Del Fast food al Slow motion
02/07/2018
Llega el verano, las vacaciones, y con ellas, el tiempo de parar, descansar y re-conectar. Pero… ¿y tú? ¿Sabes hacerlo?
Nos pasamos gran parte de la vida buscando y esperando. Buscando a esa persona que nos hará sentir especial, buscando el trabajo perfecto, la familia perfecta, el momento ideal. Pero, qué hacemos cuando ya lo tenemos todo. Qué pasa cuando sentimos que ya tenemos a la pareja idónea, el trabajo que nos gusta y nos hace sentir realizados y orgullosos; los amigos, que aún no viéndolos demasiado, sabemos que están y que estarán, al igual que la familia…
¿Somos entonces capaces de disfrutar y ser conscientes de esa vida plena que vivimos? O por el contrario nos seguimos torturando, haciéndonos sentir miserables y no merecedores de tal felicidad y plenitud. ¿Qué buscaríamos entonces una vez alcanzada? ¿Cuál sería el siguiente reto, la siguiente meta?
En un mundo en el que se valoran principalmente los objetivos y los resultados puede hacerse a veces complicado vivir sin un claro objetivo definido y marcado. Pero, ¿qué objetivo puedes plantearte cuando ya lo tienes todo? Cuando no necesitas nada más y sin embargo te sientes vacío por dentro… Tal vez el objetivo entonces sea el de aprender a disfrutar, a oler y a saborear todo aquello que ya tienes. Lentamente, bocado a bocado, sintiendo cada momento como si fuera el único, como si fuera el último.
¿Tú ya sabes hacerlo? Yo me encuentro descubriendo cómo… Y no es fácil, te lo aseguro. Sobre todo si vives en una gran ciudad, como es mi caso. Rodeada de prisas, atascos, estrés y aceleración. Lo que sí he descubierto hasta ahora, es que para lograrlo hace falta ir lento, muy lento. Pasar del fast-food al slow-motion. Es extraño, lo sé, pero a veces para sentir y ser consciente, lo único que tienes que hacer es parar.
A algunos quizá os resulte demasiado complicado, o incluso una auténtica pérdida de tiempo, pero no lo es, os lo garantizo. Cuando paras, es cuando de verdad comienza todo. Cuando te paras eres capaz de escuchar(te), de ver(te), de sentir(te).
Los que pasen por tu lado y vayan rápido, podrán pensar que estás parado, aletargado, dormido. Pero en realidad estarás en pleno movimiento. Movimiento interno, no ajeno. Movimiento propio y sincero. Un movimiento que te llevará sin duda al lugar que más necesitas en cada momento. Ese que solo tú sabes y conoces, pero del que tal vez nunca hayas oído hablar aún… Si quieres descubrirlo, yo te animo a parar y a que empieces a hacerlo aprovechando el tiempo de vacaciones y el verano. Date tiempo, dedícate tiempo.
Ya. Ya sé que no tienes tiempo. Ya sé que tienes muchas cosas pendientes por hacer, muchos planes e ideas programadas, pero de eso mismo se trata: de parar y ordenar. Parar para re-encuadrar la foto instantánea de tu vida actual. Parar y que puedas preguntarte ¿Es así como la quiero? ¿O hay elementos o personajes faltantes o sobrantes?
Parar te permite tomar esa instantánea, para después poder decidir por dónde continuará el siguiente fotograma, la película. La historia de tu propia vida. ¿Cómo sería tu banda sonora? ¿Cuál elegirías? La mía en este momento sería una que hablase del tiempo, las olas y el sabor del viento. Las olas traen las mareas y con ellas pasa el tiempo, pasan los días… Días felices, aunque a veces no me dé cuenta de ellos atrapada en las tareas y las rutinas que me desconectan de ese latido interno que me mantiene viva.
Vida que pasa sin apenas darte cuenta…
¡Despierta! ¡Estás viv@! ¡Date cuenta!
Cuenta cada momento.
Guarda cada recuerdo.
Y sobre todo VIVE intensamente
cada segundo de tu tiempo.
¡Feliz verano!
Teresa Arias
Counsellor Humanista Integrativa
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