De Wendys y Peter Panes

01/03/2014

La historia de Peter Pan y Wendy, creada originalmente por el escritor escocés Jame Matthew Barrie, reproduce muchas de las formas de relación de pareja que encontramos en la actualidad.

Peter es soberbio, testarudo, seductor, quiere diversión constante, huye de responsabilidades, vive centrado en lo lúdico, en disfrutar de la vida, es rebelde, no le gusta que le contradigan ni acatar normas, se siente libre y no quiere ser atrapado.

Wendy es dulce y complaciente, responsable, cuidadora, soñadora, sonriente y amable. Se hace cargo de sus hermanos pequeños maternalmente.

La angustia de ser Wendy

Uno de los doce mandatos que Bob y Mary Goulding describieron en sus escritos sobre Análisis Transaccional fue “No seas niño”.

Los mandatos son mensajes no verbales transmitidos por las figuras parentales en la primera infancia y que, de ser seguidos, producen una auto-limitación en algún área de la personalidad o de la relación. El mandato “No seas niño” puede ser transmitido por padres o figuras de referencia a los que no se les permitió actuar como niños o se sienten amenazados por un comportamiento infantil.

Algunas veces los primogénitos o los hijos únicos se dan a sí mismos este mandato. Viendo a mamá y a papá discutir, un hijo único puede decidir: “La única persona por aquí soy yo. Por tanto, debo de ser la causa de la pelea. Así pues me corresponde a mí hacer algo. Mejor será que crezca rápido para poder hacerme cargo” Un niño mayor puede decidir de forma similar que es responsable de sus hermanos y hermanas más pequeños. (Stewart, I. y Joines, V. 2007)

Durante la primera parte de la adaptación que hace Disney a la historia original de J.M. Barrie, el padre de Wendy, Juan y Miguel, cansado de que su hija llene de fantasías y cuentos las vidas de sus hermanos pequeños, decide que ya es hora de que Wendy crezca y se traslade a su propia habitación separada de sus hermanos.

Para Wendy, Peter Pan representa una salida a esta temprana madurez, un mundo prohibido de diversión y fantasía. Representa el permiso de poder se espontáneo, de poder soñar, de hacer locuras.

Las Wendys de la vida real han asumido responsabilidades a menudo a edades demasiado tempranas. Son mujeres (algunos hombres también) que se agarran a Peter Panes para permitirse disfrutar del ser niña. La trampa está en que Peter necesita una mamá que se haga cargo de los niños perdidos y de todas las tareas que él elude y eso es algo que las Wendys han aprendido a hacer muy bien.

La eterna Wendy se pasa la vida cargando con su pareja y esperando a que un día decida hacerse mayor y puedan emprender una vida adulta. Ella necesita que Peter esté presente, que la mire, que reconozca sus méritos y que le escuche. Pero no quiere pedirlo, sabe que si Peter se siente encerrado se irá y el miedo a perderle y sentir el vacío que su ausencia y su mundo de diversión dejan es tan grande y angustioso que prefiere renunciar a sus propias necesidades. Así, Wendy vive enganchada al mundo de libertad que Peter le da.

La angustia de ser Peter Pan

Peter Pan encaja en el mandato descrito por los Goulding como “no crezcas”. Es a menudo el niño más joven de la familia el que recoge un mandato “no crezcas”. Los padres, en su estado Niño del yo, puede que no quieran dejar marchar a un chaval joven de la familia. Puede que establezcan toda su valía propia en términos de ser un buen padre o una buena madre. Si su niño creciera, ellos ya no se sentirían valiosos.

De manera alternativa, este mandato puede ser pasado por padres que nunca crecieron. Su mensaje es “sigue siendo mi pequeño compañero de juegos” (Stewart, I. y Joines, V. 2007) Peter Pan no quiere crecer. Vive en un mundo utópico rodeado de otros niños perdidos sin reglas ni rutinas. Peter busca en Wendy una mamá que se haga cargo de todas las tareas tediosas que él no quiere asumir.

La angustia de los Peter Panes de la vida real comienza cuando tienen que acatar las obligaciones y compromisos implícitos al desarrollo vital. Cuando tienen que buscar un trabajo que les obliga a establecerse en un lugar, a seguir unas normas. Muchas de estas personas entran en crisis vitales profundas en estos momentos. A veces no entienden los motivos, no saben cuál es el origen de su angustia.

No son capaces de permitirse crecer.

Cuando encuentran una Wendy se apoyan en ella. Resulta liberador ir acompañado de alguien que completa esa parte tan molesta del mundo real y con quien también pueden divertirse. Muchos de estos Peter Panes buscarán trabajos que no les aten durante demasiado tiempo y que les permitan vivir en movimiento. Pueden ser trabajos que les permitan viajar, cambiar de lugares o de vidas a menudo o trabajos relacionados con el mundo lúdico: fiestas, niños, actividades recreativas, deportes de riesgo etc.

El precio a pagar suele ser la renuncia a una vida estable, a una familia, al permiso de pertenecer a algún lugar, a todos los beneficios de la vida adulta, con toda la angustia que esto conlleva. Peter se sentirá encerrado y no valorado cuando Wendy reclame su presencia en la pareja. Y para que Wendy pueda crecer debe dejar a Peter Pan en el país de Nunca Jamás.

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Leire Villaumbrales


Leire Villaumbrales Alecha.
Co-directora de Alcea Psicología y Psicoterapia.
Psicoterapeuta en el Instituto Galene y en Alcea
www.alceapsicologia.com

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