¿Es verdad que los reyes son los padres?

02/01/2017

Hace mucho, mucho tiempo, en la tierra convivían personas, hadas y enanitos. Magia y realidad se entrelazaban, del mismo modo en que niños y adultos compartían la vida con naturalidad (y quizá precisamente por eso).

Pero un viento frío y gris, como un humo denso que se iba deslizando dentro de los corazones, fue distanciando el mundo de los mayores del de los niños. Aparecieron mil excusas para separarles, y el universo mágico permaneció junto a los pequeños, compartiendo juegos, lenguajes y modos de ver las cosas.

El viento gris y helado fue invadiéndolo todo, creando un muro transparente y fino que acabó separando también a los niños de aquellas maravillosas criaturas. El mundo empezó a quedarse sin magia… Los adultos, cada vez más enfadados. Los niños, cada vez más solos.

En un último intento desesperado para ayudarles, aparecieron tres magos de Oriente, vestidos con ricas telas, como reyes. Grande fue su sorpresa cuando vieron que no podían disipar ni transformar ese viento… y más grande fue la desolación de los niños. Pero entonces, los magos tuvieron una idea: “Pondremos una semilla en el corazón de cada bebé que nace, y ésta le protegerá antes de que el frio aire gris penetre”.

Así fue. Y los más pequeños se mantuvieron en contacto con todo aquel mundo maravilloso. Pero la semilla perdía su efecto con el paso de los años, seguía existiendo un abismo entre magia y realidad, entre niños y adultos. El viento gris continuaba sembrando prisas y mal humor. Algo no funcionaba…

Regresaron los tres magos y, después de mucho reflexionar, tomaron una decisión. “A partir de ahora, las semillas mágicas con las que nacen los bebés tendrán una nueva propiedad: transformarán a los adultos de su alrededor en hadas y enanitos. Cuando haya un niño pequeño en una casa, los mayores de su alrededor verán inexplicablemente cómo se despierta en su interior un personaje mágico que les hace actuar de forma secreta y misteriosa. Harán regalos y prepararán sorpresas, recuperarán el lenguaje antiguo de los símbolos, la invención y la poesía. No es que lo vayan a fingir, sino que la magia lo impregnará todo de nuevo”.

Los niños no quedaron muy convencidos. No se imaginaban a sus padres transformados en Papá Noel o en el Ratoncito Pérez…  “lo acabarán olvidando”, dijeron tristes. “De acuerdo”, contestaron los magos. “Cada año, cuando llegue el invierno, realizaremos un conjuro especial. Será tan poderoso que ningún adulto podrá escapar de él. Adornarán casas y calles, las llenarán de luces y colores, y prepararán mil sorpresas para vosotros. Se convertirán en reyes, y derrocharán regalos. Se sentirán mágicos y su corazón se enternecerá.”.

Pero”, añadieron, “este será un secreto entre los niños y los magos. Sólo nosotros sabremos de este maravilloso regalo que hacéis a vuestros mayores cuando llegáis a su vida: la magia.”

Y así ha sucedido desde entonces hasta ahora. Cuando llega un bebé, hadas y enanitos visitan su hogar, llenándolo de pequeñas sorpresas. Cada Navidad, personajes mágicos adivinan los deseos más recónditos y los convierten en regalos. Y gracias a los niños, la magia sigue existiendo. ¿Nos ayudas?

Berta Perez Gutierrez
Berta Pérez Gutiérrez.
www.musicaysalud.org

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