¿Quieres aprender a dialogar (y hacerlo bien)?
05/03/2018
Soy médico – psicoterapeuta y por tanto es primordial saber dialogar para ejercer bien mi profesión. Para que el proceso terapéutico pueda serlo, es necesario que se produzca una buena comunicación entre los dos polos de la relación terapéutica. Fundamental saber escuchar al otro como también lo es transmitir con precisión y cercanía lo que quiero comunicar a mi interlocutor. Para que se dé un buen diálogo deberé asegurarme de que el otro ha entendido lo que quería decirle y que yo he entendido adecuadamente lo que él o ella me han querido decir.
Disfruté mucho a finales de febrero, escuchando a Jaakko Seikkula, psicólogo clínico Finlandés, creador del modelo de intervención Diálogo Abierto. Nutrirme de maestros de alto nivel que vienen de fuera con ideas nuevas, me permiten abrir mi mente y mi corazón a diferentes horizontes. Mi cabeza se activa y aparecen pensamientos y asociaciones que encajan lo que el otro trae, con mi mapa del mundo, con mi forma de entender el proceso de lo que se trate. Activa mi autorreflexión.
Partimos de que el diálogo se inicia con el comienzo de la vida. Ese intercambio de energías entre madre y el ser incipiente, da lugar a una comunicación que no parará nunca. Los movimientos del bebé frente a su madre y la respuesta de ella, son parte de un baile comunicacional que establece los primeros pasos de ese aprendizaje en el arte de dialogar. Moviéndose con ritmo, el bebé establece y va integrando la regulación afectiva del acto comunicativo. Estos movimientos estimulan a sus padres o a sus sustitutos a actuar, propician las emociones y su expresión.
Naturalmente habrá infinidad de variables que se den entre madre e hijo, dependiendo de las historias previas, que interferirán positiva o negativamente en ese aprendizaje del diálogo. Por eso es tan difícil encontrar muchas personas que espontáneamente sean buenos dialogadores. A lo largo de nuestras vidas tendremos que ir aprendiendo de nuestros errores, corrigiendo lo que no funciona, observando a los demás e incorporando lo que encaje con nuestra forma de ser y así poco a poco, iremos mejorando.
En el diálogo se participa durante toda la vida. Con todo el cuerpo, alma y espíritu, invitando a la respuesta. Nos convertimos en humanos a través del diálogo. Debemos aprender a dialogar. De cómo lo hagamos dependerá el curso de nuestra vida.
Escuchar de forma activa, interesándonos por lo que el otro quiere comunicarnos. Hacer de esa escucha un acto de amor, de atención y de respeto incondicional, nos permite vincularnos al otro y a su discurso.
Para que exista un diálogo debe haber un intercambio entre las dos partes. Que los papeles se inviertan, que se alterne el flujo de la comunicación. A veces las preguntas juegan un papel fundamental en el diálogo pues modulan y concretan la dirección del interés del otro. Permiten precisar conceptos y aseguran que las dos partes están involucradas en ese baile tan maravilloso de intercambio de ideas.
Bloqueos del Diálogo.
Existen muchas formas de que una conversación entre dos personas deje de ser un diálogo, para ser otra cosa o … nada. Los llamamos bloqueos del diálogo. Hace más de 25 años aprendí de George Kohlrieser, uno de mis maestros, los diez bloqueos del diálogo que interrumpen una negociación. Aquello me impactó y enseño a mejorar mi capacidad para dialogar tanto en mi vida profesional como en la personal.
- El diálogo requiere que exista un verdadero compromiso de los dos interlocutores, si uno de ellos no está comprometido, si entra en pasividad, la comunicación se interrumpe realmente, aunque se siga hablando ya no hay un verdadero diálogo. Se necesita una presencia auténtica, estar centrados en el diálogo. Apartar el móvil, mirar al otro a los ojos, que el otro sepa que estás ahí con todo. Dejar fuera los pensamientos ajenos a lo que está pasando entre las dos partes. Escuchar con atención lo que nos están diciendo y no desconectar, ni tan siquiera para preparar lo que vamos a decir a continuación.
- Racionalización. Dos personas están hablando y una de ellas comienza a justificarse sobre algo que ha hecho o dicho, en ese momento se acabó el diálogo. La persona se está defendiendo de algo para no sentir o no aceptar su propia crítica interna o la externa proyectada.
- Redefinición. Cuando ante una pregunta el interlocutor evita responder contestando otra cosa diferente a la preguntada. La persona redefine la pregunta en su cabeza y su respuesta deja la pregunta sin responder. Entre los políticos lo vemos con mucha frecuencia. Parece que están respondiendo, pero realmente están colocando un discurso preparado o improvisado, que no se atiene a las preguntas formuladas.
- Un interlocutor habla con una necesidad interna de dar todos los detalles de lo que está contando, que además son innecesarios para seguir la conversación, pues se pierde el foco en la línea principal de lo que se estaba hablando. Esta persona ha entrado en regresión, siendo “el niño o la niña que fue” y necesitando desesperadamente el amor y la aprobación del otro. Como es natural, el diálogo que había entre dos adultos en el presente, se cortó.
- Cuando alguien en el curso de una conversación conecta con una emoción arcaica no resuelta y muestra una respuesta emocional excesiva y desproporcionada a los estímulos presentes que pudieran haber habido.
- Falta de ser honesto. La honestidad debe ser la regla entre dos partes que quieren dialogar. Cuando alguna de las partes se sale de ahí, el dialogo se bloquea.
- Falta de respeto. Es fundamental para que un diálogo sea adecuado que ambas partes se respeten, no se agredan, ni humillen, y que ninguna de las partes quiera quedar por encima del otro. Habrá que cuidar tanto a la otra persona como la relación con respeto, para que se mantenga el diálogo.
- Falta de ser directo. Cuando una persona habla, requiere de interés y atención por parte del otro. Una energía que tiene una duración muy limitada en el que escucha. Para que no haya desconexión, debemos ser directos en la transmisión de lo que queremos comunicar. Es muy frecuente ver el que alguien “se vaya por las ramas”, dejando la línea principal al lado y centrando la atención en algo accesorio. El diálogo quedará bloqueado.
- Exageración. Lleva implícito la separación de la verdad. En un diálogo se están intercambiando conceptos y comunicaciones, en una relación en el presente, entre dos adultos honestos. Cuando escuchamos una exageración, nuestra tendencia es a desconectar del contenido por salirse de la verdad y del comunicante por dejar de ser fiable. Como excepción podemos admitir una exageración jocosa, que busca hacer una broma o darle un tono informal y de guasa a la conversación.
- Generalización. Entre los dos interlocutores se están intercambiando palabras que tienen un significado y por tanto la persona que habla se compromete con el otro y con lo que está diciendo. Cuando se generaliza o se habla con palabras con múltiples significados, se está dando al otro una serie de palabras que evitan el compromiso, obligando al escuchante a crear en su cabeza el contenido no dicho por el hablante.
Si nos fijamos en cómo dialogamos, descubriremos en cual o cuales de los bloqueos caemos con más frecuencia. Siendo conscientes y tomando decisiones de cambio, iremos modificando nuestra forma de dialogar, mejorando nuestra calidad de relación con los otros.
Creo firmemente en la necesidad de aprender a dialogar, deberíamos aprender bien desde la infancia y ser corregidos entonces, cuando el cambio cuesta muy poco. Aun así, cualquier momento de la vida es bueno para cambiar. Solo necesitamos darnos cuenta y decidir dar el paso. Seguro que nos gustará el resultado.
El diálogo la base de las relaciones humanas partiendo desde el microsistema de la familia hasta el macro sistema social donde vivimos y nos desenvolvemos.
Estoy de acuerdo contigo. Por esto es fundamental que lo sepamos hacer bien.
Mochas gracias por tu comentario
Gracias Juan Francisco por tu comentario. Efectivamente es algo único del ser humano y también nos provoca muchos conflictos por no saber gestionar la mezcla de mensajes.
Muy interesantes reflexiones sobre el diálogo y lo que debemos evitar para mejorar el diálogo. El intercambio de mensajes racionales, emocionales y espirituales es una prerrogativa del ser humano.