El vínculo en terapia

01/03/2013

Mariña Silva

Resumen

La definición de vínculo dada por la RAE es la unión o atadura de una persona o cosa con otra. Si añadimos a esa definición al término afectivo obtenemos que el vínculo afectivo  es la unión del afecto de una persona con otra.

Cuando mantenemos relaciones profundas con proximidad e interés establecemos vínculos afectivos en los cuales sentimos un amplio espectro de emociones dependiendo de la etapa en la que se encuentre ese vínculo. Si el vínculo es sano, seguro y amoroso la persona que lo siente lo vivirá como una experiencia emocional intensamente placentera. Si el vínculo lo interpretamos como inseguro las experiencias vividas en él serán fuente de frustraciones y dolor. Es por este motivo que es tan importante el establecimiento de un buen vínculo en la terapia, para poder restaurar las bases del modo de relacionarse del paciente con otros consigo mismo y con el mundo.

La psicoterapia es el proceso de acompañar a un paciente a calmar su sufrimiento, a curar sus conflictos, y a crecer para llegar a la autonomía personal. Es un tratamiento a través de medios psicológicos cuya clave fundamental es la relación terapéutica, no las técnicas, ni las intervenciones, sino la relación que se establece entre el terapeuta con el paciente y el paciente con el terapeuta. Una relación profunda que tiene un gran aspecto afectivo y que representa la clave para que la psicoterapia funcione. Por tanto la psicoterapia es vínculo y el vínculo establecido entre el terapeuta y el paciente es lo que hace la psicoterapia

En este artículo trataremos como es la formación de esos vínculos primarios y como estos nos afectan en nuestra manera de relacionarnos con el mundo. También hablaremos de el encuadre donde se forma el vínculo, qué elementos son importantes para su establecimiento y como formarlo según la estructura de personalidad del paciente. Por último hago una reflexión personal de la importancia del vínculo en terapia basada en mi experiencia como paciente y como terapeuta

1. La teoría del apego y el vínculo.

Para hablar del significado del vínculo en terapia, hay que comenzar por lo que se entiende por vínculo y la importancia que tiene esto en la vida de cualquier persona.

Todos los mamíferos somos seres sociales, y como tal, necesitamos de las relaciones con otros para desarrollarnos plena y sanamente. El sentido de ser persona está intrínsecamente ligado al contacto y la relación con el otro por lo cual entendemos que la necesidad de vinculación es parte de nuestra naturaleza humana.

El primer vínculo importante, que posteriormente servirá como modelo para futuras relaciones interpersonales y con nosotros mismos, es el vínculo con la madre. Esta es la primera relación que conoce un bebé, que comienza ya en cuando el bebé se encuentra en el útero materno. Nada más nacer el bebé entra en contacto con su madre. Ahí madre e hijo inician una sintonía más allá de lo perceptivo, casi intuitiva, donde la madre cuida, protege y ama, atendiendo a todas las necesidades del niño

John Bowlby, postula en su teoría del apego que ese vínculo que se forma entre madre e hijo es parte esencial en el desarrollo del niño y del tipo de vínculo  surgido entre ellos, así se dará un estilo de apego en el adulto desarrollado. La experiencia de que esa primera figura de apego (cuidador) es accesible y responderá si se le pide ayuda, suministra un sentimiento de confianza que facilita la exploración tanto del mundo físico como del social (Bowlby, 1990) Así pues, para Bowlby, cuando se desarrolla una relación de apego saludable, se satisfacen las necesidades físicas y psíquicas del niño y éste desarrolla un sentimiento de seguridad. Esto es lo que se conoce como apego seguro: La madre permite la exploración y favorece las conductas hacia la autonomía del niño. Se convierte en una base de seguridad, y desde esa confianza el niño se permite conocer el mundo y a sí mismo. Le ayuda a integrar un autoconcepto positivo y a valorar y validar al otro como alguien fiable. Favorece que el niño incorpore la presencia de los otros y crezca con seguridad en sí mismo, conectado con sus necesidades y con las de los demás.

El estilo de apego seguro es el tipo de vínculo ideal que se puede dar entre madre e hijo. Desgraciadamente, en numerosas ocasiones esto no es lo que sucede y la relación entre madre e hijo sufre de excesos o carencias dando lugar así a estilos de apego menos sanos. Siguiendo la tipología de Mary Ainsworth (fecha) estos son:

– Apego ambivalente/resistente:

Son madres que, sea por intrusividad o por inconsistencia, están más atentas a sus necesidades que a  las de sus hijos.  Esto suele generar en el niño una sensación de poca valía, falta de seguridad y  confianza en sí mismo.

– Apego evitador:

Las madres tratan a los niños con mucha frialdad y desafecto. La madre no soporta el disfrute de su hijo, su propio bloqueo interno le impide conectar con él, parece que pagase su rabia interna con el bebé que se convierte en “chivo expiatorio” de sus problemas. Existe poca comunicación y pocas manifestaciones de cariño. El niño incorpora la sensación de no ser aceptado por su madre y puede crear en la edad adulta mucho temor a ser rechazado y favorecer conductas evitativas.

También se da en madres intrusivas que no permiten al niño conectar con su necesidad, ya que se la cubren antes de que el bebé solicite que sea satisfecha. Aun con diferentes raíces, en los dos casos los bebés aprenden que las madres son muy aversivas.

-Apego desorganizado:

Es frecuente en hijos de madres: maltratadoras, adolescentes, con adicciones, con depresión o con esquizofrenia. En este tipo de apego no hay sistematización a la hora de atender al bebé. Se producen muchos cambios en sus cuidados. Cuando no atienden a sus hijos y se dan cuenta aparece  la culpa y pasan a un exceso de cuidado. Parece que lo que todas estas madres tienen en común, es que sufren  diversas patologías que provocan en determinados momentos su  desconexión con el bebé.

En terapia nos vamos a encontrar en numerosas ocasiones con que el estilo de apego del paciente no es el más adecuado. La función primordial de terapia es precisamente reparar el estilo de apego imperante en el paciente por un estilo de apego seguro. Esto se consigue mediante el establecimiento de un buen vínculo terapéutico. Retomando el concepto del apego de seguro, obtenemos que si el paciente siente que el terapeuta  proporciona la ayuda, seguridad y confianza necesaria, éste sentirá una mayor libertad para explorar en si mismo y en sus relaciones y abrirá un camino hacia la autonomía.

2. La necesidad del encuadre para la formación del vínculo

Cuando un paciente llega a terapia sabemos que, con el tiempo, vamos a trabajar con él a un nivel emocional muy profundo. Para llegar a eso hemos de establecer poco a poco el vínculo, que se da siempre dentro de la relación terapéutica que se ha de trabajar desde el primer contacto, ya sea este personal o telefónico.

La relación que se da entre el terapeuta y el paciente es del tipo llamado vertical, caracterizada ésta por estar regulada por dos normas: el tabú del incesto y la intencionalidad. Esto quiere decir que en las relaciones de este tipo nunca se puede dar la sexualización entre sus miembros y que uno de los miembros es el beneficiario directo de lo que ocurre en esa relación ya que las actuaciones realizadas son intencionadamente para su beneficio. Dentro de este tipo de relación también se encuentra la de padre-hijo o maestro –discípulo.

Para que esa relación sea sana y funcional para ambas partes está regulada por una serie de reglas que ofrecen tanto al paciente como al terapeuta  seguridad y protección dentro de la relación, dejando claro el encuadre de la terapia y que es lo que está permitido y lo que no. De esta manera llegaremos a una relación sólida y profunda, basada en la confianza es mutua,

¿Cuáles son los pasos a seguir para conseguir esto? Siguiendo el modelo de estructura utilizado en la psicoterapia humanista integrativa debemos dejar claro en las primeras sesiones las 4 reglas de obligado cumplimiento y establecer contratos con el paciente sobre lo que quiere conseguir para que haya un compromiso explícito, y que éste sirva como marco de referencia de los pasos dados en el proceso terapéutico. Todo esto acompañado en todo momento por  una verdadera honestidad en la relación.

Las reglas de obligado cumplimiento son 4:

1ª Regla “No Violencia”: Ni el paciente ni el  terapeuta, tendrá actitudes violentas ni consigo mismo, ni con el otro, ni con  nada. Ningún objeto sufrirá daño, si no ha sido colocado para ser dañado o roto. Esta regla contractual es importante para la protección del paciente y de su proceso.

2ª Regla “No Sexualización”: Entre el paciente y terapeuta no va a haber  relaciones sexuales,  ni se va a sexualizar el contacto. Esta regla es ampliable  a otros psicoterapeutas, que puedan entrar a formar parte del proceso terapéutico, y a sus compañeros de terapia. De esta manera las relaciones que se establezcan en terapia serán de incorporación sin tener ninguna intencionalidad sexual

3ª Regla “La confidencialidad”: Nada de lo que se hace o se habla en terapia va a salir fuera del contexto terapéutico. El terapeuta le explicará al paciente  que ningún dato que le cuente a él, va a salir de contexto terapéutico, exceptuando a otros terapeutas del equipo o al supervisor, si se supervisa el caso. El paciente se comprometerá también a no divulgar a nadie, los contenidos de las sesiones que tengan que ver con otras personas. Puede compartir con quien quiera cómo se siente,  o las conclusiones que saca en terapia, pero no debe contar nada que le sea contado en terapia, por parte del terapeuta, o compañeros de terapia.

4ª Regla “Acabar la sesión”: quiere decir que tanto las sesiones individuales, como las grupales, tienen un tiempo de duración, un cierre final y el paciente se compromete a no irse antes de tiempo. Esta regla es muy protectora para el proceso y para el paciente ya que impide que en algún momento de terapia que el paciente esté abierto y se sienta herido pueda marcharse y poner en peligro su vida de alguna manera

Con estas 4 reglas  el paciente tiene claro lo que puede y no puede hacer. Dota a la relación de una estructura y de total libertad para hacer todo lo que no incumpla esas reglas. Las reglas de obligado cumplimiento ayudan y protegen el establecimiento del vínculo.

Esta estructura consolida y protege la relación, de manera que no de lugar a equívocos ni malas interpretaciones. Así, el afecto en la relación es mayor consiguiendo que el vínculo se establezca y perpetuándose como un vínculo profundo, auténtico y sanador que beneficiará enormemente el proceso terapéutico del paciente.

 

3. Como ayuda el vínculo en terapia

Retomando algunos de los planteamientos iniciales de este artículo, obtenemos que; las personas tenemos una necesidad natural de vincularnos los unos con los otros y que debido al estilo de apego recibido y a todas las experiencias dolorosas de la infancia ,nuestra manera de relacionarnos con los demás, con el mundo y con nosotros mismos no nos satisface ni nos completa, produciéndonos un sinfín de sentimientos de inadecuación, malestar o frustración hasta llegar a sentir que no merecemos amor, ni de otros, ni mucho menos el propio. Hasta llegar a sentir que nos desvinculamos de la vida. Bajo esta situación se da la siguiente paradoja: cuanto peor nos relacionamos y peores vínculos tengamos con los otros, mas se generará en nosotros  una dependencia del afecto, de la valoración, del reconocimiento que otras personas puedan dispensarnos. El vínculo en terapia constituye un  medio que proporciona al que lo vive la cantidad de amor, de protección y de seguridad adecuadas para que hagan efectiva la tendencia a la autonomía, consiguiendo así una auténtica mejoría en nuestras relaciones .Entonces la pregunta es: ¿Cómo ayudar al paciente a reconciliarse con su si mismo en relación? ¿Cómo transmitirle ese amor reparador? Cuando estamos en terapia con un paciente estamos siempre transmitiendo una presencia vincular. La presencia es estar por y para el paciente de una manera completa. Para la consecución de esta presencia hay que sentir y transmitir sintonía, empatía, acompañamiento afectivo, acogimiento e impacto.

4. La sintonía

El concepto de sintonía cobra un papel protagonista dentro de la terapia  ya que con ella transmitimos al paciente que no están solos en su dolor, que les acompañamos y protegemos en su camino.

Sintonía y empatía van unidas de la mano en terapia ya que el primer paso que se pone en marcha dentro de la sintonía es la empatía, ésta es la capacidad de identificarse con las sensaciones, necesidades o sentimientos de la otra persona. Esta capacidad no basta de por si. Un segundo paso es la comunicación de esta sensibilidad a la persona con que se empatiza. Transmitir que lo entiendes, lo comprendes y lo aceptas. Comunicar al paciente que entiendes lo que dice más allá de sus palabras (por su lenguaje no verbal, por su tono de voz, su ritmo en el discurso…) como si de un espejo se tratase, pone en marcha un mecanismo de resonancia en el mismo paciente. Sintonizar es unirte plenamente al paciente durante la hora de terapia. Desde esta visión de lo que significa sintonía, habla Fromm sin referirse explícitamente a ella como tal, de que no hay nada humano que nos sea ajeno. “Todo esta en uno (en mi) .Yo soy un niño, yo soy adulto, soy un asesino y soy un santo. Y soy un narcisista y soy destructivo. No hay nada en el paciente que no tenga en mí. Y solo en tanto pueda modelar las experiencias de las que el paciente me habla explicita o implícitamente, solo si despiertan y resuenan dentro de mi, podre saber de lo que esta hablando el paciente y podre restituirle lo que dice en realidad. Entonces ocurrirá que el paciente dejara de pensar que se esta hablando de un asunto, ni de que le estoy aleccionando, sino que sentirá que le hablo de algo que compartimos” (El arte de escuchar, Eric Fromm)

Si se trabaja bien la sintonía y esta se vuelve sólida y fuerte, el paciente puede llegar a conectar con ciertas partes que creía desparecidas de si mismo. Esto es lo más bello de la sintonía: su presencia implica la aparición de una parte oculta para el paciente que permanecía así por miedo a un rechazo aniquilador. El paciente al no sentir que necesita defenderse, al sentirse seguro, protegido y aceptado elimina de una manera casi mágica las defensas, permitiéndose recordar y regresar a momentos de su infancia en el que tomo decisiones muy arcaicas sobre su manera de ver y estar en el mundo.

Siguiendo la conceptualización que Richard Erksine hace sobre la sintonía, esta puede tener lugar en relación con el ritmo,  la naturaleza del afecto, el desarrollo evolutivo  y/ laso necesidades relacionales.

La sintonía rítmica: se refiere a permitir que el proceso lleve su propio curso, atendiendo al tiempo y necesidades del paciente. Retomamos aquí el concepto de la unicidad de cada paciente, englobando por tanto también su propio ritmo. Percibir y acoger el ritmo de trabajo de cada paciente facilita a la larga que ese trabajo sea de mayor profundidad. Si intentamos imponer un ritmo demasiado rápido, caemos en el riesgo de que el paciente se bloquee o se adapte a lo que cree que son nuestras expectativas En palabras de Mario Salvador: “Ir más despacio es ir más rápido”

La sintonía afectiva: el terapeuta es capaz de sentir y/o percibir lo que el paciente siente, y responde a este sentimiento o afecto con su recíproco. Implica un estado de resonancia con el otro. Este estado de resonancia, a su vez implica el devolver al paciente el estado complementario que el paciente nos comunica. Cada emoción tiene una complementaria con la que se completa un ciclo. Si el paciente comunica miedo, ofrecerle protección, si es tristeza, compasión. Se trata de cubrir las necesidades afectivas del paciente con lo que necesite en ese momento .Es muy importante estar siempre disponible para esa resonancia, para esa reciprocidad tan necesaria para el paciente que demuestra una enorme comunicación y por tanto un verdadero contacto  “El afecto es transaccional y relacional en su propia naturaleza, requiriendo en correspondencia un afecto en resonancia” (Erskine, 1994,) La sintonía afectiva implica mucho más que lo verbal. Implica una aceptación y un reconocimiento por parte del terapeuta, transmitiendo al paciente una consideración positiva incondicional.

La sintonía evolutiva : Sintonizar a nivel de desarrollo evolutivo significa responder al cliente al mismo nivel de edad en el que existía una falta de contacto en la relación, donde tuvieron lugar fijaciones en el sistema de representación de si mismo, de los otros y del mundo.

Para establecer sintonía con esas necesidades evolutivas que el paciente nos muestra, el terapeuta debe afinar mucho su percepción y también agudizar su intuición. A través de la experiencia se desarrolla una sensibilidad especial para conectar con el niño del paciente, para poder entender su forma de pensar y sentir, Esto servirá de guía a la hora de preguntar y comunicarse con el, teniendo también en cuenta cual es el tono de voz, el ritmo y el timbre más adecuado según las necesidades del niño del paciente.

5. Sintonía y necesidades relacionales

El proceso de sintonía también responde a las necesidades relacionales que emergen en la relación terapéutica. Las necesidades relacionales son las necesidades inherentes al contacto interpersonal (Erskine, 1995). Son partes fundamentales de un deseo humano y universal de relaciones íntimas, de estar en un verdadero contacto en relación, por eso cobran especial importancia dentro del vínculo ya que seguramente en la historia de vida del paciente alguna de ellas no ha sido cubierta y es nuestra responsabilidad ofrecerle la oportunidad de satisfacerla y así poder reparar un daño pasado. Las necesidades relacionales propuestas por Erskine son 8:

1. Necesidad de Seguridad: es la necesidad  de sentir seguridad física y afectiva: el paciente necesita una respuesta de protección y respeto. Cuando nuestro paciente comunica sus necesidades (de la forma que sea), debemos transmitir, tanto verbal como no verbalmente, “comprendo y entiendo tus necesidades”, mostrando una total aceptación y protección de manera incondicional.

2. Necesidad de ser validado sentirse confirmado, significativo e importante dentro de una relación: esta necesidad funciona como una demanda relacional del paciente, en la que está pidiendo implícitamente al terapeuta que le confirme que es importante para él. Por tanto debemos mostrar implicación, proporcionando un contacto de calidad y validando las actuaciones del paciente.

3. Aceptación por parte de una figura protectora, estable y fidedigna: dentro de la relación terapéutica el paciente necesita mirarnos como alguien protector a quien admirar y en quien confiar. Necesita mirar obtener protección, estímulos e información, para incorporar a través de la relación, aspectos y valores de figuras parentales. Puede manifestarse y es sano, como una idealización del otro.

4. Confirmación de la experiencia personal: ante una experiencia significativa para el paciente, como puede ser algo de su vida personal o profesional, necesita ser y sentirse entendido por el terapeuta, y que podamos contar nuestra experiencia si hemos tenido una alguna similar, así la experiencia será compartida.

5. Necesidad de autodefinición: la autodefinición es la necesidad relacional de conocer y expresar la propia singularidad de uno y de recibir reconocimiento y aceptación por el otro. Aceptando a nuestro paciente simplemente por ser el mismo, sin que este sienta descalificación, juicio o rechazo. Es importante que  apoyemos la singularidad de nuestro paciente y que éste normalice y valide la necesidad de autodefinirse. Mostraremos respeto aún en la discrepancia.

6. Necesidad de hacer impacto en la otra persona: otra necesidad relacional esencial es hacer un impacto en la otra persona. El impacto se refiere a tener una influencia que afecte al otro en alguna manera deseada. Una manera de satisfacer esta necesidad relacional de nuestro paciente es cuando nos expresa su tristeza o dolor y nosotros reaccionamos a esa expresión emocional con un acompañamiento a nivel emocional y no nos quedamos indiferentes. Es importante que el impacto se dé en los dos sentidos. El terapeuta podrá solicitar la crítica del paciente y realizar los cambios necesarios para mejorar la relación y el proceso terapéutico.

7. Necesidad de que el otro tome la iniciativa: Se satisface cuando el otro toma la iniciativa hacia las necesidades de uno. Algunas formas de satisfacer  esta necesidad son: cuando comenzamos nosotros el diálogo en terapia, cuando nos acercamos al paciente o le hacemos una llamada telefónica después de una sesión muy impactante para él. Debemos tener en cuenta que no hay que sobrepasar más del 50% del trabajo terapéutico en la sesión y no caer en ser Salvador, pero habrá que considerar que a veces una situación aparentemente pasiva lo que realmente refleja es la necesidad de que el otro tome la iniciativa.

8. Necesidad de expresar amor: La necesidad de expresar amor es un componente básico de las relaciones. Se expresa a menudo amor a través de la gratitud callada, del agradecimiento, dando afecto, o haciendo algo para la otra persona. La importancia de la necesidad relacional de dar amor  es en muchas ocasiones pasada por alto en la práctica de la psicoterapia. En cambio desde una perspectiva integrativa el amor es la base de la relación y del vínculo. Es esencial para avanzar en la terapia ya que funciona como un ataque directo al miedo que el paciente tiene y que se manifiesta por medio de sus conflictos internos y relacionales. Con este amor el paciente sentirá que no está solo y le dotará de la fuerza necesaria para enfrentarse a sus miedos.

6. La implicación

Siguiendo con el planteamiento de Richard Erksine, otro elemento de gran importancia para que se de la aparición del pleno contacto en relación en terapia es la implicación, que  incluye el reconocimiento, la validación, la normalización y la presencia. Sobre este concepto dice el autor: ”La implicación del terapeuta mediante las transacciones que reconocen, validan y normalizan la experiencia fenomenológica del cliente, su sistema de organización y su integridad; ofrece el antídoto contra la toxicidad de quitar valor a la existencia, al significado o a la responsabilidad de resolver las alteraciones del contacto en la relación. La presencia armonizada y segura del terapeuta se opone a la desconfianza del cliente en su propio valor” (Erskine, 1994).

El reconocimiento del paciente por parte del terapeuta empieza con la sintonía. Con ella hacemos presente que reconocemos los afectos, las necesidades y el ritmo del paciente. A través de la sensibilidad y de percatarnos que es lo que ocurre realmente en el paciente, podemos guiarlo para que se haga consciente de sus necesidades, de sus emociones y de sus sentimientos, para así poder expresarlas, ya que en muchos casos de fracasos de relaciones no fueron reconocidas esas necesidades relacionales de la persona o sus sentimientos. Por eso puede ser necesario en la terapia ayudar a la persona a comunicar y expresar esos sentimientos y necesidades. Ocasionalmente, las confrontaciones con consideración y afecto son también parte del reconocimiento ya que nos pueden ayudar a reconocer la existencia y luego el significado de comportamientos, interrupciones del contacto  o creencias de guion. Su utilidad está relacionada con el descubrimiento psicológico por parte del paciente de cual es  la función psicológica de su comportamiento, de que se defiende o a que tiene miedo Para que las confrontaciones sean efectivas sólo pueden hacerse desde el respeto y sin humillaciones, de otra manera el paciente puede sentirse dañado o atacado siendo esto una interrupción del contacto y con la posibilidad de dañar el vínculo.

Validación: Hay ocasiones en que las necesidades del paciente fueron reconocidas, pero no validadas. Esto quiere decir que lo que el paciente siente afectiva y físicamente, así como sus mecanismos o patrones comportamentales, es decir, todo lo que el paciente es y experimenta, esta relacionado con su experiencia previa, hay una relación de causa y efecto. Cuando se validan las necesidades del paciente es más fácil que acepte la significación de esas sensaciones y comportamientos,

Con la normalización se promueve el cambio de pensamiento del paciente desde lo patológico hacia lo funcional. Esto quiere decir que el paciente transforme su estructura interna de que el falla porque no es lo suficientemente bueno o porque algo no funciona bien dentro de él, hacia una perspectiva de que sobrevivió a situaciones muy duras en su vida y esa fue la manera que encontró de hacerlo, por tanto es normal y no patológico su funcionamiento ya que cualquiera en su situación reaccionaria de una manera parecida

La presencia se expresa mediante unas respuestas sostenidas y en sintonía  del terapeuta a las expresiones verbales y no verbales del paciente. La acción del terapeuta, como se comporta y comunica, respeta y potencia siempre la integridad del cliente. La presencia es estar completamente receptivo a los afectos del paciente y dejarnos impactar por sus emociones sin que estas nos sobrecojan, pudiendo reaccionar de una manera adaptativa a ellas Es una expresión del contacto pleno interno y externo del terapeuta .La presencia plena del terapeuta, es la base de un buen vínculo, ya que conecta verdaderamente a paciente y terapeuta. Para una buena potenciación de la presencia, el terapeuta debe descentrarse de sus propias necesidades aún sin dejar de estar en contacto con los propios procesos internos y con la contratransferencia que pueda ocurrir.  La presencia también nos permite moldearnos a las características de cada paciente, estar y atender a que es lo que cada persona única e irrepetible necesita.

7. La creación del vínculo según estructuras de la personalidad

Después de ver que cualidades han de darse para la formación del vínculo y, teniendo en cuenta que todas han de estar siempre presentes estemos con la estructura de personalidad que estemos, haremos a continuación una síntesis de cual es la manera de establecer el vínculo con cada una de ellas

Cada estructura tiene unos mecanismos de defensa dependiendo del momento vital donde se han quedado fijados y también una puerta de entrada al contacto. Si conocemos esa puerta, será más fácil relacionarnos con ellos y hacer vínculo.

Con las personalidades histéricas podemos encontramos la puerta de entrada en las emociones. El contacto con su mundo emocional facilitará el establecimiento del vínculo. El colocarnos en un estado del yo padre nutritivo que se dirija al niño del paciente y que cubra sus necesidades de atención y aceptación,  también será una buena estrategia potenciadora de la estructura vincular en los primeros momentos de terapia.

Con las personalidades obsesivas lo primero a trabajar es la confianza. Tienen que confiar para poder vincular. Son estructuras con una gran tendencia a racionalizar, por eso su puerta de entrada es el pensamiento y la efectividad en la relación transaccional es de adulto a adulto, preguntando y contestando a lo que nos pregunten. De esta manera nos ganaremos su confianza. Para la consecución de un vínculo sólido necesitan sentir que aceptamos su marco de referencia

Con las personalidades pasivo agresivas una buena manera de vincular es mediante lo lúdico, el contacto de niño libre a niño libre, que no sienta que va a ser criticado ya que sino estaría entraría en su estado niño rebelde e intentaría boicotear la terapia. Hay que sorprenderlo, ya sea mediante el sentido del humor o mediante un acto creativo. El quit está en sintonizar con su niño natural.

Con las personalidades psicópatas es muy difícil hacer vínculo, pueden pasar años de terapia hasta que se consiga, si se consigue alguna vez. Este tipo de personalidades han tenido unos padres muy incoherentes y buscan esa incoherencia en los terapeutas, por ello es muy importante mostrar siempre una coherencia estos pacientes, coherencia entre sesiones y coherencia entre el lenguaje verbal y el no verbal, ya que son personas muy inteligentes y en seguida notarán cualquier flaqueza. La manera de trabajar dentro de la coherencia es mediante contratos. Dejar clara las reglas y los límites y marcar las posibles sanciones si esos contratos se incumplen. Hay que confrontar cualquier tipo de manipulación. El estado del yo que más nos conviene es el de padre crítico positivo dirigido al niño libre, el cual manda un mensaje de poder explorar en la relación, manteniendo así una dosis de excitación importante para ellos, pero con una estructura clara y delimitada. Finalmente esto es lo que ayuda a formar el vínculo: la constancia y la coherencia porque es precisamente lo que nunca han tenido.

Con las personalidades narcisistas también podemos tardar mucho tiempo en el establecimiento del vínculo. Lo que más necesitan este tipo de pacientes es la aceptación incondicional. Para ello podemos escucharle y preguntarle, acariciando positivamente todo lo que sea positivo, para que sientan ese reconocimiento .Es muy efectivo centrarnos en el crecimiento personal dentro de la terapia, como una manera de desarrollar todo su potencial. Esto suele funcionar bien ya que así no dejarán de sentir que van a terapia porque están locos. Es importante que haya siempre congruencia en ese reconocimiento ya que es la base del vínculo. Tener presente que el narcisista es muy exigente con el terapeuta ya que busca la idealización de la persona.

Con las personalidades límites lo principal es ser muy constante, al igual que con las otras estructuras límites, el establecimiento del vínculo lleva una cantidad de tiempo importante. Son personalidades que tienen una necesidad profunda de estar en una relación profunda, autentica y permanente. En numerosas ocasiones retarán al terapeuta con sus actos o incumplirán los contratos, esperando una respuesta de abandono por parte del terapeuta, ya que es a lo que están acostumbrados y así podrán confirmar su creencia de que “nadie está para mi, no puedo confiar en nadie” Por eso con este tipo de pacientes hay que ejercitar mucho la paciencia y expresarles que pase lo que pase nosotros vamos a estar aquí para ellos. La constancia y solidez del vínculo les ayudará a soportar su frustración y a integrar la constancia del objeto. Es efectivo relacionarnos con esta estructura desde el adulto pero con un tono nutricio, aunque sin ser este exagerado para que el niño del paciente no se sienta invadido.

Con las personalidades paranoides es muy importante que se sientan aceptados y respetados, ya que tienen una enorme sensibilidad a sentirse respetados como persona. La puerta de entrada con estas estructuras es de adulto a adulto, mediante un canal de interacción donde se reconozcan y respeten sus opiniones, aunque no se esté de acuerdo con ellas, respetarlas siempre y evitar las interpretaciones. Es bueno acariciar todo lo que veamos de sensato y realista.

Con las personalidades esquizoides hay que tener siempre presente su angustia de desmembramiento, es por eso que estos pacientes necesitan de mucha contención. Esa contención podemos ofrecerla desde un estado del yo padre crítico que se dirija al niño adaptado del paciente. Trabajando con mini contratos de comportamiento accederemos a los pensamientos. La directividad en terapia les hace sentirse contenidos, y es mediante la contención que experimentan seguridad en terapia y se forma el vínculo.

8. La transferencia en el vínculo

Como ya hemos citado en este artículo, nuestro estilo de apego parental afectará a nuestra estructura vincular y como nos relacionaremos posteriormente. Todos tenemos nuestra particular forma de vincularnos con los otros, de manejarnos en nuestros vínculos sociales y afectivos. Esa manera de vincularnos se construyó en el “allá y entonces” de nuestra historia personal y  sigue funcionando en el “aquí y ahora”, de tal manera  que en las nuevas relaciones se repiten esas formas anteriores de vinculación, en un “como sí”  nos estuviésemos vinculando con aquellos personajes de nuestra historia.

La transferencia  es esa repetición que se realiza “en acto”, en el presente y que reaviva esas experiencias infantiles de vinculación. Esto nos ocurre en muchos momentos de la vida diaria, pero en el vínculo terapéutico cobra especial relevancia. No podemos olvidar que lo que estamos reparando con el vínculo es precisamente esa estructura vincular anterior que ha hecho que el paciente se relacione de la manera que lo hace con el mundo. Se forma entonces aquí un conflicto del vínculo: dentro del sistema de acción vincular hay una parte en el paciente que desea ser aceptada y querida, que quiere merecérselo, pero también hay otra que le dice que no se acerque, que si confía le harán daño como ha ocurrido siempre. Por tanto, tendemos a repetir esas situaciones en las que hemos confirmado nuestras creencias y sentimientos parásitos y es por eso que muchas veces los pacientes proyectan sobre la figura del terapeuta la figuran parental originaria de su estructura vincular. En otras palabras: Cuando de alguna manera se revive en terapia una situación en la que sale a relucir mediante la experiencia transferencial  una ganancia negativa del tipo “nadie me quiere” “nadie me comprende” o “nunca me entenderán” y la respuesta del terapeuta no es la “familiar”, no es de acusación o desprecio sino de intentar comprender el para que o la ganancia de esa transferencia, algo cambia en el paciente, algo cambia en la visión que tiene del terapeuta, de la terapia y de si mismo, pues si el terapeuta lo acepta tal y como es ¿será que finalmente merece ser aceptado?

Por eso es importante indagar en el tipo de vínculo que tenía con sus padres, para así no repetirlo y que la relación transferencial sea sanadora y no regresiva

9. Experiencia personal

Como paciente he sentido la gran importancia del establecimiento del vínculo sin percibir realmente como se estaba estableciendo. Que el terapeuta sintonice con nosotros, con nuestros miedos y necesidades, facilita en gran medida que nos impliquemos en nuestro propio proceso, pues ahora ya no estamos solos, hay alguien a nuestro lado que nos acompaña. En mi terapia personal he sentido en muchas ocasiones como un miedo aterrador se apoderaba de mí, sin ser ni siquiera muy consciente de cual era la forma de ese miedo. Para mi ha sido clave en esos momentos el vínculo con mi terapeuta, es lo que me ha dado fuerzas para enfrentarme a lo que hay más allá de ese miedo inicial, ya que con el amor de ese vínculo he sentido que nada malo me podría suceder, pues conmigo hay una persona que me quiere, que me protege y va a estar a mi lado pase lo que pase.

La atención, la calidez, el respeto (tanto por lo que uno es como por el ritmo que lleva en su autodescubrimiento) la implicación, la confianza, cada una de estas cualidades son palpables y a la vez invisibles en cada sesión. Con invisibles me refiero a que no se muestran explícitamente en cada momento, ya que de esa manera restaría autenticidad al vínculo. Surgen de una manera espontánea y amorosa y es por eso por lo que poco a poco vas confiando plenamente en el terapeuta y también en la terapia. Es el vínculo lo que fomenta el amor hacia la vida, hacia los demás y lo más importante: hacia uno mismo.

Hay momentos durante el proceso terapéutico que ese vínculo parece que flaquea. La mayoría de las personas no estamos acostumbrados a una relación  sana, sin juegos de por medio, así que inconscientemente nos sentimos tentados a boicotearla (probablemente siguiendo los dictados de nuestro guion), es lo que Erksine llama el fenómeno de la yuxtaposición: por una lado necesitamos ser queridos y aceptados por lo que somos, y por otro lado llevamos toda la vida re-experimentando sentimientos de inadecuación y tendemos a repetirlo. Hay algo en nosotros que nos lleva a repetir la historia, a no confiar, a no abrirse porque hay un miedo profundo a que se nos vuelva a hacer daño. Por un lado descontamos el amor que el terapeuta nos brinda y por otro lo necesitamos encarecidamente Es quizás en esos momentos de flaqueza dónde el vínculo se hace más poderoso ya que si superamos esta doble vía del sistema vincular podremos sentir como ese amor incondicional terapéutico sana e integra partes anteriormente en conflicto.

Creo conveniente remarcar en este punto que el apoyo brindado al paciente no es un apoyo que genere dependencia, aunque sea incondicional. Es un apoyo en permitirse ser uno mismo, en la creencia de que el paciente redescubrirá su propia esencia y sus propios recursos personales y en que éste confíe en su capacidad de recuperación ante las adversidades que se impongan en su vida, es brindar apoyo para fomentar ver por fin la imagen de uno mismo y no la de un tirano/falso self.

Mi experiencia como terapeuta comienza justamente con el establecimiento de vínculos con los pacientes. Mi principal objetivo en cada sesión es estar ahí para el paciente. Es acogerlo, aceptarlo, sentirlo y apoyarlo. Surge entonces que no importa tanto lo que hagas sino como lo hagas, siempre con amor. Entiendo que si el vínculo que establezco con el paciente es lo suficientemente poderoso este lo experiencia como algo novedoso que puede llegar a transformar su esquema vincular ¿si puedo relacionarme tan sanamente con una persona, por que no también con otras? El vínculo establecido puede llegar a ser el mejor recurso terapéutico.

Considero también muy importante considerar a cada paciente como único e irrepetible, de manera que el vínculo formado con cada paciente es diferente. Todos están cubiertos de amor, pero no son iguales porque la relación  que se establece es diferente, precisamente porque no hay dos personas repetidas. Cada ser humano es especial, por eso la relación establecida tiene que ser única también para que el amor que de ella surja sea auténtico y se de el pleno florecimiento de un vínculo genuino. Es por ello que una vez se esté delante del paciente es conveniente olvidarse de técnicas, de maneras y de orientaciones. Hay que ser, que estar, que escuchar y compartir, estando para el otro sin olvidarse de ser uno mismo.

En mi experiencia como terapeuta he sentido ese ser uno mismo con cada uno  de mis pacientes y sintiendo también que dependiendo del tipo de paciente salían más a relucir ciertas aptitudes mías que otras. De una manera informal, espontánea y genuina el modo de relacionarme con cada paciente es diferente porque ellos son diferentes. Hay pacientes que necesitan un ambiente mucho más protector o más ternura, hay con otros que funciona mucho mejor el sentido del humor, el trabajar desde una perspectiva más lúdica y otros con los que contactas simplemente estando y escuchando. Lo principal es dejar sentir que te está contando el paciente, cual es el mensaje real de las necesidades que tiene y brindar al paciente lo que necesita. Escuchar con interés  es una forma de reconocimiento y esa es una necesidad a cubrir en todo paciente.

De mi experiencia también he aprendido como se dificulta el proceso terapéutico cuando el vínculo formado es débil. En esos casos es necesario detener cualquier otro objetivo de la terapia y centrarse sólo en conformar una unión amorosa más fuerte, ya que si el vínculo falla, la terapia falla.

10. Conclusiones

Hemos visto como el vínculo es una parte fundamental de la terapia y como el efecto que tiene en el paciente se traslada al aspecto más importante de su vida: el relacional. Por eso no importa el tiempo que se necesite para su formación, pues es la base para una buena terapia.

El vínculo terapéutico nos transforma de tal manera que el resto de vínculos que haya en nuestras vidas tienden a purificarse, a sanar, y con el nuestra manera de relacionarnos. Es una transformación conciliadora con uno mismo y con todo.  Cuando este emerge  nos cubre como un manto protector por el cual llegamos a sentirnos merecedores de nuestro propio amor y del amor de otros. Creo que finalmente todo se reduce a eso: a un acto de dar y recibir amor  tan potente y protector que nos permite abrir las puertas del alma hacia una vida en relación plena.

Referencias bibliográficas

  • Fromm, Erich. (2001) El arte de escuchar.  Editorial Paidós Ibérica
  • Rogers, Carl y Rosenberg, R. L (1981) La persona como centro. Editorial Herder
  • Erksine, Richard “Theories and Methods of an integrative transactional”. Volume of Selected Articles. TA Press, San Francisco, 1997.
  • Salvador, Mario Presencia en la relación terapéutica, Mindfullnes y Brainspotting

Módulos de Galene:

  • Introducción a la Psicoterapia Humanista Integrativa, módulo 1 ,2011
  • Teoría del apego y desarrollo evolutivo, módulo 5 ,2011
  • Los 5 niveles de intervención. Relación terapéutica y técnicas básicas, módulo 6,2011
  • El duelo terapéutico, módulo  7,2011
  • Estrategias terapéuticas y técnicas de intervención, módulo  24,2012

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