La entrevista al padre
01/06/2003
La entrevista al padre es una técnica específica para ser usada en conjunción con trabajo de dos sillas. Durante una serie de años hasta ahora mucha gente dentro de la ITAA ha estado usando trabajo de dos sillas como un añadido a su terapia de AT. Este artículo presentará algunos de los temas implicados en el trabajo de dos sillas usando un lenguaje de AT: un dilema común en terapia, cinco temas importantes para considerar mientras se realiza trabajo de dos sillas, y uso de la entrevista al Padre para ayudar al cliente a hacer una resolución de su impass.
Antecedentes
El trabajo de dos sillas fue creado por Fritz Pearls en los 60. El desarrolló esta técnica primero para ayudar a la gente a integrar las diferentes partes de ellos mismos. Esta técnica ha sido usada por los terapeutas de AT no sólo para ayudar a los clientes a integrar diferentes partes de ellos mismos, sino también como una manera altamente efectiva de ayudar a los clientes a resolver viejos conflictos con sus padres o gente que estuviera en su ambiente mientras crecían. El trabajo de dos sillas ha sido también encontrado como un medio efectivo de imbuir de contenido afectivo el proceso cognitivo de Análisis Transaccional, análisis estructural, análisis de juego, y análisis de guión (Berne). Durante los últimos cinco años este escritor ha tenido la oportunidad de ser testigo de una cantidad de terapeutas de diferentes modalidades que usan la técnica de dos sillas. Se hizo aparente que algunos terapeutas usando esta técnica eran capaces de elicitar resultados significativos de sus clientes; otros terapeutas usando esta técnica parecían incapaces de ayudar a sus clientes a cambiar. Desde esta observación el escritor comenzó a poner atención en aquéllos terapeutas que parecían alcanzar mucho de un trabajo de dos sillas relativamente corto para determinar las técnicas y conceptos empleados. Desde esta investigación se observó en terapia un dilema común.
Un dilema común
Generalmente, un trabajo de dos sillas se activa cuando el terapeuta sitúa una silla vacía enfrente del cliente y le pide que hable a alguien o a algo. La persona referida puede ser alguien del pasado de la persona como su padre o madre, o puede ser alguien del presente de la persona, como esposa, marido, o un jefe. El terapeuta puede invitar al cliente a hablar a un objeto inanimado como una vieja escuela, un coche averiado, Dios, o, quizás, un síntoma psicológico como el dolor de cabeza, dolor de estómago. Independientemente de la persona referida, la sucesión usual de eventos es que el cliente hable a algo o alguien en la silla que es percibido como una figura parental. En esta situación el cliente habla desde su propia silla como él mismo y a menudo desde su estado del ego Niño. Un diagrama inicial de trabajo de dos sillas puede verse en la figura 1.
Cuando el terapeuta invita al cliente a cambiar las sillas con una frase tal como “ahora sé tu madre”, “¿serás tu dolor de estómago y contesta?”, o “sé tu padre y responde a esa pregunta”, la respuesta más común, como se ve en el diagrama, es desde el estado del ego Padre de esa persona (o cosa) que está siendo dramatizada. Cuando la persona está siendo él mismo y haciendo el estímulo inicial tres cosas son típicamente aparentes: 1) la persona está frecuentemente en su estado del ego Niño Adaptado. 2) hay generalmente un requerimiento por parte de la persona en sí misma a la proyección parental, como, “dime que me quieres” “dolor de cabeza, por favor, vete” o “dime que está bien tener éxito”; 3) este requerimiento es probable que vaya acompañado de alguna forma de sentimiento.
Cuando la persona mueve las sillas y representa la proyección parental, una de dos respuestas es probable: 1) la persona responde desde una posición de Padre Crítico con una frase como “te dije que nunca llegarías a nada”, “¿por qué estas siempre molestándome?” o “me haces sentir horrible cuando dices eso”; 2) una respuesta más sutil que suena cariñosa en la superficie y no lo es – una respuesta de Padre “plástico” en la que las palabras sonarán apropiadas a la situación y el afecto no. Un ejemplo de esto es una mujer que recientemente en tratamiento dijo a su madre en una silla vacía: “por favor, dime que me quieres”. Ella entonces cambió las sillas y jugó a ser su madre diciendo, “cariño, tú sabes cuánto te quiero”. Las palabras eran correctas; sin embargo, el afecto que iba con las palabras no era apropiado y era un mensaje claramente diferente. El cliente no experimenta resolución del impass ni con la respuesta Crítica ni la de “Plástico”.
La gente tiende a hacer el trabajo de dos sillas sobre temas en los cuales no sientan ninguna resolución, si el tema tiene que ver con una escena del pasado o con un conflicto de hoy en día con alguien de su vida. Ya que la persona está representando una escena en la cual no ha habido resolución, lo que generalmente sucede es una reactuación de una situación no resuelta. La meta del trabajo de dos sillas es ayudar a la persona a hacer un cierre. Es experiencia del escritor que aquéllos terapeutas que no hacen intervenciones y que sólo se sientan a un lado mirando la reactuación de una vieja escena y esperando que el cliente haga una resolución del proceso no alcanzan buenos resultados. En tales casos, el cliente volverá muy probablemente a su asiento sin un sentido de resolución y continuará haciéndose preguntas desde su Niño Adaptado acompañado por sentimientos “rackets”; él se cambiará entonces a la posición de la proyección parental y continuará respondiendo o con un Padre Crítico o de Padre “Plástico”, ninguno de los cuales es una respuesta satisfactoria.
Como saben la mayoría de los terapeutas, un tema recurrente en psicoterapia es ayudar a la gente a romper los ciclos circulares donde están esperando que alguna escena no resuelta en el pasado cambie. Este dilema puede ser visto en el diagrama de abajo ( Fig. 2) y tendrá lugar si el terapeuta no conoce los tipos de intervención que hacer que resaltarán la situación, para dejar al cliente que vea lo que está pasando, y ayudar al cliente a hacer resolución a través de esos insights.
Los terapeutas que no saben cómo intervenir con potencia en el trabajo de dos sillas normalmente crean en sus sistemas terapéuticos una valoración alta al hecho de expresar aburrimiento. Estos terapeutas a menudo acarician a la gente por ser “honesta” para caer dormido mientras se está desarrollando una larga sesión de trabajo. Lo que puede estar sucediendo en esos casos es que el terapeuta no esté usando los mecanismos disponibles para hacer intervenciones claras que faciliten una resolución rápida.
Por tanto, se necesita una metodología con la cual identificar lo que está teniendo lugar en el trabajo de dos sillas para que el terapeuta pueda tener algunas herramientas para usar al hacer juicios sobre el tipo de intervenciones que hace.
Temas que contemplar en el trabajo de dos sillas
Abajo, el escritor presentará una cantidad de temas para que el terapeuta contemple mientras dirige un trabajo de dos sillas con sus clientes. Aquéllos terapeutas que eran capaces de generar una gran cantidad de beneficio del uso de esta técnica son esos terapeutas que empleaban “realzadores”. Específicamente, un realzador es una intervención que el terapeuta usa para clarificar los temas implicados en un trabajo de dos sillas. Por ejemplo, cuando un cliente dice a una figura parental, “no sé porqué nunca me amaste” (con una voz triste), el terapeuta podría intervenir con el “realzador” “ ¿le dirás a tu padre que vas a quedarte triste durante los próximos 20 años hasta que vuelva y te quiera?”. En esta situación el terapeuta aprecia el patrón más amplio de lo que está pasando y ve cómo el cliente está usando estos sentimientos para elicitar un cambio de alguien en el pasado. Cuando el cliente es invitado a ver su conducta con una luz diferente, puede cambiar a una posición de Niño Rebelde y comenzar a poner más energía en lo que él puede hacer por esta situación, más que esperar que vuelva su padre. Una respuesta típica al ejemplo de arriba sería, “diablos, no, no voy a esperar el resto de mi vida.” Aunque ésta no es una clara resolución al impass es un buen paso en la dirección correcta. La intervención del terapeuta en este momento es un “realzador.”
Los siguientes temas se presentan para que el terapeuta pueda reconocer lo que está teniendo lugar y así hacer las intervenciones apropiadas que ayudarán a realzar la situación y por tanto ayudar al cliente a adoptar una resolución.
1. Cuando un cliente quiere trabajar está a menudo en una posición de víctima.Karpman nos ha mostrado que en la mayoría de los juegos hay tres posiciones básicas, el Salvador, el Perseguidor y la Víctima. Estas tres posiciones constituyen el triángulo del drama y son a menudo posiciones falsas que se idean. Aparte de esta consciencia, el cliente normalmente se presentará a si mismo como una Víctima abandonada. El punto focal de su interés es probable que esté en la conducta de alguien más y en el efecto supuesto de esa conducta sobre él. Un ejemplo de esto sería alguien que viene a terapia y dice, “quiero soltar mi ira (hasta aquí la persona tiene responsabilidad por él mismo), pero (tú oyes el “pero” y tus orejas se afinan) después de que le cuente todas las atrocidades de mi niñez y cómo ha sido mi vida de casado durante los últimos quince años, seguramente estará de acuerdo conmigo en que ya no puedo estar de cualquier modo sino enfadado.” Mientras esta persona se presenta a sí misma, es importante que el terapeuta siga haciéndose las preguntas, “¿cómo crea esta persona su propio infierno?” y “¿cómo puedo ayudarle a ver cuán activo es en este proceso?” Esto es particularmente evidente en el trabajo de dos sillas.
El cliente puede pintar el cuadro de que la otra persona, allí en la otra silla, es el creador de su miseria. Por ejemplo, si él tiene a su esposa en la otra silla y está quejándose a ella, un “realzador” apropiado para el terapeuta es, “llevo contigo durante quince años así que puedo justificar mi infelicidad.” Otra manera de acercarse a un cliente que está enfrascado en esta situación presente como el factor causante de su infelicidad es preguntarle, “¿y por qué causa era usted infeliz un año antes de conocer a su mujer?
Es importante que el terapeuta reconozca la cualidad fingida de la posición de Víctima del cliente para evitar disminuir su potencia con compasión (lo cual es diferente de empatía) por la queja de esta “pobre” persona.
2. En el momento del impass el cliente está a menudo esperando que otra persona cambie.Un tema sutil y subyacente en trabajo de dos sillas que es observable es el fenómeno del cliente pidiéndole a otra persona que cambie. Es normalmente posible ver el racket realmente “trabajando.” Cuando el cliente empieza desde la “misma” silla puede estar bastante contenido y bastante racional al pedir lo que quiere. Sin embargo, mientras recibe más y más respuestas Críticas o de Padre “Plástico” probablemente aumentarán sus sentimientos. El mensaje de tal aumento es comúnmente algo así como, “si estoy lo suficientemente triste, suficientemente enfadado, suficientemente deprimido, suficientemente confuso, entonces podrías darme finalmente lo que quiero.” Aumentando su sentimiento el cliente cree en algún nivel que puede provocar el cambio “necesario” de lo que quiera que o quienquiera que esté en la silla parental. Otras maneras sutiles de observar este fenómeno son cuando el cliente hace afirmaciones como “déjame en paz”, “no me hables” o “vete.” Estas afirmaciones se dicen frecuentemente con gran desafío o sentido de finalidad. Lo que es importante oír en cada una de ellas es que hay una instrucción para que la otra persona cambie. Es decir, la otra persona tiene que irse, dejarle en paz. En esa situación un “realzador” apropiado sería “¿te darás cuenta de que estás esperando que cambie?”
3. La importancia de ser consciente de cómo la persona se ve a sí misma en el mundo. La gente tiende a venir a terapia y disociarse de lo que desean cambiar. Por ejemplo, “me gustaría cambiar mi depresión, y quien yo soy no es alguien que quiera estar deprimido”. De alguna manera este tercer aspecto es una síntesis de los otros dos: “me siento una víctima de mi depresión y quiero que mi depresión desaparezca y quiero que toda esa gente que me hace sentir deprimido cambie”. Este fenómeno es fácilmente demostrable usando un lápiz o cualquier otra cosa que un instructor pueda sostener en su mano. La posición a menudo tomada por la gente en terapia es que ellos quieren librarse de este lápiz y no sienten control sobre él. Lo que es obvio para el terapeuta, usando esta metáfora, es que la persona está sosteniendo activamente el lápiz mientras dice, “quiero librarme de él.” La tarea del terapeuta es ayudar a la persona a estar en contacto con esta “otra parte”. Usando esta metáfora es importante que el terapeuta ayude a la persona a estar en contacto con sus dedos, la parte que sostiene lo que él dice que se quiere librar. Cada vez que el cliente dice, “quiero librarme de él” el terapeuta necesita mirar a la otra parte que dice “no soltaré esto”. El cliente puede tener dificultades para abandonar la depresión en 1976 hasta que aprecia el interior de cinco años de edad que todavía recuerda qué importante era estar deprimido cuando era pequeño. Lo que tiene lugar es que los “enemigos” de hoy son reconocidos como siendo los “amigos” de ayer. Esta es una manera particularmente útil para capacitar al cliente para ver que el proceso de cambio es a menudo el de abandonar una vieja circunstancia o escena, más que engañar a alguien que está en ella. El cliente lleva a cabo esto cuando él es capaz de saber en sus entrañas que puede cuidar el tema psicológico implicado en el impass. Por ejemplo, “no tengo que esperar a que me quieras, porque sé que puedo amarme, y no necesito que mi depresión atraiga la atención”.
4. La demanda práctica versus la demanda psicológica. Durante el trabajo de dos sillas, cuando la persona está en la silla de “él mismo,” él hará muchas demandas o en su situación actual o en una escena regresiva como niño. Muchas de estas demandas sonarán prácticas. Es importante que el terapeuta vea dentro de la demanda práctica y oiga lo que es la demanda psicológica no resuelta, tal como, ”mírame”, “óyeme”, “ámame”, o “dime que está bien que exista.” Un ejemplo de esto es una situación en la cual estaba acordándose de cuando tenía 10 años pidiéndole a su padre una bicicleta y recordando el trauma de no conseguirla. Mientras el trabajo progresaba, lo que se hizo obvio era que la bicicleta no era de gran importancia. Lo que era de gran importancia era que el padre realmente rehusaba “oír” o “ver” a su hijo. La demanda psicológica que iba con el diálogo era, “óyeme y mírame”. El terapeuta puede realzar la situación ayudando al cliente a ver la demanda psicológica subyacente en la situación no resuelta.
5. Reconocimiento de la “respuesta de defensa”. Si uno escucha atentamente, es posible oír que muchas de las respuestas que vienen de la proyección parental tienen una calidad defensiva. Esas respuestas que a veces son llamadas declaraciones o mensajes “ogro” son las “respuestas de defensa”. Lo que hacen estas “respuestas de defensa” es que su función es primariamente defender al Niño dañado en la madre, el padre, o quienquiera que sea. La cualidad de defensa de la respuesta puede ser difícil de oír o ver porque la proyección parental sonará muy fuerte o muy segura. Puede ser oído, sin embargo, si uno escucha la respuesta a lo que está siendo preguntado y oye la cualidad de la negación. Un ejemplo de esto es un hombre que estaba en tratamiento recientemente con un contrato para estar más en contacto con sus sentimientos. Mientras estaba en una escena regresiva donde tenía cinco años, recordaba querer ser sostenido por su padre porque estaba triste, y recordaba ser rechazado. Como alguien de cinco años, él dijo a su padre, “por favor, dime que está bien estar triste” (tener sentimientos) a lo cual replicó cuando representó a su padre, “levántate derecho, tensa el labio de arriba, los niños no sienten”. La cualidad de defensa de la respuesta del padre es aparente cuando uno considera que el padre está hablando a un niño de cinco años y esta respuesta es inapropiada. Si, desde luego, esta respuesta por parte del padre era una “respuesta de defensa”, entonces ¿qué está siendo defendido? Lo que está siendo defendido es el estado de ego Niño en el padre. Así, parte del impass para este hombre es que estaba esperando que su padre le diera permiso para sentir y no estaba viendo que su deseo de sentir estaba de algún modo amenazando al Niño del padre. La tarea, entonces, es ayudar a este hombre a ver al Niño asustado en su padre para que pueda dejar de esperar algo que nunca recibirá. El puede entonces estar listo para abandonar su ira hacia su padre viéndole como un niño asustado en esta escena, más que como un ogro.
La entrevista al Padre
La entrevista al padre es una técnica específica para ser usada una vez que el terapeuta ha visto claramente la posición de Víctima de la persona, a la espera de que la proyección parental cambie, las demandas psicológicas implicadas, una escalada del racket al servicio de esas demandas, y “respuestas de defensa” por parte de la proyección parental, todo lo cual indica una situación de impass. En este momento es apropiado que el terapeuta intervenga con la entrevista al padre. Esta técnica consiste simplemente en hablar con la proyección paterna como si él o ella fueran esa persona. El estímulo más común para empezar la entrevista es, “¿cómo te llamas, mamá? O “¿cómo te llamas, papá? Desde aquí el terapeuta hará preguntas a mamá, papá o cualquiera, que serán diseñadas para elicitar respuestas del estado del ego Niño. El terapeuta puede recibir algunas respuestas de defensa inicial. Preguntas útiles para entrevistar al paciente y sacar sentimientos y experiencias del padre en respuesta a las demandas del hijo o de la hija. De esta manera el terapeuta demuestra al cliente cómo su conducta fue una vez una amenaza a la figura parental. Esta investigación está basada en la creencia de que el padre original no actuó con malicia, sino desde una posición amenazada. Usando el ejemplo del chico que quiere sentir y el padre dice “no” es posible ilustrar estructuralmente lo que está pasando y lo que la entrevista al padre está diseñada para conseguir. En el siguiente diagrama (Fig. 3) una estructura de segundo orden del estado del ego Niño se incluye para demostrar más claramente lo que está sucediendo.
En este momento el terapeuta puede moverse y comenzar a hablar con el “Padre”. Después de unas pocas “respuestas de defensa” él puede elicitar lo siguiente del “Padre”. (fig. 4)
Ahora se vuelve evidente otro nivel de comunicación. Una vez que el “Padre” comienza a hablar desde su estado del ego Niño y habla desde su experiencia, tiene lugar lo siguiente (Fig. 5)
Teóricamente, lo que tiene lugar es que la persona comienza a tener una apreciación visceral de la experiencia de su padre o madre. En esta experiencia la persona oye con su Pequeño Profesor, más que con su Niño Adaptado. Es importante notar que la persona tiene esta experiencia en la realidad actual y ve que su madre o padre era un ser humano separado con sus propios problemas personales. Puede ahora hacer la separación de esa persona.
Un tema recurrente es el de la protección. La gente a menudo ve cómo estaban realmente protegiendo a uno u otro de sus padres limitando su propia conducta. La resolución a este tipo de situación viene en afirmaciones como “no tengo que coartarme para hacerme cargo de tí.”
El terapeuta interviene cuando es apropiado con “realzadores” en orden a evidenciar la posición Víctima del cliente y como el cliente puede estar esperando que alguien o el pasado cambie. El terapeuta también interviene para clarificar al cliente cuales son las demandas psicológicas.
El gráfico de arriba (Fig. 6) indica las fases a través de las cuales a menudo funciona un trabajo de dos sillas y el tiempo apropiado en el cual interponer la entrevista al padre.
Una palabra de advertencia
La entrevista al padre puede ser una experiencia altamente intensa. Hay dos situaciones en las cuales el terapeuta no debería, como regla, usar esta técnica. Una es si el cliente es psicótico o potencialmente psicótico. Esto podría desencadenar una psicosis. La otra situación es si el terapeuta recoge suficiente información para llevarle a creer que la madre, el padre o cualquier figura parental con quien se habla está loco. En esa situación es mejor no invitar al cliente al infierno de la otra persona. Una respuesta apropiada en esa situación es invitar a la persona a volver la silla del “mismo” y decir, “¿eres consciente de que tu padre/madre estaba muy desequilibrado? Y continuar con un trabajo cognitivo de aquí-ahora, en vez de un trabajo afectivo regresivo.
También, si el cliente resiste la introspección implicada en la entrevista al padre, entonces en preferible reconocer la resistencia y moverse hacia algo diferente a la entrevista al padre.
* Este artículo fue publicado por ITAA en su revista Transactional Analisys Journal y fue traducido de forma altruista, dentro del programa de las Asociaciones españolas de A.T., para la difusión del Análisis Transaccional en España.
Transactional Analisys Journal Vol 6:1, january 1976
Últimos Comentarios