Piel y Emociones: intervención desde la psicoterapia humanista integrativa. Psoriasis y Gestación
01/02/2018
RESUMEN:
La presente tesina tiene por objetivo hacer una revisión más o menos extensa de todos aquellos aspectos relacionados con las emociones y cómo éstas pueden influir en la presentación, desarrollo y/o evolución de patologías cutáneas, en particular de la Psoriasis; tomando en cuenta los aportes de las distintas corrientes psicológicas en las que se basa la Psicoterapia Humanista Integrativa (PHI). Para ello nos valemos de la experiencia psicoterapéutica de Verónica, mujer de 35 años con 16 semanas de gestación, quien después de la pérdida de su madre presentó un agravamiento de su Psoriasis, comprometiendo no sólo su estado físico sino también su embarazo. Hacemos una valoración cualitativa de la evolución del cuadro clínico de la paciente antes, durante y posterior intervención psicoterapéutica usando los principios de la PHI.
Palabras claves: Psoriasis, Emociones, Psicoterapia Humanista Integrativa.
ABSTRACT
This thesis aims to make a more or less an extensive review of all the symptoms related to emotions and how they can influence the presentation, development and evolution of cutaneous pathologies, particularly of Psroiasis. The contributions of the different psychocological frameworks on which Integrative Humanistic Psychotherapy (IHP) is based are taken into account. The psychotherapeutic experience of Veronica, a 32 – year – old woman who is 16 weeks pregnant, and after the loss of her mother presented an aggravation of her Psoriasis, compromising not only her physical state but also her pregnancy. Illustrates the thesis through a qualitative evaluation of the evolution of the clinical diagnosis of the patitent before, during and after the psychotherapeutic intervention using the principles of IHP.
Key words: Psoriasis, Emotions, Integrative Humanistic Psychotherapy.
INTRODUCCIÓN:
La Psoriasis (del griego ψώρα = sarna), es una enfermedad crónica e inflamatoria de la piel, de carácter no infecciosa; caracterizada por placas de base eritematosa o roja, escamativas, bilaterales, que son la base del diagnóstico. Afecta principalmente la piel y en menor porcentaje las articulaciones. La forma más frecuente, la Psoriasis en placas, produce descamación, picor, enrojecimiento, fatiga, dolor, quemazón y sangrado. Las causas de la Psoriasis, son básicamente desconocidas. Se piensa que una alteración de nuestra inmunidad (mediado por linfocitos T) serían los responsables del proceso inflamatorio de la piel, conllevando a una sobre proliferación de las células de la epidermis. Dentro de los factores de riesgo para esta enfermedad se encuentran los genéticos, con una amplia presentación entre familiares, otros como la diabetes, ciertos medicamentos, virus, bacterias, tabaco, obesidad y el clima, también han sido implicados en el desarrollo de este proceso inflamatorio. Un hecho que resulta interesante, y que no ha sido muy explorado en las investigaciones, en cuenta en las investigaciones, es que la mayoría de los pacientes identifican al estrés emocional o psicológico, como una condición que exacerba su condición dérmica. De allí qué, algunos autores consideren a esta enfermedad como una Psico – Dermatosis de origen Multifactorial, donde las emociones juegan un rol importante en su desarrollo y/o exacerbación. Desde los modelos propuestos por la Psico – Neuro – Inmuno – Endócrino – Cutáneo, de O ‘Sullivan, se intenta explicar la íntima relación entre mente y cuerpo, y sirve de base para el conocimiento sobre el origen de padecimientos dermatológicos inflamatorios que se activan o exacerban por nuestras emociones. De hecho, el estrés psicológico, por sí mismo, se ha comprobado que puede llevar a la activación del Eje Hipotálamo – Hipófisis – Suprarrenal, el cual conlleva a una liberación de catecolaminas (adrenalina – noradrenalina) y cortisol (o molécula del estrés), las cuales alteran el funcionamiento de los mastocitos (o células encargadas de la respuesta alérgica de la piel), cuya activación produce un desbalance inmune (de células T) y diversos trastornos dermatológicos como la Psoriasis.
En cuanto a su epidemiología, la Psoriasis se presenta entre los 15 a 40 años, afectando a ambos sexos por igual. En las mujeres tiene un pico máximo de incidencia a los 28 años, es decir en plena época reproductiva. Dentro del tratamiento, se considera la extensión y severidad de las lesiones; así tenemos: medicamentos tópicos (corticosteroides), sistémicos (metrotexate, azatioprina), biológicos (infliximab). Todos ellos con una limitada experiencia de uso en el embarazo, además del potencial riesgo teratogénico sobre el feto. El tratamiento suele ser largo y las tasas de remisión completa suelen ser baja, afectando la calidad de vida de los pacientes.
Es así que, en Febrero del 2017, tuvimos el caso de Verónica (nombre que ha sido cambiado de acuerdo a las normas éticas de la Asociación Psicológica Americana), quien presentaba Psoriasis desde la juventud y que además se encontraba Gestando. Lo particular del caso, estaba en que su Psoriasis había empeorado durante su Embarazo (era una Psoriasis clasificada como grave), el período gestacional en que se encontraba (16 semanas) limitaba el uso de cualquier tipo de fármacos, incluyendo psicofármacos y además se encontraba atravesando un período de duelo por la muerte de su madre. Ante esta realidad y por lo limitado de las opciones terapéuticas que se le podía ofrecer, nos preguntamos si ¿Es posible que las emociones negativas de Verónica, al estar atravesando un período de duelo, estuvieran determinando una presentación aguda y grave de su Psoriasis? Y si es así ¿Existe una correlación entre la mejoría psíquica o emocional y la gravedad de sus lesiones?. Otra pregunta que nos formulamos fue si ¿La intervención psicoterapéutica desde los pilares de la Psicoterapia Humanista Integrativa (PHI), podrían ayudar a mejorar la condición dérmica de esta paciente, considerando la no intervención de fármacos específicos para la Psoriasis, excepto corticoides?. El propósito de la presente tesina, es hacer una revisión de los aspectos emocionales y su rol en la exacerbación de la Psoriasis, basados en un caso clínico, tomando en cuenta los principios teóricos de las corrientes psicológicas en que se basa la PHI, así como también describir el proceso psicoterapéutico de Verónica y la mejoría de sus lesiones con nuestra intervención.
EL PROBLEMA DE LA DUALIDAD MENTE – CUERPO.
La mente y el cuerpo, no están divididos y eso lo sabemos desde las épocas de Hipócrates y Galeno; pero aún así las personas y la comunidad médica hablan de su enfermedad como si fuera algo que no les pertenece, como si no formara parte de ellos y sólo buscan librarse de lo que les aqueja. De hecho en muchas historias clínicas sólo recogemos los aspectos relacionados al órgano enfermo, y muy poco a la vida afectiva de la persona. Cuando me preguntan del porqué elegí ser psiquiatra, entre las muchas razones, contesto porque durante mi internado médico me “cansé” de ver a las personas como simples “órganos”, como un riñón o un pulmón frío, que se queja, que duele, que es no deseado por estar enfermo y que necesita ser extirpado o “curado” por los que se supone “saben más”, los médicos. Me comencé a dar cuenta que esas personas a las cuales les preguntaba por sus síntomas, tenían algo más que contar, detrás de esos “órganos enfermos”, habían también historias que narrar, tristeza que expresar y llanto que reconfortar. Algo curioso era escuchar a mis propios compañeros de internado y los médicos asistentes decir: “anda y escucha a esa paciente que está llorando, ese es tu campo”. En el fondo pienso que los médicos tenemos miedo de contactar con las emociones expresadas por nuestros pacientes, ¿Acaso tenemos miedo a contactar con alguna de nuestras propias emociones viendo, por ejemplo, llorar a un paciente?, si es así, entonces lo mejor que podemos hacer es sólo prescribir un medicamento y mandarlos a su casa. Por otro lado, con la psiquiatría “me perdí” de eso que ya me había dado cuenta en el internado de medicina y comencé a ver a los pacientes como órganos que necesitaban un medicamento para controlar sus “estados emocionales alterados” y es que mi formación fue puramente biológica y resulta curioso ver que muchos pacientes a quienes trataba y trato vienen por sus medicamentos únicamente, ellos mismos se ven como órganos enfermos, fríos, sin vida, sin mensaje. A pesar de reconocer el valor de los psicofármacos en los trastornos psiquiátricos, también pienso que con ello contribuimos a “enajenar” más a las personas, a alejarlas más de sí mismos o la “dicotomización de la medicina” que ve al cuerpo y a la mente como entidades separadas, sin relación la una con la otra.
Sin embargo, un hecho curioso, es que desde épocas antiguas; los brujos, curanderos o chamanes conocían perfectamente la relación mente – cuerpo y que la cura de muchas de las “enfermedades físicas” de sus pacientes radicaba en el tratamiento de la psique, toda vez que atribuían a la enfermedad un componente divino o mágico, como posesiones demoníacas o castigo de los dioses. A través de brebajes y conjuros, el Brujo trataba de “sacar” del alma del enfermo el espíritu que había enfermado a su paciente.
Rene Descartes (1663), se encargó de separar la mente del cuerpo, aduciendo que la causa de todas las enfermedades estaban en lo físico y por tanto el tratamiento consistía en hacer desaparecer la enfermedad tratando los síntomas o eliminando la causa. Con esta idea, incluso muchos enfermos mentales eran tratados con medidas físicas como sumersiones en agua helada, contención, electro – convulsivo terapia, lesión de los lóbulos frontales entre otras formas para curar el cerebro que estaba produciendo la alteración mental. Freud, a través de lo aprendido de Charcot, demostró con la hipnosis cómo síntomas psicológicos en la histeria podían ser “convertidos” a síntomas físicos en forma de parálisis o ceguera. Nació así la idea que también podía haber una “causalidad psíquica” en la producción de síntomas catalogados puramente “orgánicos”. Con su paciente Anna O, demostró que la llamada “cura de charlas” era la forma de tratar estos síntomas físicos, ya que cuando esta hablaba de sus males, los síntomas tendían a desaparecer. Para Freud, por tanto, había una “causa” (modelo de la causalidad) de la enfermedad, hablando de la posibilidad que estas “causas”, de índole psicológica, estaban en un lugar que él denominó inconsciente. A partir de las demostraciones hechas por Freud, nace el enfoque psicosomático con Félix Deutsh (1933), al aceptar la existencia de causas psíquicas en el origen de enfermedades orgánicas. Son ejemplos clásicos de enfermedades psicosomáticas: la Psoriasis, la colitis, úlcera péptica, entre otras. Deutsh planteaba “… en una época anterior a la evolución completa de la vida instintiva, un trastorno orgánico se unió a un determinado conflicto psíquico, creándose así una unidad “psicosomática”. Cuando el antiguo conflicto psíquico se torna activo, el órgano asociado originariamente con el conflicto es el que produce los síntomas. Esta fusión tiene una energía potencial, de modo que reaccionará como una unidad siempre que se estimule un elemento de tal unidad”. Este enfoque ve el cuerpo y la mente como entidades distintas que pueden afectarse causalmente entre sí. De acuerdo a Lowen, en las llamadas enfermedades psicosomáticas no hay un agente etiológico específico que sea el único responsable de la enfermedad. En la génesis de estas enfermedades los factores emocionales juegan un papel importante, aunque remarca: “… en un sentido general todas las enfermedades son psicosomáticas, porque la actitud y los sentimientos de una persona influyen tanto en su aparición como en su curso”.
Las teorías Monistas plantean que la mente es sólo un proceso químico – eléctrico del cerebro y por tanto se deben tratar únicamente con psicofármacos. Las teorías Dualistas, por otro lado, enfocan a la mente y el cuerpo como entidades completamente separadas y por tanto, se requeriría terapia verbal para la primera y física para la segunda. En base a esto las terapias psicoanalíticas o la centrada en el cliente de Rogers, utilizan intervenciones casi exclusivamente verbales, mientras que otras como la estructural de Rolf, la técnica de Alexander, utilizan el trabajo con el cuerpo como si este estuviera separado de la mente. Es decir, muchos investigadores, tanto de la “mente” como del “cuerpo”, no han hecho más que seguir dividiéndonos, enajenándonos hasta tal punto que cuesta aceptar tanto a las personas como a la comunidad médica, la existencia de esta imbricada y estrecha relación entre mente y cuerpo, relación tan sólida y frágil a la vez, que la afectación de una conlleva a la descompensación de la otra. Adriana (Nana) Schnake nos remarca: “Así como en cualquier célula está la estructura genética total del individuo, en cada órgano hay una información total de la persona… los conflictos psíquicos de la persona algo tienen que ver con su enfermedad… (Es un error) separar al individuo en mente y cuerpo...”. Incluso nos recuerda cómo Perls fue el primero en denunciar ese hablar en tercera persona que usamos al referirnos a nuestro cuerpo o sus partes: la cabeza, el estómago, en lugar de decir mi cabeza, mi estómago, con la finalidad de ser conscientes de todas las partes de nuestro cuerpo como propios, no divididos u objetos que no tienen vida y a no ponernos en manos de otros como un paquete que no sabemos qué contiene.
Desde el punto de vista fisiológico, la piel es uno de los órganos más sensibles a las emociones. Probablemente sea responsable de ello el origen embriológico común ectodérmico de la piel y del sistema nervioso que hace que ambas estructuras tengan en común multitud de neuromoduladores, péptidos vasoactivos y sistemas bioquímicos de información interna. Los trastornos dermatológicos o cutáneos han sido considerados tradicionalmente como pertenecientes a la “psicosomática”, pues se conoce que pueden ser precipitados o exacerbados por el estado emocional de la persona. Respecto de diversos trastornos cutáneos como la psoriasis, la dermatitis atópica, la urticaria, la alopecia areata, etc., se mantiene que existen muchos factores que pueden actuar como desencadenantes de los brotes. Entre ellos las alteraciones emocionales, que pueden tanto causarlos como exacerbarlos.
PIEL Y EMOCIONES:
La piel tiene una función protectora, nos hacie sentir placer o dolor. En el lenguaje cotidiano solemos decir de alguien que tiene “la sensibilidad a flor de piel”, para indicar que se trata de una persona que siente la vida con intensidad dolorosa, como a quien le faltan algunas capas a su piel y el mínimo contacto le provoca escozor. Refleja la similitud de la experiencia vivida y la relación entre la herida del alma y la de la piel. Nuestra piel expresa instantáneamente nuestras emociones. Cuando nos ponemos rojos de cólera o vergüenza, pálidos ante la angustia o lívido de miedo o el terror nos deja empapados de sudor o incluso cuando un animal nos agrede porque “huele” nuestro miedo. En éstas ocasiones nuestra piel actua como sistema de señales de un lenguaje no verbal que habla por nosotros revelando situaciones internas que muchas veces preferiríamos ocultar. Pero cuando la emoción no es puntual sino mantenida durante días o años, actua como un factor irritativo constante provocando la estructuración de lesiones que tanto el que las padece como el médico mecanicista que ve la piel como aislada de la totalidad funcional, no suelen relacionar con los problemas psico- emocionales. El reconocimiento la estrecha relación que existe entre la piel y las emociones son trascendentes ya que constituyen componentes centrales en la respuesta terapéutica. El desconocimiento u omisión terapéutica de la comorbilidad en la esfera psicológica (emociones), cuando ésta está presente, tendrá un impacto adverso en la relación médico – paciente, la adherencia terapéutica y la respuesta global al tratamiento instituido. Pero ¿Qué características tiene la piel?: la piel es el órgano más grande del cuerpo, pesa aproximadamente 4 kilos y tiene una superficie de 2m2 cubre todo el cuerpo, excepto donde se convierte en mucosa (cavidades) . Si la piel nos pudiera hablar nos diría algunas características de ella: “yo te cubro por entero. Soy lo que ven de ti por fuera. Te doy tu identidad, no solo porque en mí estén tus famosas huellas digitales, sino porque si yo no estuviera en tu cara, no te reconocerían. Te protejo de todos los elementos peligrosos del ambiente. Te protejo en la medida que soy sensible y vulnerable y tú haces caso de mis avisos. Soy extremadamente flexible y adaptable. Siempre muestro lo que está pasando en ti; en mí se puede ver cuando tienes miedo o cuando estás contento. Soy íntegra. Afortunadamente, tengo una inmensa capacidad de recuperarme y regenerarme. Te permito sentir; yo transmito la sensación de contacto, desde las manos que te tocaron al nacer hasta el agrado y rechazo que puedes experimentar en el contacto con los demás. Soy la que separa y te une al mundo. Tu límite y tu contacto.” (tomado del libro Enfermedad, Síntoma y Carácter de Adriana Schnake).
Por otro lado, afirmamos que las emociones (del latín emotio que significa impulso para la acción), se sienten en el cuerpo, es decir existe una correlación somática para cada una de nuestras emociones. Identificar una emoción como agradable o desagradable es muy importante, porque nos permite estar en armonía y en congruencia con lo que pensamos – sentimos – hacemos. Sin embargo, también podemos “somatizar” una emoción, creando una enfermedad psicosomática, cuando tenemos dificultad para ponerle nombre a aquella emoción que sentimos (alexitimia). Entonces el cuerpo “comienza a hablar”, y así podemos ver: Que El Miedo, corporalmente se manifiesta con sequedad de boca, sudoración, temblor, sensación de falta de aire o ahogamiento, diarrea, urgencia miccional, relajación de esfínteres, morderse las uñas, terrores nocturnos, comportamientos de inhibición y conductas evitativas como negarse a realizar alguna actividad, además de una serie de patologías tanto digestivas, respiratorias como dermatológicas, quizá como un fallo del órgano que está siendo estimulado constantemente por esta emoción, a la cual no se le ha puesto nombre ni identificado de dónde proviene. La forma más natural que tienen los niños de exteriorizar el miedo es gritando y llorando. La Rabia, la podemos manifestar en la mandíbula apretándola, el ceño fruncido, labios apretados, la frecuencia cardíaca se acelra y aumenta la presión arterial, además de presentar el rostro rojo como una forma de eliminar el exceso de temperatura generada. La rabia es una respuesta emocional de defensa ante una situación que nos estimula a la agresión o frustración. La Rabia, es quizá la emoción más difícil de manejar ya que está socialmente mal considerada y sin embargo es necesaria para mantener la integridad personal. Lo más común es que sea reprimida y luego mal expresada, a destiempo o fuera de lugar, alejada del contexto que la originó y de forma explosiva, desproporcionada o violenta. En ocasiones la piel manifiesta un conflicto en relación a la Rabia, desarrollándose erupciones de presentación rápida, con inflamación brusca de la piel que ponen de manifiesto un substrato alérgico y por su forma de presentación nos hablan del contenido violento de la persona que las vive. La tristeza, corporalmente la podemos manifestar como dolor en el pecho, a través del llanto, los hombres está caídos, la mirada en el piso, el tono de voz bajo, apagado, lacónico; nuestro cuerpo se encuentra sin vida, fuerza, nuestro movimiento es lento, el rostro de abatimiento y tristeza. En los ancianos observamos el signo de la omega que se manifiesta en la frente. En los niños la tristeza se puede manifestar como cansancio, mal humor, pérdida del apetito y pasividad en el juego. El Poder, es parte de la emoción que nos conecta a nuestro sentido de fuerza, la confianza que sentimos para enfrentar los retos de la vida diaria. Corporalmente se manifiesta con la cabeza y barbilla alta, cuerpo erguido y hombros hacia atrás sacando pecho, tono de voz firme, alto y decidido. El cuerpo está en actitud para la acción. La Alegría, la manifestamos corporalmente a través de la risa a carcajadas, nuestros ojos se notan brillantes, estamos abiertos al disfrute, podemos mostrarnos activos, atentos a las cosas y al compartir con los demás. El Amor, también lo sentimos en algunas partes de nuestros órganos, especialmente en el corazón y el estómago. Cuando estamos inundados de eso que llamamos amor, comienza a generarse en nuestro organismo distintas reacciones hormonales como la liberación de adrenalina, dopamina, entre otras sustancias que permiten que su expresión corporal la sintamos al acelerarse el corazón, aumenta de las cifras de tensión arterial, aumento de la respiración y del metabolismo en general. Lo podemos manifestar con besos, abrazos, caricias, con palabras o gestos.
MATERIAL Y MÉTODOS.
Se trata del análisis y descripción de caso de Verónica, a quien conocí en Febrero del 2017, a través de una junta médica. Verónica, una paciente de 32 años con Psoriasis desde los 16 años, había empeorado su condición dérmica con esta su primera gestación. A pesar del tratamiento instaurado con corticosteroides orales y tópicos, sus lesiones eran agudas y se habían extendido más allá del 10% de superficie corporal, es decir era una Psoriasis Grave. La sospecha de un componente afectivo tras la muerte de su madre, llevó a sus médicos tratantes a realizarme una interconsulta. Después de la valoración del caso, decidí realizar una intervención psicoterapéutica, basado en los principios de la PHI. La intervención tuvo una duración 24 semanas, con una frecuencia de 1 vez por semana, en donde se fueron analizando diferentes aspectos más allá del motivo de consulta. Se tuvo que finalizar por la fecha de parto de la paciente. Se aplicaron la escala de Depresión de Beck, Escala de Calidad de Vida para Psoriasis, el Esquema de los 5 niveles de José Zurita; las cuales sirvieron para determinar el impacto de la intervención psicoterapéutica en la evolución emocional y dermatológica de la paciente.
PRESENTACIÓN DEL CASO
Conocí a Verónica a inicios de Febrero del 2017. Cuando le pregunté por el motivo de consulta me respondió: “El dermatólogo dice que seguramente debo tener algo mi mente que hace que mi Psoriasis no mejore”. Se presenta como una persona respetuosa, sonreía poco y sólo por educación, no presenta mucho entusiasmo. Respetuosa, puntual, ordenada, exigente por momentos. Al momento de la evaluación, se encontraba gestando de 16 semanas, por lo que no podía continuar con su tratamiento habitual (Metrotexate) debido al riesgo de toxicidad sobre el feto. La madre de Verónica había fallecido en diciembre del 2016, después de 02 años de tratamiento para un cáncer de colon. Esto impactó mucho en la vida emocional de Verónica, toda vez que el vínculo entre ellas era muy fuerte. La primera impresión que tuve de Verónica, fue la de una mujer muy exigente para conmigo, demandante de “Ser perfecto para ella”. Me mencionó que anteriormente había llevado psicoterapia: “La terapia del perdón”. Me mencionó que había leído mucho sobre Psoriasis e incluso me corrigió en cuanto a la fisiopatología de la enfermedad. Me daba la impresión de querer entrar en competencia conmigo, descalificándome sutilmente. La percibía como rígida y perfeccionista, por ello mi vivencia contratransferencial al inicio fue de cólera. Durante las primeras semanas me sentí desvalorizado como terapeuta y sentí la angustia de quizá no hacer bien las cosas para ella o no ser lo suficientemente bueno en “curar” a Verónica de sus lesiones con mi intervención psicoterapéutica. Verónica es la 5ta de 7 hermanos. Se crió con el padre hasta los 06 años, época en que se fue de casa para formar otra familia. Cuando esto ocurre, la madre pedía a Verónica llamar o ir a ver a su padre para que regresara a casa. Le decía que era por el bienestar de la familia, que su padre le haría caso sólo a ella. Verónica describe esta experiencia muy humillante porque la mayor parte de las veces le contestaba y recibía la nueva pareja del padre, quien la insultaba y echaba de la casa. Cuando Verónica decía NO a la madre o le mostraba su enfado, esta dejaba de hablarle o simplemente no salía de su cuarto y eso generaba culpa en Verónica. Con el tiempo, la madre comenzó a enfermar, solía esta en casa, deprimida por lo que Verónica se tuvo que hacer cargo de ella. Por otro lado, refiere que sentía cólera contra su padre por haberlos dejado, aunque después de un tiempo se acostumbró y “dejó de sentir”, ni cariño ni cólera por él. En general, el padre ha sido vivido por Verónica como ausente. En la escuela, fue una alumna destacada, no quería darle preocupaciones a su madre. Se hacía cargo de sus hermanos menores. Buscaba complacer a la madre la mayor parte del tiempo. Era disciplinada y metódica para poder organizarse en las tareas tanto del hogar como de la escuela. Con el tiempo la madre fue recuperándose. Era sobreprotectora con Verónica y el resto de sus hermanos pequeños. A los 16 años, presentó su primer brote de Psoriasis. Le recetaron unos preparados, con lo que las lesiones desaparecieron y pensó que se habían “ido para siempre”, lo cual no fue así. La madre comenzó a sobreproteger a Verónica pues no quería que la molestaran por sus lesiones o se burlen de ella. A los 20 años, el padre de Verónica decide regresar a casa, pero la relación entre ambos no era buena, mas bien distante. A los 23 años, decide ir a otra ciudad donde terminó la carrera de educación y trabajaba como profesora de educación inicial. Frecuentemente regresaba a casa. Refiere que se preocupaba porque su madre estuviera bien. A los 28 años se casó, refiere llevarse bien con su esposo, es una persona que la quiere y apoya en todo, aunque le moleste no haga las cosas a la manera de ella. A los 30 años, regresa casa ya que su madre enfermó con cáncer de colon, para cuidarla a tiempo completo. La vivencia con su gestación es un tanto ambivalente, pues por un lado deseaba gestar, pero considera que su bebé no ha venido en el momento “correcto” y teme que tenga alguna malformación.
Realicé el diagnóstico de Trastorno de Adaptación con síntomas ansiosos y depresivos (F43.2 CIE 10).
DIAGNÓSTICO BASADO EN EL ANÁLISIS TRANSACCIONAL.
Verónica presenta una personalidad neurótica, y da muestras de gran angustia del tipo: “No soy lo suficientemente perfecta”, “No soy digna de afecto”. Impulsores: “Sé Perfecto”, “Sé Fuerte”, “Complace a los demás”. Mandatos Parentales: “No disfrutes”, “No sientas”, “No confíes”, “No seas niña”. Tipo de Juego Psicológico que practica: “Usted no puede hacer nada por mí”, “Sí pero…”. Estado del Yo: Padre Crítico y Adulto. Sentimientos Parásitos: Ansiedad, depresión, Rabia, tristeza. Sus comportamientos pasivos son claramente: la Sobre adaptación y la Incapacitación. Aparecen también defensas histéricas. Como mecanismo defensivo, utiliza la Racionalización. En términos de análisis estructural, su estado del Yo dominante es el Adulto, aunque detrás existe un Padre Crítico que trata de pasar desapercibido, al pedir que sea perfecto o eficaz para ella. Por lo tanto, consideré que Verónica presentaba una Adaptación de Personalidad Obsesiva, con defensas histéricas.
EL PROCESO DE TERAPIA:
Con Verónica, trabajé 24 sesiones individuales. El primer objetivo fue el de crear un vínculo con ella, en una relación terapéutica donde se sintiera segura, aceptada, validada y normalizada, utilizando la Sintonía e Implicación de Richard Erskine. La puerta de entrada fue el pensamiento. Nuestra relación inicial fue de Adulto a Adulto, haciendo preguntas, pidiendo información, transmitiéndole a su vez todo mi respeto hacia ella, “contacto con tacto”, esto me serviría para realizar mi indagación fenomenológica. También utilicé mi Padre Nutricio. El hecho de sentirse escuchada y tenida en cuenta fue importante para ella, sentirse validada en cómo ve ella el mundo fue una tarea que dio resultados para crear el vínculo. Le brindé información de cómo sería el proceso psicoterapéutico. Fue importante tener en cuenta La Racionalización de Verónica, así como su propio marco de referencia. La creación de un vínculo seguro y confiado fue muy importante para ella. Introduje ciertos términos básicos de la PHI desde el a) Análisis Transaccional, b) la Gestalt, c) Teoría del proceso del duelo, e) la incorporación del cuerpo en el proceso terapéutico; con la finalidad de darse cuenta, de cómo se había relacionado con su enfermedad actual, con su familia y el duelo de la relación con su madre. Uno de los primeros trabajos que realicé, en términos de técnica, fue el diálogo con su enfermedad, utilizando la técnica de las dos sillas. El hablar con su Psoriasis nos permitió realizar algunos descubrimientos importantes. Ella sabía mucho de su enfermedad, de cómo se formaba, porqué se producía, pero poco o nada de cómo funcionaba su piel y para qué le servía. En algún momento tomé el lugar de su piel y establecimos un diálogo con la información que previamente me daba realizando el ejercicio. Surgió una característica de la piel la Vulnerabilidad, y pareció una “palabra mágica”, porque le permitió explotar en llanto. Verónica muchos años se había sentido tan vulnerable pero la había guardado y no reconocido que esa característica de su piel también era de ella. Así que le permití llorar, era la primera vez que lo hacía, dándole el espacio suficiente para hacerlo. En una segunda sesión continuamos con el diálogo y surgieron otros “mensajes que la enfermedad nos daba”: Ver anexo.
En un momento y al tomar el lugar de la Psoriasis, le pedí que se despidiera de ella, con la intención de crear una relación de amistad con la enfermedad, que en definitiva la llevará por el resto de su vida. Este trabajo fue importante porque Verónica comenzó a expresar emociones como la Rabia, el dolor, que las reprimía. Una vez que sentí que nuestro vínculo se había formado, me comencé a sentir mucho más cómodo con ella. Pienso que un hecho importante fue darle “permiso” a Verónica para expresar sus emociones. Así que ahora el objetivo era unir pensamiento y emoción. Utilicé la técnica del SPEC (Situación – Pensamiento – Emoción – Conducta). Utilizamos un ejemplo que ella trajo y era: “…mi hermana me llamó el domingo y me dijo que fuera a su casa para cocinar, pero estaba muy cansada, le quería decir que No pero comencé a sentir culpa…pensaba que si se lo decía me diría que era mala con ella, que encima que me invita a su casa a pasar un rato con su familia, le desprecio la invitación…así que terminé aceptando…”. Le pregunté si esta situación le resultaba familiar y contactó con lo que su madre hacía con ella, lo que describí al principio. Le pedí me explicara qué emoción sentía y me dijo que sentía rabia, porque su madre abusaba de ella, y se dio cuenta que tiene una gran dificultad en decir No, mayormente a las mujeres. Esto resultó interesante porque Verónica se permite expresar lo que realmente siente a los hombres de su familia, pero a las mujeres “No puedo hacerlo”. Contactamos con esas experiencias del pasado, en su relación con la madre a quien tampoco podía decir No ya que la veía “ponerse triste” si no la complacía. Utilicé también el señalamiento, cada vez que Verónica expresaba una emoción la expresaba en su cara, la cual se ponía muy roja, pero para ella pasaba desapercibida. Esto permitió unir la emoción, la situación con la sensación física y por ende su piel. En un momento de nuestras sesiones, le propuse el trabajo de la entrevista con la Madre. Esto resultó valioso porque Verónica pudo “escuchar a su madre” y saber de dónde provenía su forma de relacionarse con ella. Pudo “enterarse” que la madre percibía a Verónica como una fuente de apoyo ya que era la que más pegada estaba a su madre a diferencia del resto de sus hermanos. Además le ayudó a ver la forma en cómo se había relacionado con la madre desde pequeña. Entre ambas se había formado una Simbiosis gran parte de su vida e inclusive hasta el final. En otra variante de la entrevista a la Madre, fue el establecer un diálogo entre ambas. Verónica pudo expresarle de manera imaginaria la rabia que sentía cada vez que le pedía ir a buscar a su papá y la culpa que no le quedaba cada vez que desobedecía a la madre, ponerle nombre a eso que sentía y quedó bloqueado en su momento fue muy importante para ella, ya que no se había dado el permiso hasta en ese entonces de expresar lo que quiso decirle a mamá y no se atrevió. No pude realizar exactamente el trabajo de Duelo con la madre; sin embargo, al quinto mes de terapia, me dijo algo “que había dejado de pensar en su mamá y estaba concentrada en el nacimiento de su bebé”. Así también, trabajamos sobre los permisos. Verónica tenía una gran dificultad para decir NO cuando así lo deseaba. Así que comenzó a ensayar diciéndole No a su hermana, porque se sentía cansada o quería hacer otra cosa. Hicimos un “mini – contrato” para “disfrutar” y me contó que había realizado un viaje a serranía, lugar de altura: “Todos se sorprendían y me preguntaban si me sentía bien, les decía que sí, al inicio no pensé viajar pero luego dije que sí porque era algo que quería…”. El trabajar en los permisos como: el poder disfrutar, permiso para sentir, para expresar deseos; fueron procesos que poco a poco los logró integrar tanto a nivel cognitivo como emocional.
RESULTADOS:
Se realizaron las siguientes mediciones: Escala de Beck para síntomas depresivos (DBI), la Escala de Calidad de Vida en Dermatología (DLQI) y el Esquema de los 5 niveles de José Zurita. Las dos primeras se realizaron en las semanas 1, 12 y 24. La última al inicio y final de la intervención.
La BDI, es un instrumento que mide la intensidad de los síntomas depresivos. En la tabla Nº1 (VER ANEXO) podemos ver que al inicio de la terapia puntuó en 25, lo cual indicaba una intensidad de los síntomas en moderados. Posterior a la intervención, encontramos en la semana 12 una puntuación de 15 para que al término obtuviera 5 puntos, intensidad mínima o nula.
El DLQI: este instrumento es específico para evaluar la calidad de vida de las personas con enfermedades dermatológicas como la Psoriasis. En la tabla Nº 2 (VER ANEXO)podemos observar que la afectación para Verónica era Extremo. Para luego al final de intervención llegar a un pequeño efecto.
El esquema de los 5 niveles de José Zurita, lo podemos también apreciar en el Anexo 3, al inicio y al final del proceso psicoterapéutico.
DISCUSIÓN:
El esquema de los 5 niveles de José Zurita, nos sirve para darnos cuenta de las emociones que traía Verónica a Terapia. La Rabia, el Miedo, la Tristeza; eran emociones básicas que incluso ella no las tenía presente, tenía gran dificultad para expresar verbalmente lo que venía sintiendo durante muchos años. El trabajar a nivel emocional, a este nivel, le sirvió de mucho para ir poniendo nombre a cada pensamiento que tenía y su correlato emocional tanto en su mundo afectivo como en el cuerpo. Verónica durante muchos años se había guardado la rabia hacia su madre, que con el trabajo emocional y los permisos que se le “otorgaron” en terapia poco a poco comenzó a identificar lo que realmente sentía. Mandatos como No Disfrutes, No sientas, se han gestado en ella desde muy pequeña; lo cual va en relación a sus impulsores como: Sé Fuerte y Complace a los demás. De acuerdo a la Gestalt, en cada célula está la estructura genética del individuo y en cada órgano hay una información total de la persona. El ser humano al no estar dividido en cuerpo – mente, sus propios conflictos tienen que ver también con el carácter o la cualidad de su enfermedad. Por tanto la etiología emocional puede verse en patologías catalogadas como orgánicas. Enfermar del corazón, del estómago, el útero; tiene una relación única entre las características de esa persona y el órgano afectado y el síntoma es como un aviso que se mantiene en el cuerpo hasta que se le hace caso. Cuando no le prestamos atención, se manifiesta como enfermedad que expresa lo que está ocurriendo. No es tan importante la enfermedad en sí, como el órgano afectado. En el caso de Verónica, vemos que el órgano afectado es la piel. Como hemos mencionado la piel es como un escaparate, que comparte muchas sustancias químicas y neurotransmisores con el cerebro que se liberan con nuestras emociones. Nuestras emociones, pensamientos y todas aquellas creencias están expresadas en nuestra piel. El grado de aceptación que tengamos de nosotros mismos estará reflejado en nuestra piel. Del caso de Verónica, se pudo identificar la Rabia como emoción no expresada a todos esos acontecimientos vividos con la madre. Desde el trabajo Gestáltico, se pudo identificar que la agresividad no expresada constantemente era Retroflextada hacia ella misma, lo que le dejaba aún más triste. La enfermedad también le ha traído algunas ventajas como aumentar su conocimiento de ella misma, ya que siguió durante algunos años psicoterapia. También le ayudó a mejorar su calidad de vida, pero el precio que tiene que pagar por los beneficios de su enfermedad también le hacen apartarse del resto, no contactar. La Psoriasis, sin duda, ha representado para Verónica una “carga”, que la ha vivido con también con culpa, de hecho ella pensaba que el haber gestado había empeorado su Psoriasis, la había descuidado. De acuerdo a algunas revisiones teóricas, en este caso la Psoriasis queda representada como la madre que “protege, pero que también invade que no quiere dejar a su hijo, que no quiere que madure…”. De hecho la madre de Verónica, se convirtió en una fuente de culpa para ella; además de sobreprotegerla a partir de su enfermedad. Verónica vivió durante gran parte de su vida en un estado Simbiótico con la madre, lo mismo que queda representado por su enfermedad: esta le ha permitido mejorar su calidad de vida, además que le ha enseñado que no puede desprenderse de ella, haga lo que haga. Sin embargo, le ha cortado el contacto con el resto. La Psoriasis también le reportan ganancias.
Por otro lado, se suele poner la atención en el síntoma orgánico y no en la causa psíquica y mientras se mantiene la atención en la enfermedad se está bajo el efecto de su poder. La enfermedad en este caso para Verónica es omnipotente, la envuelve, simbólicamente la “ata”, también la protege de el contacto íntimo con los demás. Entonces la solución a la enfermedad no es tanto combatir la enfermedad sino encontrar la solución a través de la enfermedad. Nuestras creencias interiores se manifiestan físicamente en distintas partes del cuerpo. El darse cuenta de cuestiones tan importantes como: aceptarse a sí mismo, sin máscaras, admitiendo sus deficiencias, sus defectos e imperfecciones. Desde el Análisis Transaccional, el guión de vida es un grupo complejo de patrones relacionales inconscientes basados en reacciones fisiológicas de supervivencia, conclusiones de la vida implícitas (aquellas compuestas de reacciones inconscientes para las que todavía no hay lenguaje, capacidad de secuenciación de eventos o pensamiento consciente) y decisiones explícitas formadas bajo estrés en cualquier momento del desarrollo, que inhiben la espontaneidad y limitan la flexibilidad en la resolución de problemas, el mantenimiento de un estado saludable y las maneras de relacionarse con las personas (Erskine,1986). Mario Salvador, nos dice: “Antes de que el niño tenga lenguaje ya ha aprendido somáticamente un patrón de apego o de estar en relación que está codificado en el cuerpo. El sentido más profundo del yo está en la consciencia somática”. El identificar las emociones que tenía dentro, fue importante para Verónica. Identificar, por ejemplo, el hecho de tener dificultades para expresar sus necesidades y poner límites, en especial a las mujeres, le permitió tomar algunas decisiones y permisos a nivel cognitivo y emocional. Poder decir NO sin sentir culpa. Aprender a disfrutar sin sentir culpa, le ha permitido tener una vida con mayores alegrías. Aunque no terminamos el proceso de duelo con la madre, Verónica comenzó a sentir mayor interés por su embarazo, el cual no se observó al inicio de la terapia. Comenzó a hablar a su bebé, a expresarle amor a través de las caricias que observaba durante la terapia, incluso había ya elegido el nombre de la bebé que venía pronto. Tuvimos que interrumpir la terapia por la fecha de su parto. Actualmente está contenta con el nacimiento de su niña. espero continuar el trabajo iniciado con ella, toda vez que aún necesita un trabajo más profundo a fin de tomar nuevas decisiones, saludables para su vida.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
- Lowen, A. El lenguaje del cuerpo. Barcelona: Herder (1985).
- Sarno, John E. Curar el cuerpo, eliminar el dolor. Málaga: Sirio (1998).
- Schnake, Adriana. Los diálogos del cuerpo. Santiago de Chile: Cuatro vientos (1995).
- Scnake, Adriana. La voz del síntoma. Ed. Cuatro vientos (2001).
- Apuntes del módulo “La incorporación del cuerpo al proceso terapéutico” del Master de Psicoterapia Humanista Integrativa. Instituto Galene de Psicoterapia (2015).
- Salvador, Mario C. Apuntes “El guión de vida en el cuerpo: las decisiones somáticas y abordaje terapéutico para su intervención”. Master Psicoterapia Humanista Integrativa. Instituto Galene de Psicoterapia (2012).
- BERNE, E. (1974). ¿Qué dice usted después de decir hola? Barcelona: Ediciones Grijalbo.
- DETHLEFSEN, T y DAHLKE, R. (2003). La enfermedad como camino. Barcelona: Ed. Nuevas Ediciones de Bolsillo.
- GIMENO-BAYÓN, A. (1999). Comprendiendo la psicoterapia de la gestalt. Dimensiones de la personalidad. Bilbao: Desclée De Brouwer.
- A. (1991). Bioenergética. México: Ed. Diana.
- MARTORELL, J. (2000). El guión de vida. Bilbao: Ed. Desclee de Browner.
- STEWART, I., JOINES, V. (2007). AT HOY. Madrid: Editorial CSS.
- ZURITA, J. y CHÍAS, M. (2014). El duelo terapéutico. La curación a través del Duelo. Madrid: Ed. Niño Libre.
Puedes ponerte en contacto con el Instituto Galene para comenzar un proceso de terapia
nuestra web es galene.es y nuestro telefono 917597820
hola es posible hacer terapia?
Híjole… padezco dermatitis atómica, y al ir leyendo el artículo, me sentí identificada con situaciones parecidas a las que vivió Verónica. Gracias, es un buen comienzo.
Como puedo iniciar terapia pues el articulo me abrio el panorama.