Por nombrar lo innombrable
01/08/2013
Hay algo increíblemente liberador en leer o en oír de boca de otros cosas innombrables. Deseos ocultos, sentimientos prohibidos, secretos guardados.
Cuando esas voces y experiencias internas cobran voz en el afuera nos sentimos acompañados. Nos conectamos desde la humanidad que compartimos.
Cuando esas voces y experiencias internas cobran voz en el afuera nos sentimos acompañados. Nos conectamos desde la humanidad que compartimos.
La maternidad está llena de innombrables.
Hay muchas cosas que las mamás no “deberíamos” hacer, sentir, decir. No importa cuál haya sido el ideal que nos construimos, pareciera que siempre vamos tras uno. Y cualquier cosa que se salga de ese ideal pasa al territorio de lo prohibido. Entonces lo escondemos, consciente o inconscientemente de los demás y lo más grave, de nosotros mismos
No es fácil confesar y confesarnos los tantos momentos en los que no queremos ser madres. Que nos sentimos agotadas, incapaces. Otros tantos en que estamos perdidas sin la menor idea de qué hacer. Ahí frente a nuestros hijos que están siempre, que no desaparecen mágicamente, que necesitan tantas, tantas cosas que no podemos darles. Tanto amor que muchas veces no encontramos dentro de nosotras mismas.
Cuántas veces nos encontramos haciendo lo que no “deberíamos”. Contradiciendo a nuestro entorno, siendo inadecuadas para los que nos rodean. Siendo vegetarianos en una familia carnívora, o poniendo en su propia cama a un hijo del colecho… no importa de donde vengamos, cuales sean nuestras convicciones. Cuántas veces nos encontramos en contravía.
Y callamos. Callamos muchas cosas. Callamos todo lo que puede herir, romper, volvernos vulnerables. Dejamos de decir tantas cosas que nos pasan para que nadie se de cuenta. Que nuestros hijos no sepan nuestros profundos secretos, que nuestras madres se sientan orgullosas, que nuestras parejas no nos abandonen al descubrirnos, que nuestras amigas no se decepcionen….Callamos hasta que olvidamos. A veces ni nos damos cuenta. Pasamos todo a la sombra sin ninguna posibilidad de asomo.
Pero lo innombrable no desaparece.
Se manifiesta de tantas maneras! Enfermedades propias y de los hijos, depresiones profundas, adicciones, conductas disfuncionales, accidentes, “mala suerte”.
Lo innombrable busca su camino hacia la luz.
Y así sea nombrado por otros, empieza a encontrar ese camino.
Nombremos lo innombrable. Démosle un lugar. Liberémoslo de nuestras entrañas para que ya no ocupe tanto espacio. Para que ya no haga tanto ruido. Para que no obstaculice nuestra esencia. Para que pueda fluir el amor.
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