Mujeres del Mundo
01/07/2009
Estamos viviendo un importante fenómeno migratorio a nivel mundial. La apertura de fronteras comunitarias, la demanda de empleo, la mejora del nivel educacional de los países desarrollados, las desigualdades sociales,… estas circunstancias, son entre otras, las causas del proceso social en el que los colectivos que llegan y los países de acogida nos vemos inmersos.
Pero ¿cuál es la realidad personal de cada individuo? ¿Qué hay detrás de esas mujeres que optan por cruzar un continente o un océano para ofrecer a sus hijos aquello que no pueden darles en sus países? Un alto porcentaje de migrantes son mujeres, fundamentalmente porque para ellas es más fácil acceder al mundo laboral. La mujer se convierte en protagonista de una historia familiar que conlleva muchos sentimientos encontrados de soledad, culpa, sueños cumplidos o fallidos, expectativas a veces inalcanzables, éxitos y fracasos.
Por mi experiencia como psicóloga de colectivos inmigrantes, especialmente mujeres, creo que es importante conocer unas claves que en un momento determinado pueden ayudar a superar dificultades.
DUELOS DEL INMIGRANTE
Existen siete duelos a los que se enfrenta el inmigrante. Todos ellos suponen despedirse emocionalmente de una vida que quedó en su país de origen y a aprender a relacionarse con ella de otra manera. No se trata de que rompan con sus raíces, sino de que a nivel profundo sean capaces de trasmutar la vivencia que tienen de esas raíces. La mujer que está ya en España, por su propia evolución, no es la misma persona que vivía allá. A nivel interno ha sufrido un cambio profundo que seguramente generará un antes y un después en su historia personal. Puede ser una experiencia muy enriquecedora si son capaces de instrumentalizarla para su crecimiento personal.
BUSCANDO MI IDENTIDAD
En el proceso de integración en la nueva sociedad, poco a poco, se van adquiriendo conocimientos, costumbres, que se van incorporando a la personalidad de cada individuo. Muchas mujeres, cuando llevan varios años en España, y se sienten integradas socialmente, se encuentran entre dos mundos y no saben donde canalizar su energía a largo plazo. Es un momento crítico, porque supone un reequilibrio interno. A veces conlleva toma de decisiones importantes, formar una nueva familia, comprar una casa,… En este punto, creo que es importante conectarse a nivel profundo con nuestras necesidades, y buscar la identidad dentro de nosotros, no fuera. Saber que no hay nada que sea para siempre, nos dará la libertad de elegir con opción a podernos equivocar.
NUEVAS EXPECTATIVAS
Cuando una mujer decide emigrar, puede hacerlo por muy diversos motivos, además del laboral. Muchas veces hay intereses personales que pocas veces trascienden al entorno social o familiar. Es importante poder revisar con honestidad esos objetivos, y ser conscientes de que habrá que reajustarlos, reconducirlos o ser pacientes a la hora de alcanzarlos. Cuando se llega al país de acogida, es normal que por la situación del contexto cultural las cosas no salgan como se habían planeado. A veces pueden ser mejores, pero es importante ajustar las expectativas personales a las reales. Muchas depresiones se dan por desajustes entre la realidad que nos encontramos y nuestros sueños. Asumir la impotencia ante determinadas circunstancias, puede llevarnos a explorar otros caminos que quizá no contemplábamos como posibles y a descubrir nuevas soluciones.
La sociedad limita muchas actuaciones, pero si instrumentalizamos creativamente las situaciones, podremos traspasar nuestros propios límites y entonces las circunstancias externas cambiarán. A nivel profundo lo exterior es un reflejo de nuestro interior, seas del país que seas.
SENTIMIENTO DE CULPA
La mujer a lo largo de la historia de la humanidad, ha ejercido la labor de cuidadora de los hijos y del hogar. Ha tenido una función reproductiva, más que productiva. En las sociedades actuales aparentemente están cambiando algunos estereotipos, pero la realidad es que la sociedad patriarcal es todavía muy influyente a nivel mundial.
Cuando una mujer da el paso de viajar a otro país para mejorar la vida de su familia, la mayoría de las veces se encuentra cuidando a hijos de otras mujeres, y con el sentimiento de culpa de haber abandonado a los suyos. Las nuevas tecnologías, permiten mantener una comunicación permanente con la familia, y consolidar los vínculos. Pero aún así, los sentimientos encontrados están en el corazón de todas las madres.
Se genera un sentimiento de pérdida que se ha denominado “pérdida ambigua”, y aparece en ambos lados del vínculo: en las madres y en los hijos. Las figuras se van “desdibujando” y aunque están presentes a un nivel de comunicación, internamente existe una gran ausencia. A veces es necesario pedir ayuda psicológica, porque muchas mujeres se bloquean emocionalmente impidiéndoles desarrollar un proceso personal sano de adaptación.
Creo que es importante para todos, que las madres asuman su responsabilidad ante la decisión tomada, e intenten sacar el mayor partido de las oportunidades que se les ofrece en el país de acogida. Si aprovechan su experiencia para mejorar su vida personal y familiar e integrar de forma sana lo que están viviendo, será una manera de devolver a sus hijos y a su cultura, la deuda que muchas sienten que tienen pendiente.
FAMILIA EXTENSA
En muchas culturas, especialmente en la latinoamericana, el concepto de familia va más allá de la familia nuclear europea. Las redes sociales se extienden a los cuñados, primos, tíos,… el proyecto individual de la mujer que emigra se convierte en un proyecto familiar. La mujer inmigrante se encuentra muchas veces con la responsabilidad no sólo de mantener a sus hijos, sino de atender a las necesidades, no siempre básicas, de los demás miembros de la familia. Creo que es necesario para que estas mujeres no asuman responsabilidades que no les pertenecen, que aprendan a separar lo realmente importante de lo que puede suponer un “aprovechamiento” de las circunstancias. Aprender a poner límites y decir No, a las exigentes demandas de aquellos que pretenden beneficiarse pasivamente del esfuerzo de un miembro de su familia, por mucha “plata” que esté ganando. Es cierto que esas redes familiares se quedan al cuidado de los hijos, pero hay que acotar responsabilidades y beneficiarios, y no ser víctimas de chantajes emocionales.
Creo que es importante que tengamos en cuenta que detrás de esas mujeres que cuidan a nuestros hijos, nuestros mayores, o nos dan algún servicio, existe una historia personal que esconde en muchas ocasiones, momentos de soledad, tristeza, ilusiones, sueños… Sentimientos profundos que desconocemos y pasamos por alto. Si abriésemos nuestros corazones a su realidad, quizá nos encontraríamos con seres humanos como nosotros que luchan por tener una vida mejor para sus familias y para ellas mismas.
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