La importancia de una buena relación terapéutica. Final
01/03/2012
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Ser consciente del propio cuerpo, no sólo de la respiración, sino de todo el cuerpo, la postura, la tensión, es tan importante como serlo de la propia mente. Si una persona se libera interiormente, se notará en la postura de su cuerpo.
El lenguaje del cuerpo
«Se ve la diferencia entre el reprimido, interiormente tenso y él mismo después de haberse relajado, después de haber perdido sus represiones». (Fromm, El arte de escuchar).
Fromm sostenía que no sólo la conciencia física influye sobre la relajación interior, sobre la confianza en uno mismo, sino que también ocurre a la inversa: cuanto más libres nos sentimos, tanto más libres seremos físicamente, en nuestro cuerpo.
Se trata de experimentarlo en el momento. Yo puedo reconocer mi estado de ánimo escuchando, por ejemplo, mi corazón, mi respiración u observando mi postura, si estoy temblando, etc.
El cuerpo manifiesta todo lo que tenemos dentro, por medio de la mímica, la forma de sentarse o caminar…
El aquí y el ahora
La teoría de la Comunicación, iniciada por Gregory Bateson y luego proseguida por otros, entre ellos Paul Watzlawick, sostiene que “el ahora es nuestra única experiencia directa de la realidad”. “Supervisando una sesión psicoterapéutica, le dice al terapeuta “si usted pregunta al paciente el «por qué», usted retrocede al pasado, el “para qué» o el «cómo» es «el aquí y el ahora»(Watzlawick). El concepto de tiempo que vive el ser humano ha evolucionado gradualmente desde el psicoanálisis hasta las psicoterapias contemporáneas. Se enfocó primero en el pasado (Psicoanálisis), después en el presente (Conductivismo) y por último en el momento inmediato (Humanismo). A esta última corriente pertenece la Gestalt, que mira al hombre en relación a su «aquí y ahora».
La Gestalt hace hincapié en el sentir, vivir, descubrir y explorar. Solamente después de experimentar estos procesos psicológicos se toman en cuenta otros, como el pasado, el pensamiento, la conceptualización. Si el paciente recuerda un momento pasado lo hace siempre desde el presente.
Muchos gestálticos relativizaban la importancia de los primeros años de la infancia y pensaban que hablar del pasado podía convertirse en resistencia a enfrentarse a los problemas presentes. O como dice Perls «el ser humano manipula su historia como medio por mantener su neurosis».
Fromm decía que culpar a los padres disculpaba al paciente de sus dificultades actuales y elevaba su autoestima. Yo pienso que mantener al paciente en contacto en el aquí y ahora no implica que no se pueda tener en cuenta su historia pasada. Se trata más bien de traer este material al aquí y ahora porque sólo en el presente se puede llevar a cabo la integración de lo que se ha vivido con lo que sentimos ahora. En el presente se puede descubrir, con todo el riesgo que conlleva, las emociones del paciente. Cuando se trabajan los sueños (en Gestalt) el paciente revisa el sueño como si éste lo estuviera viviendo en el presente. Con el uso del aquí y ahora se integran estas partes rechazadas, convirtiéndolas en partes integrantes de nuestra personalidad.
Es necesario recordar que el paciente llega a psicoterapia en primer lugar para resolver una insatisfacción en el presente y un deseo de mejorar el futuro.
El otro pilar de la Gestalt es el darse cuenta, la toma de conciencia que no es más que darle nombre a la sensación, por ejemplo «tengo hambre o sed, ganas de salir, llamar a un amigo, etc.»
Estar conscientes, atentos y abiertos a lo que sentimos. La persona debe enfocar los problemas de su vida y ser consciente de ellos.
La terapia Gestalt subraya la conciencia de que somos responsables de nosotros mismos, lo queramos o no. E invita a la persona a que se responsabilice de lo que esta pasando, sintiendo, evitando, negando, deseando, inhibiendo, etc.
Decía Perls que «responsabilizarse de la propia vida equivale a enriquecerse con experiencias y habilidades». Y también: «Simplemente el estar dispuesto a decir «yo soy yo» y «yo soy lo que soy»(Perls 1974)”. En estas frases yo veo la aceptación como la capacidad de estar consciente de tener emociones en determinadas situaciones.
Todo esto es fundamental para obtener el cambio. El cambio ocurre cuando el paciente se convierte en lo que es, no cuando trata de ser lo que no es. El paciente debe lograr no negar los sentimientos negativos o el dolor, expresar sus emociones con naturalidad.
El paciente debe darse cuenta de sus propias necesidades y reacciones ante las manipulaciones, sentirse libre de poder expresar su rabia, su disgusto.
Para que el paciente llegue a sentir, a expresar, a experimentar, hay que comenzar a trabajar con sus sensaciones (audición, visión, tacto, tono de voz, etc.). El terapeuta debe ayudar al paciente a ponerse en contacto con su cuerpo, su respiración, con las posturas corporales e incluso con las contracciones musculares. Todo esto se conoce como fenómeno de centración. Es una postura mental que proviene de la filosofía oriental y consiste en estar alerta de si mismo, dejando ir al organismo, sin empujarlo ni frenarlo.
En Gestalt se utiliza el término «No empuje el río, fluye solo». También dice que sólo nuestro organismo sabe lo que necesita y que solamente él puede encontrar la forma de satisfacer esas necesidades. Esta postura mental de meditación nos devuelve a nuestro yo más profundo y auténtico.
Conclusiones
Personalmente considero la profesión de la práctica terapéutica como un arte, ya que la creatividad y el amor son partes necesarias y esenciales de una terapia eficaz.
Como todo arte, la psicoterapia requiere de ciertos conocimientos o técnicas, así como de una adecuada supervisión. Sin conocimientos profesionales y disciplina la terapia puede ser ineficaz o dañina.
Es importante tener un marco, una estructura que dé seguridad al terapeuta, que le permita individuar los estados del yo de una persona, trabajar sobre ellos, llevarlos al ahora.
El terapeuta debe quitar la capa de los roles y juegos psicológicos (patrón) que cubren nuestra autenticidad (juegos en que participamos, de Berne).
Eliminar las proyecciones del paciente. Entiendo por proyección la tendencia a hacer responsable al mundo de lo propio.
El terapeuta tiene que invitar al paciente a que se haga consciente y a que exprese su experiencia, su vivencia, sus conductas y sentimientos presentes («Muéstrate como eres, siéntete libre, descontrólate, sé espontáneo…»)
El terapeuta tiene que conseguir motivar al paciente a que experimente, a que emprenda una acción posible que nunca antes había llevado a cabo porque no le veía sentido, ni razón en realizarla.
Un buen terapeuta debe indagar en las motivaciones más profundas porque son esas necesidades y motivaciones las que empujan a los individuos a hacer sus elecciones vitales. Un terapeuta tiene que asumir la responsabilidad de ejercer influencia directa en el comportamiento y en las concepciones del paciente.
Debe ser neutral, humilde, aceptar sus límites, y sobre todo comprometerse, entregarse y ser responsable.
Su presencia, entendida como atención en el presente, atención a sí mismo, a sus pacientes, al otro, la cercanía emocional y sobre todo su autenticidad y espontaneidad en el encuentro yo-tú son esenciales.
Debe ser sensible, mostrar apoyo, tolerante.
Debe proporcionar seguridad al paciente sin juzgarlo, ni criticarlo. Aceptar al paciente como es, sin subestimarlo. Disminuir su sensación de aislamiento. El terapeuta también debe ser intuitivo.
En ocasiones el terapeuta tendrá que frustrar al paciente. Debería hacerlo con humor y empatía, recordándole que el sufrimiento a veces es inevitable pero que es útil contactar con el dolor y expresarlo con alguien que te sostenga. El dolor tiene que salir para que no se enquiste, para que no se cree una imagen negativa, un patrón, resistencia.
Como consecuencia de esta postura, en efecto, no seremos «sensibleros» con el paciente, decía Fromm, pero no nos faltará empatía, pues tendremos la misma sensación de que cualquier cosa que suceda al paciente está sucediendo también en nosotros mismos. No nos quedará capacidad para hacer de jueces, ni de moralistas, ni para indignarnos con el paciente una vez que sintamos como propio lo que el experimenta.
Debe lograr que el paciente tenga conciencia plena de la realidad y de su experiencia tal y como es.
Un terapeuta tiene que tener un estilo personal, auténtico, espontáneo.
La eficacia de una buena relación terapéutica depende en gran medida del contexto (buena acogida, confianza, fascinación) con que la terapia se presente al paciente. Porque es esencial que esté predispuesto al cambio Para crear este ambiente de sugestión y carisma, el terapeuta ha de aprender a ser receptivo, flexible, capaz de adaptarse a su paciente (si es joven o maduro, persona lógica o creativa).
El terapeuta debe obtener confianza y colaboración, romper el sistema rígido de percepción de la realidad del paciente, demostrarle en la práctica que el cambio es posible.
Debe descubrir y desarrollar su propia técnica, no emplear la de otro, simplemente ser natural.
Un terapeuta debería continuar aprendiendo distintas técnicas y enfoques, desarrollando otras nuevas y superándose, tanto a nivel personal como profesional.
Para ser un terapeuta eficiente, ser creativo no es una cualidad indispensable. De hecho, poseer una buena técnica es cuanto necesita para obtener buenos resultados. Pero la creatividad puede resolver situaciones para las que no se encuentra una solución lógica.
Para Perls los problemas del neurótico son el resultado de su incapacidad para adaptar o expresar su lado creativo. Un terapeuta debería facilitar esta parte creativa que todos tenemos. De hecho, el terapeuta debería crear un espacio de libertad donde el paciente pueda expresarse abiertamente. La relación terapéutica está llena de riesgos, temores y posibilidades. Si el terapeuta y el paciente no eliminan sus prejuicios, sus preconcepciones, difícilmente se conseguirá establecer un contacto en el sentido de intercambio y apertura al cambio.
Ante todo un terapeuta es una persona y representa una ventaja si ha pasado por varias etapas y situaciones en su vida. Me refiero a experiencias vividas y trabajadas, episodios tanto buenos como malos, y a saber qué significa sentir frustración.
«Creo que ésta es una exigencia fundamental del análisis, y el motivo de no haber mejor análisis para los analistas que el analizar a otras personas, porque en el análisis de otras personas no hay casi nada del analista que no salga, que no quede afectado, puesto que trata de experimentar lo que el paciente experimenta» (Fromm, El arte de escuchar).
BIBLIOGRAFÍA
Fromm, Erich, El arte de escuchar.
Watzlawick, Paul y Nardone, Giorgio, El arte del cambio.
Nardone, Giorgio, El diálogo estratégico.
Peñarrubia, Francisco, Terapia Gestalt (la vía del vacío fértil)
O´Hanlon, William Hudson, Raíces profundas (Principios básicos de la terapia y de la hipnosis de Milton Erickson)
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