Deja que salga el Grinch en Navidad.
03/12/2018
Acaban de sacar una película del Grinch y pienso ir a verla esta navidad. Será un planazo con amigos o familia.
A mí siempre me ha caído bien el Grinch. De alguna manera a veces me he sentido identificada con él. Si, si, lo leéis bien. Me identifico con el Grinch, con su mal humor y su gran rechazo a la navidad. En mi caso creo que se trata de un rechazo al exceso de Navidad.
La navidad en si misma es preciosa. Decorar tu casa, la ilusión de los más pequeños, el comprar y pensar que regalar, cocinar, estar todos juntos. El árbol, las luces, el olor a canela y el sabor del turrón. Los rituales y las creencias brillando a la luz de una chimenea, las de cada uno, sean los reyes, el niño Jesús, san Nicolas o papa Noel o cualquier otra. Es una época muy bonita con mucho significado.
Sin embargo, no me gusta tanto el histrionismo navideño, a mediados de noviembre ya hay decoraciones, las tiendas, las calles, cualquier sitio ya está vendiendo, ofreciendo o exponiendo la navidad. ¿Qué prisa hay? ¡Si Navidad es dentro de un mes y medio!
Llega un momento en el que me siento abasallada, empachada de Navidad y entonces me desconecto de lo que realmente puede ser la navidad. Creo que al Grinch le sucede lo mismo. Creo que tiene tanto exceso de navidad acumulado que decide aislarse de los demás, quedándose solo y resentido con su máscara de malvado siempre puesta. Si recordáis, el Grinch vive al lado de la ciudad de Navidad, está obviamente saturado.
Llego a entender al Grinch porque cuando nos desconectamos y nos recluimos en nuestro interior y agredimos a los demás para alejarles para protegernos de lo que consideramos invasivo, muchas veces es lo único que sabemos hacer. Pura supervivencia.
El año pasado decidí vivir una navidad auténtica escogiendo dejarme sentir: feliz, nostálgica, enfurruñada, alegre y triste cuando me surgiera. No me uní al sentimiento colectivo de tener que sonreír y estar de buen rollo durante todo el rato simplemente porque es Navidad.
¡Funcionó! Dejé que saliera a pasear mi Grinch interior que se sentía invadido, triste, solo y mal humorado, no fue fácil porque no concordaba con el famoso espíritu navideño que parece imponerse en todas partes y me sentí fuera de lugar en alguna que otra ocasión (cómo le sucede al Grinch casi todo el rato). Después de Haberse dado un paseo y de haberle dejado su espacio, estaba mucho más sosegado y disfruté de la navidad a mi manera: decorando mi casa cómo yo quería y estando tranquila.
Se que no soy la única que lleva un pequeño Grinch dentro de sí mismo, por eso hago un llamado a todos esos Grinch internos para que se permitan expresar lo que sienten en estas fiestas que aún siendo fantásticas pueden resultar abrumadoras.
Aprovecho esta ocasión para desearos a todos los lectores y colaboradores
¡Feliz Navidad y próspero 2019!
El equipo de Bonding os agradece vuestra participación, lectura y colaboración.
Un fuerte abrazo.
Equipo Bonding.
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