Cómo prevenir el abuso sexual infantil. Pautas para padres y madres.

01/03/2017

A los padres nos preocupan muchas cosas relacionadas con nuestros hijos, y el abuso sexual infantil me atrevería a decir que es de las más habituales y según las cifras que se barajan, parece que es una preocupación con bastante fundamento.
No pretendo alarmar, pero sí sensibilizar, y en la medida de lo posible prevenir que ocurra.
Según recoge Save the Children, algunas estimaciones nos dan datos escalofriantes, el 23 por cien de las niñas y un 15 por cien de los niños sufre abusos sexuales antes de los 17 años en España. Y lo más inquietante es que se cree que solo vislumbramos la punta del iceberg: el 80% de los abusos son silenciados por estar producidos dentro del ámbito familiar.
Según un estudio liderado por profesionales del servicio de urgencias del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona (España), de los casos de maltrato infantil detectados los diagnósticos de abuso sexual representaron el 20,2%.
Existe una gran mitología en torno al abuso sexual infantil que por extendida no hace que sea cierta, y a lo que contribuyen es a invisibilizarlo más si cabe propiciando su mantenimiento. ¿Cuáles son esos mitos o creencias erróneas sobre el abuso sexual infantil?
Vemos cuales son los más importantes y extendidos:
– “El abuso sexual infantil es poco frecuente o no existe”
Falso: El abuso sexual infantil constituye una forma de maltrato infantil bastante frecuente en nuestra sociedad. Sin embargo, temor de los niños para revelar y hacer pública la situación, así como el pudor, vergüenza, incredulidad o miedo de los padres o cuidadores al sospechar de una situación de abuso, hacen que los casos que se denuncian aún sean un porcentaje menor.
– “Los agresores sexuales son enfermos mentales”
Falso: La mayoría de los abusadores sexuales, si bien podría presentar algún tipo de trastorno psicológico de base, realizan los abusos sabiendo lo que hacen, sin ningún estado de enajenación mental propio de alguna patología psiquiátrica, mostrándose adaptados socialmente en los demás ámbitos de su vida.
– “Los abusos sexuales son fáciles de detectar”
Falso: Hay muchas razones que dificultan la identificación del abuso, entre ellas el miedo del niño a las amenazas del abusador castigos, falta de entendimiento de lo que está ocurriendo, creencia del niño de que no le van a creer o le van a culpar de lo sucedido. Una razón muy importante también es que los adultos no estamos preparados para hacerle frente a una realidad como esta, y suele ser más fácil pensar que no está sucediendo realmente, que no vemos lo que vemos, que debe ser un error lo que sospechamos, o que simplemente estamos exagerando al sospechar.
– “Los niños generalmente mienten cuando señalan que están siendo víctimas de algún abuso”
Falso: La conducta más natural de los niños es decir la verdad cuando algo les afecta o les está haciendo daño. La probabilidad de que un niño o niña llegue a elaborar como fantasía una situación de abuso sexual es bajísima, por lo tanto, cuando un niño nos relata que algo así le ha ocurrido, lo más probable es que estemos ante una situación de abuso real.
– “El abuso sexual infantil ocurre sólo cuando hay pobreza”
Falso: El abuso sexual infantil ocurre en todas las clases sociales y todos los estratos socioculturales. Lo que sucede es que en clases con mayores recursos económicos se tiende a ocultar aún más la situación, produciéndose menos denuncias a instancias públicas o privadas.
– “El abuso sexual es provocado por la víctima”
Falso: El abusador siempre intentará justificar su acción alegando provocación por parte del niño, como forma de evadir su responsabilidad en el comportamiento abusivo.
– “El abuso sexual infantil ocurre en lugares solitarios y en la oscuridad”
Falso: Estadísticamente, la mayor parte de los abusos sexuales infantiles son cometidos por personas conocidas, y generalmente ocurre en espacios familiares dentro de su entorno y a cualquier hora del día.
– “Los abusos sexuales afectan a niños mayores o adolescentes”
Falso: Los abusos sexuales afectan a menores de todas las edades, siendo el grupo más vulnerable los menores de 12 años, llegando a extremos de menores de 2 años de edad.

Visto este panorama global, ¿qué podemos hacer como padres para prevenirlo? Una buena comunicación de los padres con sus hijos es la mejor forma de prevención.

Intentar un estilo de crianza en el que se les tenga en cuente y se respete su individualidad, sin que falten los límites claros. Una educación autoritaria por medio de castigos, intimidación y poder hace ver al niño que hay que someterse al adulto sin rechistar y siempre obedecer a la figura de poder. El niño pierde capacidad de reacción, de pensamiento crítico, de sentir que es una persona digna de respeto. Con una crianza autoritaria se favorece la anulación del yo del niño, la tendencia a la culpa (que agrava el problema posterior al abuso) y la sumisión.
Hay familias que piensan que piensan que hablar sobre sexualidad puede desatar temores en sus hijos o impedir un sano desarrollo sexual o que si no se habla de sexualidad y se mantiene silenciada, el hijo estará exento de riesgo. Sin embargo, según literatura especializada, parece ser que proporcionar a los niños información suficiente del tema, que sea pertinente a su edad y comprensión, es un factor protector. Hablar sobre el tema facilita que no sean víctimas de abusos. Así que es importante hablarles sobre lo que es el abuso, para que se sepan identificar cuando alguien hace uso de su posición de poder para beneficio propio.
Es importante remarcar que la mayoría de casos ocurren en el ambiente cercano del niño, ya sea del barrio, actividades o de la casa, por ello las recomendaciones de no hablar a desconocidos ni alejarse de a casa son válidas pero insuficientes.
¿Cómo y cuándo hablar con ellos? No existe una edad determinada para comenzar a hablar del tema con los hijos. Cuanto antes mejor, siempre y cuando se use un lenguaje sencillo, acorde a su edad y no amenazante.
¿Qué temas debemos tratar con ellos?
Hay que hacerles conscientes de su cuerpo y en especial de las partes reservadas para él mismo y prohibidas para los demás. Un término muy útil para hablar de estas partes del cuerpo, es llamarlas partes privadas».
Al niño le queda claro cuáles son sus partes privadas, cuando sabe que son todas aquellas que cubre su ropa interior. Asimismo, es importante referirnos a ellas por su nombre, pene y vagina, y no palabras como “chichi” y “colita”. Así eliminarás la noción de que los asuntos sexuales están prohibidos o son vergonzosos.
Cuando hablamos con él acerca de sus partes privadas, debemos enfatizar en que nadie debe de jugar con ellas, ni tocarlas, ni manipularlas, ni chuparlas, ni besarlas».
A su vez, debe de quedar muy claro que él no podrá hacer lo mismo con las partes privadas de sus amigos, hermanos, primos, padres, tíos, abuelos, maestros y desconocidos, ya que respetar el propio cuerpo es igual de importante que respetar el de los demás.
A veces la percepción de su propio cuerpo como algo que debe ser respetado a veces choca sobre todo en las reuniones familiares donde el niño es obligado a dar besos o abrazos cuando no desea hacerlo, o a recibirlos. Algo tan aparentemente inocente puede ser la semilla de pensar que los adultos que se lo digan pueden hacer con su cuerpo lo que quieran.
La idea de respeto o atención a los mayores no debe confundirse con incondicionalidad hacia ellos, porque puede generar la idea de que los menores están al servicio “de los adultos”. Y es una idea bastante perniciosa a la hora de prevenir los abusos sexuales.
La idea de “mi cuerpo es mi territorio y nadie lo toca sin mi permiso” debe quedarles muy clara y no debemos temer reiterarla continuamente.
El abuso sexual no es un acto que aparece súbitamente. El abusador necesita de privacidad y del silencio de su víctima. Por lo tanto, buscará la ocasión de estar sólo y se asegurará que la víctima no le cuente a nadie lo ocurrido.

Explíquele a su hijo que existen secretos buenos (por ejemplo, un regalo sorpresa) y malos, como ocultar que le hacen regalos, que les llevan a lugares a escondidas. Que existen secretos, que no deben ser guardados, que si algo les produce daño, o vergüenza, para que deje de producir ese daño, lo mejor es que se lo cuente, que siempre le comprenderá y protegerá.

El abusador sexual suele actuar de modo gradual, empezando por pequeñas cosas para ir aumentando el abuso con cosas mucho más graves. Hable sobre el tema: los niños suelen mantener el abuso en secreto. Los abusadores utilizan el cariño, la persuasión, la mentira, o la presión psicológica, manipulan y confunden a los niños, les envuelve en una relación falsa que se representa como afectiva y protectora para que crean que la culpa es de ellos o que lo que están haciendo es algo normal o un juego, pueden amenazar al niño o incluso amenazarle con hacer daño a otras personas de su familia. Hablar con los niños sobre el abuso, adaptando nuestro diálogo a su edad puede hacer que se elimine la barrera del silencio.
La agresión sexual se hace de manera “dulce” y solapada, provocando en muchos casos en la criatura sensaciones corporales agradable e incluso goce sexual, lo que provoca sentimientos encontrados y mucha confusión en el menor, sobre todo si va acompañado de frases del “a ti te gustó, tú aceptaste”.
Diga a los niños que «si alguien trata de tocarte el cuerpo y de hacerte cosas que te hacen sentir raro, dile que NO a la persona y que se lo cuente enseguida.
Por el trabajo, el estudio y las ocupaciones diarias, caca vez hay menos comunicación con los hijos. Es preciso crear espacios de comunicación con los niños en los que puede surgir la confesión del abuso de darse este. Por eso, son los adultos los que deben fomentar desde casa una comunicación abierta y transparente entre todos los miembros de la familia.
Procure hablar cada día con sus hijos y tómese el tiempo necesario para escucharlos y observarlos. Entérese de los pormenores de sus actividades y sentimientos. Anímelos a que compartan con usted las preocupaciones, dudas y problemas que tengan.
Desde que el niño tiene posibilidades de comprender lo que se le dice, es necesario explicarle la diferencia entre una expresión de cariño y una caricia sexual. Que existe abuso sexual y que por lo general se trata de un adulto que quiere “jugar” con sus partes privadas y luego pedirle que no se lo cuente a nadie.
Procure avisarles sin asustarlos. Subraye que la mayoría de los adultos se dedican a proteger a los niños de cualquier daño y que nunca serían capaces de hacer estas cosas, pero que también existen otros que podrían molestarlos. Tampoco se trata de evitar los “mimitos” que les dan otras personas, porque la gente en general es buena; sólo hay que aprender a decir «no» a lo que no nos gusta que nos hagan.
Alérteles de que el adulto podría ser una persona conocida, una persona amada o de confianza, o posiblemente alguna persona con cierta autoridad.
Para acabar, es importante que tengan unas instrucciones específicas acerca de cómo actuar en caso que se encuentre en una situación de abuso sexual:
Decir NO
Salir de la situación
Contarlo. A los padres o persona de confianza.
Para facilitar el tratar el tema, facilito unos enlaces a algunos materiales de apoyo para tratar el tema. Unos vídeos cortos y sencillos, así como unos cuentos, descargables la mayoría para leer y comentar.
Vídeos:
– El cuento de Iván.
– Cuidado con el zorro.
– Pao y las zapatillas mágicas.
Cuentos: 
– La Regla de Kiko
– Ojos Verdes
– ¡Estela grita muy fuerte!:
– Cata y Benja.

 

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Publicado originalmente en el Blog » Reflexiones de una mamá psicóloga» el 9 de febrero de 2017

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2 Respuestas

  1. Sandra dice:

    Muy bueno información de esa importancia de e ser más escuchado A diario.gracias por compartir.

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