VIS a VIS conmigo misma
01/11/2014
Me resultaba imposible pensar donde me llevarían los dos años de formación del Master de PHI, fue una decisión tomada por instinto y me encontré no solo con un mar de conocimientos que me enseñaban muchísimas formas de terapia y relación con mis pacientes, sino una nueva relación personal, me permitió por primera vez en mi vida tener un “vis a vis” conmigo misma; conocerme y descubrir todo lo que hay dentro de mi.
No existen palabras que puedan definir la magnitud de mi proceso en este tiempo, pero sí puedo compartir el redescubrimiento de toda una vida, y hablo de MI VIDA, no solo a nivel personal, sino laboral, familiar, social… Los master tratan de darte herramientas de trabajo que te permitan desenvolverte en un mundo determinado, pero siempre adaptándote a un modelo estándar, y ¿qué pasa con la más valioso de cada uno? ¿qué pasa con nuestra esencia? Pues poco podemos hacer con ella si ni siquiera sabemos que la tenemos y no nos damos cuenta de lo valiosa que es. Esto ha significado para mí el master, encontrar mi esencia, mi SER, porque a partir de este punto puedo avanzar a nivel personal, y también puedo hacer BIEN mi trabajo, y cuando digo BIEN lo señalo en mayúsculas por la importancia de tener pasión por mi trabajo, disfrutar haciéndolo y levantándome cada mañana poniendo en práctica mis conocimientos y mi esencia.
En estos dos años de master me he permitido y me han animado a ser yo misma. Si echo la vista a tras, se trata de un equilibrio, mientras aprendía teorías y herramientas de trabajo, me iba conociendo a mí misma, experimentaba (y sigo experimento) la influencia de la terapia en mí misma, lo cual tenía dos beneficios para mí, uno era ponerme en el lugar de mis pacientes y saber cómo se sienten en ciertos momentos, y por otro lado, atreverme a indagar en mis miedos, mis preocupaciones, mis tabúes, mis recuerdos y mis “no lo recuerdo”….y ¿cómo se hace todo eso? Con confianza y seguridad, la base de cualquier terapia y la base que me enseñaron a proporcionar en el master.
No se trata de un ejercicio fácil, han sido dos años realmente intensos y vertiginosos, pero pasaba algo curioso, cuanto más me adentraba en mí misma, más curiosidad tenía de saber más, en ese momento me di cuenta de lo ilimitados que somos los seres humanos y lo mucho que nos limita el miedo (nuestro y de los demás), estamos en una sociedad que nos limita, nos empuja al control para evitar el caos por miedos heredados, sin embargo la terapia rompe con todo esto, la terapia no solo acompaña en la superación de ciertos problemas, sino que acompaña en la superación a uno mismo y a alcanzar las alas para sentirse libre y disfrutar de la oportunidad que es el día a día. Incluso cuando los momentos son difíciles, estar acompañado y en consonancia conmigo misma me ayuda a valorar las oportunidades de las adversidades, y a este punto he llegado porque me he permitido expresar miedo, rabia, tristeza, frustración… y lo más importante, me han enseñado a acogerlo porque ellos lo han acogido de mí.
He aprendido que no solo soy Isa, soy más que la suma de todas mis partes y cada una de ellas es buena y válida. Me he aceptado y me ha gustado ser como soy, sin avergonzarme de mis pensamientos o mis actos, sino asumirlos e integrarlos. Podríamos decir que esto se acerca bastante a lo que definiríamos como amor incondicional, es fantástico si lo encontramos fuera de nosotros, pero lo más grande es sentirlo uno hacia sí mismo, es por ello que para mí supone un VIS A VIS.
La base de un buena terapia es un buen vínculo, y si a toda la formación teórica y experiencial que vivimos en los años del master, sumamos el vínculo que creamos, tenemos la fórmula perfecta para ser buenos terapeutas, y no voy a decir buenas personas, sino…SER NOSOTROS MISMOS.
Isabel Mompó
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