Terapia del niño herido (Personas maltratadas)
01/10/2005
El programa básico de tratamiento se divide en dos fases:
Primero hay una Introducción al Análisis Transaccional y/o a técnicas de Visualización
Etapa I
Objetivo. Está diseñada para superar el miedo crónico de que no se “es querible”, proporcionando una fuente permanente de cuidados para el cliente y un mecanismo seguro y supervisado con el que el cliente pueda obtener una gratificación directa a sus propias necesidades.
Interponer una figura PN entre el Niño asustado del cliente y el PC. Se ha descubierto que la Visualización es una vía excelente para conseguirlo.
– Primero, se pide que visualice al abusador: “¿Imaginarías a tu padre para mi?”. Habitualmente prefieren hacerlo con los ojos abiertos. A medida que lo hace, suele aparecer una repentina expresión de temor y pánico en la cara. Si no aparece, es que no se está realizando la visualización. Para estimularla, se pide que describa algunas características del abusador: expresiones faciales, ropa, acciones, verbalizaciones.. Normalmente, aparecen escenas en las que el abuso se está evitando o está llevándose a cabo.
– Preguntar al cliente dónde está en la escena, qué está haciendo, que edad tiene, qué siente, etc. . Cuando la escena se visualiza con éxito, el terapeuta se une al cliente con una charla cargada de indignación sobre la falta de conocimiento de cómo se deben tratar los niños e interpone el intermediario nutritivo. . El terapeuta puede decir: “¡Es terrible!, ese hombre no tiene idea de cómo educar un niño!. Ahora, tú eres una buena madre. Sabes como. Entra allí y ponte al cargo de esa situación.”. Este cambio no resulta en una fuente de incomodidad, y la posición de PN se vuelve dominante de manera consciente.
La resolución de la escena es la clave para completar la Etapa I. Los clientes jóvenes suelen manejar esto con aplomo, rescatan al N y lo llevan con ellos. La duda de que el abusador pueda no ser eludido de forma permanente se afronta con afirmaciones tales como: “Es tu cabeza. Puedes ir a cualquier sitio que quieras con ella, a Paris o a la Luna! -. El no puede encontrarte”. El terapeuta no cede hasta que el cliente se declara a si mismo que ahora el y su N están a salvo.
Por otra parte, los clientes mayores pueden rechazar más a menudo el Niño: “No me gusta!.No puedo!. Cuando ocurre este, el terapeuta trabaja con el A hasta que se hace claro que el Niño está siendo juzgado inapropiadamente por reglas adultas. Si el Niño piensa de si mismo que es defectuoso, se puede corregir empleando la misma técnica. Las personas con hándicaps no son responsables de sus hándicaps. . Las respuestas afectivas de cliente a esto, hacen obvia la falta de vínculo. Se instruye al PN para convencer a su N de que ahora asumirá la responsabilidad de cuidar al N, le ayudará cuando sea necesario, y le enseñará como avanzar constructivamente en la satisfacción de sus necesidades y en sus curiosidades..
Si el cliente presenta una queja aguda, ataques de pánico, dolores de cabeza, etc., se le instruye en observar las manifestaciones más tempranas del síntoma como una forma de llamada del N por atención. Se pide a los clientes, particularmente aquellos que fueron encerrados, que permitan al N acompañarlos como acompañaría un niño a su madre. En este momento, el humor del cliente debería reflejar un vínculo entre el PN y el N; son habituales lágrimas de dolor y un rostro radiante. . El aspecto es más indicativo de una recuperación que de una aflicción.
La cumplimentación de la Etapa I sigue de una remisión o mejora de los síntomas. El cliente puede informar que ellos, PN y N, están yendo bien o pueden fallar en mencionar los problemas de manera espontánea hasta la próxima sesión. Si se examina, es probable hacer conexiones entre la remisión de los síntomas . Los paciente más mayores terminan la terapia aquí. Satisfechos con sus progresos y poco dispuestos a reevaluar su comprensión del abusador y de su parte abusadora propia.. Generalmente se observa una mejora en diversas áreas, como asertividad, aun cuando la terapia no lo perseguía.
Etapa II
Está relacionada con el logro de la modificación del PN y el PC del cliente. Se acompaña de una reevaluación de las actitudes hacia el abusador. No se pretende necesariamente un perdón del abusador, aunque una relajación del odio es un objetivo valioso en aquellas personas que todavía tienen relación con el abusador.
En el proceso de comprensión de cómo uno podría llegar a maltratar a un niño, el cliente puede ser liberado de sus propias identificaciones con el PC del agresor.. La Etapa I protege el N del PC, la II va a invalidar las presuposiciones en las que estaba basado el PC.
– Se le pide que imagine a si mismo entrando en un teatro con escenario. El teatro es solo para él, será el único en el auditorio. Se estimula la visualización preguntando dónde está sentado, como son los asientos, etc.. Es un reportero para una producción privada y debe sentirse libre para hablar con el terapeuta, describiendo los personajes y lo que están diciendo.
Representando los cambios que el cliente ha percibido ya en si mismo, el terapeuta sugiere que el primer personaje que vaya al escenario sea la mujer que sería de aquí a 10 años ahora que ha cambiado. El personaje describirá como es su vida y como llegó a ser de esa manera. El cliente debe manifestar una respuesta afectiva positiva hacia este personaje. No obstante, el terapeuta puede observar en la descripción del cliente matices persistentes de no asertividad o de otros rasgos menos deseables. Cuando el personaje se ha completado, abandona el escenario.
– La identidad del proximo personaje en aparecer depende del sexo del abusador. Si era femenino, el próximo personaje será la mujer que el cliente habría llegado a ser si NO CAMBIASE. Si el abusador era masculino, o eran abusadores múltiples, el terapeuta puede optar por llevar a él o a ellos al escenario y explicar como había sido la vida y como él/ellos llegaron a ser de la forma que son. Si los abusadores fueron múltiples, pueden dejarse aparecer secuencialmente. Este personaje/s causa una respuesta inicial fuerte en el cliente, que puede provocar el retener su visualización . Si ocurre esto, se le pide que se cambie más atrás en el teatro a un lugar donde pueda tolerar el personaje. El cliente debe reconocer que el era meramente un blanco próximo para el dolor del abusador, y que, de manera significativa, la propia historia de vida del cliente podría haber sido la misma si no se hubiese cambiado a si misma.
En casos de sexo opuesto o abusadores múltiples, el terapeuta puede necesitar estimular indirectamente ésta asociación trayendo también al cliente no habiendo cambiado al escenario o recurrir a “desenmascarar” al personaje abusador para identificar al actor. “Un buen actor o actriz puede puede transformarse en cualquier personaje, incluso en uno del sexo opuesto. Permite al personaje quitarse la máscara para ver quien hay realmente”. La clave del éxito está en el reconocimiento del cliente de aspectos de sí mismo en el personaje.. El terapeuta puede reconocer facilmente que se ha llegado al punto cuando la conducta del cliente se vuelve triste y empática hacia el personaje. El cliente puede empezar a reinterpretar las experiencias pasadas con el abusador, o , si todavía está en contacto eon él, empezar a pensar en voz alta como llevará a cabo en adelante las interacciones con otros de manera humana que además le permitan una protección adecuada.
Después de completar con éxito la Etapa II se les pide a los clientes que durante unas pocas visitas de chequeo para observar los cambios conductuales. La tarea del terapeuta se limita a apoyar los cambios y dar permiso y estimular cambios posteriores independientes de la terapia. El terapeuta sabe que es competente para hacer los cambios que necesita hacer por sí misma; si siente la necesidad se le invita a volver en algún momento inespecífico del futuro.
M. W. Hopping & M. W. Plaut
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