¡Motívate y contagia al mundo!

01/10/2016

José Zurita

José Zurita

¿Qué quieres para tu vida?. ¿Cómo quieres vivirla?. …

Cada día en mi consulta de psicoterapia desde el enfoque Humanista Integrativo, veo pacientes que necesitan de cierta ayuda para orientar sus vidas. A veces tan solo requieren de una pequeña ayuda para desbloquear algún obstáculo en su camino. La mayoría necesitan resolver conflictos a nivel emocional profundo para conectarse con la vida y poder dejar el “modo supervivencia”. En ocasiones puede servir para entender o ver la forma de comenzar el proceso de cambio, una mirada con lupa o mejor, con microscopio de su vida actual. Mirada micro. Por otro lado irnos al otro extremo y mirar su vida desde lejos como un continuo para observar las tendencias. Mirada macro.

En esa mirada micro, una buena unidad de medida es un día. 24 horas para desarrollar la esencia de una forma de vivir. El día debe estar equilibrado. Todas nuestras necesidades deben estar al menos representadas en ese día, que debería ser un buen resumen de cómo es la vida de cada persona. Naturalmente, cuando les propongo a mis pacientes esa perspectiva de análisis, se van a la semana. La justificación es que el fin de semana se descansa, se hacen otras cosas. Por supuesto tienen razón. De cualquier manera no es sano para la persona acumular durante la semana y durante el fin de semanadesquitarse. Lo importante es ese equilibrio diario entre el trabajo, el descanso, el ocio, las relaciones sociales, etc. Tendremos en cuenta que habrá más horas y energía al trabajo, en un día laborable que de ocio, pero que este tenga una representación en el día es fundamental. Lo mismo con las demás premisas.

El concepto es que cada día tenga un equilibrio, cada semana también se viva equilibrada y también cada año se viva con la armonía deseada. Pueden resultar muy atractivos las subidas y bajadas extremas de la adolescencia pero recuerda que los seres vivos tendemos a la estabilidad. No confundir la estabilidad con monotonía ni aburrimiento.

Y si hablamos de equilibrio, también debemos lograrlo en el resto de aspectos de nuestra vida. Debemos aspirar a una estabilidad en positivo. Que las alegrías compensen y superen las penas. Que el entusiasmo venza a la pasividad y el optimismo a los negros presagios. Pensar en positivo, siempre nos traerá más éxitos que si nos recreamos en miedos y en posibles problemas futuros.

Todos tenemos un tiempo, el mismo y la clave será cómo lo gestionemos. Lo mismo pasa con la energía, debemos aprender a gestionarla para que nuestra vida sea fructífera o estéril. Mucha gente cuando me conocen me preguntan, ¿de donde sacas el tiempo para tantas cosas que haces? Y la respuesta no estará referida al tiempo sino a la motivación. Descubrir cómo estimular nuestra energía interna para conseguir los objetivos que nos proponemos, es lo que nos permitirá lograrlos.

La motivación a veces desaparece. En estados depresivos se torna difícil encontrar algo que motive a la persona. Cuando el miedo es muy intenso todo se vuelca en salir de él. En determinadas situaciones de estrés la motivación no está. Ni tan siquiera para salir de esas situaciones. En esos casos ¿qué se puede hacer?

En un proceso psicoterapéutico desde un enfoque Humanista Integrativo, la Relación Terapéutica debe ser tan potente, tan sólida, y permitir tanta confianza profunda, tanto amor, que nos facilita “prestar” esa energía suplementaria a nuestro paciente cuando él o ella no son capaces de hacerla emerger. Con pacientes depresivos es necesario durante los primeros meses de psicoterapia hacer esa entrega de energía extra para ayudar al paciente a salir de ese pozo tan profundo.En el resto de casos, iremos haciendo intervenciones encaminadas a motivar y enseñarles a conectar con su energía interna para lograr sus objetivos.

Cuando la situación no requiere tanta ayuda externa, es decir casi siempre, debemos buscar la motivación interna. Necesitamos encontrar objetivos que nos ilusionen. Algo que nos apetezca conseguir. Quizás algo pequeño que nos mueva por dentro y que sabemos que poniendo energía, podemos lograrlo. Metas sencillas al principio para dar pasitos. Cuando conseguimos un objetivo, aunque sea pequeño, nuestro poder interno sube, nos sentimos más capaces, más poderosos. Esto nos ayuda a que nuestra motivación crezca.

Visualiza. Sueña con lo que quieres. Deja que la imagen de tus objetivos aparezcan en tu cabeza. Disfruta con los detalles. Sumérgete en esa “película” y encuentra las claves de cómo conseguirlo. Para esto las emociones son lo más importante. Deja que fluyan la alegría y la ilusión. Enamórate de tus metas. Siente el poder interior cuando las logres. Despréndetede los miedos que te impedían moverte.

¡Motívate! Mueve tu energía, busca aquello que te gusta, aquello que hace feliz. Llena tu día de esas pequeñas píldoras de energía. No te rindas. Si tu meta es factible, la podrás conseguir. Entusiásmate con tu vida. Llénala de pequeñas alegrías, de triunfos cotidianos.

Y ahora… ¡Compártelo!, contagia a todo tu entorno. Trasmite a los que te rodean tu ilusión y tu alegría cada vez que consigues lo que te propones. Comparte con los tuyos esa energía que crece cada vez que das un pasito más. Enriquece tus relaciones con esa motivación que cuando es auténtica es muy contagiosa.

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