Ser mamá hoy: un análisis de la maternidad en el siglo XXI
01/01/2014
La autora repasa conceptos vinculados a lo que las madres necesitan antes y después de dar a luz: la compañía, la contención y el rol de los padres
La maternidad es un proceso que no se da necesariamente cuando parimos al niño, sino en el transcurso de algún instante de desesperación, locura y soledad en medio de la noche con nuestro hijo en brazos, cuando la lógica y la razón no nos sirven, cuando nos sentimos transportadas a un tiempo sin tiempo, cuando el cansancio es infinito y sólo nos queda entregarnos a ese niño que no logramos calmar. El devenir “madres” implica también el disfrute al sentir a nuestro hijo respirar plácidamente cuando duerme, la felicidad infinita al verlo sonreír, al sentir su mirada incondicional y vulnerable.
Para entender la maternidad, según la psicóloga Laura Gutman, es importante aclarar que existe un periodo transitado entre el nacimiento del bebé y los dos primeros años de vida: el puerperio, estos dos años tienen que ver con el período de completa “fusión emocional” entre la madre y el bebé, esto quiero decir que sentimos, percibimos lo mismo independientemente de donde se origine la sensación, ni si el sentimiento pertenece al presente, pasado o futuro, ya que en el mundo emocional no importan ese tipo de fronteras. De hecho, las mamás “sentimos como un bebé” cuando no toleramos un sonido demasiado fuerte, cuando nos angustiamos si hay demasiada gente alrededor o cuando nuestros pechos se llenan segundos antes de que el bebé se despierte. Del mismo modo, el bebé “siente como su mamá” cuando expresa a través del llanto o de diversas enfermedades, un sin número de situaciones emocionales tales como: angustia por sentirnos exigidas por el varón, dificultades económicas, obligaciones que no podemos cumplir, la ausencia o lejanía de la propia madre, las pérdidas afectivas, etc.
En este tiempo es fundamental para las madres obtener cuidados, comprensión, aceptación y protección. Luego de atravesar el parto, de tener en brazos un nuevo ser totalmente dependiente, tras la pérdida de identidad que implica este evento en la vida de una mujer, es natural estar desorientadas y necesitar contención y acompañamiento.
¿Qué tipo de compañía necesitamos?
En primer lugar personas que no invadan con sus propios deseos o expectativas el territorio emocional que compartimos con el bebé. Evitando personas con ideas preconcebidas sobre lo que es correcto o incorrecto hacer, o que hacen comparaciones con experiencias de otros niños, esto sumará desconcierto y angustia cuando sólo tenemos que buscar dentro nuestro para encontrar una manera personal de relacionarnos con nuestro hijo. Necesitamos contar con personas que nos sostengan amorosamente.
¿Cuál es el rol de los padres?
Habitualmente la presencia de un niño nos lleva a reflexionar sobre cómo vivimos, qué esperamos unos de otros, qué organización familiar estamos dispuestos a construir y también nos planteamos los “roles” que como mamá o papá vamos a asumir. Si la madre se hará cargo emocionalmente del niño, necesitará que “alguien” se haga cargo emocionalmente de ella. Y el varón que tiene al lado será el mejor candidato para hacerse cargo de esta tarea. En este caso, no importa qué es lo que hace en función de su paternidad, no importa si baña al niño o si se despierta por las noches para calmarlo. Porque “es” padre en la medida en que sostiene emocionalmente a la madre para que ésta tenga fuerzas afectivas suficientes para acunar al niño.
¿Son compatibles maternidad y trabajo?
No importa si trabajamos o no, lo importante es la “presencia” durante las horas que sí estamos en casa, incluyendo la noche, la disponibilidad de afecto, tiempo, contacto corporal que nuestro hijo necesita. Siempre es posible seguir trabajando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin que el niño tenga que pagar los precios del abandono emocional, para esto tenemos que estar dispuestas a delegar todo lo demás que no sea el cuidado del bebé una vez que estamos en casa, colmándolo de besos, caricias, abrazos, sonrisas, pudiendo responder a sus reclamos.
Si comprendemos que lo urgente en casa es estar en contacto con nuestro hijo, nutrirlo de caricias y de leche, entonces el trabajo no será un obstáculo.
Lucila Sobrero
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