Paciencia y Ritmo en la Terapia
02/04/2012
El proceso de terapia es un acompañamiento más o menos prolongado del terapeuta al paciente hacia uno unos objetivos terapéuticos previamente acordados. Para tener éxito en este cometido, el terapeuta requiere de muchas habilidades personales y profesionales.
En su proceso de formación profesional irá aprendiendo teorías, técnicas y estrategias terapéuticas, practicando mucho para poder hacerlas suyas. Así, el terapeuta podrá fluir con el paciente en ese viaje maravilloso hacia su curación y autonomía.
Una característica fundamental de la Relación terapéutica es que, al ser una relación vertical la intencionalidad, debe ser siempre hacia abajo, es decir, hacia el paciente. El protagonista es él. Todo el proceso debe ser para beneficio del paciente. Cada paso será por y para él. Y para la actuación profesional del terapeuta esto no es fácil, no sale solo. Hay que cultivarlo. Es una de las dificultades añadidas al ya de por sí difícil aprendizaje de esta maravillosa profesión.
Al principio cuesta hacerse a la idea de que ese foco está en él. Actúo para estimular algo en su interior. Le acompaño hacia donde vaya. Le acepto haga lo que haga. Le quiero por ser él. Él decide los objetivos. Cada paso debe ser aceptado por él. No le curo, se cura.
Al hablar de la paciencia podríamos pensar que la debe tener el paciente, pues a ésta le debe su nombre, que viene de la medicina. Si vemos la definición de la Wikipedia: “La paciencia es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien”. Sin embargo yo quiero hablar de la paciencia como habilidad del terapeuta, algo imprescindible si queremos acompañar a nuestro paciente en todos los vericuetos de su proceso. Podemos entenderlo mejor si nos vamos a su opuesto, la impaciencia para ver que sería muy difícil ser un buen terapeuta mostrando signos de impaciencia ante las dudas, los bloqueos, subidas y bajadas de los estados de ánimo del paciente.
La paciencia va unida al respeto del ritmo del paciente, fundamental para que el proceso sea suyo y no del terapeuta. Es necesario llenarse de calma y de paciencia para, aún viendo e intuyendo cual va a ser el camino, esperar a que nuestro cliente resuelva y decida por sí mismo sin adaptarse al terapeuta. Darle tiempo para que elabore por sí mismo los pasos de su camino. Que aprenda a resolver de forma autónoma los conflictos del allí y entonces que vaya descubriendo, siempre bajo nuestra protección y acompañamiento.
Para desarrollar sus destrezas profesionales, el terapeuta tiene dos procesos paralelos: la formación profesional y su propia psicoterapia personal. Será en esta última donde irá incorporando ciertas habilidades de su propio terapeuta, aprendiendo por modelaje a la vez que experimentará desde dentro todo el proceso de cambio. Hará consciente el proceso por el que va resolviendo a su ritmo. Madurará y favorecerá la incorporación de ciertas habilidades necesarias para una buena práctica profesional, como por ejemplo la paciencia.
Y si volvemos al apartado de la paciencia de la Wikipedia, veremos que lo que dice es muy interesante, ya que es un texto general pero parece que está escrito específicamente para el terapeuta: “La paciencia es un rasgo de personalidad madura. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que a las cosas que no dependan estrictamente de uno hay que darles tiempo”.
Espero que os guste este número de BONDING y lo difundáis entre vuestros amigos y colegas (animarles a suscribirse y así les llegará gratuitamente cada mes) y, ya sabéis que estamos permanentemente en www.bonding.es
Un abrazo a tod@s.
José Zurita
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