Recibir y Aceptar un límite.

01/02/2018

Lucrecia García-Atance Villalonga

Se habla mucho últimamente de poner límites, de saber decir que no. La importancia de los límites en la crianza de tus hijos, la importancia de los límites en las relaciones de pareja, en el trabajo, con tus amigos y por supuesto la importancia de los límites en terapia. Yo misma hace varios meses escribí un artículo en esta misma revista sobre los límites. Hoy me hago la pregunta desde el otro lado: ¿Cómo se acepta un NO? ¿Cómo se digiere un límite?

La persona que pone el límite puede sentirse empoderad@, culpable, content@, enfadad@. Creo que, como en muchos otros temas, en este caso nos centramos en un lado del espectro. ¿Qué sucede al otro lado? ¿Cómo se siente la persona que ha recibido el no? ¿Cómo se siente un@ cuando le marcan un límite?

Me parece esencial explorar esto y que se escriba y se hable sobre ello. De esta manera podremos entender muchas reacciones que tienen las personas que reciben los límites. A nivel familiar, en el ámbito profesional de cada uno y socialmente tendría un efecto, si supiéramos cómo manejar un “NO”.

Hablaré de mi propia experiencia, de lo que yo he vivido personalmente y lo que he podido observar en otros.

A lo largo de mi vida he recibido bastantes “NO” sobre todo de mis iguales, el resto de niños cuando iba al colegio, de algunas amigas en la adolescencia, de hombres y mujeres que me han dicho que no cuando he ligado con ell@s. Podría hacer una lista de cada experiencia en la que me han puesto un límite.

Recuerdo cómo sonreía y me tragaba mi orgullo, escondía mi vergüenza y negaba el dolor de haber sido rechazada. Más adelante aprendí a evitar que me dijeran que no. Generé estrategias para tantear si la persona que tenía en frente me rechazaría o no, por ejemplo ligando con bromas de tal forma que si se lo tomaba en serio: genial para mi y si no quería nada me seguiría la broma un par de veces y ahí se acabaría todo. A día de hoy, hablo sobre la frustración y la vergüenza que me hace sentir un no y otras veces lo recibo bien, ya que entiendo lo que realmente significa.

No todo el mundo reacciona así ante un NO. Sin embargo si que he visto que en todas las personas que reciben un no o se les pone un límite comparten un sentimiento:

Ser Rechazado : Este sentimiento no siempre es obvio para quién recibe el NO sin embargo es una sensación que a nivel profundo todos compartimos. Este sentimiento nos lleva a confirmar la creencia interna “No soy válido por ser quién soy” cada persona puede expresarlo de distintas maneras por ejemplo: “no soy suficiente” “en realidad soy una mierda” “nadie me puede querer” “nadie quiere trabajar conmigo”  y otros tantos ejemplos que se os ocurran.

Esta creencia provoca varias emociones en nosotros que determinan nuestra reacción ante un límite. Las personas a las que se les dice “No” pueden reaccionar de varias maneras:

Enfandándose (RABIA):

Los niños y sus pataletas, los adultos que se enfadan, insultan, se vengan,  te retiran la palabra. El enfado es una emoción que nace del dolor. Si me han hecho daño me enfado porque yo me merezco que me traten bien. Esto es injusto y duele. Pues yo quiero esto si o si. ¿Me has dicho que no? Pues yo no pienso volver a dirigirte la palabra, cabrón.

Estas reacciones las podemos extrapolar a cualquier ámbito de nuestra vida. Los terapeutas que conozco, en consulta acogemos esta emoción y le damos espacio y voz. Eso no significa que quitemos el límite o cambiemos el no por un si. Significa que no dejamos solo al paciente con su enfado (o frustración) de tal forma que pueda desconfirmar su invalidez como ser humano y entienda que hay cosas que no pueden ser, que no van a ser por muy injustas que le parezcan.

Escondiendose/ Retrayendose/Huyendo( VERGËNZA):

El niño que se sonroja y sale corriendo o se esconde. Los adultos que se marchan o que cambian de tema.  Se sienten muy incómodos y su comportamiento deja de ser natural y pasa a ser forzado. El adulto que desparece y no da señales de vida durante una temporada o no vuelve a hablar de ese tema nunca más.

El sentimiento de vergüenza es el que nos conduce directamente ante la creencia “NO SOY VÁLIDO COMO PERSONA” y por lo tanto es mejor desaparecer. Este sentimiento aparece cuando hay otra persona que confirma lo que hemos aprendido sobre nosotros mismos de pequeños. La persona que ha puesto el límite se convierte en el recipiente de la proyección de nuestra crítica interna. Acompañar a una persona avergonzada en terapia no es fácil ya que precisamente somos el espejo de sus proyecciones. Trabajar con esa parte crítica interna es la clave y una vez descontaminado el vínculo terapéutico, entonces trabajar en su validez como persona.

Entristeciendose (TRISTEZA Y MIEDO EXISTENCIAL):

El niño que llora y te suplica que le dejes hacer lo que no le dejas hacer o que le des lo que no le das. Algunos padres dirían que esa suplica es una manipulación. Yo lo veo cómo un intento desesperado de evitar sentir ese vacío que puede dejar un NO.  Este comportamiento en los adultos también puede darse y es que la tristeza a veces disfraza el miedo existencial de no ser visto y querido. Así que intentamos evitarlo cómo sea, incluso suplicando por un “si”. A estos comportamientos se los juzga como “indignos” “patéticos y ridículos” porque “dan pena, no se puede caer tan bajo como para suplicar”.

Cómo terapeutas, hemos de estar atentos a no prejuzgar a nuestros pacientes que vienen a terapia y suplican. Escuchar la súplica y conocer la historia que hay detrás de ella es algo importante. Una vez más no dejar solo al paciente con esta emoción.

¿Y fuera de terapia, qué?

No todos somos terapeutas y no vamos a ser terapeutas de nuestros amigos, parejas o ex parejas, compañeros de trabajo etc. Esta no es una respuesta fácil.  De hecho yo la sigo buscando a pesar de haberla encontrado en varias ocasiones. Recibir un “No” es incómodo y hablar de lo que te hace sentir todavía más. Sin embargo por experiencia propia, os invito a hacerlo, porque sienta muy bien.

Hablar de lo que sientes hace que la vergüenza deje de ser una sombra que te persigue y se haga tangible y manejable. Profundiza en eso que sientes, hay una herida que necesita ser cuidada. Hay una parte de ti que necesita aprender que “no” no es un “Tu NO eres válido” y tampoco es “NO, NUNCA, CON NADIE” . “No” muchas veces es “de esta manera, no” y aceptar en otras ocasiones “Contigo, no”. Pretender que esto nos deje de doler es  pedirnos a nosotros mismos una tarea sobrehumana y nosotros solo somos humanos. Mimar ese dolor para que cicatrice esa herida es algo que si nos podemos permitir y nos podemos dar.

Os invito a todos a comentar y compartir vuestras experiencias en las que habéis tenido que digerir un NO.  Las vivencias en las que os han puesto un límite y cómo lo habéis sobrellevado.

Así aprenderemos tod@s de las vivencias de cada uno.

 

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3 Respuestas

  1. Alejandro dice:

    Muy bueno ¿pero y cuando el límite no se expresa con un no, como por ejemplo, para de hacer de esto o de decir lo otro o memolesta que hagas o digas esto?

  2. Guillermo dice:

    Lucrecia, maravilloso artículo!
    Me he visto nítidamente en tu texto…
    Se me ocurre como el clásico del no al contacto sexual. Por supuesto se respeta pero por dentro #%¥@ (palabrota a elegir) porque se cruza la negativa a la actividad con la del reconocimiento que se da por hecho por el contexto (como bien explicas).
    Teniendo en cuenta el ejemplo, cuando de importante es concienciar socialmente para no convertir esa rabia o miedo en una agresión al otro, algo que vemos en las noticias con tanta frecuencia.
    Un beso

    • Lucrecia García dice:

      Querido Guille, muchas gracias por tus palabras. Efectivamente, cambiarían mucho las cosas si fuésemos más conscientes de lo que le puede estar pasando al otr@ y no por adaptarnos y complacer. Si no estar en conexión con los demás.
      un abrazo grandísimo.
      Luc.

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