Mi vida desde que tengo Whatsapp

Desde hace unos años, el uso del teléfono móvil ha aumentado considerablemente y, con él, la aplicación de mensajería instantánea WhatsApp. Esta revolucionaría tecnología ha traído muchos beneficios y, a su vez, repercusiones, de las que destacamos, en términos de salud, las psicosociales.

¿Qué es y para qué sirve?

El WhatsApp —frase coloquial inglesa que se traduce por «¿Qué pasa?»— es una aplicación de última generación: un chat que permite enviar instantáneamente mensajes de texto, imágenes, videos y notas de voz desde un servicio de Internet de forma gratuita. En definitiva, una nueva modalidad de comunicación con nuevas posibilidades, tanto positivas como negativas. Lo primero es entender que el problema no reside en la tecnología, sino en el uso que hacemos de ella. El WhatsApp acorta distancias y mejora la comunicación, pero también genera en los usuarios sensaciones obsesivas, nerviosismo y ansiedad si no se utiliza de manera correcta. El mal uso del WhatsApp está relacionado con la falta de habilidades a la hora de relacionarse, sobre todo en momentos de cambio o crisis, como vía de escape para evadirnos de la realidad o con la necesidad de experiencias intensas manteniendo el contacto con otras personas.

Pros y contras

Ventajas: Fomenta la comunicación a un bajo coste económico, en cualquier lugar o momento, lo que favorece la interacción en tiempo real con una o varias personas. Además, aumenta los reflejos, estimula el razonamiento lógico y la capacidad de decisión ya que crea una realidad paralela, lo que nos brinda la oportunidad de expresarnos sin dar la cara, es decir, a combatir la timidez y la introversión de forma virtual.

Desventajas: Si no disponemos de WhatsApp, quedamos excluidos socialmente; si lo tenemos, en muchas ocasiones, tendemos a cuidar más la vida dentro de ese espacio virtual que la real. Esto puede generar conductas obsesivas: revisión de mensajes, control de las últimas conexiones, ansiedad. En algunas situaciones puede incluso dar lugar a conductas de acoso, humillación y amenaza. Igualmente, al no estar cara a cara, los mensajes pueden generar confusión y malentendidos de interpretación.

Consecuencias psicosociales

El mal uso del WhatsApp puede generar ansiedad, angustia, conductas obsesivas, dependencia, tensión, estrés, insomnio, aislamiento, lo que puede traducirse en un descenso del rendimiento laboral o escolar. Además de impedir el desarrollo natural de habilidades sociales en la vida real, lo que nos vuelve más inseguros.

Asimismo, genera la necesidad de la inmediatez, exige disponibilidad absoluta, lo que puede convertirlo en protagonista en nuestras vidas. En muchas ocasiones, preferimos wasapear que hablar cara a cara, de tal modo que tendemos a normalizar conductas que antes no eran bien vistas. Por ejemplo: lo primero que solemos hacer nada más levantarnos es chequear el WhatsApp., incluso antes de dar los buenos días a las personas con las que convivimos.

Hemos de generando interés por nuestro presente, por nuestro Aquí y nuestro Ahora. Limitando su uso y fomentando las relaciones con las personas cara a cara, las actividades y la comunicación con nuestro entorno.

El WhatsApp cada vez está más integrado en nuestra rutina, así que debemos pensar sobre ello y ser capaces de responder con sinceridad a una pregunta:
¿Hago buen uso del WhatsApp?

Alicia González Martínez
Psicóloga, Psicoterapeuta y Counsellor
Psicología Aletheia, Clínica Vitali, Medina de Pomar