Cuánto dura la terapia. La relatividad del tiempo

01/06/2015

cuanto dura la terapia
Cuánto dura la Terapia. La relatividad del tiempo por María pÉREZ

El siguiente artículo explica cómo una vez alcanzados ciertos objetivos y bienestar en terapia, en un momento determinado tenemos la sensación de regresar a ciertos patrones de conducta, pensamientos y sentimientos que ya creíamos haber dejado atrás.

Este hecho produce un elevado grado de frustración. Empieza un cuestionamiento sobre la terapia y sobre las capacidades de uno mismo. Puede dar lugar a que el paciente decida boicotear su terapia al no comprender todos los elementos que se mueven de durante su proceso.

Para solventar ese fenómeno explicaremos qué elementos se ponen en funcionamiento en las relaciones con el entorno, y partiremos de la teoría de la personalidad de los estados del yo de Eric Berne. Profundizaremos en los distintos tiempos que necesita el estado del yo Niño, a diferencia de estado Adulto, concluyendo que estos altibajos forman parte del proceso y representa un punto de inflexión para revisar lo alcanzado y seguir trabajando.

Palabras clave: Estados del Yo, Adulto, Niño, Padre, certidumbre, expectativas, control, psicoterapia, vínculo, tiempo.

Abstract: The following article explains how once reached certain goals and well-being in therapy, at a certain point we have the feeling to return to certain patterns of behaviour, thoughts, and feelings that we already believed to have left behind. This fact produces a high degree of frustration. It begins a questioning about therapy and the capabilities of one’s self. It can lead to the patient decides to boycott its therapy do not to understand all the elements that move you in during the process.To settle this phenomenon we explain which elements put themselves in functioning in the relations with the environment, and we depart from Ego-State theory by Eric Berne. We deepen in the different times required for each ego-state; Adult versus Child, concluding that these ups and downs are part of the process and represents a turning point; to review what has been achieved and to keep on working.

Keywords: Ego-state, Adult, Child, Parent, certainty, expectations, control, psychotherapy, bond, times.

CÓMO NOS RELACIONAMOS CON EL ENTORNO.

Una de las estrategias mentales que tenemos para gestionar el entorno es la certidumbre. Según la RAE, el término certidumbre viene de certeza: “1.f.Conocimiento seguro y claro de algo.; 2.f. Firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar.”; y se define como “obligación de cumplir algo”.

De las cosas que más ansiedad nos generan es tener incertidumbre sobre nuestro futuro, nos pasamos la vida haciendo planes aunque no seamos conscientes de la cantidad de factores que no controlamos en nuestras vidas; sin embargo, estos planes o proyectos nos dan estructura, orden, poder y control.
La certeza es una de nuestras necesidades más importantes para el ser humano, nos da seguridad, nos reduce la ansiedad y, en términos biológicos, es muy adaptativa: en la naturaleza experimentar con ambientes desconocidos puede conllevar a riesgos mortales.

¿Qué ocurre cuando esa necesidad se convierte en un deseo de controlarlo todo? En circunstancias normales tenemos una capacidad creativa extraordinaria para adaptarnos a la realidad; si no tenemos respuestas las creamos, si algo no nos conviene lo rechazamos, nos convencemos continuamente de que lo que hemos decidido o hacemos ha sido lo mejor. Esto es necesario para nuestra existencia, pues no podríamos vivir un largo periodo de tiempo continuamente cuestionándonos, el sufrimiento interno sería insostenible.

Las personas siempre nos hemos interesado por las relaciones que podíamos establecer con nuestro entorno, especialmente por conseguir que las cosas fueran como deseábamos. El fenómeno denominado en psicología social “Ilusión de control” (Langer, 1975) explica que las personas en condiciones normales (a excepción de los personas con estado depresivo) tienden a sobrestimar el grado de control percibido, es decir, creemos que controlamos nuestro entorno más de lo que realmente sucede.

Hablar de control nos lleva al concepto de predictibilidad, es el grado en que sabemos cuándo va a suceder algo, está relacionado con el control, aunque ambos son independientes. Un hecho puede ser controlable pero no predecible, y puede ser predecible pero no controlable.

Sin embargo ambos conceptos no son posibles sin un tercero, lo que hace posible tener la ilusión de control de nuestro entorno y hacer predicciones de lo que va a suceder son las expectativas.

Las personas formamos expectativas continuamente; relativas al control que se tiene o ausencia de éste de los sucesos diarios, vitales, a largo plazo, de nuestras relaciones, también formamos expectativas sobre cuándo va a suceder algo, cuándo no va a suceder, en función de qué, de las relaciones; cómo se va a comportar una persona, etc.

Si tomamos en consideración los significados de la palabra expectativa hay dos acepciones; “1.f. Esperanza de realizar o conseguir algo.; 2.f. Posibilidad razonable de que algo suceda”. El primer significado es subjetivo, “una esperanza”, en definitiva, es una proyección sobre lo que somos, queremos y deseamos en nuestra vida, poco importa la realidad o el entorno en esta acepción. Cuando alguien desea fervientemente formar una familia suele poner muchas expectativas en su pareja, a diferencia de otra persona que no desee comprometerse y simplemente su pareja la viva como una aventura más hasta la próxima nueva aventura.

La segunda acepción es una posibilidad razonable, tendría un componente más objetivo. Está relacionado con un conjunto de hechos que si se producen hace que ocurra un tercero. Si alguien planea un viaje con el propósito de bañarse en el mar, elige un destino caluroso, consulta el tiempo antes de hacer la reserva, escoge un hotel cerca de la playa, por lo tanto es muy probable que su expectativa de estar todo el día en la playa se cumpla.

Es muy interesante observar cómo la misma palabra contiene los dos significados que en estados depresivos o de ansiedad juegan un importante papel.

En esos estados el principal problema es que la persona no distingue la diferencia, mezcla uno con otro, el deseo con la posibilidad razonable que ocurra. Esto lleva a realizar predicciones o conclusiones del mundo y de su persona basadas en supuestos que no son reales, con la grave consecuencia de un mayor grado de frustración.

Esta mezcla de conceptos también ocurre cuando la persona atribuye a causas personales eventos donde ha habido otros muchos factores a tener en cuenta; por ejemplo pensamientos del tipo: “no me han elegido para el puesto de trabajo porque soy un desastre”

Cuando asumimos una falta de control sobre un determinado hecho que nos importa, lo que en lenguaje cotidiano sería un “darse por vencido”, estamos hablando del fenómeno descubierto por Seligman “Indefensión Aprendida (Seligman 1975), éste se encuentra en todos los cuadros de depresión. Se traduce en pensamientos del tipo “haga lo que haga nada va a cambiar”

Hemos visto cómo las expectativas ayudan a tener ilusión de control, dan certidumbre sobre la vida y eso reduce la ansiedad. Además, el grado de predictibilidad, es decir, en la medida en que puedo predecir que ocurra un hecho, me reduce la incertidumbre sobre el futuro [1].

A lo largo de la vida estas capacidades intelectuales del ser humanos no siempre están activas o funcionan adecuadamente debido a muchos factores; relaciones tóxicas, eventos traumáticos, falta de apoyo etc. Cuando esta capacidad no funciona correctamente, y la realidad que estamos viviendo no podemos encajarla de ninguna manera con lo que necesitamos, se produce una angustia, un vacío de “no saber qué va a pasar conmigo” que necesitamos rellenar como sea.

Las personas que acuden a terapia por este motivo cuentan con una serie de mecanismos de defensa que les han ayudado a sobrevivir, pero que ya no funcionan porque en el “aquí y el ahora” no encajan con lo que son, con sus relaciones, con el entorno ni con lo que están viviendo.

La terapia es DESMONTAR todos esos mecanismos aprendidos que ya no nos sirven y MONTAR unos nuevos sobre una base auténtica y sana, porque es la que elige uno mismo desde su Adulto [2].

Todos los conceptos y fenómenos expuestos nos ayudan a comprender un poco más nuestra manera de comportarnos, pensar y sentir. Todo este “paquete office humano”: certidumbre, ilusión de control, predictibilidad y expectativas, la persona lo trae a terapia y debe ser actualizado.

De manera intencionada el título del artículo no tiene signo de puntuación, por lo que según lo que proyectemos podría faltar un signo de interrogación “¿Cuánto dura la terapia?” o signo de exclamación “¡Cuánto dura la terapia!“

En mi experiencia personal y profesional, esta pregunta ha surgido como pregunta inicial de exploración o necesidad de conocimiento, aquí entraría la “ilusión de control”, expectativas y la certidumbre de lo que es el proceso terapéutico. También ha surgido en mitad del proceso terapéutico como pregunta retórica donde lo que está implícito es un cuestionamiento, una queja hacia el terapeuta y/o hacia uno mismo, una especie de revisión de lo trabajado hasta ahora, si le sirve, o no ve progreso con pensamientos del tipo “mi problema no tiene solución” o “yo no tengo solución”, “el terapeuta no me ayuda”, “parecía que estaba bien y ahora otra vez me pasa lo mismo” etc.

Más adelante explicaremos por qué una vez alcanzados ciertos objetivos y bienestar, de repente tenemos la sensación de volver a ciertos patrones de conducta, pensamientos y sentimientos que ya creíamos haber dejado atrás.

Una aclaración importante; este artículo no está describiendo situaciones donde el paciente/cliente pone fin a su terapia, o se la cuestiona porque el terapeuta realmente no le está ayudando por diversas razones: vínculo, profesionalidad…etc., en estos caso él/ella están haciendo lo más adecuado. Recordemos que desde la Psicoterapia Humanista, el trabajo terapéutico se asienta sobre las bases de concebir al paciente como un adulto responsable con capacidad crítica para decidir e involucrarse activamente en su proceso. Este artículo está dirigido a fenómenos por los que el paciente puede boicotear la terapia al no comprender los elementos que se mueven durante el proceso, y sacar conclusiones en base al “paquete office humano” que trajo a terapia.

CÓMO SOMOS Y CÓMO NOS RELACIONAMOS CON LOS OTROS.

Partimos de la teoría de la personalidad y de los estados del yo enunciados por Eric Berne, fundador del Análisis Transaccional, para comprender nuestra estructura psicológica. Explicaremos brevemente algunos conceptos de esta teoría.

Un estado del yo sería el conjunto de emociones, pensamientos y conductas vinculados entre sí. La manera en cómo nos manifestamos en un momento determinado depende del contexto y/o de las persona/as (externo), y de cómo nos sintamos en ese momento (interno).

En el Yo existen tres estados, E. Berne los denominó: Padre, Adulto y Niño. Todos son necesarios e importantes.

El estado del yo Padre sería todo aquello que proviene de nuestras figuras parentales, tutores, cultura y tradiciones, son ideas automáticas, poco flexibles, lo que en lenguaje cotidiano sería “lo que desde niños hemos mamado”. La parte positiva es que nos da información sobre el entorno, reglas, cómo comportarnos, cuidar y cuidarnos; la parte negativa serían los prejuicios, los juicios destructivos, ser inflexibles ante determinadas creencias o comportamientos que ni siquiera son nuestros [3]

El estado del yo Niño es donde se encuentran las emociones puras, cuando actuamos como cuando éramos niños. Tiene una parte positiva, creativa, intuitiva, juguetona, espontánea; y una parte negativa que sería de sumisión: acatar normas sin cuestionárselas, o por el contrario rebeldía “sin causa”, por ejemplo exponer a los demás y a él [4] mismo a peligros innecesarios, provocar, aplazar o no hacer tareas, dificultad de expresar lo que siente.

El estado del yo Adulto es cuando actuamos, sentimos y nos comportamos en el aquí y el ahora, teniendo en cuentas las necesidades actuales, pertinentes, adecuadas según las circunstancias y según lo que necesitamos en el presente.

El objetivo en terapia es que sea el adulto el que dirija siempre los estados del yo, aunque sea otro estado el que se manifieste el adulto permanezca controlando la situación. Por ejemplo: en un partido de futbol, es lógico que estemos en nuestro estado del niño, gritando, cantando, protestando, pero el adulto debe controlar que no se llegue a situaciones desagradables o dañinas con otras personas o con nosotros mismos.

Por último mencionaremos el guión de vida: E. Berne decía que todos nacemos príncipes y princesas, pero que debido al entorno, relaciones tóxicas, ausencia de apoyos adecuados, etc, nos convertimos en sapos y ranas. Si tomamos nuestra vida como una obra de teatro, el papel que hemos escrito para nosotros dentro de esa obra sería nuestro guión de vida. Es un plan que originamos en los primeros años de la infancia debido a decisiones inconscientes, y que nuestro entorno ha ayudado para que se cumpla una y otra vez.

 

EL TIEMPO EN EL PROCESO. LA RELATIVIDAD.

Hace poco vi la maravillosa película Interestellar: es una película a priori de ciencia ficción que trata temas científicos como la teoría cada vez más comentada de la física cuántica sobre la existencia de universos paralelos, la cuarta dimensión o la teoría de la relatividad que para una persona como yo de letras y con pocas habilidades científicas le cuesta tanto comprender.

En esta teoría, el tiempo se calcula en base al tiempo del objeto que se mueve y depende de su velocidad y de la velocidad de la luz, que es la única que no es relativa y es absoluta, no depende de nada; sin embargo el tiempo del objeto u observador y su velocidad sí son relativas. No voy a entrar en dicha teoría, pero sí mencionarla porque la relatividad del tiempo es algo que todos vivimos en nuestra vida. No es lo mismo cómo se pasa una hora sentados mirando el reloj que una hora corriendo para hacer cuatro cosas a la vez. Paralelamente a las cuestiones científicas, lo que mueve a sus protagonistas a realizar ese viaje de tiempo y espacio es el amor, se aprecia en un momento crítico donde una de las protagonistas argumenta su decisión con la frase “el amor es lo único que transciende al tiempo y al espacio”, es la fuerza que está fuera del rango científico, pero es un hecho demostrable como máximo impulsor de nuestras vidas.

Enlazando la teoría de la relatividad del tiempo con el amor, concretamente de pareja, me suena en la cabeza una voz ronca y rota de Joaquín Sabina “y tardé en olvidarte 19 días y 500 noches…”. Seguro que todos hemos escuchado esta canción alguna vez, y el título refleja muy bien lo que hemos vivido dentro del proceso de una ruptura: pasados los primeros días de duelo recuperamos la rutina llenos de obligaciones, tareas, y nos sorprendemos de lo bien que lo llevamos, el tiempo que no hemos pasado pensado en esa persona, pero de repente llega una noche que aparece como si hubiese sido ayer, y nos sorprendemos llorando a moco tendido pensando en él/ella.

En la terapia sucede lo mismo, queremos solucionar un determinado problema: una relación de la que queremos despedirnos, poner límites a una situación o conseguir un proyecto etc., acabar con nuestro guión de vida.

Se trabaja a nivel profundo en aquellos aspectos en los que el paciente está contribuyendo a mantener el problema, se hace una revisión de los pensamientos, sentimientos y del comportamiento para ver que ayudan a mantener el problema y qué nuevos puede añadir en su vida para conseguir el objetivo deseado. Va ganando confianza en sí mismo, y poco a poco aparece una mejoría notable del punto partida, esto aumenta su autoestima y esos cambios se aprecian en su vida tanto a nivel externo como a nivel interno.

De repente hay un momento determinado donde la persona vuelve a vivir el mismo problema, vuelve a sentir lo que inicialmente le llevó a terapia, aparece el guión de vida. Se frustra, no lo entiende, le duele incluso más por “todo lo que había avanzado”, hay también frustración de “¿pero cuándo voy a salir de esto, todavía queda más?”

Si tomamos la metáfora para el proceso terapéutico sobre los 19 días y las 500 noches que puede durar, los días 19 pertenecen al tiempo del Adulto, el adulto es capaz de crecer y poner límites, observar su realidad, estar en el presente, solventar los problemas y aprender rápidamente, el adulto es el que ha conseguido ese avance en terapia.

¿Que ocurre con esas 500 noches? En algunos casos no se ha llegado ni a la noche, en otros hemos trabajado sólo un par de noches. El tiempo y el espacio son relativos, cada paciente tiene su tiempo, no podemos ir por delante de ese tiempo, no funcionaría. Esas noches donde de repente el paciente se sorprende repitiendo lo que tanto dolor le causa, es su estado niño, y su Niño está en otra dimensión espacio temporal a la del Adulto. Crece en otro tiempo y en otro espacio, va a otro ritmo. Algo similar ocurre en la película: cuando el protagonista regresa han pasado más de 68 años, y la hija que dejó con 12 años ahora es una anciana, pero para él apenas ha pasado el tiempo, sigue casi igual que cuando dejó la tierra.

No se ha vuelto al punto de partida, hay una parte trabajada que es real, pero en ocasiones explotan las emociones, esa energía tan fuerte y pura, y hace que en ese momento tengamos esa creencia de vuelta al guión. Es cuando el Adulto tiene que tomar el control y acoger al Niño, calmarle, tener paciencia y dirigirle. Por consiguiente, estos momentos críticos o altibajos forman parte del proceso y representan un punto de inflexión para revisar lo alcanzado y seguir trabajando.

A partir de ese punto de inflexión el paciente sí está preparado y con confianza en el vínculo creado con su psicoterapeuta puede empezar el viaje por esas 500 noches.

 

Bibliografía:

  • J.F. Morales (Coordinador) M. Moya, J.A. Pérez, I.Férnandez, J.M. Fernández-Dols, C. Huici, D. Páez, J.Marques “Psicología Social. Segunda edición” 1999. MCGrawHill
  • 1964. Games People Play. New York: Grove Press Inc.
  • Berne, Eric (1985). Análisis Transaccional en Psicoterapia. Buenos Aires: Editorial Psique
  • Erich Fromm, Editorial Paidós, 2006. El miedo a la libertad

 

[1] El futuro próximo y lejano es lo que más preocupa al ser humano, en general estamos distraídos en otras tareas, y enfocados en pensar en el pasado o preocuparnos sobre nuestro futuro, y rara vez la persona está centrada en el presente. Es uno de los principales objetivos para trabajar en terapia, vivir en el presente.

[2] Adulto definido por E. Berne “caracterizado por una serie autónoma de sentimientos, actitudes y pautas de conducta adaptadas a la realidad actual” (Berne, 1961, 1976).

[3] Estas creencias no nos pertenecen en el sentido que las hemos heredado sin analizarlas conscientemente, por ejemplo una madre reacciona automáticamente regañando a su hijo “¡no te levantas hasta que no te comas TODO!”, exactamente igual que hacía su madre con ella. Quizás si fuera consciente utilizaría otra forma de convencer a su hijo para que se comiera todo, o utilizaría otro castigo, o a lo mejor sí seguiría usando la manera de su madre, pero esa manera no la he elegido, la ha heredado.

[4] Él se refiere a paciente, no es una cuestión de género para evitar reiteradamente él/ella a lo largo del artículo

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María Pérez

 

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