La presencia en el proceso de crecimiento personal
01/04/2016
ABSTRACT
El presente artículo analiza ”la presencia” como una forma de relacionarse con el entorno, las emociones, el cuerpo y los principios tanto en el contexto de la vida diaria como en el de la Psicoterapia Humanista Integrativa (PHI). Por presencia, nos referiremos de forma amplia a estar en el aquí y ahora, observarnos y dirigir nuestra atención a aquello que elegimos, a ser conscientes de las señales del entorno y de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y pensamientos. De esta forma podemos aprender a relacionarnos con nosotros mismos y el mundo con pautas más sanas. La ciencia ha roto los dogmas existentes hasta hace muy pocos años relacionados con la base neurobiológica y genéticade pensamientos y emociones, demostrando cómo éstosnos cambian de forma duradera en aspectos que se consideraban tan deterministas como la expresión de un gen relacionado con nuestro carácter o una enfermedad y cambios en nuestro cuerpo más allá de nuestro cerebro. Es un camino de recorrido en ambas direcciones y estos cambios físicos en el cerebro, en el cuerpo o en los propios genes a su vez cambian nuestras emociones y pensamientos influyendo de forma crítica en nuestra salud mental y física y nuestro entorno. La presencia o inconsciencia en todo este proceso es decisión nuestra.
INTRODUCCION
“Cuentan los indios lakota que cuando Wakan Tanka hubo dispuesto las seis direcciones (el Este, el Sur, el Oeste, el Norte, arriba y abajo), quedaba todavía por fijar la séptima. Wakan Tanka sabía que esa última dirección –la de la sabiduría- sería la más poderosa, y quería situarla donde no fuera fácil dar con ella. Por ello eligió un lugar en el que no suelen pensar los seres humanos: el corazón de cada uno. Desde entonces ésa es la dirección de la sabiduría.”. Fradera y Guardans.
Uno de los objetivos delaPHI es la toma de conciencia de lo que pasa “aquí y ahora” y este es el concepto al que me referiré como presencia a lo largo de este artículo.Estar atento al cuerpo, a las emociones, a las reacciones y al entorno sin identificarnos con el pensamiento discursivo, la agitación o la ansiedad. En mi vida personal, la presencia así entendida ha sido una herramienta de autoconocimiento y crecimiento.En mi experiencia en laPHIha sido también una herramienta fundamental que facilita y potencia la labor tanto del terapeuta como del cliente.La presencia también forma parte de la filosofía de la Gestalt, del AT y de las terapias centradas en el cuerpo. En el presente artículo vamos a tratar la presencia desde dos perspectivas: dentro del contexto del counselling y la psicoterapia, tanto para el terapeutacomo para el cliente, y dentro del proceso de crecimiento personal, esa terapia que podemos hacer sin terapeuta, creando vínculo con nuestro ser, donde nosotros somos nuestros propios acompañantes y nos vamos descubriendo, creciendo y en definitiva haciendo terapia con nosotros mismos.
La presencia nos permite escucharnos. Llegamos a casa quizásmuy afectados por la emoción, pero sin ser conscientes de ella hasta que nos desborda, y en ese momento ya no sabemos qué hacer con ella. Es muy posible que en un proceso de terapia elcliente (o incluso el terapeuta), llegue tan desconectado de sí mismo que no sea capaz de escuchar su emoción y así avanzaremos lentamente y con rodeos. En no pocos casos, el sentir la emoción directamente nos resulta tan doloroso que negamos lo que la provoca o la bloqueamos.
La falta de presencia en nosotros mismos facilita los boicots, la agitación pasiva, la adicción a la prisa y puede acabar llevándonos a la autoagresióna través de comportamientos poco saludables. Puede ser la puerta de entrada al estrés, a las adicciones y a vivir en un guioninconscientemente.Los más racionales pasarán por muchas turbulencias si no tienen las herramientas para eliminar ese ruido en forma de pensamiento que no cesa, o en forma de estado de alerta agotador. Los más racionales necesitamos una pausa de silencio para reequilibrarnos y la presencia es mi herramienta para ello.
La presencia, como herramienta terapéutica ha estado presente en distintas prácticas desde hace miles de años: en la mística cristiana, en el sufismo del islam, en la meditación del budismo, en el zen, en la cábala del judaísmo, en la caligrafía china, en el yoga o en los monasterios de cualquier religión. Es una herramienta tan antigua como la propia civilización que se ha incorporado recientemente, pero con paso firme a la psicología. Ha pasado a ser estudiada con rigor científicodentro de la psicología, la neurociencia y la medicina. Mediante las técnicas más avanzadas de imagen cerebral, se han podido entender los cambios físicos tanto temporales como permanentes que la práctica de la presenciaproduce a nivel neuronal. En conjunción con investigaciones dentro de la psicología ha sido posible relacionar estos aspectos neurológicos con importantes cambios a nivel emocional y corporal.
Respecto a las técnicas más intensas o estructuradas de presencia y meditación, quiero hacer una advertencia. Si nos acercamos a estas prácticas buscando sólo serenar la mente, calmar la ansiedad y practicamos con constancia y buenos maestros lo conseguiremos. Pero si con ello queremos acallar un malestar más profundo con origen en necesidades emocionales que requieren una atención adecuada,sólo conseguiremosanestesiar el síntoma y no mirar el problema. Si este fuera el caso, a medida que vayamos avanzando en la práctica de acallar los pensamientos para observarnos con ecuanimidad, podemos tener por seguro que nos acabaremos encontrando con el sufrimiento subyacente de frente y sin paliativos. Esto nos causará dolor emocional y si no hay un acompañamiento adecuado posiblementetambién un gran desconcierto y desesperación. En personas sanas sin grandes traumas, llamémosles personas simplemente neuróticas, puede resultar relativamente inocuo. En traumas más profundos o en personalidades marcadamente límites o sicóticas, puede tener consecuencias más graves y no se recomienda su práctica sin la adecuada supervisión por un especialista en psicología o psiquiatría.
Es posible que en algunos casos trate como tópico algo que sólo lo es para mí. Me considero una mente escéptica y durante muchos años pensé que afirmaciones como “somos felices porque sonreímos”, “conexión mente-cuerpo”, “las emociones negativas enferman y las positivas nos mantienen saludables”, “nuestro perfil emocional puede cambiar”, “nuestros pensamientos cambian nuestra genética”, “somos emergía”, etc.eran meras proposiciones voluntaristas sin rigor. Hoy la ciencia nos dice lo contrario, que estas afirmaciones responden a hechos comprobados científicamente y con importantes implicaciones para la psicología, la neurología y la medicina.
Esta es una valoración cualitativa, de la utilidad de la presencia tanto en el día a día de nuestra vida como en el contexto de una terapia.Las afirmaciones realizadas se basan en la experiencia personal, en mi experiencia con clientes en procesos de counselling,en mi propio proceso, en la literatura académica en los ámbitos de la psicología, la psiquiatría, la neurología y la genética y en publicaciones de divulgación científica y filosófica.
LA PRESENCIA EN EL DÍA A DÍA
¿Dónde ha ido el silencio?
“La serenidad es la capacidad de mantener centrada tu atención en medio de la dificultad, en aquello que para ti es una prioridad.” Alonso M.
Cada vez más, vivimos en un mar de estímulos constantes e inmediatez. Cada vez es más difícil que podamos fijar la atención dada la cantidad de información que recibe nuestro cerebro a cada instante. Por no hablar de los millares de pensamientos que saltan a la conciencia acelerados y multiplicados por la complejidad del mundo moderno. La capacidad que tenemos para centrarnos es un triunfo de la atención, que nos permite seleccionar algunos objetos externos o internos para el conocimiento consciente, e ignorar el resto.Este mundo, nos brinda la inmediatez a la hora de satisfacer la necesidad de información, la posibilidad de estar conectados con una o cientos de personas que se encuentren en el otro extremo del mundo o el poder acceder al saber más avanzado en cualquier campo. Todo esto es una evolución maravillosa de nuestro cerebro que usa la tecnología como una especie de neo córtex. Esto supone en términos evolutivos el avance de millones de años en apenas lustros. El ser humano se evoluciona así mismo, pero no sólo haciendo uso de la tecnología y del conocimiento,sino también haciendo uso de la plasticidad de su cerebro y su genética como veremos más adelante.
Pero parece que se nos ha olvidado ponerle un regulador a toda esta tecnología. Tanta conexión e información es la excusa perfecta para la desconexión de nosotros mismos y de nuestro entorno inmediato. La mente entra en ese estado en el que se comporta como un mono que va de rama en rama, sin pararse en ninguna en especial, sólo saltar y saltar. Nos subimos en el coche y encendemos la radio, llegamos a casa y encendemos la televisión o navegamos por internet, en la oficina ocurre algo parecido, consultamos el móvil decenas de veces al día y cuando nos reunimos con los demás, dedicamos buena parte del tiempo a la interacción desde nuestros dispositivos con cosas que si están en el ahora desde luego no están en el aquí. No parece un comportamiento muy racional.Un beneficio patente es el de no conectar con nuestros pensamientos, emociones y sensaciones. Los “no pienses”, “no sientas”, “no vivas”, “no pertenezcas”, “hasta” están por todos lados y si además coinciden con nuestras introyecciones encuentran un campo abonado para su arraigo. Toda esa inmediatez de la información nos lleva además a un “date prisa” perpetuo que causa estragos en nuestra salud mental y física y en nuestra atención con el riesgo de pasar por la vida más que vivirla.
Una experiencia personal con la presencia en el día a día
“Leonardo da Vinci recoge en sus diarios el vívido recuerdo del placer de las tardes infantiles, panza arriba sobre el césped, observando el vuelo de las aves: la ligereza, la gracia, la agilidad, la belleza, la movilidad en la inmovilidad, la variedad de movimientos y ritmos… Miraba sin ningún propósito. No pretendía nada. Leonardo admiraba: Pasaba largos ratos mirando con toda su capacidad de atención despierta. Porque sí. Sin ese interés infantil por las aves, alimentado en las plácidas tardes sobre el césped, las investigaciones de Leonardo ¿habrían seguido el mismo curso?”. Fradera y Guardans (2008).
No había silencio en mi mente, no escuchaba si mi cuerpo se quejaba, si había ansiedad, si me sentía enojado o triste por algo, si algo me intranquilizaba o me hacía temer no estar a la altura y por eso lo evitaba, sólo había una pulsión de fondo que me hacía sentir desgraciado cuando la intensidad del ruido existente a mí alrededor bajaba o cuando esta pulsión se hacía tan fuerte que no podía evitar escucharla. Alternaba, momentos de normalidad, con momentos de vacío, ansiedad y preocupación en exceso. La receta que solía aplicarme hoy veo que es muy común y también la más contraindicada:anestesiarme trabajando compulsivamente, saliendo por las noches en lugar de dar descanso al cuerpo, e intoxicándolo socialmente con alcohol y tabaco. No había tiempo para el ejercicio, para leer, para ir al médico o para descansar, era joven. El coche era un lugar desde el que hacer llamadas, perpetuar la hiperactividad mental, dar instrucciones, recibir información, gestionar, ser gestionado, poner la radio, recibir más información y como mucho desactivarme escuchando música o viendo algún programa en la televisión, vivía en un “DATE PRISA”, un “NO SIENTAS” un “NO TE CUIDES” y un “SE PERFECTO” permanente.¿El beneficio?, con apenas 30 años ascensos en el trabajo hasta posiciones directivas, más dinero, conocer mucho mundo e incapacidadpara subir unas escaleras sin jadear o correr un par de kilómetros.Además, sentía un profundo vacío alternado con una sensación de angustia que hoy identifico con el miedo, con la auto exigencia y con el abandono de mí mismo que estaba perpetrando. Mis momentos de paz eran los largos viajes en avión a Asia que por trabajo realizaba de vez en cuando y que me permitían tener 12 horas a solas conmigo mismo, sin ningún sitio a donde ir.Como suele pasar, cuando alguien no se escucha durante mucho tiempo, por muy resistente que se crea por ser joven, un cúmulo de circunstancias pone las cosas en su sitio y hace que entremos en crisis. En mi caso, un grave cáncer que se llevó a mi madre, el descuido de mi vida personal, durante muchos años de estar totalmente enfocado en el trabajo, sin tenerme en cuenta, la complicación de ese mismo trabajo, que cada vez demandaba más por más que le diera,y que, a cambio,me devolvía cosas materiales y reconocimiento sin valor sustancial, y por último el profundo contraste de conocer a una persona maravillosa, y mirarme en el espejo y ver que yo ya no era lo que quería ser.
Puede parecer tópico decirlo, pero hoy veo que fue una oportunidad, el comienzo del crecimiento personal para parecerme cada día más a quien soy. No era necesario llegar a tanto descuido de uno mismo, pero hoy me doy cuenta de que sin aquella crisis, habría llegado otra peor pese a ser una persona relativamente convencional: estudié, encontré un buen trabajo en una empresa importante, cambié a otra más importante, ascendí, tenía un buen sueldo, muchos amigos, respetaba las normas, tenía una buena dosis de inquietud intelectual y existencial que dejaba para mis escasos momentos libres, funcionaba siguiendo el manual del buen y exitoso ciudadano occidental. El haberme escuchado, el haber conectado conmigo mismo para sacar coraje y realizar los cambios que hacían falta o buscar ayuda podría haberme evitado mucho. Pero como del pasado sólo podemos aprender porque pasado está, y el futuro aún está por llegar, sólo podemos ocuparnos del presente, que además como me recuerda una buena amiga se llama así porque es el mayor regalo que tenemos. Por eso, voy a centrarme en qué podemos hacer en el momento presente para vivirlo con plenitud y de paso encontrar herramientas con las que cambiar aquella parte de nuestra herencia emocional – ya sea genética, neurológica o vivencial,que en mi opinión viene a ser lo mismo – que nos limita y en la que no nos reconocemos, aceptando lo que no podemos cambiar y confiando en que el futuro será todo lo que la vida nos pueda dar si vivimos el aquí y ahora plenamente presentes.
En mi caso, hace ya muchos años de aquello y gracias a la ayuda de buenos amigos fui consciente de los perjuicios que esta “salida” de mí mismo, en forma de actividad permanente, causaba en mi serenidad, en mi capacidad para sosegarme y prestar atención a mis necesidades, en mi resistencia para reparar mi ánimo y en definitiva me abocaba a convertirme en una persona distinta de mí.Escuchándome en el día a día, conectando conmigo mismo aunque sintiese miedo o intranquilidad,he desactivado muchas de mis creencias sobre mi capacidad creativa y parece que la creación artística no se me da tan mal como pensaba; he dejado a un lado,mi falta de fe en mi perseverancia para la práctica del atletismo,confiando y superando mis límites con un reconocimiento que aún me cuesta integrar, mi falta de fe y mis miedos a dejar un trabajo seguro y buscar aquello que me llene y, en definitiva mi falta de confianza sobre mi capacidad para tener una vida plena. Hoy disfruto de una familia extraordinaria, con dos hijos que me asombran día a día. El coche es un lugar para disfrutar de la tranquilidad y para examinar cómo se encuentra mi cuerpo y mi mentey siempre que puedo voy andando, en bicicleta o en moto. La televisión, ha dejado de existir desde el apagón digital y la comida es unaoportunidad de darme paz conectando con las sensaciones que esta produce. Las pausas a lo largo del día o de la semana, para ver si estoy en mí o en cualquier otro sitio, son tan importantes como la comida. Ni mucho menos está todo resuelto, la vida te da momentos más altos y más bajos pero nuestra vida es lo que nosotros hacemos con ellos. Estoy firmemente convencido de que el límite es el que nosotros mismos queramos ponernos. Contando con excelentes personas y profesionales a nuestro alrededor la presencia auténtica en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea junto con el amor por convertirnos en lo que deseamos son las piezas que hacen que todo lo demás encaje.
El pensamiento que no cesa, los peligros del ego inconsciente, “pensar rápido, pensar despacio”.
“…y el objetivo y fin de todo esto es la guerra otra vez, la guerra próxima que se acerca, que será aún más horrorosa … todo esto es claro y sencillo; todo hombre podría comprenderlo, podría llegar a la misma conclusión con una sola hora de meditación. Pero ninguno quiere eso…ahorrarse a sí mismo y a sus hijos la muerte de millones si no puede tenerlo más barato. Meditar una hora, entrar un rato dentro de sí e inquirir hasta qué punto tiene uno parte y es corresponsable en el desorden y en la maldad del mundo”. Harry Haller– El Lobo Estepario. Hermann Hesse.
Sin duda la cita arroja una nota sombría. Lo que quiero poner de manifiesto en este apartado es la gravedad de la falta de presencia en todas las facetas de la vida y la sencillez con la que podemos enmendarla. El personaje de El Lobo Estepario, afirmaba con tristeza que bastaba con que los seres humanos nos dedicásemos unas horas en nuestra vida a mirar hacia nuestro interior, a ver cuál era nuestro papel en el sufrimiento del mundo, en nuestras propias emociones y en las escaladas de animadversión entre personas “emocionalmente sanas”, para así evitar las cruentas guerrasdel refinadosiglo XX. Hermann Hesse fue un notable escritor preocupado por la sencillez con la que los seres humanos eran capaces de pasar de ser creadores, generosos, desinteresados y felices seres que se movilizaban ante el sufrimiento de un individuo próximo, a causarse a sí mismos el mayor y más cruel de los sufrimientos por la mayor de las banalidades. Hannah Arendt, da fe de ello al desnudar, no sin gran polémica, a Adolf Eichmann y presentarlo como lo que en su experiencia era, un hombre que realizaba su trabajo como un funcionario diligente alérgico a la violencia, muy inconsciente de sí mismo, pero también muy alejado del demonio asesino de millones que la humanidad quería ver para acallar su conciencia y no asumir su responsabilidad por los estragos que la falta de presencia propia y ajena puede causar.
Daniel Goleman, Doctor en Psicología por Harvard y reputado divulgador a nivel mundial, nos pone sobre aviso sobre los peligros del inconsciente. Investigaciones realizadas sobre personas que se criaron en un entorno con fuertes prejuicios raciales pero que en su vida adulta se han dedicado a la defensa de los derechos humanos y en contra de cualquier discriminación racial, cuando actúan de forma inconscientes lo hacen conforme a esos prejuicios que repudian. Y esto es así para la mayor parte de los estereotipos con los que entramos en contacto a lo largo de nuestra vida. También Goleman nos avisa, cuando la mente errante toma el control nuestros pensamientos se van dirigiendo de forma inconsciente hacia preocupaciones, peligros reales o imaginarios, y asuntos sin resolver. No se trata de negar la capacidad creativa de la divagación con sentido, ya sea este la creación o el descanso. Tampoco se trata de juzgarnos. Sólo ser conscientes de que funcionamos así y que hay cosas que está en nuestra mano cambiar y otras sólo podemos aceptarlas.
Daniel Kahneman, Catedrático de Psicología en Princeton y Premio Nobel de Economía nos habla de las maravillas de la intuición y del inconsciente como poderosa herramienta para la creación y la vida,pero también nos cuenta, que a lo largo de sus investigaciones ha encontrado cómo frecuentemente,actuamos en función de creencias infundadas a las que damos la categoría de sabia “intuición” o hechos,causando graves perjuiciostanto en nuestra vida personal,como en el ejercicio de profesiones tan importantes como la salud o la defensa.
Tales peligros seguro tienen innumerables causas, pero para mí la madre de todas es la falta de presencia y corregirlo está al alcance de nuestra mano. Estar presentes en nosotros y darnos cuenta cuando actuamos de forma inconsciente en contra de nuestros principios o nuestra razón. Buda abandonó su palacio y salió al mundo para encontrar la forma de acabar con el sufrimiento y tras una vida elaboró una sencilla receta, cuando respires despacio date cuenta de que respiras despacio, cuando respires deprisa date cuenta de que respiras deprisa. Esta frase resume para mí cuantas definiciones se pueden dar de la presencia. Es estar en el aquí y ahora presentes en aquello que hacemos, dónde estamos, qué pensamos, qué sentimos.
Sakyong Mipham Rimpoché nos enseña cómo a través de la presencia podemos convertir nuestra mente en nuestra más poderosa aliada en lugar de dejar que sea un caballo desbocado que nos lleva lejos de donde queremos en nuestra vida. Su enfoque es el de la meditación budista.El maestro Willigis Jager, monje benedictino y maestro zen dice que los niños son plenamente presentes pero no conscientes, por el contrario, los adultos somos conscientes de muchas cosas pero pocas veces relacionadas con estar presentes en el aquí y ahora como lo haría un niño. Ahí está el desafío para una vida plena, elegir y ser presentes en aquello que hacemos, disfrutar del mero prodigio de la vida como lo hace un niño siendo a la vez conscientes de ello.Que nuestro discurso interior, nuestras emociones, etc. no nos saquen del aquí y ahora. Su enfoque aúna la meditación de la tradición zen y la contemplación de la mística cristina y sufí, algo que le costó la apostasía.
No se trata de convertirse en un maestro zen, ni siquiera de meditar o abrazar alguna práctica mística, tampoco es necesario monitorizar continuamente nuestro estado o lo que hacemos, pero sí estar presentes de manera consciente en aquello que decidimos en cada momento y ser conscientes de si nos vamos a alguna otra parte. Podemos simplemente ser conscientes de si estamos enfadados por un día difícil en el trabajo o por el atasco de camino a casa antes de que una travesura inocente de nuestros hijos termine por desbordarnos en un enfado que nada tiene que ver con la situación en el aquí y ahora. Basta con estar presentes en lo que comemos para poner un punto y aparte en las tensiones del día. Basta aprovechar un desplazamiento para dejar de lado nuestros pensamientos y prestar atención a nuestro cuerpo y darnos cuenta de que quizás deberíamos estirar un poco nuestros músculos tensos, salir a correr, dejar de contener la respiración y permitir que el aire inunde nuestros pulmones otomarnos un merecido descanso. En nuestro enfado hacia alguien o algo por lo que nos sentimos amenazados, basta con que nos demos cuenta de cómo nuestro cerebro “en modo automático”va haciendo acopio de municiónpara contraatacar, con razón o sin ella, y podremos afrontar el conflicto con más ecuanimidad y posibilidades de éxito. Lo contrario nos lleva a más tensión, más complicación, más conflicto, menos salud y en definitiva al trauma y a no vivir la vida de forma autónoma.
Erich Fromm, identifica esta presencia en el día a día, en la meditación, en el autopsicoanálisis de nuestras acciones y motivaciones como el agente de cambio que hace evolucionar al ser humano del “Tener al Ser”.Podemos elegir ser presentes estando en el aquí y ahora de forma sencilla pero también siendo conscientes de que si existen tensiones emocionales profundas que silenciamos a través de técnicas de presencia avanzaremos poco y sólo conseguiremos tapar el síntoma. Si este es el caso se hace necesario un acompañamiento en forma de counselling o terapia.
Una experiencia personal con la presencia dedicada
“No puedo seguir viviendo conmigo mismo”. Este era el pensamiento que se repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de cuán peculiar era este pensamiento. “¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debe haber dos: el ‘yo’ y el ‘mí mismo’ con el que ‘yo’ no puedo vivir”. “Quizá”, pensé, “sólo uno de los dos es real”. Tolle E.
En una de las épocas más complicadas de mi vida, mucho estrésy tras un largo período de poco cuidado de mí mismo, me embarqué en un retiro de meditación de varios días. Ya he alertado al principio de que la meditación profunda no debe tomarse a la ligera. Las crisis provocan cambios, pero mi recomendación es ser cuidadosos con nosotros mismos si no queremos acabar de forma abrupta en una crisis mayor que la que creíamos tener. La meditación profunda no es un instrumento de sosiego sino de presencia y descubrimiento. Si descubrimos un corazón sosegado eso es lo que sentiremos. No obstante,sí contaba con encontrar algo de paz por unos días para volver a la batalla que era mi ejecutiva vida. Debía ser el tercer día del retiro, dolores en las rodillas, en la espalda, varios días de silencio a solas con mis pensamientos yun revoltijo de emociones, aquello estaba siendo cualquier cosa menos relajante, observaba, pero inmerso en juicios y lejos de la ecuanimidad, la presencia parecía serlo en algo que preferiría no ver o sentir. Las palabras de un sabio al final de ese día, Celso Navarro, me permitieron continuar unas horas más al día siguiente: “permítete reconocer la fuerza que siento en ti, haz de tu ejercicio de atención un sentimiento de amor incondicional hacia ti mismo, acoge el amor de tu familia y no te juzgues, deja que todo lo demás, incluidos tus pensamientos y emociones siga su curso”. No obstante estas palabras, que desde luego me impactaron y cambiaron y que ahora reconozco como PERMISOS, al día siguiente tras varias horas más de práctica estaba a punto de dar la batalla por perdida recoger mis cosas y marcharme a ocupar mi cabeza con trabajo o cualquier otra forma de distracción más “amable”. Al inicio de la tarde otro sabio que dirigía el retiro, Willigis Jager, cambió el ejercicio hacia la presencia sin objeto, sencillamente mantener una conciencia abierta a lo que venga.Al poco tiempo, sin apenas darme cuenta me encontré ante un silenciamiento total de mi pensamiento y una sensación plena de paz y amor, una presencia ecuánime en la que todo tomaba su justa importancia y en la que ninguna afrenta real o imaginaria podía causar el más mínimo rencor. Reconocía la tensión muscular de rodillas y espalda pero sólo recordándome que estaban allí y que les vendría bien una postura más cómoda. Pasadas unas horas el resto de personas se fue a cenar pero yo seguí allí unas horas más cuando hacía poco me parecía una tortura insoportable. Me di un paseo por el bosque cercano y todo tenía más presencia, era como ver en tres dimensiones por primera vez, como ver en color por primera vez. Podía hacer uso del pensamiento discursivo bajo mi voluntad. Me podía enojar si quería, tenía mucha práctica en ello, pero la verdad es que lo que sentía era tranquilidad y amor, así que para qué perder el tiempo. Era plenamente consciente de las sensaciones de mi cuerpo si dirigía mi atención hacia ellas. Me acosté esperando atento la vuelta de esa “mente de mono que salta de rama en rama” pero me dormí sin noticias suyas con el silencio más sereno que he sentido nunca. Al día siguiente sentía a la vez alegría y miedo. Alegría de lo vivido y miedo de perderlo. Salí con fuerzas renovadas y determinación de vivir en la presencia.
No quiero con esta historia recomendar a nadie la meditación como forma de presencia, pero sí ilustrar cómo un escéptico racional impenitente puede encontrarse con su esencia y entrar en un estado de flujo sin hacer nada más que estar. También cómo la presencia es uno de los caminos de conocimiento personal más profundos y potentes que conozco, sobre todo si se acompaña de un proceso de crecimiento personal con un terapeuta. Para los que les interese la práctica de la meditación como presencia enfocada quiero dejar una aclaración y tres mensajes:la aclaración es que la experiencia que aquí he descrito es sólo una de las etapas incipientes del camino que la práctica budista o zen hacen de la meditación. Llegar a las cotas más profundas de esta práctica puede requerir toda una vida o como pocounas decenas de años de práctica comprometida adecuadamente guiada, algo que no es para tomarse a la ligera.
- El primer mensaje es que no hacen falta días de retiro o sesiones maratonianas para encontrarnos plenamente sino una práctica auténtica y regular.
- El segundo mensaje es que este grado de presencia es parecido a fluir en la terminología de Mihaly Csikszentmihalyi, algo a lo que podemos llegar con dedicación auténtica a aquello que amamos, ya sea la práctica de un deporte, un instrumento o nuestro trabajo diario. Los monjes budistas tienen una práctica, SAMU, consistenteen poner toda la atención en las tareas cotidianas.
- El tercer mensaje es que la presencia funciona como un músculo que hay que ejercitar y que si no se usa se atrofia.
PRESENCIA,COUNSELLING Y PSICOTERAPIA HUMANISTA INTEGRATIVA
““… si intentáramos recordar cuándo y cómo el miedo a vivirentró en nuestras vidas, reconoceríamos qué pronto dividimosla realidad entre lo que gusta a nuestros padres y educadores-lo que está bien- y lo que les desagrada o les parece mal, ypronto, también, sabemos del peligro que conlleva dejarse llevar por la iniciativa propia. […] El miedo a las consecuenciasnos lleva a tomar muy seriamente la decisión de «no volversea poner en situaciones peligrosas». El miedo a vivir es el miedoa sufrir estas consecuencias: «es preferible vivir menos y sufrirmenos». […] Vivir es arriesgarse a sufrir.”A. Desjardins, V. Loiseleur.”
“La base de la autonomía es el discernimiento: aprender amirar hacia el interior de uno mismo, saber escuchar e interpretar;aprender a distinguir lo que nos hace felices y lo que no, llegar adiscernir entre lo que el entorno nos dice o nos dicta y lo querealmente valoramos. Aprender a atender a la sutilidad interior no essimple, no surge sin más. Requiere un trabajo delicado, constante,irse familiarizando con ello…”” Fradera y Guardans.
La Transversalidad de la presencia en el Counselling y la Psicoterapia Humanista Integrativa
El presente capítulo no pretende ser un repaso exhaustivo a las implicaciones de la presencia para el Counselling y la Psicoterapia Humanista Integrativa(CPHI). Tal propósito sería además enormemente repetitivo porque la presencia forma un elemento transversal a dicho enfoque y a las escuelas de las que se nutre. Por tanto, vamos a resaltar someramente la importancia de la presencia en distintas partes de las técnicas empleadas con la intención de subrayar la importancia de que el terapeuta esté especialmente atento a ellas en el ejercicio de su práctica.
Escucha empática, transferencia y contratransferencia, reevaluación cognitiva y el darse cuenta como motor de crecimiento
Sin presencia en nosotros y en el cliente no puede haber escucha empática. Es difícil que, si no estamos presentes en nuestro cuerpo y emociones antes de una sesión, podamos prestarle a nuestro cliente la atención y ecuanimidad que necesita. Es preciso dejar algunas cosas fuera de la sala, pero primero tendremos que ser conscientes de ellas. Si hay tensiones y no somos conscientes es muy probable que nuestra atenciónesté dividida y no seamos capaces de percibir el lenguaje no verbal, las expresiones, la postura, el aspecto, el tono, las reacciones a nuestras intervenciones y devoluciones y un sinfín de elementos sustanciales para poder hacer un buen trabajo. La práctica de la presencia en nuestro día a día fortalece nuestra atención y nos permite enfocarla en lo que consideramos necesario, nuestro cliente y nuestra reacción a su vivencia. Si nuestro cliente llega agitado o desconectado no está de más dedicar unos minutos a centrar la presencia en el aquí y ahora, en el cuerpo, en la emoción y en la sesión.
Es importante mantener una parte de nuestra atención en nuestra propia sensación ante la vivencia del cliente, en nuestra contratransferencia. Por un lado, nos va a dar importantes pistas. Por otro lado, es importante distinguir qué parte es nuestra y qué parte es del cliente y para eso hace falta presencia y autoconciencia, no sólo en la sesión sino en el conjunto de nuestra vida. Si no somos conscientes de la contratransferencia podemos devolverle al cliente algo nuestro. Quizás lo que nos cuenta desapasionadamente o con una sonrisa nos causa sensación de angustia y es importante distinguir si es una intuición sobre aquello con lo que el cliente no se permite conectar o si es angustia porque toca algo nuestro. Lo que es seguro es que si no somos conscientes de esa angustia que se genera en nosotros reaccionaremos de alguna forma conforme a ella en plena sesión.
Enseñar a nuestros clientes a practicar la presencia en su día a día me parece esencial. Es la forma en que se pueden hacer conscientes de sus mandatos, de sus reacciones inconscientes que les hacen daño, de lo que huyen por miedo construyéndose excusas que les limitan. En mi experiencia con clientes y conmigo mismo, esa observación ha sido fundamental para el crecimiento. El cliente se observa en su día a día, aprende a identificar qué le saca del +/+ y se puede proteger de forma sana. En la sesión procesa sus observaciones y con ayuda del terapeuta hace una reformulación que le ayuda a dejar de juzgarse y aceptar los permisos y a partir de ahí se va produciendo un cambio en la respuesta emocional y una integración de la misma, se va generando confianza, amor propio y poco a poco se rompe el círculo vicioso del guion de vida.En algún momento se acabará generando un círculo virtuoso de refuerzo de la confianza y el amor por uno mismo. Una parte de esta práctica por parte del cliente está la transferencia en la que puede proceder de forma parecida a cómo hace el terapeutacon su contratransferencia.
Cinco Niveles
Nos referimos aquí al esquema de trabajo de los cinco niveles propuesto por José Zurita a partir de su trabajo durante años con drogodependientes y que puede ser aplicado a la práctica psicoterapéutica con eficacia. Los cinco niveles son realmente 5+1, siendo el sexto la dimensión espiritual: (i) conducta (ii) pensamiento social (ii) pensamiento profundo (iv) emociones básicas y (v) emociones profundas. Cada nivel, empezando por la conducta, necesita coherencia con el nivel siguiente para poder sostenerse ya que caso contrario el cambio dura poco. Si un alcohólico decide abandonar su adicción (nivel 1) pero continúa pensando que vivir convencionalmente le causa rechazo y es aburrido (nivel 2) durará poco en su abstinencia. Si cambia su pensamiento social, pero mantiene prejuicios, mensajes negativos o desvalorizadores hacia sí mismo, mandatos, e impulsores (nivel 3), de nuevo los cambios en los dos niveles superiores aguantarán poco. Si a través de un proceso de terapia se consiguen hacer cambios en este pensamiento profundo lo siguiente será trabajar las emociones básicas que subyacen (nivel 4), probablemente miedo, rabia y pena que la adicción ayuda a enmascarar. Será preciso reconocerlas y expresarlas de forma segura para poder dar cabida a las emociones sanas. Por último, a nivel emoción profunda será necesario trabajar el sentimiento de valía esencial, de ser querido, pertenecer, de que se confía en él.
La consciencia del cliente sobre sus actuaciones, su pensamiento al respecto, sus juicios, sus emociones, su cuerpo y su entorno nos permitirá ir profundizando qué hay en cada nivel de su propio esquema y esto nos ayudará a hacer un trabajo adecuado a sus necesidades. La presencia en el cambio y los logros conseguidos además será una herramienta motivadora que facilitará el trabajo hacia la coherencia de todo el esquema.
Gestalt y Análisis Transaccional
El Análisis Transaccional (AT) es una teoría de la personalidad y de las relaciones humanas basada en el análisis de los Estados del Yo, las Transacciones,los Juegos Psicológicos y los Guiones de Vida. El AT nos permite (i) comprender cómo nos relacionamos con los otros y qué buscamos en esas relaciones consciente o inconscientemente, (ii) sentir y tomar conciencia de lo que pasa en nosotros y de lo que necesitamos en el aquí y ahora (iii) actuar realizando cambios personales y (iv) darnos los permisos necesarios para alcanzar nuestro desarrollo y autonomía. En el AT, el individuo sano funciona de forma autónoma desde su Yo Adulto, en el aquí y ahora, gestionando y enriqueciéndose de su Yo Padre y su Yo Niño.
Qué mejor herramienta que la práctica de la presencia en el día a día para con la ayuda de un terapeuta colocar en su sitio todas las piezas que el AT utiliza. Cuando nos criticamos por algo, ¿Es razonable o es un comportamiento de PC-? ¿Este enfado, está justificado o se parece a la rabieta de un niño que no tolera la frustración? ¿Hago lo que hago porque quiero o para complacer a alguien? ¿Esta situación no se ha repetido más veces en otros contextos y otras personas? ¿Qué tienen en común esas situaciones?, Cuándo digo “tengo que hacer deporte o que estudiar más o que pasar más tiempo con mis hijos”, ¿Por qué no digo quiero desde mi Adulto? ¿A la expectativa de quién responden tantos “tengo que”? En mi experiencia, al principio estas cuestiones se me antojaban clichés a los que respondía con resistencia para poco a poco ir descubriendo su sentido a través de mi observación. Cuando han cambiado los roles en mi papel de terapeuta me he dado cuenta de que al principio no es fácil que el cliente se dé cuenta de cosas que incluso el terapeuta con poca información ve relativamente claras. En mi experiencia, la prescripción al cliente de grandes dosis de presencia en su vida diaria es el mejor complemento para la utilización de las herramientas que nos da el AT. El AT, con toda su profundidad estructural puede ser una herramienta maravillosa para trabajar con un cliente avezado en la presencia. Por su parte un terapeuta que ejercita la presencia en su vida diaria con el marco conceptual del AT en mente no puede sino terminar cada día siendo mejor terapeuta.
La Gestalt es la práctica de la presencia en sí misma, en palabras de Yontef es “que los clientes seden cuenta de lo que están haciendo, cómo lo están haciendo y cómo pueden cambiar, y al mismo tiempo aprendan a aceptarse y a valorarse a sí mismos” “sólo cuando el individuo se da cuenta de lo que hace y de cómo lo hace podrá cambiar su conducta”. Fritz Perls se expresa en términos parecidos “Que se dé cuenta de sus gestos, de su respiración, sus emociones, de su voz y de su expresión facial, tanto como de sus pensamientos más apremiantes…mientras más se dé cuenta de sí mismo, más aprenderá acerca de lo que es él mismo”, y de forma parecida lo sintetiza Marie Petit “Aquí y Ahora, es el principio fundamental de la Gestalt”.Sólo estando presentes seremos capaces de ver qué es aquello que nos hace interrumpir el ciclo de la Gestalt. ¿Somos conscientes de nuestra sensación? Si no es así, ¿Para qué?, ¿Nos energetizamos adecuadamente?, ¿Para qué?,¿La acción es la que necesito?, ¿Me permito el contacto?, ¿Satisfago mi necesidad con el contacto?, ¿Una vez cumplido el objetivo, me separo con autonomía? Para alguien que ha vivido con un “date prisa” y decide estar presente en sus emociones, acciones y saltos, todas estas preguntas van tomando sentido explicando porqué o mejor para qué actuamos de formas tan poco “racionales”, tan poco sanas para nosotros mismos.
Estructuras de personalidad
En el ANEXO I Reflejamoslos rasgos positivos y negativos, máscaras, impulsores y conductas de las adaptaciones de personalidad de Taibi Khaler. El propósito de esta síntesis es que el cliente mediante la presencia,pueda reconocer sus recursos y sus rasgos positivos, y cómo estos responden a su pregunta vital mejorando su confianza y percepción de valía social. También pueden estar atentos a cómo se presentan sus rasgos negativos para entender qué situaciones los provocan y cómo vamos a trabajarlos para llevarlos hacia sus extremos más sanos. El CPHI pueden ayudarse de la presencia para encuadrar la adaptación del cliente en sus rasgos, actitudes, y vía de relación principal con el mundo.
LA PRESENCIA EN LA NEUROBIOLOGIA DE LA EMOCION
El perfil emocional de nuestro cerebro
Richard Davidson es un profesor de psicología y psiquiatría y un reputado científico en el campo de la neuropsicología que ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar cómo el cerebro se relaciona con nuestros pensamientos y nuestras respuestas emocionales y cómo estas pueden ser cambiadas contra creencias que se pensaban inmutables hace unos pocos años. En este apartado vamos a describir someramente el perfil emocional establecido por Davidson. En el ANEXO II, siguiendo la propuesta de Davidson,recogemos con más de detalle los aspectos emocionales del cerebro y su neurología y la posibilidad de generar cambios concretos en los extremos patológicos de cada una de las dimensionesemocionales mediante cambios neuronales y fisiológicos permanentes.
A diferencia de otras clasificaciones las seis dimensiones del perfil emocional propuesto por Davidson descansan en interacciones de áreas concretas de nuestro cerebro.Es este aspecto fisiológico y cómo puede ser cambiado mediante la presencia,lo que nos interesa a efectos del CPHI y el crecimiento personal: Resistencia: la rapidez o la lentitud con que nos recuperamos de la adversidad.Actitud: el tiempo que somos capaces de hacer que dure una emoción positiva.Intuición social: la pericia a la hora de captar las señales sociales que emiten las personas que tenemos a nuestro alrededor.Autoconciencia (conciencia de sí): el modo en que percibimos los sentimientos corporales que reflejan las emociones.Sensibilidad al contexto: cómo se nos da regular nuestras respuestas emocionales para tomar en cuenta el contexto en el que nos encontramos.Atención: lo clara y enfocada que es nuestra concentración.
Los hallazgos estudiados por Davidson sobre la organización neural de las emociones implican que no hay una frontera entre el sistema límbico y las estructuras cerebrales superiores responsables de la razón, la cognición y la propia conciencia o la voluntad. Emoción y cognición funcionan de forma integrada. A la hora de hablar de emociones estos hechos tienen importantes consecuencias para entender por qué nuestras percepciones y pensamientos se alteran con las emociones. Asimismo, estos hechos nos ayudan a explicar cómo utilizamos nuestra maquinaria cognitiva para regular de forma intencional y transformar nuestras emociones.Pero también tiene consecuencias aún mayores el hecho de que nuestros pensamientos y emociones pueden provocar cambios duraderos en nuestro ADN y nuestro cerebro y de esta forma cambiar nuestro perfil emocional,esto es, cómo reaccionamos emocional y físicamente ante los estímulos de nuestro entorno y nuestro interior.
La relación cuerpo mente y la plasticidad de nuestro sistema emocional
El paradigma de la ciencia sostenía que la genética determina el comportamiento de nuestras células y por tanto de nuestros órganos. Si genéticamente teníamos un gen que determinaba una baja densidad de receptores de cortisol en nuestro cerebro en una determinada zona y éste se expresaba, algo que no dependía de nosotros según este paradigma, necesitaríamos grandes cantidades de cortisol para que nuestro cerebro recibiese la señal de alarma de que algo pasaba, lo que a su vez tiene consecuencias poco saludables para nuestro corazón que bombea más rápido, nuestros músculos que se sobre tensan, la alarma general en todas las zonas de nuestro cerebro hasta el punto de matar incluso las neuronas y una excitación crónica de la amígdala que hace que ante un estímulo percibido como peligroso desconecte más rápidamente nuestra capacidad de juicio y hasta nuestro sistema inmune. En definitiva, si tenemos el gen somos candidatos a ser personas ansiosas, impulsivas y con poca capacidad para actuar con serenidad ante los problemas y amenazas. El peligro, real o imaginado nos desconecta.
Pero la realidad es que como nos dice Bruce Lipton, genetista, el entorno determina el comportamiento de nuestros genes y su entorno inmediato es nuestro cuerpo el cual a su vez cambia con los pensamientos y las emociones. Un cuerpo preparado para la defensa por la alarma ante un peligro, es un cuerpo en estrés que, para su crecimiento, su reparación, un cuerpo que coloca en un lugar secundario el pensamiento lento, el consciente, y que cede el control al pensamiento rápido o inconsciente e impulsivo. El pensamiento rápidoinconsciente puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte ante el tigre que aparece de repente. Cuando el peligro desaparece rápidamente volvemos a la normalidad. El problema es que en la vida moderna no hay tigres y sí un estrés casi permanente que nos mantiene en estado de alarma y acaba convirtiéndose en ansiedad, adicciones, agresiones y en todo tipo de enfermedades si no somos conscientes de ello y nos cuidamos. El miedo a la ansiedad hace que en lugar de perseguir nuestros objetivos con toda nuestra capacidad acabemos huyendo o nos anestesiemos con las distintas facilidades que para ello nos ofrece la vida moderna.
Richard Davidson, ha recopilado a lo largo de su carrera innumerables experimentos propios y ajenos que le han permitido establecer la causalidad desde el pensamiento y las emociones a la saludy la genética con mucha precisión. Ha podido confirmar a lo largo del seguimiento de niños desde los tres años a la adolescencia cómo la correlación entre la expresión de un genotipo coherente con un estado de introversión o extroversión comprobado conductualmente, un reflejo hormonal comprobado analíticamente y una actividad cerebral comprobada mediante imagen cerebral tenía una correlación de 0,03 con la expresión de dicho gen, y las pautas conductuales, hormonales y cerebrales asociadas, 9 años después. Algo que se consideraba inmutable en la psicología y la genética de hace unos años había cambiado en todos sus componentes en dos terceras partes de los casos y las razones resultaron ser el entorno emocional de esos niños. En sólo unos pocos días sin estímulos visuales es posible hacer que la corteza visual pase a ocuparse de otros sentidos o incluso del pensamiento lógico. El simple hecho de pensar en tocar un instrumento de forma repetida genera cambios neurológicos duraderos haciendo mayor el área cerebral relacionada. Ratas con un gen que expresa una hiperalerta equivalente a la de un humano ansioso y temeroso apenas atienden a sus crías que también expresan el gen y perpetúan la línea. Por el contrario, ratas que no expresan dicho gen dedican tiempo a lamer a sus crías, el equivalente en humanos a dar cariño y seguridad a un bebé, que a su vez tampoco expresan el gen. Lo sorprendente es que, al cambiar las crías con el gen activado a las madres cuidadosas, y las crías sin el gen activado a las madres estresadas, en las primeras el gen deja de expresarse iniciando una línea generacional de ratas cuidadosas y tranquilas, mientras que en las segundas aparece el gen y se inicia una línea generacional de ratas ansiosas.Asimismo, mediante precisas mediciones se ha podido comprobar cómo la expresión de la cara o del cuerpo suponía a la hora de procesar estímulos agradables o desagradables hasta un 50% de diferencia en la velocidad de reacción. Este hecho unido al parpadeo atencional, el periodo de tiempo después de percibir un estímulo durante el que no somos capaces de percibir un estímulo análogo, aunque se repita, hace que la expresión de “somos felices porque sonreímos” se convierta en un hecho más científico. La disposición de la expresión de nuestro cuerpo que elijamos, si somos conscientes para elegirla, hace de filtro ante lo que percibimos y por tanto determina las emociones con las que alimentamos nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Por supuesto también afecta a lo que perciben los demás y lo que nos devuelven como un espejo.
Estos experimentos tienen una importante relación práctica en lo que a la presencia se refiere. Davidson ha estudiado también durante años, a través de técnicas avanzadas de imagen cerebral y encefalografía con los correspondientes grupos de control y elección aleatoria de sujetos,cómo la práctica de la presencia a través de la meditación o del mindfulness genera cambios duraderos en el cerebro en todas y cada una de las áreas y sistemas responsables de las dimensiones del perfil emocional cambiándolo y afectando incluso a la inmunización resultante de la aplicación de vacunas. Desde cambios más ligeros pero perceptibles en apenas unos días en las personas que se inician en la práctica y que se van intensificando con esta a lo largo del tiempo, hasta cambios drásticos en la estructura y actividad cerebral de las áreas encargadas de la atención, la recuperación, la compasión y la motivación en personas con miles de horas de práctica. Davidsonpropone técnicas adaptadas a distintos objetivos emocionales.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
He repasado la importancia de la presencia en el proceso de crecimiento personal dentro o fuera del marco del CPHI. En este proceso he encuadrado los efectos que la emoción y el pensamiento tienen sobre el cerebro y nuestro cuerpo, y cómo todos ellos se pueden ver afectados por la vivencia de la presencia como práctica. He utilizado mi experiencia personal y profesional, mi experiencia como terapeuta y mi propio proceso. También he utilizado la experiencia y las investigaciones científicas relativas a presencia-pensamientos/emociones-cerebro-cuerpo, y cómo los efectos de estas relaciones son bidireccionales. También he analizado cómo la presencia se relaciona con las bases y herramientas del CPHI.
La conclusión es que la presencia es consciencia y cuidado por nosotros mismos. También consciencia y cuidado por los demás. La presencia a través de esa consciencia puede ayudarnos a cambiar aquellos aspectos de nuestra vida personal o profesional que queremos mejorar o ayudar a nuestros los clientes/pacientes a tener éxito en sus objetivos de una forma más efectiva. Este cambio se experimenta a nivel emocional profundo y también, o quizás sería más apropiado decir “por lo tanto”, se produce a nivel neurológico y corporal.
ANEXO I – CARACTERÍSTICAS DE LAS ADAPTACIONES DE PERSONALIDAD PARA EL TRABAJO DE LA PRESENCIA
ANEXO II – EL CEREBRO EMOCIONAL Y SU PLASTICIDAD MEDIANTE LA PRESENCIA
El cerebro emocional
Las personas respondemos de formas muy distintas ante un mismo acontecimiento vital y en esa respuesta está involucrado el hecho de que no hay dos seres humanos iguales y no hay dos cerebros iguales. Cuando hablamos del cerebro, incluimos especialmente nuestras respuestas emocionales resultado de pautas neuronales muy complejas que involucran todo nuestro cuerpo y que han quedado grabadas para nuestra supervivencia a partir de nuestra genética, nuestra experiencia y nuestras decisiones. De la misma forma que conducimos sin esfuerzo, tocamos un instrumento con maestría o realizamos un deporte ajustando al milímetro nuestros movimientos sin pensarlo, hemos aprendido a responder emocionalmente de distintas formas. Desafortunadamente, cambiar nuestra memoria de respuesta emocional no es algo sencillo, pero por suerte sí es posible realizar cambios profundos con el trabajo adecuado.
Tradicionalmente se han asociado las emociones al sistema límbico, un conjunto de estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Es un sistema que interacciona de forma muy veloz con el sistema endocrino y el sistema nervioso autónomo y que puede hacerlo incluso sin involucrar a las estructuras cerebrales superiores asociadas a la cognición y el razonamiento generando respuestas como la reacción inconsciente de atacar, huir o quedarse paralizado ante un peligro que aparece ante nosotros. Está formado por varias estructuras relacionadas como las amígdalas que regulan la alerta y cómo los estímulos son procesados conscientemente o provocan una respuesta automática; El tálamo que filtra los estímulos; El hipotálamo relacionado con la homeostasis; El hipocampo: Relacionado con la transformación de la memoria a corto plazo en largo plazo, etc.
Pero las estructuras superiores, en particular las situadas en la corteza prefrontal consideradas como las más avanzadas desde una perspectiva evolutiva, y la mayor o menor conectividad entre las distintas zonas del cerebro juegan un papel decisivo en nuestra vida emocional. Esto es algo que se ha podido demostrar recientemente pero que hace apenas un par de décadas haría que cualquier científico que colocase a la emoción en el centro de las funciones cerebrales superiores del neo córtex en conjunción con el cerebro más primitivo se arriesgase a ser considerado un charlatán.
La relación neurológica con el perfil emocional
En el trabajo de investigación de Richard Davidson, cada una de las seis dimensiones del perfil emocional se fundamenta en un patrón particular de actividad cerebral medible en la corteza y en el sistema límbico y desde ahí en el conjunto de nuestro cuerpo.
Resistencia. Una alta capacidad de recuperarse ante la adversidad está muy relacionada con una mayor actividad en la parte izquierda de la corteza prefrontal ante un estímulo que provoca una emoción negativa y a la inversa, una baja capacidad está relacionada con una mayor actividad en la parte derecha ante el mismo estímulo. Esta actividad puede ser hasta decenas veces mayor en un extremo de esta dimensión que en el extremo contrario. Una mayor actividad en la zona izquierda de la corteza tiene un efecto inhibitorio sobre la actividad de la amígdala, mientras que lo contrario supone que la amígdala queda activa durante más tiempo ante la emoción negativa. Cuanta mayor materia blanca, axones, existen entre la corteza prefrontal y la amígdala mayor es la capacidad de resistencia.
Intuición social. Un bajo nivel de actividad en la circunvalación fusiforme de la cara, la encargada de descifrar las emociones que expresan las caras, combinado con una elevada activación de la amígdala se reproducen en los resultados para los individuos con una baja intuición social a lo largo de distintos experimentos.
Sensibilidad al contexto. Las diferencias en la sensibilidad al contexto tienen en su base diferencias en la potencia de las conexiones del hipocampo y las demás regiones del cerebro, en particular la corteza prefrontal. El hipocampo anterior, la parte más próxima a la amígdala, interviene también en la regulación de la inhibición conductual como respuesta a diferentes contextos. Las personas que sufren TEPT presentan una función del hipocampo anormal.
Autoconciencia. La ínsula es un elemento decisivo de la autoconciencia. La ínsula recibe las señales de nuestros órganos internos o viscerales, es la estación del seguimiento para todo lo que ocurre en el interior del cuerpo por debajo de la cabeza y a su vez envía órdenes a estos órganos. Ante señales de otras áreas del cerebro la ínsula se pone alerta. Las personas que son más conscientes de su ritmo cardiaco resultan tener una ínsula más grande. Pero esta autoconciencia no es sólo de las sensaciones físicas sino también de las emociones, una mayor autoconciencia de las propias emociones está relacionada con una mayor actividad en la ínsula, mientras que altas puntuaciones en una escala de alexitimia coinciden con un bajo nivel de actividad cerebral en la ínsula. Un exceso de actividad por su parte puede presentarse en personas tendentes a la hipocondría que son demasiado conscientes de alteraciones en sus ritmos cardiacos, respiratorios, etc.
La actitud: la corteza prefrontal y el núcleo accumbens en el cuerpo estriado ventral constituyen el circuito de recompensa. Las señales procedentes de la región prefrontal mantienen niveles altos de actividad en el cuerpo estriado ventral y una actitud positiva. Por el contrario, una actividad baja en el cuerpo estriado ventral, debida a una entrada menor de información procedente de la corteza prefrontal, es el sello característico de una actitud mental negativa.La actividad de la dopamina en el núcleo accumbens puede estar asociada con el componente motivacional de la recompensa, que subyace a la iniciativa y la perseverancia. En experimentos con personas sanas y personas con depresión, se observa que la activación e intensidad ante una emoción positiva es la misma en ambos casos, pero en las personas sanas la corteza prefrontal sigue mandando señales al núcleo accumbens que mantienen e intensifican la percepción de recompensa con lo que son capaces de mantener una actitud más positiva y afrontar con más éxito los desafíos o movilizarse para realizar una actividad. En las personas con depresión las señales de la corteza prefrontal cesan y este circuito de recompensa simplemente se apaga.
Atención. La atención selectiva y la conciencia abierta son componentes básicos necesarios para el resto de dimensiones. La atención selectiva está relacionada con la sincronización de las señales eléctricas de la corteza prefrontal, ésta intensifica aquellas señales sobre las que centramos nuestra atención sincronizándose con ellas y atenúa las restantes. La atención abierta, aquella que nos permite seguir atentos a lo que ocurre pero sin centrarnos en algo concreto, está relacionado con el parpadeo atencional: si ante un estímulo la reacción de atención es demasiado fuerte no somos capaces de detectar un nuevo estímulo próximo.
Estas dimensiones son el resultado de rigurosos experimentos con miles de participantes utilizando técnicas de encefalografía, imagen cerebral y la participación de expertos en el campo de la neurociencia afectiva. Estas dimensiones forman un continuo entre sus extremos y se combinan en los rasgos de la personalidad y los tipos de temperamento habitualmente establecidos en la psicología como por ejemplo el modelo de los cinco rasgos de la personalidad: la apertura a la experiencia, la conciencia, la extraversión, la amigabilidad y el neuroticismo; También podemos identificarlo dentro de los distintos tipos de personalidades donde por ejemplo en los extremos patológicos puros un tipo obsesivo puede tener una elevada atención y baja autoconciencia, un tipo histérico puede tener una amplia intuición social y escasa resistencia, un psicópata puede tener una baja autoconciencia pero una elevada sensibilidad al contexto e intuición social de carácter manipulativo y por contra un tipo esquizoide tener una elevada autoconciencia y baja intuición social y sensibilidad al contexto.
El conjunto de conexiones del cerebro emocional se solapa con el cerebro racional que piensa. Emoción y cognición funcionan integradas y esto nos permite un mundo de relaciones, trabajo y crecimiento espiritual. Cuando la emoción positiva nos llena de energía, somos más capaces de concentrarnos, ampliar nuestro pensamiento e integrar creativamente información diversa o mantener nuestro interés en una tarea. En estos casos, la emoción no es un elemento queperturbe como se pensaba en la década de 1970, sino que es un elemento facilitador. Prácticamente todo lo que hacemos se acompaña de sensaciones. No hay una línea divisoria entre las emociones y el resto de procesos mentales y prácticamente todas las regiones cerebrales desempeñan un papel en las emociones o se hallan a su vez afectadas por ellas.
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