Diego Costa
04/11/2013
Deportivamente es innegable que el momento por el que atraviesa el delantero es inmejorable. Sin embargo, su actitud en el campo. Su excesiva pasión, su exceso de energía ha llevado también a que su nombre se asocie con una imagen agresiva.
Los que creemos en el juego limpio a veces nos escandalizamos con determinados enfrentamientos que protagoniza en partidos de máxima tensión. Sin embargo, conatos a parte, lo que se debe resaltar es su trayectoria, nada fácil por esto de ser futbolista.
Diego da Silva Costa nació en un pequeño municipio brasileño del Estado de Sergipe llamado Lagarto. Empezó como la mayoría de los niños jugando en la calle. Pero en su caso esta etapa llegó hasta los 16 años, muy tarde para los ejemplos a los que el fútbol de hoy nos tiene acostumbrados.
Su primer equipo parecía una señal: el Barcelona Esportivo Capela es un club carioca que toma su nombre en honor al conjunto catalán. Cruzó el charco poco después, para comenzar a jugar en el futbol europeo de la mano del sporting de Braga. Un equipo que a pesar de darle el escaparate necesario para triunfar le cedería a la segunda división portuguesa tras una primera temporada.
Su paso por el país luso le valió la llamada del Atlético de Madrid. Sin embargo para Diego «vini, vidi, vinci» nunca se adaptó a su historia.
El ATlético le cedió hasta en dos ocasiones más con una grave lesión entre medias. Nadie podía esperar que aquel delantero itrregular que jugaba en las filas del Valladolid y del Rayo Vallecano en menos de dos años en toda una «cuestión de estado».
Porque con la llegada del Cholo Simeone en diciembre de 2011 todo cambió. El míster supo conseguir la armonía perfecta entre la energía, la garra, la fuerza y la agresividad con la técnica, la calidad, la fuerza física y el gol.
Goles que convirtieron al de de Lagarto de villano a héroe.
Tal ha sido su comienzo de temporada que, a pesar de tener un plantel de delanteros excepcional en la seleccion campeona del mundo, la FEderación Española se ha visto obligada a hacerle un hueco.
Esto lo escribo antes de que Vicente del Bosque de la lista de convocados para los próximos partidos de La Roja, porque en el fondo todos los que contemplamos este deporte sabemos que tarde o temprano va a ocurrir.
DIego Costa será casi con toda seguridad parte de los 23 que viajen a su país natal para jugar con España el Mundial. Y esa será ya otra histroia. Pero esta, de momento, es la de un auténtico ejemplo a seguir. EL de la perseverancia.
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