La importancia del amor en psicoterapia

01/09/2007

el amor en psicoterapia

“El Amor en la relación terapéutica es el soporte necesario para poder eliminar el miedo y a la vez incorporar ese amor parental incondicional que hace que la evacuación del miedo no tenga vuelta atrás y que la curación sea definitiva”.

Es difícil escribir sobre este tema, ya que durante muchos años ha sido y aún ahora sigue siendo un tema tabú, descalificado, perseguido, ignorado y a veces no tenido en cuenta. Esto es extraño porque muchos psicoterapeutas y sobre todo muchos pacientes consideramos que el amor en la psicoterapia es la clave del cambio, es la piedra angular para el cambio permanente en el proceso de la psicoterapia.

Llevamos bastantes años trabajando como pareja profesional (médico y psicóloga, ambos psicoterapeutas), tanto en psicoterapia como formando a profesionales y esta experiencia nos ha llevado a la conclusión de que cualquier acto terapéutico, cualquier acto curativo, incluye una implicación importante de amor.vdH) and Editor (R. Kluft).

Hace muchos años cuando estudiaba medicina oí a un profesor mío, médico de la escuela de Jiménez Díaz (Humanista), referirse a que lo que realmente curaba a una persona que estaba en un tratamiento médico tomando unas pastillas tres veces al día era que cada vez que tomaba su pastilla, evocaba la relación afectiva del médico es decir la relación terapéutica y el amor del médico simbolizado a través de las pastillas, eso era lo que favorecía que su paciente se curase. A lo largo de estos años he visto que otros profesionales del campo de la medicina comparten esta opinión.

Aquello lo oí, en un momento en el que yo tenía una visión muy distinta a la que tengo ahora de lo que era la medicina, el proceso de enfermar y sobre todo del acto terapéutico. Aquellas palabras de mi maestro me sonaron extrañas pero me causaro

Hoy después de 20 años de trabajar como psicoterapeuta estoy profundamente convencido de que lo único que es capaz de curar es el amor. Y es el amor fundamentalmente de uno consigo mismo, lo que mayor poder curativo tiene. Eso es algo que deberíamos tener en cuenta tanto en nuestra formación como en nuestro trabajo diario como psicoterapeutas.

Nuestra función como psicoterapeutas será acompañar al paciente en un proceso para que él, se descubra a si mismo como algo importante en su vida, rechace todas las prohibiciones que ha recibido en su pasado para atenderse, aprender a ocuparse de si mismo, para ponerse en primera prioridad antes que los demás. Necesitamos conseguir que ese paciente reconozca que el amor a uno mismo es lo fundamental para poder incorporar amor en sus actos, en sus relaciones con las personas y estar apegado a la vida.

Si vamos a hablar del amor en psicoterapia será bueno que empecemos a definir con nuestras palabras y según nosotros entendemos los conceptos: Amor y Psicoterapia, para después definir el Amor en la Psicoterapia.

¿Qué es el amor?

Para nosotros el amor es la emoción que nos da la vida, que nos sujeta a nuestra vida que nos une a nosotros mismos, a nuestros padres, hermanos, amigos, familia, nuestros hijos, descendientes, es el elemento energético que funciona como conexión con todo lo que nos rodea en nuestra vida.

Nosotros cuando enseñamos Psicoterapia Humanista Integrativa en el Instituto Galene, hablamos de que hay dos tipos de amor. Aquí estamos esquematizando, estamos simplificando para poder ser didácticos y poder trabajar con las emociones, y en esa esquematización distinguimos dos tipos de amor:

El AMOR parental. El amor con mayúsculas, el amor que los padres dan a los hijos y el amor que nos trae vivos a este mundo y nos mantiene vivos. El amor que se incorpora de los padres a los hijos y permite que estos crezcan, se desarrollen y evolucionen; ese amor nos permite ir completando el desarrollo y presentarnos a la vida, dar los pasos que necesitamos dar para salir a la calle, enfrentarnos a los peligros y relacionarnos con los demás; nos permite trabajar y en definitiva “VIVIR”.

La persona que llega a terapia con carencia de ese AMOR, es una persona avocada al miedo y que, aunque sea sin darse cuenta, en vez de vivir está intentando desesperadamente hacer cosas para calmar ese miedo irracional, ese miedo existencial, que provoca la falta de AMOR parental.

El otro tipo es el Amor horizontal que será el amor a uno mismo, a los hermanos, amigos, parejas, objetivos, a las cosas, a las casas, coches, y otros objetos inanimados, mascotas, árboles, al campo, y a la madre tierra, ese amor que nos hace movernos y evolucionar. Es una energía que nos mueve.

¿Qué es la psicoterapia?

Nosotros la entendemos como el proceso de acompañar a un paciente a calmar su sufrimiento, a curar sus conflictos, y a crecer para llegar a la autonomía personal. Es un tratamiento a través de medios psicológicos cuya clave fundamental es la relación terapéutica, no las técnicas, ni las intervenciones, sino la relación que se establece entre el terapeuta con el paciente y el paciente con el terapeuta. Una relación que tiene muchísimo de afectivo y que representa la clave para que la psicoterapia funcione.

El amor en la relación terapéutica. El amor es la base de la relación terapéutica, hasta el mismo Freud anima a sus seguidores a dotar la relación terapéutica de un interés cariñoso hacia su paciente.

El peligro fundamental de dotar a la relación terapéutica de un amor claro y decidido es la posible contaminación de esa emoción, fundamentalmente por la sexualización de la relación.

De hecho enseñamos en nuestra escuela que la relación terapéutica como todas la relaciones verticales está sometida al tabú del incesto lo que la protege de una posible contaminación. En nuestro Instituto planteamos como condición imprescindible para trabajar la aceptación de las cuatro reglas de obligado cumplimiento que protegen la relación terapéutica.

REGLAS DE OBLIGADO CUMPLIMIENTO.

1ª NO VIOLENCIA. Consiste en que durante la terapia NO hagas conscientemente daño ni a ti, ni a nada, ni a nadie. No auto agredirse. No romper nada que no haya sido preparado para ser roto. No agredir a las personas ni hacerles ningún daño de forma intencionada.

2ª NO SEXUALIZACIÓN. Consiste en no sexualizar mientras dure la terapia, ni tener relaciones sexuales con nadie que conozcas dentro de una actividad terapéutica del Instituto Galene, ya sea de tu mismo grupo o de otro, de tu mismo terapeuta o de otro o le hayas conocido en un taller. Si se produce el comienzo de un proceso de enamoramiento, lo más importante será el trabajarlo cuanto antes en terapia para poder analizar lo más posible el proceso y buscar una solución.

3ª CONFIDENCIALIDAD. Consiste en no contar nada de lo que pasa dentro de la terapia a nadie. Cada uno puede hablar de sí mismo sin revelar datos de sus compañeros, de los terapeutas, ni de los procedimientos que se emplean en terapia. Los terapeutas asimismo cumplirán con el secreto profesional y no revelaran datos de los pacientes a personas ajenas al equipo terapéutico o sus supervisores.

4ª ACABAR LA SESIÓN. Consiste en que el paciente se comprometa a no irse antes de que acabe la sesión sin haber cerrado el trabajo que se ha estado realizando durante dicha sesión.

De igual manera que los conocimientos pasan de maestro a discípulo, el psicoterapeuta aporta al paciente infinidad de elementos que el paciente puede incorporar y al hacerlos suyos, crecer y reponerlas carencias que le llevaron a terapia. Una de las principales carencias es sin duda, el déficit de amor parental incondicional.

Si existe un verdadero amor incondicional del terapeuta al paciente, este lo podrá incorporar y al hacerlo suyo pasará a formar parte de su propia estructura consiguiendo salir de las dependencias y facilitando el camino hacia la autonomía personal.

El amor en psicoterapia juega un papel importantísimo dado que es el soporte de todas las intervenciones, de todas las técnicas y los análisis que se realizan en el proceso de psicoterapia. Yo cuando estoy con un paciente puedo permitirme intervenir de distintas maneras por que sabemos los dos, el paciente y yo, que haga lo que haga, nuestro amor no esta en juego; esto es lo que permite que el paciente pueda abrirse y demostrar quién es él mismo, y me permite a mi acompañarle haga lo que haga, diga lo que diga, piense lo que piense, por que en ese acompañamiento esta asegurado que nuestro amor no está en juego.

El amor en la psicoterapia se necesita para avanzar. El amor es el verdadero antídoto del miedo y el paciente viene a terapia con una serie de síntomas, representativos de una serie de conflictos, cuyo material de construcción es el miedo, y él solo no se atreve a enfrentarse a sus conflictos, a sus fantasmas, y va a ser el amor que incorpora de la relación terapéutica lo que le va a permitir enfrentarse en lugar de seguir huyendo toda su vida. Esa relación terapéutica, ese acompañamiento le va a permitir recorrer un camino que esta lleno de retos, de enfrentamientos, plagado de resistencias, que no son más que efluvios o borbotones de miedo que esperan en cada esquina. El paciente tiene frente a si a unos fantasmas (miedos), que ya han dado muestras en el pasado de su tremendo poder frente a él por lo que ya se siente derrotado de antemano y no se atreve a oponerse. La relación terapéutica aportará la protección de saberse querido por un amor incondicional, y esto es lo que fundamentalmente le va a ayudar a enfrentarse a esos miedos que le tienen arrinconado en su vida.

Cuando un paciente se encuentra frente a una decisión de cambio lo primero que aparece es una resistencia. ¿Qué es la resistencia? Miedo. Miedo al cambio, a ser diferente, a dejar atrás una patología una decisión de supervivencia que tomó hace muchos años y que le ha servido para sobrevivir, pero que le impide vivir. Ahora con ese apoyo afectivo, protector que le da la relación terapéutica, se va a enfrentar a esos fantasmas y podrá vencerlos.

La relación terapéutica se inicia en el momento en el que el paciente llama por teléfono o se pone en contacto con la psicoterapia y pide ayuda. Ese acto voluntario del paciente, de reconocer que necesita ayuda y luego de pedirla, está estableciendo ese primer lazo con el terapeuta. Podemos irnos un poco mas atrás, el paciente primero se da cuenta de que tiene un problema y en vez de negarlo, huir, o simplemente tirar para adelante, decide pedir ayuda. La decisión de pedir ayuda es una decisión de amor a si mismo. Se puede iniciar pidiendo información sobre la psicoterapia, o sobre algún psicoterapeuta de confianza, y eso ya es un acto de amor a sí mismo, ahí se inicia el amor en la psicoterapia, es el primer punto.

Cuando este paciente o futuro paciente explora las ayudas que puede tener, y consigue a través de alguien en quién confíe, ponerse en contacto con un psicoterapeuta, ya está dando otro paso de amor en la relación de amistad o con la persona a la que está pidiendo ayuda, y ese puente de confianza vuelve a ser otra conexión amorosa.

Cuando el paciente no quiere acudir a un amigo o no cuenta con nadie, puede valerse de sus propios recursos, para llegar a dar con un psicoterapeuta en quien confiar. Tal vez no confíe en nadie, pero puede empezar a mirar anuncios, a buscar instituciones que le trasmitan algo, un ápice de confianza, ya sea por cómo es el anuncio, ya sea por lo que pone, por cómo se llama la Institución, por los avales que tiene esa Institución, ya sea por algún dato que le llega y le da confianza aunque sea mínima; ese paciente necesita esa conexión para atreverse a dar el paso y pedir ayuda. Será muy importante qué o quién se encuentre al otro lado del teléfono de su petición, si es un contestador automático, es probable que busque otro sitio, si es una voz amable que le atiende, y le acoge, será más fácil que ese paciente vaya a la entrevista inicial.

El vínculo terapéutico.

“El vínculo y apego que desarrolla todo niño con su madre y su padre conforman en gran parte su modo de vincularse con la vida, con las personas, con sus emociones y con sus propias experiencias, para que éstas lleguen a ser sanas y duraderas o no. El comportamiento de vincularse tiene un valor para la Supervivencia: generalmente implica que la figura parental proporciona una Base Segura a partir de la cual explorar y a la que puede volver, sobre todo cuando se siente cansado o tiene miedo”.

Si tenemos en cuenta el párrafo anterior, el establecimiento del vínculo terapéutico es la parte más importante y también la más delicada de todo el proceso terapéutico. Teniendo en cuenta que básicamente todos los conflictos psico–corporales fueron generados dentro del marco relacional entre el paciente y las figuras parentales en el ámbito de su experiencia infantil, será necesario conseguir su resolución partiendo de la relación establecida con el terapeuta dentro del proceso de psicoterapia.

El paciente durante el proceso de la psicoterapia, a través de la transferencia, reactualiza en el “aquí – ahora”, los comportamientos patológicos establecidos en su momento con las figuras parentales. Dicho de otro modo, el paciente manifiesta en la relación terapéutica sentimientos, reacciones y conductas infantiles pertenecientes al escenario de su experiencia infantil y adolescente.

El establecimiento de un vínculo terapéutico no termina con el análisis del conflicto sino que supone el establecimiento de una relación empática profunda entre el terapeuta y el paciente, en términos tanto corporales y emocionales, como psíquicos. El terapeuta debe poder interiorizar el mundo emocional de cada paciente, para permitir el establecimiento de un vínculo profundo que posibilite la máxima empatía en cada relación terapéutica. Como terapeutas, para trabajar las emociones con el paciente es muy importante, haber creado un buen vínculo en el que este se sienta seguro y protegido, que vaya profundizándose más y más y que le permita incorporar una base segura dentro de sí, teniendo en cuenta que cada paciente necesita un tiempo distinto para establecer el vínculo y que su manera de sentir es única. También es importante que cada terapeuta pueda ponerse en el lugar del otro e intentar darse cuenta de lo que sentiría en la misma posición y en las mismas circunstancias, y también sea capaz de comunicarse hablando en términos que el paciente comprenda.

Ningún paciente puede apoyarse en una figura terapéutica que no le inspire una gran empatía y confianza; por lo tanto, el desarrollo de un vínculo terapéutico adecuado, favorece que el paciente revele sus problemas más sensibles y privados. La persona realiza su proceso acompañada por un psicoterapeuta que le protege, le ayuda a darse cuenta de lo que está pasando y que realiza las intervenciones terapéuticas necesarias para que el paciente vaya resolviendo su problema.

Podemos entender aquí el término vínculo terapéutico como la conexión amorosa entre Psicoterapeuta y paciente que permite desarrollar el proceso terapéutico.

Cómo se gestiona el amor en psicoterapia. El amor en la psicoterapia es el bien mas preciado de todo el proceso y los psicoterapeutas tendrán que aprender a gestionarlo, a protegerlo y a que cada vez sea mayor y más seguro para el paciente y para el terapeuta. No debe de quedar nada sin resolver entre ambos. Entre psicoterapeuta y paciente debe haber una comunicación clara y unos límites claros. La relación debe estar lo mas limpia posible y son esos cuidados los que van a permitir que el amor se desarrolle, crezca y que cada vez vaya a más. El paciente protegido por esa relación terapéutica y ese amor va poder avanzar en su proceso y llegar a objetivos que jamás se hubiera planteado con anterioridad.

Cómo se protege el amor. Nosotros en el Instituto Galene partimos de una forma de trabajar, con una cultura institucional, que incluye el aceptar las cuatro reglas de obligado cumplimiento para tratar al paciente. Tanto los psicoterapeutas como los pacientes con los que trabajamos, aceptan esas cuatro reglas de obligado cumplimiento. Esto nos permite poder trabajar al nivel de profundidad que lo hacemos y que la relación esté protegida de posibles contaminaciones. También permite que el paciente incorpore el amor que recibe, haciéndolo suyo al llegarle de una relación vertical protegida por el tabú del incesto.

Nosotros utilizamos un contrato terapéutico que se firma después de la cuarta sesión. Esperamos que en esas primeras 4 sesiones el paciente sepa cómo se siente con la terapia y con el terapeuta, y el terapeuta decida si se puede hacer cargo de ese tratamiento y sobre todo que sienta si puede querer a ese paciente, si siente que el amor puede fluir en la relación terapéutica. Si la relación afectiva no fluye ese paciente no podría avanzar a partir de cierta profundidad y la terapia no lograría todos los objetivos. En este caso lo adecuado será derivar a este paciente a otro terapeuta con el que sí pueda trabajar a nivel profundo.

¿Cuando es importante el amor en psicoterapia? desde el principio hasta el final, pero lo mas importante es en los momentos de crisis terapéutica de crecimiento, en el que el paciente se esté enfrentando a algo tan duro que crea que no lo va a poder soportar y, solo el apoyo amoroso de la relación terapéutica, le va a contener y va a permitir que el paciente continué su proceso y venza todos esos escollos que tiene en el camino.

Aún cuando algunos psicoanalistas admiten la importancia del amor, es la psicoterapia humanista la que da una posición de mayor importancia a la relación afectiva, aunque generalmente que se va de puntillas cuando se habla de este tema. Esto se debe al miedo de la contaminación de esa relación afectiva por otros elementos no puramente emocionales. Podríamos estar hablando del el mas grave peligro de contaminación que es la sexualización, al enamoramiento y pérdida de control en una relación terapéutica como consecuencia de que el terapeuta no sepa contener y controlar esa relación, y se deje invadir por lo que esté pasando dentro de la relación.

La preparación del psicoterapeuta.

Es muy difícil trabajar con ese elemento emocional real dentro de la relación, y si el psicoterapeuta no esta bien capacitado personal y profesionalmente y no sabe contener ese flujo de afectos dentro de la relación terapéutica, es fácil que la relación se contamine y se desestructure.

Para proteger y prevenir los problemas que podrían existir por una incorrecta gestión de una relación terapéutica, en la que el amor esté incluido, vamos a tener en cuenta cuatro elementos fundamentales, para la adecuada preparación del psicoterapeuta:

1. Una buena preparación profesional, que incluirá una formación académica de base (generalmente medicina o psicología), una formación teórico – práctica en psicoterapia de calidad que incluya una buenos conocimientos en psicopatología y psicodiagnóstico y un entrenamiento en habilidades técnicas con prácticas profesionales. En la práctica profesional de la relación de ayuda en general, y en la gran mayoría de las escuelas son frecuentes los casos donde el terapeuta y el paciente, dejan la relación profesional al margen y se enredan en una relación sentimental extraprofesional. Ese es el miedo fundamental de tocar el tema afectivo en psicoterapia. No saber controlar o no saber contener las propias emociones que se mueven en la relación. Es por ese motivo que nosotros trabajamos siempre con las 4 reglas de obligado cumplimiento y le damos mucha importancia a la preparación de lo que significa una relación terapéutica profesional que incluya esa relación afectiva.

2. Una buena preparación y proceso personal. Esto incluye una psicoterapia personal que le ayude a resolver los mejor posible los conflictos del pasado y darse cuenta de sus propias limitaciones. El psicoterapeuta en su preparación profesional debe incluir terapia personal y una estructura de vida, que implique tener sus necesidades afectivas y sexuales cubiertas en su vida privada, de forma que cuando llegue a la relación terapéutica no sea una persona con carencias a nivel afectivo o sexual. Así nos aseguramos de que no existe la tentación de cubrir sus carencias con la relación terapéutica.

Este es un tema fundamental en la preparación del psicoterapeuta y en la preparación de cada día de trabajo.

No es bueno empezar una jornada laboral sin haber dormido, comido o sin haber cubierto las necesidades fisiológicas, porque el psicoterapeuta debe de tener su atención e interés puestos en lo que está pasando en la sesión, en ayudar al paciente a cubrir sus objetivos y en estar alerta ante los posibles elementos de contaminación que pueda haber en la relación terapéutica.

El psicoterapeuta debe tener satisfechas sus necesidades sexuales para no entrar en un espacio de la relación, en el que las carencias o necesidades del terapeuta tengan una presencia importante en la relación terapéutica, la relación debe ser lo mas limpia posible para poder alcanzar bien los objetivos terapéuticos. Con la experiencia podemos aprender a hacer una abstracción de lo que nos pasa en la vida privada en el momento de entrar en el contexto terapéutico

3. Supervisión. Esta profesión requiere durante toda la vida profesional, pero sobre todo al comienzo de la actividad, de un buen trabajo de supervisión que sirva para revisar tanto los procesos de los pacientes y las habilidades profesionales, como los temas no resueltos en la psicoterapia personal que interactúan con el proceso del paciente. Por supuesto, una buena supervisión conseguirá que los problemas del presente estén contenidos y que aquellos temas que nos llevan a los psicoterapeutas a quedarnos enganchados en el proceso de un paciente sean identificados y resueltos. Además la supervisión nos ayuda a que estemos ante ellos con una sensibilidad especial, con un cuidado máximo, por que sabemos que somos sensibles a ciertos puntos que aún no tenemos totalmente resueltos en nuestra psicoterapia.

4. Un compromiso ético profesional. Cada psicoterapeuta, para acreditarse, se incorpora a una asociación profesional que está adscrita a uno o varios códigos éticos. El compromiso ético ayuda al psicoterapeuta a proteger su actuación profesional de posibles contaminaciones.

Estamos convencidos de que un buen psicoterapeuta que cumpla los cuatro puntos anteriormente citados tiene una preparación mucho mejor para afrontar el amor en la relación terapéutica.

A modo de conclusión. La relación terapéutica en muchos casos tiene bastante de relación parental en la que el paciente puede incorporar amor. En la medida en que no haya contaminaciones ni sexualización, va a permitir al paciente crecer, enfrentarse a sus conflictos y vencerlos y terminar su proceso de psicoterapia con la seguridad de que esos cambios no van a tener vuelta atrás, que van a ser permanentes gracias a que el paciente incorporó ese amor parental, en un proceso con un psicoterapeuta que le amó y que ese amor se quedo incorporado de forma permanente en su corazón proporcionándole una base de seguridad.

De la misma manera que una persona sana con una infancia feliz con un escenario familiar amoroso y un vínculo seguro, permite a un niño convertirse en un adulto sano, la relación terapéutica debe permitir la incorporación de AMOR parental y de la estructura sana necesaria para poder ser un adulto sano.

La psicoterapia podría considerarse una segunda oportunidad, en la que se limpian las fallas en la relación parental, se incorporan los límites necesarios para estructurar la personalidad, se limpian esos miedos profundos que quedaron incorporados por las carencias afectivas de la primera infancia. Así, vamos acompañando al paciente en ese camino de sanación a través de ese vínculo afectivo, protegido y descontaminado de manera que el paciente termine su proceso habiendo incorporado un AMOR parental sano, incondicional y seguro, que le permita afrontar su vida después de la psicoterapia casi con la misma seguridad en sí mismo y la tranquilidad de vida que se puede permitir un adulto que no ha tenido conflictos importantes ni traumas severos, afrontar su vida de forma sana.

José Zurita y Macarenca Chías

BIBLIOGRAFIA

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1 respuesta

  1. Alejandra Solis Arellano dice:

    Hola, estoy trabajando en mi tesina para validarme como psicóloga clínica transpersonal y mi tema es: psicoterapia basada en el amor. Agradecería me pudieran orientar respecto del énfoque que darle y si me pueden colaborar con material de lectura para mi proyecto. Muchas gracias.

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