cero cuando afrontamos la educación de nuestros hijos. Podemos tener como referencia la que nos dieron nuestros padres, pero en ocasiones no es suficiente porque los tiempos cambian y la realidad de nuestros hijos lo hace con ellos. Además, cada niño tiene su propio comportamiento y hay que tenerlo en cuenta a la hora de marcar los límites y las normas.
¿Qué son los Límites y las Normas?
Los Límites y las Normas son elementos indispensables en la educación de nuestros hijos, además de fundamentales para aumentar su bienestar y favorecer su desarrollo.
Límite: mecanismo educativo que le enseña al niño/a lo que puede y lo que no puede hacer. Cuando se pone un límite siempre ha de ir acompañado de un motivo y de una explicación clara. Esto proporcionará seguridad y protección, ya que le guiará en su aprendizaje y desarrollo para hacer frente al día a día. Los límites, en la práctica, se traducen en Normas: establecen un orden de funcionamiento que favorece la convivencia familiar y su propio bienestar. Cuando un niño no tiene ni límites ni normas suelen aparecer faltas de respeto, desobediencia, desorden y comportamientos injustos o, por el contrario, conductas apáticas e indiferentes.
¿Para qué sirven?
Conocer las normas hace que ellos puedan predecir las respuestas posteriores a su conducta y las consecuencias de las mismas, ya sean positivas o negativas. Ser consciente de estas normas fomenta el que se hagan más responsables, se autorregulen, se sientan más seguros y protegidos, y sean capaces de generar sus propios valores internos.
Los límites y normas correctamente impuestos favorecen la gestión de sus emociones, incluso cuando no obtienen lo que quieren y se frustran por ello, promoviéndose así el respeto hacia ellos mismos y hacia los demás, lo que, indudablemente, les prepara para afrontar con más garantías los retos de la vida.
Hay muchos tipos de normas. Entre las más sencillas y cotidianas, encontramos el establecer una hora de acostarse o el no dejarle cruzar solo la carretera.
¿Cómo se ponen?
Lo más importante es que las normas han de fijarse de mutuo acuerdo por ambas partes, padres e hijos. Han de establecerse desde el cariño, siendo las normas realistas, justas y acordes a la edad y maduración del hijo. Hemos de elegir el momento adecuado, tanto para el niño como para el adulto. El mensaje ha de ser claro, coherente y explicativo, formulado en positivo y mirando al niño/a a los ojos al exponérselo. Hemos de asegurarnos que ha entendido que es lo que se espera de él, cuál es la norma y cuáles sus consecuencias.
Es importante que los padres sean estables en su cumplimiento y aprendan, en ciertas ocasiones, a decir “No” cuando la ocasión lo requiera. Las normas y límites se irán modificando según el niño/a vaya creciendo.
¿Qué hacer si no las cumple?
Los niños pueden tardar en incorporar e interiorizar los límites, pueden equivocarse o no cumplirlos. Cuando esto ocurra es importante no desaprobarles a ellos, sino a su conducta. Esto es, en lugar de decir: “Eres malo”, hay que trasformarlo en: “Eso está mal hecho”.
En caso de que se castigue o sancione, debemos hacerlo desde la serenidad del adulto, promoviendo la reflexión en el niño/a, observando sus emociones, analizando alternativas posibles o privándole/a de cosas que le agraden, tipo ver la tele o jugar a la consola. Es importante recordar que nunca debemos castigar a los niños eliminando situaciones positivas que favorezcan su salud o bienestar, tales como la práctica de un deporte.
Para concluir hemos de tener en cuenta que es igual de importante la correcta administración de límites y normas, como la valoración de los avances y esfuerzos de los hijos, de forma paciente, dedicando tiempo y siendo constantes. Los padres son figuras de referencia determinantes y han de aportar seguridad, protección, amor, cariño, educación, valores y confianza.
Alicia González Martínez
Psicóloga, Psicoterapeuta y Counsellor.
Gabinete Psicología Aletheia
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