La búsqueda de un hijo. Un camino doloroso para algunos

01/04/2014

Siempre pensamos que el tener un hijo es algo bonito, cargado de ilusiones, de sueños y de buenos momentos. Y muchas veces, es así. Otras, no tanto. Me refiero a aquellos casos, en los que el sueño de ser madre/padre no se materializa tal y como se había soñado.

Y es que cuando uno decide con su pareja tener un hijo (porque hoy en día, en la mayoría de los casos es algo que, no surge, se decide) imagina que todo se desarrollará con normalidad, conforme a lo planeado, tal y como estamos acostumbrados.

Pero resulta, que en la búsqueda de un hijo no valen los calendarios ni los planes organizados, porque hablamos de crear vida, y la vida fluye, sin más. Es entonces cuando las parejas empiezan a ponerse nerviosas porque van comprobando mes a mes que sus planes se están descontrolando….y eso es solo el comienzo.

Es el comienzo de un camino de muchas desilusiones, de muchos miedos, de muchas ansiedades y mucha soledad.  Y eso, a pesar de ser un camino de búsqueda de un hijo… no es nada bonito.

Desilusiones porque la pareja pone toda su ilusión cada mes. Con cada ovulación se abre una nueva posibilidad y se pone toda la energía en que el proyecto salga adelante. La llegada de la menstruación acaba con esas ilusiones y mes a mes va acabando con la energía de la pareja.

Miedos porque tanto el hombre como la mujer ponen en juego su valía, diciéndose cosas como “si no puedo tener un hijo es que no soy suficiente mujer/hombre”. En algunos casos, también puede ponerse en juego el miedo a ser abandonado por el otro miembro de la pareja por no responder a sus expectativas.

Ansiedad, porque la pareja deja prácticamente de lado su vida para centrarse en su objetivo de ser padres.  Llega a convertirse en una obsesión.

Soledad porque la pareja tiende a aislarse. Se aísla porque le duele ver como otras parejas si consiguen lo que ellos tanto anhelan. También se aíslan porque los demás no alcanzan a comprender como se sienten. Es normal escuchar comentarios como “no te obsesiones, cuando dejes de pensar en ello lo conseguirás”, “mujer/hombre no tengas prisa, ya llegará”. Pero, ¿cómo se consigue no obsesionarse cuando uno lleva meses o años intentando cumplir un sueño y dándose mes a mes contra una pared sin conseguirlo?. Es prácticamente imposible. Por eso, las parejas tienden a no relacionarse para no tener que dar explicaciones de cómo se encuentran.

Lo cierto es que, para ochenta millones de parejas en el mundo (según la OMS), y entorno al 20% de las parejas españolas, la búsqueda de un hijo no es algo bonito. Es algo doloroso, en lo que la pareja va desgastando poco a poco su energía tanto a nivel personal como de pareja.

La búsqueda de un hijo se convierte en una crisis vital, que como todos los momentos de crisis puede hacernos más fuertes, siempre que se maneje bien. Me gusta decir que las crisis son buenas porque cuando uno toca fondo, sabe que ya solo puede ir hacia arriba. Es verdad que cuando uno está abajo piensa que no hay nada bueno en eso que está viviendo. Pero en mi experiencia personal puedo decir, con total seguridad, que si lo hay, siempre lo hay.

En esos momentos, es muy importante que exista una buena comunicación en la pareja y que ambos miembros puedan hablar de cómo se sienten, como les afecta lo que les está ocurriendo. Igualmente es muy sanador poder hablar con otras personas que estén viviendo o hayan vivido lo mismo, para poder normalizar la situación y poder hablar de sus emociones, sin tener que disfrazarlas para que puedan ser entendidas o aceptadas.

Y por supuesto es tremendamente beneficioso, e incluso necesario, el poder contar con ayuda externa profesional, que no esté afectada por la situación y que pueda estar plenamente disponible para prestar a la pareja o a uno de sus miembros, apoyo emocional, que pueda escuchar y aceptar incondicionalmente a cada uno de ellos, con sus emociones y sus necesidades, sin juicios, sin etiquetas, sin consejos, y los acompañe sin reservas en ese camino tan doloroso, para algunos, de la búsqueda de un hijo.

Sandra Pérez

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