¿Obligaciones o deberes?

01/06/2004

Hay muchas personas que dicen estar cansadas de tantas obligaciones y pocas que se muestren entusiasmadas con lo que hacen cada día, que se supone que es lo creen que deben hacer. Incluso algunas se resignan a los sufrimientos del amor como obligación y reconocen que no han descubierto la apasionante experiencia del amor como deber.

Las obligaciones podemos considerarlas imposiciones artificiales introyectadas desde el exterior para generar dependencias en los comportamientos de las personas, ataduras que se concretan en las múltiples formas de sumisión infantil o de rebeldía adolescente. Como se refleja en su etimología, obligaciones son vínculos por cuya causa nos sentimos forzados a hacer o no hacer algo.

Los deberes son imposiciones de la naturaleza humana que están siempre en nuestro interior para aprender a relacionar las acciones cotidianas con las exigencias o hambres básicas que tenemos como seres humanos. Representan la meta principal de nuestras acciones cotidianas.

Suele considerarse obligación saludar a alguien incluso cuando no queremos, estudiar hasta lo que no entendemos ni le vemos sentido para que otros nos aprueben, poner voluntad para hacer lo que no queremos hacer, saber sobre cuestiones superficiales sin llegar a profundizar en el significado de las mismas, trabajar en cosas que no nos satisfacen para poder sobrevivir, casarnos o convivir con alguien por la simple razón de que se llega a una determinada edad o porque otros lo hacen, tomar medicinas aunque no creamos demasiado en sus resultados, agradar a otros incluso cuando no queremos, tener cosas que no cuidamos ni disfrutamos, sentir cosas que otros nos enseñan a sentir o esperan que sintamos, creer lo que digan las autoridades de moda en cada momento, decir sí a los deseos de otros a costa de decir no a nuestros propios deseos, ir de vacaciones para llenar el tiempo con más obligaciones que no nos satisfacen.

Podemos considerar como deber cuidar nuestro cuerpo de virus o alimentos peligrosos y darle sólo los que faciliten una dieta equilibrada, trabajar para cuidar nuestro entorno material, sentir y pensar en el presente para satisfacer nuestras necesidades y crear soluciones a los problemas que en cada momento tenemos, estudiar y aprender continuamente nuevos comportamientos que mejoren nuestra vida cotidiana, respetar todo lo que contribuye a proteger y mejorar la vida humana, reírse y tomarse con sentido del humor todo eso que se llaman obligaciones y que sólo producen sufrimientos y ganas de llorar.

Sabemos que cuando somos pequeños nos creemos muchas cosas que nos dicen los demás porque no tenemos capacidad para tener nuestro propio significado o nuestra propia opinión. Ahora que no somos tan pequeños nos conviene repensar ciertas palabras para conocer en profundidad su significado en los diccionarios oficiales de nuestra cultura, pero sobre todo en el diccionario que todos tenemos dentro, que es el ser humano que todos somos y que siempre nos está diciendo lo que es y lo que no es importante. El único riesgo es que ese diccionario nos puede abrir los ojos para ver lo que realmente vemos y saber lo que consideramos nuestro deber, aunque no coincida con las obligaciones que otros nos imponen para hacernos depender de sus caprichos o intereses.

Juan Antonio Saavedra

Juan Antonio Saavedra

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