Las emociones en los borderlines
01/11/2014
En mis grupos de Supervisión me preguntan cada vez más sobre cómo trabajar con pacientes Borderline. ¿Qué es lo que en realidad sucede en el interior de una persona de estructura de personalidad Bordeline? ¿Por qué les cuesta tanto manejar sus emociones?¿Por qué tienen tantos problemas en las relaciones y tanto miedo? ¿El Borderline es enfermedad o personalidad? ¿Qué salidas hay para las personas con este tipo de problemas? ¿Existen tratamientos eficaces? ¿Qué hacer para crear un buen vínculo?
En muchas ocasiones, vemos a este tipo de pacientes conectar con malestar y el dolor profundo que están sintiendo, que no saben cómo gestionar ni expresar, y muestran su incapacidad para confiar en que alguien les pueda ayudar en “ese momento tan horrible” que están viviendo, pues así ha sido toda su vida, y en terapia para confirmar que no pueden confiar tienden a cambiar con frecuencia de terapeuta antes de permitirse establecer un vínculo seguro.
Se ha escrito mucho sobre qué es lo que hace que una persona 1 sea borderline, y lo que parece más claro es que suele tener un inicio temprano de la infancia en la etapa oral, y en la mayoría de los casos el ambiente familiar en el que viven no suele ser muy estructurado. En su primera infancia suelen haber experimentando momentos muy dolorosos para ellos que, al no haber sido curados, reviven cuando nos hablan del dolor tan grande que sienten en su interior.
Lo que aparece como más angustioso para ellos es el abandono 2 primario que en etapas posteriores puede desencadenar en una situación depresiva, y la tendencia de muchos de ellos es abandonar pronto la terapia y así confirmar que nadie les puede ayudar. Necesitan por lo tanto la figura de un terapeuta amoroso, seguro y constante para no sentirse suspendidos en el vacío.
Para atreverse a realizar un proceso de psicoterapia necesitan tener a su lado una figura que sea constante, y que en los momentos en los que experimenten confusión, desapego o que conecten con la necesidad de abandonar el proceso o provocar una ruptura, no sientan que les abandonan o teman que puedan abandonarles, ya que de ser así estarían confirmando su experiencia de vida.
El cómo nos relacionamos con una persona y cómo ésta nos percibe, influye tanto en su aspecto psicológico como fisiológico. Al iniciar cualquier acompañamiento psicoterapéutico es importante establecer un buen vínculo con nuestro paciente, y para ello tenemos en cuenta la Teoría del Apego formulada por John Bowlby (1988).
Si partimos de que existen tres tipos de vínculo 3 que el bebé establece con su madre (el seguro, el evitativo y el ansioso-ambivalente), el Borderline tiene este tercer modo de apego hacia ella: responden a la separación de la madre con una angustia muy intensa, especialmente porque no han conseguido una integración eficaz de la figura materna o no tienen constancia del objeto. Es decir, aunque el Borderline que tengamos en consulta sea una persona adulta y que aparentemente ya no necesite a su madre para sobrevivir, cada vez que se separa de nosotros como figura parental, aunque sea durante unas horas, su primera vivencia emocional es que nunca jamás va a volver a estar en contacto, y eso le crea una ansiedad inmensa. La relación entre la madre y el bebé en muchas ocasiones no fue la adecuada, por lo que necesitan mucho tiempo para permitirse establecer nuevos vínculos. Necesitan sentirse queridos de verdad para aceptar que no van a perder nuestro amor, lo que les permitirá poco a poco empezar a confiar. En muchas ocasiones en su infancia nadie reconoció ni apoyó sus sentimientos4 , por lo que les costará expresarlos y aceptar que alguien ajeno a ellos valide lo que están sintiendo. Es importante considerar que muchos de ellos también pueden haber sufrido abusos físicos o sexuales5
En algunos momentos nos sorprenderá ver que se sienten heridos por algo que les ha pasado, aparentemente insignificante para nosotros, y como consecuencia de ese sentimiento pueden tender a huir y a romper la relación 6. En esos casos, es importante ser paciente con ellos, para que se sientan protegidos y que desde la protección nos cuenten qué ha ocurrido dentro de ellos, que se permitan llorar y expresar su dolor, su tristeza, su miedo o su rabia, remarcando una diferencia fundamental: esta vez no están solos, ahora cuentan con su psicoterapeuta que le proporciona una relación terapéutica protectora y fiable.
Se han criado sin un vínculo protector, sin alguien que les apoye, esclarezca sus dudas, que les transmita que ellos pueden hacerlo, que confíe en ellos, que les transmita que lo están haciendo bien, y claro, también sin el AMOR que necesitan. Por lo tanto aprendieron solos a vivir, y a vivir solos, se han autodefinido, lo que les ha llevado a desarrollar una gran inteligencia y a tener muchos recursos para defenderse. Pero no tienen incorporadas las enseñanzas básicas, y cuando les decimos “cuídate” es probable que entren en confusión y nos transmitan que no entienden qué les estamos diciendo con ese mensaje. En muchas ocasiones no saben qué es lo que quieren o necesitan para “cuidar de ellos adecuadamente”, pueden pasar de comer compulsivamente a estar tres días sin comer, de dormir todo el día a no dormir pues están súper excitados ante un nuevo proyecto, autolesionarse para conectar con que están vivos, consumir drogas o alcohol para calmar su gran ansiedad, conducir a gran velocidad, sin valorar que nada de esto pueda ser malo para ellos. Son “Supervivientes”. Por eso, si les decimos al finalizar una sesión de terapia “¡cuídate!”, es muy posible que pongan cara de sorpresa, o que incluso se enfaden con nosotros. No saben hacerlo, no lo han incorporado. Por lo tanto, gran parte del trabajo terapéutico será de reparentalización constructiva, cuidadosa, cariñosa y amorosa, transmitiéndoles que les queremos y que ahora pueden contar con nosotros antes que seguir autoagrediéndose, que estamos allí para acompañarles a integrar e incorporar todos estos conocimientos y que confiamos en que los pueden incorporar. Aún así, habrá momentos en los que nos transmitan que nosotros tampoco les entendemos, que nadie entiende qué es lo que ellos necesitan.
Y cuando aparecen sus emociones ¿qué hacemos? Partimos de que no existen emociones negativas de por sí, cada una tiene su función para garantizar y favorecer la vida, y les acompañamos a que se permitan conectar y expresarlas de la mejor manera para ellos. Lo fundamental es que no se hagan daño ni a ellos mismos, ni a nadie, ni a nada que no hayamos acordado con ellos que puede ser objeto de su expresión emocional.
En mi trabajo prima el enfoque de la Psicoterapia Humanista Integrativa, y por lo tanto a la hora de acompañar emocionalmente a mis pacientes tengo en cuenta el modelo de las emociones de esta teoría. En este modelo se contemplan seis emociones básicas y dos profundas. Las emociones básicas estarían enfrentadas dos a dos funcionando como dos polaridades de signo distinto.
Alegría – Tristeza
Amor horizontal -Miedo lógico
Poder – Rabia
Por debajo estarían las dos emociones profundas: AMOR parental y MIEDO existencial.
Todas estas emociones son difíciles de canalizar adecuadamente para estas personas por lo que generalmente reaccionan de manera exagerada, pueden pasar de una emoción a otra rápidamente, y les cuesta volver a una situación más o menos estable más tiempo que a otras.
Miedo
Conectan con esta emoción con frecuencia, unas veces el contacto será con el miedo lógico ante un estímulo real que les asusta. En otras ocasiones sentirán miedo existencial, ante una situación que aparentemente y para otras personas no tiene porqué implicar miedo, y lo canalizarán de manera irracional como por ejemplo sintiendo gran ansiedad, vacío, ataques de pánico, autoagrediéndose, incluso a veces pueden mostrarse fóbicos y/o como desconectados de la realidad.
En muchas ocasiones, cuando conectan con el miedo entran en regresión y se convierten en unos niños muy pequeños que no saben lo que les sucede, que no saben cómo expresar lo que les ocurre, y lloran desconsoladamente. La emoción llega a ellos en oleadas tan enormes que se sienten incapaces de manejarla, les será difícil encontrar palabras para expresar lo que están sintiendo. En esos momentos necesitan que el terapeuta esté muy cerca de ellos, percibir su contacto físico, para que así puedan notar la sensación de contención ante el desbordamiento emocional que están experimentando. Como terapeutas no debemos asustarnos, y menos aún transmitir nuestro miedo cuando ellos lloran, gritan o patalean. Sentirnos cerca y seguros, que les abrazamos y queremos, para que esta vez no contacten con la sensación de vacío, sino que estamos cerca de ellos para acompañarles y ayudarles. Por lo tanto, la mayor parte de nuestro trabajo en terapia será apoyarles a expresar ese miedo tan grande, profundo y sin palabras, con gran respeto, amor y sobre todo brindándoles nuestra protección y confianza.
Rabia
No les han dado el permiso para expresar claramente esta emoción, por lo que en muchos casos se han autolesionado al contactar con ella, tendremos que estar muy pendientes para que no se autoagredan y transmitirles mucha protección para que empiecen a expresar la rabia adecuadamente. Su realidad es que han sentido mucha rabia ante las múltiples situaciones de abandono que han vivido y será bueno que, bajo nuestra protección y comprensión, se permitan empezar a expresar este enfado. En este proceso les acompañaremos a canalizar su rabia, teniendo en cuenta la necesidad de que aprendan a expresarla sin hacerse daño ni a ellos mismos, ni a nada, ni a nadie. No va a ser fácil ya que en su vida han incorporado el mensaje “si expreso mi rabia, lo probable es que me abandonen”, lo que les hace vivir y sentir ambivalencia ante esta emoción. Además de que, en muchas ocasiones, han comprobado que la expresión de esta emoción les lleva a confirmar que cuando expresan su enfado (que normalmente es desproporcionado al estimulo del presente) pierden las relaciones.
Tristeza
Les cuesta mucho llegar a conectar con esta emoción, ya que el miedo es tan grande que parece acapararlo todo y no les deja ver qué hay más allá. La tristeza, dada la sensación de soledad de esos niños abandonados, es muy grande y está muy tapada, para llegar a expresarla necesitarán sentir un vínculo muy seguro que les de mucha protección y haber trabajado antes la mayor parte de su miedo. Entonces se permitirán conectar y llorar de verdad la gran tristeza que les supone no haberse sentido aceptados incondicionalmente.
¿Y qué pasa con sus emociones agradables o positivas? ¿cómo las gestionan? y ¿cómo potenciar la alegría, el poder y la capacidad de sentir amor y amar a otros?
Estas emociones también las experimentan de manera intensa y con una duración mayor que el resto de las personas, les cuesta regularlas o canalizarlas adecuadamente. A menudo vemos en terapia que cuando inician una relación con alguien, su necesidad de sentirse queridos y aceptados es tan grande que se entregan completamente, no saben poner límites y eso hace que en muchas ocasiones puedan resultar heridos.
Amor
Si partimos de que estas personas han tenido figuras parentales que no les proporcionaron el afecto ni el Amor que ellas necesitaban, es comprensible que sientan que no se merecen recibir el Amor de otras personas, y por ello pasan de idealizar y amar (aparentemente) con gran intensidad, a descalificar o no valorar lo que les están proporcionando las personas con las que han establecido la relación, confirmando así que nadie puede quererlas. Nuestro acompañamiento terapéutico mostrando aceptación incondicional, nuestra confianza en que pueden conseguir sus objetivos y nuestro amor les va a facilitar poder ir incorporando un modelo distinto de apego en el que empezar a contactar con esta emoción como algo bueno para ellos, empezando a demostrar y aceptar también el amor de otras personas. En este proceso será importante que comprendan que es tan necesario recibir amor, como aprender y aceptar que en algunos momentos no podremos estar disponibles para ellos, aunque no por ese motivo les dejamos de querer. Así irán descubriendo los límites como no perjudiciales para ellos y podrá ser una manera de aprender a cuidarse, a quererse y a tener en cuenta lo que necesitan.
Alegría
Gran parte de “sentirse bien con ellos mismos” lo logran a través de impresionar a otros con su inteligencia, sus cuidados hacia los demás, o la capacidad de tener el nivel más alto de diversión o creatividad. En muchas ocasiones esa aparente “gran alegría” que muestran, no es sino un intento de agradar a los otros para así creerse que se sienten bien con ellos mismos y con su vida. Nuestro trabajo terapéutico con ellos, consistirá por tanto en irles mostrando cómo conectar con lo que están sintiendo en su corazón y acompañarles a sentir felicidad o alegría con algo sencillo como disfrutar de la compañía de su perro, del sol o de ellos mismos, sin necesidad de agradar a nadie.
Poder
Entendemos el Poder como la emoción de sentirse capaz de conseguir sus objetivos. ¿Sería este un objetivo terapéutico de los borderline: que lleguen a contactar con la capacidad de lograr sus objetivos simplemente para ellos mismos, sin la expectativa de que así los demás les quieran? Es precioso verles crecer y apostar por ellos, confiar en que pueden lograr lo que se proponen aunque en ocasiones veamos que no lo consiguen de manera tan rápida como a ellos les gustaría, o que se tropiezan en el primer intento. Nuestra confianza en ellos les permite empezar a conectary confiar en su capacidad de conseguir sus objetivos.
Será muy importante para estos pacientes que, durante la expresión de sus emociones, sientan nuestro acompañamiento amoroso y protector para que vayan expresándolas sin temor, ya que durante el proceso de la terapia, el paciente se apoyará en su terapeuta para reconstruirse a sí mismo, protegiéndose en esa “base segura”. El tratamiento podrá ser en sesiones individuales o en grupo, siempre y cuando ellos hayan podido establecer un vínculo con los otros componentes del grupo. Como terapeutas necesitamos estar en sintonía con la edad en la que el paciente vivió la escena que le marcó, para acompañarle adecuadamente en el momento en el que conecte con su emoción y que pueda sentirse contenido y protegido.
Aunque lo que se habla y escribe de ellos es que son pacientes difíciles, os animo a conectar con su Niño, a acompañarles en su proceso de crecimiento de manera que puedan integrar los permisos necesarios para confiar, amar, cuidarse y crecer. Aprenderemos junto a ellos pues, como todos sabéis, nuestros pacientes son nuestros mejores maestros para ser unos buenos profesionales de la psicoterapia. Eso sí, siempre teniendo en cuenta la importancia de la supervisión como apoyo.
1- En este trabajo, cuando no sea posible el uso de palabras neutras en cuanto al género, se utiliza el masculino genérico singular y plural para referirse tanto al género masculino como al femenino, teniendo en cuenta que es una convención lingüística de nuestro idioma y que no se utilizará de manera discriminatoria para ningún género.
Bibliografía
Bowlby, J (1998) El apego y la pérdida-.Barcelona.Paidós.
Chías M. – Zurita J. (2009) Emocionarte con los niños. Desclée de Brouwer
Erskine, R (2012) Más allá de la empatía. Una terapia de contacto en la relación. Bilbao. Desclée de Brouwer.
Erskine,R.( 2014)La psicoterapia integrativa en acción. Bilbao. Desclée de Brouwer.
Friedel, RO (2004) BordelinePersonalityDisorderDemystified.Marlowe&Company
Marrone, M (2001)La teoría del apego, un enfoque actual. Madrid. Psimática.
Masterson, JF (1981) TheNaracissistic and BorderlineDisorders. Brunner/Mazel
Masterson, JF (1976) Psichoterapy of theBorderlineAdult .Brunner /Mazel
Zurita J – Chías M. (2007) La importancia del amor en psicoterapia. www.bonding.es
Zurita J – Chías M. (2009) El duelo terapéutico. Ed. Niño Libre
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