Elijo no amamantar
01/04/2013
Este es uno de los post más difíciles que he escrito. Difícil porque requiere de mucha honestidad conmigo misma. Y de mucha exposición (si es que me decido a publicarlo) Me doy cuenta de que sólo escribiendo estas letras, imagino miles de juicios apuñalándome.
Tal vez esta sea la razón principal para ponerlo en este blog. Porque estoy cansada de los juicios. De los que yo hago, de los que oigo y leo. De los que muchas mujeres repartimos a diestra y siniestra creyéndonos poseedoras de la verdad, señalando con el dedo, sin tener la menor idea de lo que cada una vive carne propia. Las mismas mujeres (por supuesto me incluyo) que nos consideramos amorosas y respetuosas, somos despiadadas a la hora de lanzar juicios a cuanta persona que actúe fuera de nuestros esquemas y creencias.
Y me doy cuenta de que así es como me trato a mi misma.
Son las 4am y después de tener a Matilde una hora tomando de mi pecho, hoy elijo no amamantar más a mi pequeña que está a punto de cumplir un mes. Lo elijo desde el lugar más consciente posible, aunque seguro hay un montón de cosas que aún no veo. Lo elijo, sin esconderme en el no puedo, sin castigarme en el no quiero.
Simplemente lo elijo.
Lo elijo siguiendo mi intuición, escuchando mi cuerpo, siendo respetuosa conmigo. Mirando a los ojos a Matilde y diciéndole:
Hoy elijo no amamantarte más, Me duele, me cuesta y seguramente me perseguirá un rato la culpa y el fantasma de la mala madre…
Caminaré para ponerme en paz con mi elección. Lo elijo porque para mi amamantar es doloroso, Porque mis horas se llenan de angustia tratando de entender porque la leche no fluye en tu boca Mis días están colmados de búsquedas inútiles de soluciones, asesorías, testimonios. No sé si para liberarme un poco de esta culpa de no ser suficientemente buena madre. Aquella que persevera día y noche por lograr que crezcas “bien” alimentada. Porque no dejan de rondar en mi cabeza todos aquellos beneficios de los que nos privamos con esta elección. Aún viendo a tu hermana Eloísa sana, hermosa, feliz. Aún sabiendo la calidad de vínculo que tengo con ella. Una niña que ha crecido a punta de leche de tarro.
Así que hoy elijo no amamantarte. Estoy convencida de que el vínculo amoroso lo podemos mantener y seguir construyendo de otras mil maneras. Y que si sigo insistiendo a pesar de mi, te nutriré con amargura, dolor, cansancio, autoexigencia. Te cargaré con un peso que no te corresponde. Porque esta lactancia no tiene un sabor dulce. Elijo no amamantarte porque aunque sé que la leche materna es lo mejor, no lo estoy sintiendo así. Porque el alimento no sólo es el líquido que sale de mis tetas, sino también todo lo que te trasmito a través de él. Y observándome, escuchándome, sintiéndome mi linda Matilde, me doy cuenta de que esto no es algo que quiera transmitirte.
Elijo ser la Mujer-Madre que me acepto, me amo y decido lo más respetuoso, lo más amoroso y compasivo para mí. Para poder entonces respetarte, amarte y entregarme a ti, con lo mejor que tengo y lo mejor que soy, aquí y ahora.
Hoy elijo no amamantarte Matilde. Al menos no como mandato, como exigencia, como objetivo.
Fluiré, escuchándome, escuchándote. Actuando desde ahí.
Amandote – Amandome.
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