Reinventar el trabajo
01/05/2004
Hay días especiales que invitan a pensar en mejorar y humanizar el contexto de trabajo en que nos pasamos gran parte de nuestra vida. Pocas personas consideran el trabajo una forma de vida humana. Muchas dicen que es sólo un medio de vida que exige no vivir ni dejar vivir como seres humanos para sobrevivir como animales o funciones mecánicas. Una desobediencia fue la causa de este castigo de tener que obedecer a autoridades que, en nombre del dios dinero o de la diosa razón, usan el poder como control sobre los demonios rebeldes que no se adaptan al orden establecido. Si la guerra de los negocios y de buscar la comida diaria se originó por escuchar una voz ajena dentro de nuestra cabeza, que es lo que representa la serpiente, reinventar el trabajo es escuchar nuestra propia voz para, desde la capacidad de no obedecer que da la experiencia de libertad, empezar a obedecer o desobedecer conscientemente y a realizarnos como seres humanos a través del trabajo que hacemos.
La confianza en cambios efectivos y deseables es escasa. No se cree en uno mismo, no se cree en los otros, no se cree en mejorar los resultados. No se cree en la palabra porque estamos cansados de que se utilice como medio de no comunicación, fomentando medias verdades y ocultando datos con intenciones manipuladoras. Si sólo se cree en el pasado y en que no empeore lo malo ya conocido del pasado, reinventar el trabajo es tener una crisis de fe en lo que nos hace seguir repitiendo la historia para creer sin pruebas lógicas que es posible transformar una realidad opresiva y violenta que daña nuestra salud y calidad de vida.
Los que mandan creen que tienen reprimir, dominar, controlar lo que se debe hacer y no se debe hacer, premiar la obediencia y castigar la desobediencia. Los que no mandan se limitan a resistir, disimular, someterse o rebelarse hasta tener la suerte de que les concedan algún ascenso por adaptarse a un sistema perverso que aparenta defender los derechos humanos. Si los roles y la moral colectiva nos esclaviza a todos, reinventar el trabajo es asumir la responsabilidad personal de estar en ética aunque eso implique soledad y rechazo de los otros al no compartir comportamientos de moda opuestos a la dignidad de las personas.
En muchas organizaciones, hasta en asociaciones de empresarios, domina una cultura de guerra y violencia burda o sutil contra los recursos humanos, aunque se diga que son su principal activo. Domina la incapacidad para salirse del propio mapa y ver las cosas desde el punto de vista del otro, la defensa fundamentalista o rígida de ciertas teorías personales y el priorizar los hechos sobre los valores con la bendición del positivismo científico de los intelectuales que usan su saber como arma de poder. Reinventar el trabajo es descubrir que cada persona es un holón, diferente e igual a la vez a los otros, con derecho a tener sus diferencias y sus puntos de vista o intereses pero con el deber de comprometerse con los objetivos comunes y las reglas de juego de la organización en la que trabaja. Reinventar el trabajo es acabar con el concepto del control del poder y libertad de los otros para hacer realidad el concepto de autoridad que hace crecer y el de poder del control, que respeta que cada uno actúe libremente protegiéndose de todo lo que le daña como ser humano.
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