Sobresaliente

01/10/2018

Este verano con los cierres de curso  llegó a mí esta reflexión. Cierro la sesión de hoy, desconecto la compu (ordenador) y me preparo para salir de casa y dar un paseo con los rayos de sol rozando mis mejillas.

Mientras paseo reflexiono y pienso en la última sesión. Estoy acompañando a un joven sumamente valioso, válido, capaz, con una trayectoria educativa envidiable que ha llegado a un punto en su vida en que se siente atascado.

Se ha graduado.  “Menudo lío” dice él.

Ha hecho investigación, ha publicado un par de artículos, ha sido siempre el mejor de la clase. “Todo sobresalientes”, sacaba siempre dieces como lo diríamos en México. Encontró un trabajo que le gusta, que le parece bien pagado, con buenos beneficios. Sin embargo, se siente como perdido.

Después de unos meses trabajando juntxs, se da cuenta de cómo evita hacer cosas que a priori podrían parecer simples. Mandar correos electrónicos, contestar llamadas, redactar artículos, cumplir funciones simples le parece imposible.

Mientras indagamos, encontramos la raíz de su conflicto. Lo detiene una voz gigante en su interior, un juicio interno que le dice que lo que hace no vale. Que él no vale. Indagamos en creencias, en sentimientos, en lo que pasa en su familia con sus logros y encontramos, una pregunta entorno a la cual gira toda la sesión:

¿Cómo me valoro a mí mismx una vez que he salido del sistema educativo?

La pregunta y la sesión me han hecho pensar en lo que nos enseña esta manera de calificar el trabajo que hacemos en la escuela, de calificarnos a nosotros mismxs.

Como lo entiendo yo:

  1. Nos enseñaron a evaluar nuestro rendimiento con números del 0-10. Si pasas de 5 apruebas, en algunos casos sólo apruebas si pasas de 6. Las cifras, otra clase de etiquetas que cargamos y arrastramos en la vida. Soy sobresaliente, soy mediocre, soy un 10, soy un 8, soy un 5. Parecen un punto de partida desde el que compararnos con los demás, despreciarnos o ponernos por encima del otrx.
  2. Una persona, un profesor o un jurado dicta nuestra calificación, nos informa si estamos cualificados o no en cierta materia. Es el exterior el que me dice si estoy bien o mal. La aprobación siempre viene de fuera. Son ellxs los que deciden si mi trabajo vale o no. Son ellxs lxs que deciden el valor de lo que hago. ¿Y de lo que soy?
  3. Un diploma o documento oficial avala nuestro conocimiento y los objetivos cumplidos. Sin papel no hay reconocimiento. Pareciera que da igual si he aprendido las cosas con base en mi experiencia. El flujo de aprender, probar, aplicar ese conocimiento y encontrar mi manera de hacerlo no parece válido, aunque sea natural.

Y si no tengo todo eso, ¿no valgo? O ¿cuánto valgo?

¡Que rabia me dio darme cuenta de esto.

Me recuerdo al salir de la escuela sintiéndome perdida. Me recuerdo en el trabajo valorando poco todo lo que estaba consiguiendo por conseguirlo a mi manera y sin esfuerzo. Me recuerdo pensando que lo que hago no es valioso porque lo disfruto mucho.

Me recuerdo dudando de mí porque no había nadie, que hiciera exactamente lo que yo hago. No había nadie que dijera si lo que estaba haciendo era de 10, de 5, o de 0. No sabía que mi trabajo era valioso y como el trabajo que hacemos muchas veces el trabajo define lo que somos, empecé a cuestionar mi valor como persona. 

Después del darme cuenta con este jóven, comenzará el proceso de acompañarle a identificar su valor como persona y a deslindar el mismo de los números y de los logros académicos que ha tenido. Será un proceso muy interesante de conectar con él, valorar y validarse por ser.

Entusiasmada por la reflexión y por lo que viene, me gustaría cerrar este artículo invitando a todxs a reflexionar conmigo sobre este tema y compartiendo mis conclusiones de lo que yo creo y lo que estoy comprobando en mi día a día:

  • Lo que cada unx tenemos que ofrecer al mundo, sea que lo que sea, es muy valioso.
  • Mi valor como persona es mucho más que los números del 0-10 que pueden poner en un examen o en un trabajo de colegio.
  • Puedo atreverme a hacer cosas distintas, a equivocarme y a rectificar.
  • Puedo estar haciendo algo “mal” y eso no implica que haya algo mal en mí. Simplemente, aún estoy aprendiendo, encontrando o creando nuevas y mejores maneras de hacerlo.
  • La comparación con otras personas no me es necesaria, cada unx tenemos nuestro propio camino de aprendizaje y nuestra propia misión.
  • Y la que más me gusta, todxs somos valiosxs por el simple hecho de existir.

¿Tú como lo vives? Si te apetece compartir tu opinión o tu experiencia, me encantará leerla.

Te mando un abrazo allá donde lees,

Coquis del Rio


Coquis del Rio
Colaboradora de Bonding.
Imagen Pública y Counselling Humanista Integrativo
www.mora-mora.com

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