La mujer frente a los retos actuales profesionales y familiares según la Psicoterapia Humanista Integrativa
01/10/2018
Resumen
La presente tesina describe un arquetipo de mujeres que acuden a las consultas que sienten que hacen más por los demás que por sí mismas y reciben poco a cambio. Cumplen varios roles en sus vidas, con importantes cargas: responsabilidad laboral, familiar y emocional. No han tenido modelo a seguir y reinventan una vida a veces poco satisfactoria.
Analizando desde los conocimientos adquiridos en este Máster de Psicoterapia Humanista Integrativa, iré describiendo un psiquismo donde el Impulsor Complace tiñe toda su personalidad y su conducta, las demandas sociales, su Mapa Mental y Guión de vida. Cómo lo transgeneracional y cultural transmitido en su sistema familiar en forma de creencias y mandatos, han generado conflictos internos y un malestar susceptible de necesitar nuestra ayuda y acompañamiento desde nuestro marco teórico de la Psicoterapia Humanista Integrativa.
PALABRAS CLAVE: mujer – complace – transgeneracional – sociedad – emocional – Psicoterapia Humanista Integrativa.
Abstract
The following dissertation describes an archetype of women who come to our therapeutic consultations feeling they do more for others than for themselves, receiving little in return. They fulfil several roles in their lives, with an important baggage: professional, familiar an emotional responsibility. They haven’t had a model to follow and they have reinvented their lives which many times turns out to be unsatisfactory.
Considering all the knowledge acquired in this Master in Humanistic and Integrative Psychotherapy, I will describe a psique where the driver “please” tints all their personality, behaviour, social demands, their mental maps and life script. The ways in which transgenerational and cultural ideas have been transmitted in their family system in the way of beliefs and “messages”, generating internal conflicts and discomfort, making these women susceptible of needing our help and accompaniment from our humanistic and integrative psicoterapeutical frame, will also be analysed through this dissertation.
KEY WORDS: woman – please – transgenerational – society-emotional – humanistic and integrative psychotherapy.
Introducción
En las consultas de Salud Mental con frecuencia nos encontramos con mujeres que pertenecen al grupo de profesionales cualificadas (universitarias, trabajadoras remuneradas…), más o menos exitosas en su mundo laboral, y en algunos casos con puestos de responsabilidad, con hijos, familia, pero que no se sienten valoradas por “lo que son” si no, por “lo que hacen”. No saben cómo han llegado a una situación de desesperanza, angustia, anhedonia, malestar, enfermedades somáticas y depresión. Sienten frustración y baja autoestima.
En el presente trabajo analizaremos cómo han llegado a sentirse así. Siendo un arquetipo de mujer, al cual pertenezco, pretendo explorar sus rasgos comunes en su Guion de vida, sus decisiones hechas desde su Yo Padre casi con predeterminación para cumplir con unas exigencias profundas transgeneracionales y sociales por ser mujeres, nuestra elección de ser madres, no por instinto, no sólo por amor sino por decisiones inconscientes cumpliendo las leyes sistémicas de pertenecer a una sociedad determinada. Somos un tipo de mujer donde se deposita el mundo emocional de la familia.
Ellas mismas se describen como super-mujeres, multifunción, hiperocupadas y que tienen que cubrir todos los aspectos de cómo se entiende los roles femeninos y qué es ser femenina: cumplir con las expectativas de la pareja, buena madre, buena profesional, estar guapas, en definitiva, complacer a los demás y a la exigente sociedad.
Analizaremos el cambio social que se generó cuando las mujeres llegaron al mundo universitario, estudios profesionales cualificados, donde hay un requerimiento intelectual constante y motivadas para estar en el mundo, ocupando un papel activo y con capacidad decisional y de cambio social. Generadoras de riqueza por ser población laboralmente activa, pero manteniendo cargas familiares como sus madres, abuelas y demás antepasadas.
A través del estudio intentaremos demostrar cómo lo transgeneracional, mitos, creencias, conforma el psiquismo de las “mujeres complacientes”.
Iremos desenmascarando, poco a poco, en el proceso terapeútico, el Guión de vida de cada mujer perteneciente a esta sociedad que está insatisfecha, con malestares y no saben si son dueñas de sus vidas.
Analizaremos el mundo emocional, qué se puede y qué se debe trabajar a nivel profundo con ellas, según los parámetros de la Terapia Humanista Integrativa. Ayudaremos a tomar redecisiones y entender el “para qué” se ha cumplido con el Guion de Vida.
Análisis transaccional
El cambio social en la España de los 80, conlleva una de las grandes revoluciones silenciosas y cambios estructurales protagonizado por la mujer nacida a caballo entre los años 50 y 60, y que abrieron una puerta hasta entonces vetada a la mujer.
Hemos inventado nuestra forma de vivir, trabajadoras cualificadas, universitarias, con profesiones a veces vetadas al sexo femenino. Mujeres sin modelo, sin espejo dónde mirarse.
Una forma de vivir desconocida hasta la fecha, sin antecedentes históricos. Es la generación que se describe con apelativos como: liberadas, luchadoras, rompedoras, atrevidas e independientes.
Veremos que eso es a un coste muy alto, y una parte importante. El entorno social exige mucho a la mujer. Nos encontramos con que el grupo familiar extenso ya no existe, se vive en micromundos familiares. Cuando un miembro es dependiente, todavía la mujer tiene que hacerse cargo del cuidado en mayor número de horas que otro miembro familiar. Además, se cuenta con poca ayuda institucional para la conciliación familiar y laboral. El trabajo doméstico y el cuidado de los niños sigue recayendo principalmente sobre la mujer.
En el estudio que presentó S. Offer en la 108 Reunión Anual de la Asociación Americana de Sociología en E.E.U.U.1, estudiaron a 500 familias con características similares a las de este trabajo. Pensar en los asuntos familiares es un trabajo mental que provoca estrés y más emociones negativas: “El hecho es que las madres asumen mayor responsabilidad en el cuidado de sus hijos y de su casa, cuando comienzan a pensar en cuestiones relacionadas con la familia, lo hacen centrándose en los aspectos menos agradables, siendo mucho más propensas a preocuparse… Creo que el hecho que provoque más estrés es porque las mujeres son las únicas juzgadas y quienes tienen que rendir cuentas en temas relacionados con la familia. Los padres están más involucrados en el cuidado de sus hijos y hacen más tareas domésticas que en generaciones anteriores, pero la mayor responsabilidad sigue siendo para las madres”. Estas conclusiones son extrapolables a la situación de nuestras familias en nuestro país en este momento.
Las mujeres siguen atrapadas, es una generación con gran número de consumo de psicofármacos y de recursos sociosanitarios. Las dolencias y malestares diversos de las mujeres trabajadoras que solicitan ayuda en los Centros de Atención Primaria están causada por sobrecarga y estrés. Fisiológicamente sabemos que EL ESTRÉS genera activación del Eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal, generando catecolaminas (adrenalina, noradrenalina, cortisol) que a su vez alteran los mastocitos y produce inflamaciones diversas: dolores de cabeza, taquicardias, gastritis, insomnio, ansiedad etc.
Las expectativas sobre la mujer nunca han sido tan altas e irrealizables como las de hoy en día. Se les exige ser madres incansables, amas de casa eficientes, estar siempre arregladas y en forma. El mensaje sería: “tú puedes, eres fuerte y tira para delante con todo”. Este mensaje está en todos los medios de comunicación: televisión, revistas, incluso en las conversaciones.
En el Club de las Malasmadres2, organización social sin ánimo de lucro que estudian, analizan y describen esta situación social, a través de blogs, notas de prensa, radio, libros dicen: “Podríamos caer en el error de pensar que estas presiones sociales sobre lo que debemos ser y hacer son simples sugerencias… Nada más lejos de la realidad. La mujer que se desvía de lo impuesto será castigada con la incomprensión de los demás, con sus críticas; no olvidemos que hacer algo diferente a lo que impera socialmente no sale gratis. Esto ocurre con el modelo predominante de mujer, expectativas inalcanzables que se multiplican si fijamos la atención en las mujeres, madres y trabajadoras…Nos llenan de culpas… que todavía hoy, se nos pida ser tantas cosas y además todo con una gran sonrisa y sin que parezca que no podemos con la vida, parece un verdadero retraso”.
Transmisión epigenética
SISTÉMICA – TRANSGENERACIONAL – TRANSCULTURAL
En la infancia tomamos decisiones importantes y una manera de ser y estar en el mundo, cuyas transacciones con el entorno se hacen dirigidas inconscientemente para obtener aceptación y amor incondicional. Berne3 desarrolló este concepto, Guion de Vida y lo definió: “Es una parte preconsciente de cómo vivir la vida. Un plan de vida creado en la infancia, reforzado por los padres, justificado por eventos subsecuentes y culminando en una alternativa elegida”.
Lo epigenético estudia los cambios producidos en el ADN de cada individuo. Parece que los estímulos externos que cada individuo recibe a lo largo de su vida, sus propias experiencias, pueden alterar el código genético, pudiendo ser transmitidos a generaciones posteriores. M. Salvador4 pone el acento en esta transmisión llamada “transgeneracional“ que influye en el psiquismo de cada individuo, a veces desde lo colectivo, a veces desde el clan familiar.
- Sánchez5 dice: “Desde que nacemos estamos insertos en mallas familiares, con un tejido comunicativo relacional, siempre hay una trama oculta familiar, es la variable transgeneracional en los guiones de vida, que en ocasiones se actúa en bucle, tendente a la repetición y surge el conflicto porque no se comprende esa compulsión a la repetición…”. Ella asegura y defiende a lo largo de su trabajo que tiene mucha más importancia de lo que parece lo sistémico e intergeneracional en la psique de cada individuo. Hay una red de mitos familiares que se pueden transmitir a través de los recuerdos, representaciones narrables o secretos familiares legados inconscientemente, lo transgeneracional es una trama influyente siempre, en mayor o menor medida en el Guion de vida.
En el libro Más allá del Yo de M. Salvador6, expone magistralmente la influencia epigenética de lo familiar en cada individuo: “…el guion de vida de una persona es una consecuencia de los mandatos inconscientes transmitidos por las figuras parentales que reflejan los asuntos no resueltos…en el clan familiar…la demanda que los padres hacen a los hijos de qué han de hacer y cómo han de ser para pertenecer al clan familiar. Los aspectos sistémicos más influyentes son los del entorno familiar, pero también los que están en el entorno cultural y nacional…las cargas sistémicas y los mandatos familiares incluyen también prescripciones y cargas que provienen de la cultura del país en el que se vive”.
- Ferro7, psicoanalista, en su libro, El instinto maternal o la necesidad de un mito defiende categóricamente que el instinto maternal es uno de los mitos más sólidamente asentados en nuestra cultura. La feminidad queda reducida en una supuesta inclinación a la maternidad. Por ella y para ella se define al ser femenino y se considera que la mujer no está completa hasta que no es madre. Además, nos dice que este mito va acompañado de una serie de atributos como que la mujer debe ser pasiva, dulce, abnegada y si no responde a ese patrón establecido sería fálica, histérica o competitiva. Si se considerase una función y como tal susceptible de ser o no ejercitada, se le devuelve a la mujer la posibilidad del deseo, porque en definitiva a los hijos no se los quiere por instinto sino por amor.
En la teoría psicoanalítica, los mandatos y mitos introyectados a través de la madre y de la cultura, forman parte de nuestro ideal narcisista que conforma una parte esencial del Yo. Sería nuestra manera de valorarnos y sentirnos a nosotras mismas. Cuando una mujer decidía no tener hijos y dedicaba toda su energía libidinal a ser una buena profesional y no a ser madre, se decía que era una mujer fálica (el término define a una mujer con rasgos varoniles, con una personalidad autoritaria, con deseos de poseer y ostentar poder, que no cumplía con su feminidad). Nos cuenta a propósito de un caso:
“Mujer de 34 años, casada hace ocho años, acude a tratamiento porque tiene dificultades, está angustiada sin saber qué decidir ya que ha empezado a plantearse la cuestión de la maternidad. Esta mujer gozaba con su profesión, aspiraba a triunfar en ella como merecía por sus cualidades y dudaba si el rol de la maternidad realmente era deseado por ella o era un imperativo que le había sido legado por ser mujer…”. Concluye que, si cuestiona ese mandato, corre peligro de que, en una consulta, el terapeuta se alíe con la teoría y se la considere fálica porque no cumple con los atributos de la feminidad.
También señala la culpa que puede generar el no cumplir con el mandato cultural de unir mujer-madre-abnegada como único valor. Si no se identifica con ese ideal, puede aparecer un conflicto porque su narcisismo está amenazado, ya que ese narcisismo (la conceptualización del sí-mismo como estructura del aparato psíquico y como contenido del mismo, referido a la representación que tiene uno mismo de su propia persona) está compuesto en parte por su Ideal del Yo (instancia de la personalidad que resulta de la convergencia del narcisismo (yo ideal) y de las identificaciones con los padres y con los ideales colectivos. Como instancia diferenciada, el ideal del Yo constituye un modelo al que el sujeto intenta adecuarse).
Todo lo anterior nos va llevando a la influencia transgeneracional y transcultural en cada niña, cómo lo hacen sus propias familias, siendo la madre una figura esencial como modelo y transmisión de mandatos, considerando éstos, los mensajes no verbales transmitidos a la niña por sus figuras parentales.
- Bello8, en su artículo sobre las consecuencias que tiene la crianza sobre las hijas de una madre narcisista, nos dice: “La madre es el principal modelo de conducta que tiene una hija para desarrollarse como persona, mujer, amiga, esposa, amante y madre … la hija siempre buscará la aprobación y el amor de su madre…la madre ve a su hija como una extensión de sí misma, por lo que la presionará más para que actúe como ella misma lo haría… De niñas creemos que nuestra madre es la fuente de todo”.
Estas madres a su vez han sido sujetos de su propia transmisión transgeneracional y epigenética de sus madres y así sucesivamente, como va quedando claro a lo largo del trabajo. De esta manera se va organizando el psiquismo del arquetipo de mujer que estamos estudiando.
La importancia de la transmisión de roles a través de los cuentos tradicionales
Los cuentos forman parte de la cultura y transmisión de Creencias que vienen desde el fondo de los tiempos y están repletos de símbolos y enseñanzas. Su importante función educacional es incuestionable. En los cuentos tradicionales, los de toda la vida, se han utilizado valores dirigidos a la mujer.
Ferrando y Lloría, en su artículo, El rol de la mujer en los cuentos tradicionales9, estudiosas de la transmisión cultural a través de los cuentos, nos dicen que los cuentos nos inculcan ideas y valores sociales, son importantes para la construcción de la identidad personal y social de los niños y las niñas a través de los roles y modelos de conducta de los protagonistas.
- Bettelheim10, psicólogo psicoanalista, estudioso en profundidad de los cuentos infantiles desarrollado en su libro, Psicoanálisis de los cuentos de Hadas aseguraba la extraordinaria importancia de los cuentos de hadas para la formación moral e intelectual de los niños.
Los roles femeninos encontrados en los cuentos se pueden englobar en los siguientes puntos:
- Siempre situadas en el espacio privado: reproductivo, doméstico y familiar (hija, esposa, madre o novia abnegada).
- Sufridora, sumisa, obediente y sometida a la figura masculina.
- Temerosas, pasivas y confiadas, ñoñas.
- Valoradas por su belleza, las que no, son brujas o malvadas.
- Los valores femeninos están encuadrados en la fuerza de la madre y en el cuidado de sus seres queridos.
Para ejemplificar esta última conclusión sobre el rol femenino en los cuentos infantiles, rescato un artículo escrito en la revista Bonding por L. Villaumbrales11, en el que nos describe a Wendy, la compañera de Peter Pan: “Wendy es dulce y complaciente, responsable, cuidadora, soñadora, sonriente y amable. Se hace cargo de sus hermanos pequeños maternalmente.” En mi opinión apelativos muy acertados y que no casualmente se repiten una y otra vez en las mujeres complacientes y abrumadas que son objeto de esta tesina.
Juegos psicológicos desde el análisis transaccional
En 1964, E. Berne12 ya describió un Juego psicológico enfocado a la mujer multitarea en la familia. Parece que en las consultas de los psiquiatras se encontraba con mujeres agotadas y deprimidas. Se ocupaban de todo lo que se consideraba tareas femeninas como el cuidado del hogar y de las personas que viven en el mismo: “No sólo se la exige todo el trabajo doméstico, también será: conductora, amante, madre, enfermera, doncella y socialmente ella brega con todo lo que le echen…si tiene una cena deberá mostrarse agradable, tiene que ser una conversadora impecable, mayordoma, supervisora…y además chica glamurosa…Todas estas funciones son contradictorias y agotadoras. La mujer lo vive como una imposición dando origen a una enfermedad que se denomina Rodilla de ama de casa, dado que la rodilla se utiliza para mecer la cuna, fregar el suelo, levantar pesos, conducir…” Berne dice que un mínimo de doce roles de media. El conflicto se genera porque independientemente de que ella haya elegido una pareja que se sitúe en su Padre Crítico, ella misma se autoimpone hacer todas esas tareas sin quejarse, cree que eso es lo que debe de hacer, además con diligencia, pero cuando se agota y deja de hacer alguna de sus funciones, se autorreprocha no ser perfecta, no hacer lo que debe. Por lo que la culpa la lleva, casi inevitablemente, a sentirse deprimida. Si en algún momento se había sentido mal no se lo permitía, por lo que su única defensa era enfermar debido a la exigencia externa e interna. Ese sería el Juego psicológico de Agobiada. Resulta impactante estudiar este Juego descrito en 1964. Estas mujeres son modelo y madres de nuestro arquetipo de mujer estudiado en esta tesina, donde los Contramandatos: Sé perfecta – Complace – Sé fuerte, están en el Guión de vida de este tipo de mujer. Parece introyectado transgeneracionalmente: lo han aprendido de sus madres, que a su vez lo integraron de sus propias madres, sus abuelas. Probablemente se elige ser así para no defraudarlas, mantener el legado y sentirse queridas. Están en un Juego, representando un papel en el Guión de vida de sus madres, adquiriéndolo ellas a su vez de las suyas.
La conducta de Impulsor o Contramandatos según el Análisis Transaccional forma parte del Mini-guión donde están lo emocional, los sentimientos y las creencias del guión. Los impulsores se dan en todas las culturas, los mitos y las creencias están incluidas en la parte del Yo Padre (Berne dividía el Yo en tres partes: Niño, Adulto y Padre) siempre adquirido del entorno, lo transcultural, transgeneracional y epigenético. Hemos ido viendo cómo se va gestando en las mujeres con las características descritas, complacientes, fuertes y que aspiran a la perfección. Por lo tanto, estos impulsores también han salido de lo transgeneracional, las mujeres repiten un modelo no válido actualmente y entran en conflicto, sintiéndose atrapadas en su propia conducta.
Las mujeres complacientes tienen su autoestima en función de lo que se hace para los demás. Esto conlleva además una autoexigencia máxima, autocrítica hacia uno mismo. Hay una decisión interna de ser amable para protegerse del rechazo de los demás y de los posibles daños. Conductualmente poco asertivas, les cuesta decir No a cualquier demanda externa, rara vez delega sus tareas y se compromete demasiado. Es una manera de compensar el Mandato de No existas: “Sí existo, en función de un otro”. Debajo de todo Complace, hay una desviación emocional, que habrá que tratar en terapia. También hay una evitación de un conflicto.
Trabajar en consulta con este mandato tan invalidante como explica en su libro La enfermedad de complacer a los demás H. Braiker13: “a veces la persona complaciente entra en una dinámica casi adictiva de contentar a los demás, se siente fuera de control, casi atrapada en lo compulsivo. La autoestima está más en función de lo que hace que en lo que es”.
El cerebro femenino además cuenta con que es experto en analizar los matices emocionales de los demás. L. Brizendine14, neuropsiquiatra estadounidense, en su libro El cerebro femenino nos cuenta: “El cerebro femenino es una máquina emocional de alto rendimiento, montada minuto a minuto para el seguimiento de las señales no verbales de los sentimientos ajenos…sabe cosas de la gente que tiene alrededor, siente la pena de un adolescente, las ideas vacilantes del marido, la felicidad de un amigo…percibe con claridad los matices emocionales, es experto en leer caras, interpretar tonos de voz.”
Con este legado genético, la mujer complaciente percibe con gran agudeza las necesidades de los demás, y eso de por sí es estupendo, pero en una persona con el Impulsor Complace se vuelve en su contra.
Otro ejemplo de la capacidad del cerebro femenino sería el radar entre el bebé y la madre que hace que en la crianza le cueste delegar, porque sabe que ella percibe más acertadamente sus demandas, con lo cual sus Impulsores: sé fuerte y sé perfecta, no le permitirán ser consciente de sus propias necesidades vitales, llegando a la extenuación en muchos de los casos.
Cómo acompañar a pacientes desde la psicoterapia humanista integrativa
Iré exponiendo cómo acompaño a mis pacientes que cumplen con el arquetipo de mujer con familia y profesionales que tienen distintas personalidades, las tres de mediana edad, pero les une los Impulsores: Complace, Sé fuerte y Sé Perfecta. Todas se dan cuenta que ha sido un esfuerzo titánico vivir para los demás poniéndose ellas mismas en prenda. Han pagado un duro precio, porque son el ejemplo vivo de mujeres complacientes, peleonas, resolutivas, profesionales, trabajadoras, madres y cuidadoras familiares. En este momento se paran para pensar y poder poner la energía en ellas, tomar decisiones de Contraguión, saber por qué sienten que han perdido su proyecto vital, están estancadas y sufriendo. Acuden para hacer una Psicoterapia Humanista Integrativa.
El modelo de entender al ser humano según la teoría de la Psicoterapia Humanista Integrativa:
- Zurita: “La Psicoterapia Humanista Integrativa, nace de la integración de diferentes Técnicas de Psicoterapia Humanista que sobre una base estructural de análisis Transaccional va enriqueciéndose con el estilo gestáltico, la incorporación del cuerpo al proceso psicoterapéutico que ofrece la bioenergética y el manejo emocional que nos da el proceso del duelo, basado en la Teoría del Apego de Bowlby “.
Siguiendo este modelo psicoterapéutico entiendo que cada ser humano es único, sólo por nacer es importante y susceptible de ser amado. El terapeuta debe ser empático, estar disponible, acompañar en su proceso desde la comprensión, el respeto y dándole amor incondicional. Hacemos el contrato terapéutico y explico qué es una psicoterapia. Siempre intento ofrecer a mis pacientes un entorno afectivo y protector. Estar disponible para ellas y mostrarme incondicional.
Mi objetivo, para con ellas es trabajar para que crezcan internamente y lleguen a la autonomía llevando las riendas de su vida. Las pacientes acuden a consulta, porque ellas no saben cómo han llegado a estar tan desbordadas emocionalmente. Tienen predominio de patología ansiosa-depresiva, algunas tienen tratamiento farmacológico.
En el proceso terapéutico considero fundamental incluir conceptos psicológicos, es un trabajo psicoeducativo para que puedan ir reconociendo distintas instancias psíquicas, como por ejemplo los Estados del Yo, el concepto de Mandato y Contramandato, Juegos Psicológicos y lo que es el Guion de vida, Triángulo dramático, todo adquirido y desarrollado por el Análisis Transaccional.
Trabajar en la terapia y reconocer en sí mismas todo ello, logra poder hacerlo consciente e ir modificándolo. Les explico que cuando no sabemos lo que nos pasa, no podemos poner solución. Añado la importancia de lo catártico que es hablar y cómo ordena el pensamiento.
Primero tomo datos ordenados de su vida. Utilizo el Esquema de Kertez, desarrollando las 5 áreas vitales del individuo: área personal de ocio y tiempo libre, el área profesional y de trabajo, área de familia de origen, área de pareja y área de familia formada. Les explico que todo tiene que ver con su Aquí-Ahora, explicando que en ocasiones tomamos decisiones que tienen que ver con el Aquí-Entonces (Modelo Gestáltico). Esas decisiones nos ayudaron a sobrevivir en el pasado y ahora seguimos haciéndolo porque es lo conocido y lo que aparentemente nos funcionó. Vemos de dónde puede salir esa complacencia hacia los demás, esa saturación y agobio vital, a veces pasando al polo opuesto, sintiéndose muy deprimidas.
Explorando a la familia de origen, les hago escribir características de cada progenitor. Ocupo tiempo en que entiendan la importancia en sus vidas de estos mismos, señalando que no importa que hayan sido realmente así o no: ellas lo introyectaron de una determinada manera. Fueron sus modelos de comportamiento y referencias vitales en su desarrollo como personas. Siempre que ha habido una dura experiencia vital en esta etapa de la vida soy sumamente respetuosa y compasiva si ha sido dura y con poco amor. Me detengo en cómo se recuerdan de bebés, no sólo en lo que les han contado, también en cómo lo sintieron, explorando su apego. En estas sesiones utilizo relajación, hacemos visualización guiando a la paciente a aquel momento regresivo de ser bebé y niña pequeña, para que puedan conectar con esa niña que sale de su interior. Incido en que me vayan describiendo cómo se sentían.
El Impulsor Complace lo detectamos en esta fase, porque quizás no fueron niñas queridas y cuidadas con eficiencia y amor, por lo que hacen una compensación en sus vidas sintiéndose muy identificadas con sus hijos y resarciendo en su crianza esa falta de amor que ellas experimentaron, por lo que su proyecto vital es sostener su vida con los cuidados hacia los hijos y la familia.
Al mismo tiempo tienen el modelo casi idéntico de sus madres, abuelas y demás mujeres que las precedieron. Le hago la devolución que probablemente se autoimponían detectar todas las necesidades y colmar de cuidados a los demás como principal objetivo y no sentirse ellas las importantes de sus propias vidas. Cumplen a la perfección con el legado cultural, transgeneracional de ser el apoyo emocional familiar. Como veremos en los casos que expongo cumplen ese modelo de cuidadoras complacientes que se espera de ellas. Pero en sus vidas aparece una variable diferente a las generaciones precedentes. Desde muy jóvenes quieren estudiar, viven en un momento social que hay mejoría socioeconómica y cultural, la clase media puede acceder a la Universidad y otros tipos de estudios cualificados, tienen una vocación: quieren ser profesionales. Hay una implicación emocional, de pensamiento y conducta en obtenerlo. Pasan parte de sus vidas en el empeño, logrando sus objetivos, pero entran en conflicto porque además de cumplir con esa parte de ellas que las completan su identidad y de ser útiles a la sociedad, fieles a sí mismas, cuando forman una familia no pueden descuidar a sus seres queridos entrando en un bucle agobiante, sin fin, improvisando, intentando hacer y colmar todos los requerimientos externos del cuidado y protección, son esclavas de sus Contramandatos para sobrevivir y entran en conflicto.
Pacientes acompañadas desde la psicoterapia humanista integrativa
Paciente 1
Cuando conozco a Jimena, 57 años. Se muestra encantadora, amable, cariñosa, muy cercana. Rápidamente empatizamos. Acudió a mi consulta con muchas secuelas de haber estado bebiendo intensamente alcohol en los dos últimos años, se sentía perdida y muy culpabilizada. Sus tres hijas la describen como una mujer muy luchadora, trabajadora incansable y que como madre es maravillosa, extrema cuidadora de ellas desde siempre, pendiente de cada detalle. Siempre las apoyó y es muy amorosa, pero se han dado cuenta que ella se cuida poco. Su historia personal es durísima, cada vez que se lo oigo narrar me produce escalofríos. Nació en un pueblo, la mayor de seis hermanos. Ambiente rural de la España profunda de los años 60. Su padre alcohólico llegaba por las noches y se iba turnando en pegar a un hermano u otro según se le antojase, a la madre y en algunas ocasiones, pero pocas, a ella. Tenía verdadero pánico en aquellos tiempos, cuando el padre no bebía dice que era un hombre encantador y afable. A su madre la describe como poco cariñosa y muy desbordada. Delegó en ella el cuidado de sus hermanos y tal legado familiar lo ha llevado a tal extremo que cuando empezó la terapia todavía se ocupaba de ellos, siendo ella como la madre de todos, resolviéndoles todos sus conflictos. Era la aglutinadora de la familia extensa. Extremadamente complaciente, no ponía límites a nadie, siempre dispuesta a ayudar. Ella se describe a sí misma como mujer siempre pendiente de los demás, que ha cuidado a sus hijas hasta la extenuación con una máxima: que no sientan ni una sola vez, los miedos y angustias que ella sufrió. En la terapia fuimos desgranando todo lo que tuvo que decidir cuando era niña, las pocas caricias que obtuvo de reconocimiento y amor, ella no importaba, ella “no existía” (Mandato que tuvimos que trabajar), ella sólo existía para los demás. En cuanto a su mundo emocional, no podía reconocer el odio hacia su madre y hacia su padre que de alguna manera la abandonan a su suerte sin dejarla ser una niña, además del maltrato. Sólo cuando su padre no bebía, recibía cariño y reconocimiento de él. Su madre nunca le dio las gracias. Sus impulsores Sé fuerte y Complace determinó su vida. Su profesión es de cuidados profesionales a ancianos y personas dependientes, hasta que por enfermedad crónica de origen traumatológico le dan una Incapacidad Laboral. Analizamos todo juntas, trabajamos su rabia, hacemos sesiones de gritos con cojín, la tumbo en una colchoneta y la animo a que llore desconsoladamente, dándose cuenta de la falta de cariño que tuvo y la rabia de estar sola sin que nadie la consolara, pero esta vez estoy yo para protegerla, para
cuidarla con todo mi ser y acariciarla, acunarla, abrazarla y que sienta mi amor incondicional. Lloramos a moco tendido las dos juntas. La hago sentir que la respeto, la admiro y la quiero. En muchas sesiones siento que tengo que seguir afianzando su autoestima: ella no se valora, ella no se quiere. Me habla de sus hijas con verdadera devoción, las adora, ha sido la razón de su existencia, todo la importaba poco al lado de los requerimientos de ellas. Aunque recuerda dura la crianza de sus hijas al mismo tiempo que trabajaba, transmite que fue una época que repetiría exactamente igual: ”mis hijas lo son todo para mí, son estupendas y me llenan de orgullo, las adoro y las quiero intensamente” A su vez sus hijas, la demuestran amor incondicional y la apoyan.
Pero hay un antes y un después cuando su madre enferma, tiene que ingresar y solo es ella la que se ocupa de todo de nuevo, sin ningún ¡gracias!, ni reconocimiento familiar, ni por sus hermanos, ni por su madre. Ella se queda en el hospital día y noche durante largo tiempo. Surge un conflicto familiar con su hermano pequeño alcohólico también como el padre, ella pide a su madre que la defienda de algo injustamente acusada; la madre se calla y no la protege. Acude a sesión terriblemente afectada, está angustiadísima, ha tenido pérdidas de memoria, insomne, tartamudeando, llena de ira. Traducimos su enfado, libera su odio y rabia presente y contacta con el pasado, grita, llora. Trabajamos simbólicamente: desgarrando papeles, tacha figuras que representa el alcohol, a su padre y a la madre. En una sesión grupal, suelta energía moviéndose muy rápido por la sala por la sala, tiene una energía vuelta hacia sí misma que a mí me preocupa, temo que tenga un ataque de ansiedad… el grupo le da mucho apoyo y caricias positivas empujándola a que saque la rabia fuera. Hacemos una dramatización en la cual, una compañera hace de madre dándole caricias negativas. Eso provoca que Jimena la grite con potencia y le diga todo lo que tiene dentro desde hace 57 años. Se da cuenta que está así porque otra vez ha sido anulada, ninguneada, utilizada y no querida por su madre, una vez más. La señalo que su estado del Yo Niña la protegió entonces, tomando decisiones de supervivencia, pero también tiene una parte del Yo Adulta actual, que puede dejar actuar porque parece que analiza claramente lo que ha pasado, gracias a la Terapia que está haciendo y la deja tomar las decisiones protectoras hacia sí misma. Primero le doy el Permiso para que pueda sentirse ella como persona digna de ser amada y cuidada, usar su compasión hacia sí misma y de esta manera utilizar su energía psíquica en sus autocuidados merecidos. Tiene derecho de sentirse protegida, apoyada y querida. Ella es valiosa, tiene derecho a existir, a pedir, a quejarse, y finalmente, a ser amada. Refuerzo mucho su autoestima, valorando todo lo que ha logrado por sí misma: tiene unas hijas que la adoran, ha desempeñado un trabajo que tuvo que estudiar y prepararse para ello. La muestro mi compasión por la vida que la tocó cuando era niña, todo lo que debió sufrir, pero ella en contra de todo pronóstico, debido a esas circunstancias vitales, generó una vida muy distinta a la que parecía estaba destinada. Es una resiliente, que se salvó a sí misma.
En este momento está tranquila, disfruta de lo cotidiano y ya no desea morirse. Por supuesto no bebe ni una gota de alcohol, eso fue una manera de autoagredirse y volver al No existas. Jimena ha roto con su familia de origen, no quiere volver a relacionarse con su madre y volver a sentir ese maltrato tanto de ella como de sus hermanos que tanto han abusado de ella. Siente una dignidad que dice:” nunca, antes había experimentado”.
Está cansada emocionalmente, pero tiene ganas de vivir, esta vez siente que se lo merece. Nos queremos mucho y siento que ha sido una suerte habernos encontrado, terapeuta-paciente. Tiene un estupendo vínculo amoroso conmigo.
Paciente 2
Me parece importante mostrar otro caso muy diferente en cuanto al estrato social de donde procede la paciente, pero también con los Impulsores: Complace, Sé fuerte y Sé perfecta, muy potentes en el transcurso de sus decisiones vitales.
María, ahora tiene 50 años, es extremadamente inteligente e hizo una carrera universitaria exitosa. Es Física. Estudiante muy brillante. La ofrecieron trabajo antes de terminar; lo deja cuando tiene su primer hijo. Ella se recuerda siempre con el anhelo de ser madre y era un objetivo primordial en su vida. No empezó de nuevo a trabajar hasta que se divorció, no quiso ninguna pensión compensatoria de su exmarido, sólo lo justo para sus hijos. Sus dos hijos eran muy pequeños, uno casi un bebé.
Se crio en una familia pudiente económicamente, con criadas y niñeras, se recuerda sintiéndose responsable de sus hermanos cuando la madre fallece siendo ella la mediana de tres hermanos. Tenía 13 años. El hermano menor tenía 8 años y hermano mayor tenía una discapacidad mental. Ella siempre sintió una responsabilidad respecto a sus hermanos, de hecho, sigue ocupándose del mayor. La familia materna, abuela y tías estuvieron muy pendientes de ellos, el padre siempre estaba trabajando y permitió que se ocuparan de los niños, además de tener servicio doméstico.
Después de la separación, y con sus hijos aún pequeños, no tuvo otra pareja, pero cuando ya fueron adolescentes estableció otra relación sentimental. Al cabo de cinco años, él la abandona casi repitiendo patrón de cómo lo hizo su marido. En su vida, cualquier persona que la conociera, sabía que vivía para sus hijos. Desarrolló su propio método de educación, muy pendiente de ellos y con valores morales muy potentes, buscó colegios de educación innovadora, renegando de la educación tradicional religiosa que tuvo ella con los clásicos roles de sometimiento femenino, pero su función maternal lo ocupó casi todo. Además, trabajaba incansablemente y era exitosa en el desarrollo de su profesión. Acude a terapia cuando se rompe la última relación de pareja, porque tiene intenso malestar y aunque intuye cómo se posiciona ella en las relaciones, tiene la Creencia que los hombres siempre son adolescentes y lo único que quieren de las mujeres es que sean complacientes, cuidadoras y les resuelvan todo lo acaecido en la familia, ellos irresponsables y ellas asumiendo todo. Esa es su experiencia porque busca parejas así, que refuercen su Guion.
Realmente en la terapia se dio cuenta que era extremadamente complaciente, ocupándose de toda la intendencia familiar, bancaria, económica, e intendencia familiar, cubriendo todos los requerimientos y necesidades familiares y del hogar. Siempre resolutiva e incansable. Además, también se hacía cargo de la familia de origen, tanto padre, como tíos ancianos dependientes. Actuando con su rol de madre con sus parejas, también eran niños para ella, por eso la dejaban. Ellos no la vivían en una relación horizontal de igual a igual, si no como alguien superior a ellos jerárquicamente. Se sentían de alguna manera infantilizados. Ella era al mismo tiempo muy exigente con las parejas, pero sin explicitarlo, sin pedir, daba por hecho que ellos sabían lo que ella necesitaba, eran demandas invisibles, por lo que su insatisfacción era muy alta.
En cuanto al legado familiar y sus identificaciones con sus figuras femeninas fue apasionante ir desgranando y analizando las mismas: a su madre la recordaba y la describía como una mujer cariñosa, agradable, eficiente, complaciente, cuidadora extrema y que se ocupaba absolutamente de todo y de todos, del hogar y su familia extensa, muy solícita con su marido, llevando como una empresa el hogar con las personas trabajando a su cargo, toda la intendencia familiar casi profesionalizada. A su vez, introyectado de su propia madre, la abuela de María, con la cual tuvo mucha cercanía. Vivía muy cerca de su casa y al morir la madre, fue una cuidadora y presencia fundamental en su vida. Decía de ella que era una persona de temperamento autoritario pero afable y cercana, que también enseñó a sus hijas cómo
debe llevarse una casa con todos los roles que se requieren. Ella decía que tenías que saber algo de economía, manualidades, oficios, orden, organización y mantener la supervisión de todo y de todos pero que se hiciera de modo “invisible”. No pedir nada a cambio, estar siempre atenta a las necesidades del marido e hijos y además tener dotes de psicóloga: saber mandar sin que se note.
Parecía que María había cumplido con esas Creencias muy íntimamente, introyectadas y tragadas sin pestañear.
También trabajamos en su terapia la invisibilidad, hacer sin que se note, y no pedir nada: eso es ser invisible, tuvo mandato No existas. Toma conciencia de sus Necesidades Emocionales Básicas Insatisfechas. Hicimos varias sillas vacías con la parte de ella que no dejó en su momento que saliera a la superficie, esa niña asustada sin madre que la proteja y que tuvo que hacerse cargo de sí misma y de los demás. Permitimos que diera lugar a esos anhelos y deseos insatisfechos de una María que no pudo existir porque decidió sobrevivir haciéndose cargo de todo y de todos.
A lo largo de la terapia tomó la decisión de desplazar esa capacidad extraordinaria de orden, organización y ser incansable, hacia el trabajo donde disfruta de sus competencias y cuida al detalle de todo. Se presentó como candidata y consiguió el cargo de mayor responsabilidad de su departamento, siendo Coordinadora de un equipo de más de 40 personas. Facilitó el despegue de sus hijos del nido familiar y es capaz de amarlos intensamente sin agobiarles y apoyarles en sus decisiones. Sabe adecuar los límites y ocupar su lugar de madre sin invadirles ni organizarles la vida. Ella se valora, se ha dado cuenta de todo lo que ha sido capaz de hacer a pesar de las dificultades emocionales que arrastraba desde muy pequeña y disfruta intensamente de la vida. Ha decidido vivir sin pareja. María intentó rechazar y repetir el rol transmitido por su madre, abuela y demás familia extensa que de una manera muy tradicional fueron las depositarias del mundo emocional familiar. Ella se creía diferente, pero entró en conflicto porque lo que la resonaba internamente le producía rechazo y se sentía atrapada sin saber por qué y para qué se comportaba así. Creía que había salido de ese guión familiar de ser una mujer-madre abnegada, pero hasta que no se dio cuenta de cual era su Guion de Vida, dónde estaban los mandatos, impulsores, creencias etc., no pudo elegir. Ella es tan inteligente e innovadora que aprovechando el momento social participa intensamente en el colegio de sus hijos y colabora en grupos para renovar los valores morales y sociales y poder elegir siendo los chavales más libres, una manera de educar con el objetivo que sus hijos sí que puedan elegir: religión, ideas políticas, alimentación, forma de vida… y estén lo menos influidos por la sociedad patriarcal y de consumo. El coste ha sido muy alto. En su caso renunciar a estar en pareja, y enfermar físicamente, tuvo una dolencia muy grave aunque ahora ya esté muy bien. A pesar de tanta lucha y cambio, su función de madre encuadra indefectiblemente en una “Madre Complaciente y Abnegada” además de ser una profesional hipercualificada y brillante.
Para estar sano y equilibrado tiene que haber una concordancia entre la conducta, el pensamiento y el mundo emocional. Enfermamos y tenemos síntomas cuando hay una discordancia entre esos niveles. Expongo otro caso que lo ilustra.
Paciente 3
Una paciente de 57 años, casada, dos hijos, en este momento independizados. Profesional sanitaria en activo, fue empresaria unos diez años coincidiendo con la crianza de sus hijos. Pareja estable. La paciente acudió a mí porque se sentía sin energía, toda actividad la resultaba agotadora, las tardes las ocupaba sentada en el sillón cuando salía de trabajar. Había sido diagnosticada de depresión, pero los psicofármacos le sentaron muy mal y se negaba a volver a intentar tomarlos. No se reconocía así misma, ella me relató cómo pasó la crianza y juventud de sus hijos y me decía que nunca notó el cuerpo, que tenía la sensación que había podido con todo, que dormía lo preciso, que no pensaba cómo se sentía, no percibía el cansancio, sólo actuaba. Era como una bombera siempre apagando fuegos, hablando con los tutores de un hijo suyo problemático, ocupándose en definitiva de todo, el resto de su vida estaba programada: sus días de vacaciones, fines de semana… y de golpe tuvo que parar porque empezó a somatizar con enfermedades varias que siempre justificaba e intelectualizaba su causa, decía que era por lo hormonal, etc. Hasta el punto de tener que darse una baja laboral. Toda esta situación se fue alargando en el tiempo porque además tuvo distintos accidentes laborales aparentemente fortuitos (durante la terapia analizamos que estaban muy relacionados con sus malos autocuidados y la falta de consciencia de que ella era y tenía cuerpo), con consecuencias de origen traumatológico que necesitaron rehabilitación y, aun así, no quedó del todo bien, quedándola una leve discapacidad que en Salud laboral debieron de tener en cuenta, para proporcionarle un trabajo que no empeorase las secuelas. Todo este cúmulo de circunstancias le fueron cambiando su forma de vida, realmente pasó de estar hiperactiva a no hacer nada, sólo lo necesario para su rehabilitación. Ella no pudo adaptarse sin pagar un precio psicológico, de pérdida de salud y de eficacia. Su autoestima se apoyaba en sentirse valiosa, cuidadora y complacer en sus necesidades a los demás de su entorno y sentirse útil. Estaba realmente deprimida, inactiva y dejando su autocuidado personal. Estaba triste, perdida, sin objetivos en la vida. Con deseos de morirse, incluso con ideación autolítica, pero que nunca llegó a realizar. Contratransferencialmente, esta paciente me producía desasosiego y preocupación. A veces faltaba a las citas, con excusas tontas, pero cuando la ofrecía recuperarlas ella accedía, no sólo me complacía, también su Impulsor Sé perfecta no la dejaba fallar. Con esta paciente trabajé mucho con el cuerpo, ese cuerpo tan dañado y deformado que ella odiaba en esos momentos por todo lo que la había hecho sufrir y que ahora sólo lo percibía con malestar, no sintiendo placer con nada. Había renunciado incluso a las relaciones sexuales y, aunque con importante obesidad, tampoco comer le resultaba placentero.
Analizando su vida de niña, ella era la menor de dos hermanas, siempre gordita y muy simpática, era la payasita de la casa. Se sintió querida por su padre, era su preferida, pero sobreexigida por su madre, nunca era suficiente para ella. Su madre fue su modelo en eficacia: no quejarse, trabajar incansablemente para la familia, solucionar cualquier revés de la vida y enfrentarse a ello sin desfallecer en el intento, lo que hay que hacer se hace y las obligaciones son lo primero. Todos esos imperativos y Creencias, formaban parte de su Padre Crítico: lo introyectó sin pestañear, es como si hubiese tomado la decisión de: ”si soy como mamá seré valiosa para ella, por lo tanto me querrá”. Su autoexigencia era tal, que siempre sacaba las mejores notas en su clase y si alguna vez bajaba algo se autocastigaba sin ir a una excursión o algo apetecible para ella. Además, no lo comentaba a nadie, ella tenía que ser la mejor y perfecta. Así llega a la vida adulta siendo siempre jefa, o empresaria. Operativa, diligente, la mejor madre, sus hijos en los mejores colegios, extraescolares de refuerzo de todo tipo para ser los mejores preparados, etc.
En sesión veíamos que era como una máquina, que no sentía, sólo actuaba y su cuerpo lo obviaba, no existía. Durante la terapia realizamos muchas sesiones de repaso corporal, respiraciones, relajación, poner energía mental en el cuerpo, visualizaciones curativas para sanar su cuerpo. Verse desde fuera con su Yo Esencial, reconocerse y aceptarse. Pequeñas tareas: darse crema, mirarse al espejo, intentar hacer algo de ejercicio. Hicimos dibujos de su autoimagen, de su imagen ideal y de cómo la veía yo, cómo la veían los demás, todo con el objetivo de aceptarse para poder modificar lo que ella decidiese.
Aprendió a saber que los síntomas pueden ser somatizaciones de conflictos internos psicológicos, a veces muy arcaicos. Ella nunca había utilizado su pensamiento para esas conclusiones. Como buena alumna y complaciente, fue incorporando mucho autoconocimiento de sí misma. Relacionó sus enfermedades con “sus autoexigencias”. Se dio cuenta que había mantenido un ritmo de vida frenético con mucha carga, la maternal, la familiar y la profesional y que es imposible mantener ese ritmo con tanta autoexigencia, proveniente de sus decisiones tempranas, con un modelo de madre que cumplía con su rol en ese momento social, que para ella fue perfecto.
Ahora sabe que, si no te cuidas, si no sientes que eres importante, si vives como si “no existes” y eres consciente de tus necesidades, el cuerpo te para, dando señales de enfermar, que en terapia se puede aprender a descifrar.
Sus hijos le decían que había sido una madre muy exigente, pero muy cuidadora y al tanto de todas sus necesidades. Ellos la quieren, se ven con frecuencia. El pequeño se independizó durante el proceso de la terapia. Se van juntos de vacaciones.
Al cabo de un año de la terapia, casi de golpe, empezó a tomar decisiones vitales aparentemente irrelevantes: salía a comprarse ropa, dejó de ir a comer a diario fuera de casa y cocinar comida saludable, hacía recados por las tardes, salía a andar, los fines de semana se levantaba pronto con ilusión de hacer cosas, etc. Para ello tuvimos que trabajar, hacer el duelo de su pasado exitoso, hiperexigida, carrera vital sin fondo y siendo perfecta. Se preguntaba: “perfecta ¿para quién?, ¿para qué?”. Ya no necesita la aprobación de mamá, ya se había castigado suficientemente por no seguir con ese ideal de perfección. Su pasado exitoso no dejaba hueco al presente. En estos momentos se ha dado la oportunidad de vivir, cuidarse y disfrutar de la vida, se siente contenta, tiene ilusión y proyectos vitales.
Ella cuenta que tomó la decisión de vivir, no sobrevivir. Apreció todo lo que tenía, cómo tuvo que reinventar su vida como mujer, madre y profesional. Nadie le enseñó cómo hacerlo. El coste ha sido alto, pero se siente como una mujer rompedora que junto con otras de su generación está abriendo puertas a las demás. La toma de conciencia de esto, la empoderó de una manera que a mí me dejó perpleja, por ejemplo: toda la fuerza que adquirió en su mirada, su voz, su estar en el mundo. De momento le han disminuido sus dolencias físicas. Además, tiene apoyos: un marido incondicional, amigos que la quieren y compañeros que la respetan. Es una gran profesional cuidadora de sus pacientes, algo que realmente no ha dejado nunca de hacer a pesar de su depresión. Se siente viva.
Conclusiones
Este trabajo va dedicado a las mujeres de mi generación. Inventamos una forma de vivir no conocida hasta ahora. Somos las protagonistas de un cambio social. La pelea vital de estar en el mundo siendo rompedoras de mitos y estereotipos de mujer. Innovando, con cargos profesionales de responsabilidad, algunas profesiones antes sólo desempeñadas por hombres, enfrentándose a lo establecido, luchadoras en el día a día, cuidando a nuestros hijos con muy poca ayuda institucional y social, acusándonos de ser malas madres. Cargando con culpas e identificaciones que no son nuestras sino de nuestras generaciones precedentes que nos enseñaron a cuidar y no a cuidarnos, haciéndolo incompatible. Hay un trasfondo generacional, las madres tienen que ser fuertes y resolutivas, trabajadoras incansables, no piden, solo dan sin recibir. Esta forma de estar en el mundo fue un legado probablemente de las otras mujeres que nos precedieron. Se han transmitido unos valores transculturales y transgeneracionales del cuidado del clan familiar con creencias como: una madre debe dar la vida por sus hijos, hay que vivir para y por los otros, no hay que quejarse, sé fuerte. Lo novedoso es que ahora las mujeres de este tipo, trabajamos dentro y fuera del hogar, y tenemos dudas si somos valoradas y queridas cumpliendo tantos roles ¿Vivimos en función de nuestro auténtico ser? Es casi imposible. Cuando surgen conflictos vitales resulta muy sanador hacer una Psicoterapia Humanista Integrativa. Es un trabajo con el paciente que también tiene en cuenta ese legado familiar inconsciente, invisible que hemos recibido. Está lo explícito y lo implícito que forma nuestro psiquismo. En la terapia irá saliendo a la luz. Los síntomas hay que traducirlos, ponerles nombre y entender para qué hacemos lo que hacemos. Integrar nuestro pensamiento, emoción y conducta. Contar con un terapeuta que nos acoja, nos valide, nos dé permisos y nos ayude en definitiva a elegir con libertad cómo queremos vivir, sanando nuestro mundo emocional.
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Documentación Instituto Galene de Psicoterapia (IGP). Máster en Psicoterapia Humanista Integrativa 2016-2018.
Muchas gracias Blanca, la mitad de la población somos mujeres poder entender y analizar dónde estamos podemos elegir y ser más libres. Está claro que nuestra corriente terapéutica ayuda magistralmente. Un beso.
Me ha encantado, Yolanda. ¡Excelente trabajo! Comparto plenamente todo lo que describes. Gracias por tu aportación