Joseph Knobel Freud

01/01/2014

Entrevista a Joseph Knobel Freud, miembro de la junta directiva de la FEAP y uno de los fundadores de la Escuela de Clínica Psicoanalítica con Niños y Adolescentes de Barcelona; donde da clases y supervisiones de casos desde hace más de 20 años.

Tu nombre es Joseph Knobel Freud y eres sobrino nieto de Sigmund Freud. Lo primero que nos gustaría que comentaras a nuestros lectores es ¿cómo ha influido en tu vida y en tu profesión tu apellido?

Evidentemente un apellido así influye mucho.

En mi caso mis apellidos me han influenciado, ya que mi padre era un psiquiatra especializado en adolescentes muy conocido en Latinoamérica, su libro “La Adolescencia Normal”, aún se recomienda en muchas universidades.

Así que llevar dos apellidos de “peso” en las espaldas en un doble esfuerzo: te hace sentir más responsable, dejar bien el nombre de la familia, pero a la vez, el esfuerzo de ser tú mismo, que te reconozcan por lo que haces tu en tu trabajo y no por los apellidos que llevas.

Eres psicoanalista y ¿nos gustaría conocer tu opinión sobres los otros enfoques de la psicoterapia?

Todos los psicoterapeutas tenemos algo en común. Es evidente que de un modo u otro en algún momento nos hemos sentido atraídos por conocer y entender el funcionamiento del psiquismo humano.

De alguna manera cualquier modalidad de psicoterapia se encarga de aliviar el sufrimiento humano, de intervenir cuando las cosas no están funcionando bien.

Como psicoanalista respeto muchísimo todos los enfoques de la psicoterapia, además pienso que un buen psicoterapeuta debería conocerlos todos, porque entre nosotros deberíamos colaborar más.

Hay más cosas que nos unen que aquellas que nos separan. Es preocupante encontrar que a veces perdamos tiempo y esfuerzos en enfrentamientos sobre lo que podríamos llamar “el narcisismo de las pequeñas diferencias” y no nos ocupemos más de aunar esfuerzos para que todas las modalidades de psicoterapia sean más conocidas y reconocidas en nuestra sociedad.

¿Qué opinas de la situación actual de la psicoterapia en España?

La situación de la psicoterapia en España me preocupa mucho.

Creo que no somos ni conocidos ni reconocidos por la población en general, y todavía se mantiene el miedo a consultar con un psicoterapeuta, como si fuera el territorio de “los locos”, y no un lugar al que cualquiera puede acudir en un momento determinado de su vida.

Por supuesto creo que esta falta de conocimiento y reconocimiento comienza desde las instituciones públicas: en España la psicoterapia todavía no está reconocida dentro del Sistema Nacional de Salud como profesión sanitaria y esto me parece un verdadero retraso para nuestra profesión y para la población de nuestro país.

Sabemos que estas en la Junta Directiva de la FEAP, y que tienes el cargo de representante de FEAP en Instituciones Internacionales: ¿En qué consiste tu labor en Europa?

Recién comienzo, pero puedo adelantar lo que creo que puedo hacer:

En principio seguir creando fuertes lazos entre FEAP y las distintas Federaciones de Psicoterapeutas de Europa.

Esta unión puede llevarnos a presionar lo suficiente para generar el reconocimiento de la psicoterapia desde las instituciones europeas; lo que facilitaría que las instituciones nacionales también lo hagan.

¿Cómo está la regulación de la psicoterapia en los distintos países de Europa?

De los 27 países miembros de la Comunidad europea; solo diez cuentan con algún tipo de regulación sobre la práctica. Alemania, Italia, Suecia y Países Bajos la tienen restringida a psicólogos y médicos.

En países como Austria, Finlandia y Rumania han creado un marco legal que reconoce la psicoterapia como un profesión independiente. Sigue trabajándose en facilitar a los psicoterapeutas la posibilidad de emigrar o trabajar de forma temporal en otros países de la Unión Europea.

Se trata de utilizar el Certificado Europeo de Psicoterapeuta para poder trabajar como tal en cualquier país de la UE; pero creo que todavía faltan muchos criterios por consensuar.

El tema de la titulación académica para acceder a los programas de formación en psicoterapia es un tema que sigue abierto.

En FEAP los requisitos que pedimos son lo de ser médicos o psicólogos o tener una larga trayectoria profesional en el campo de la salud mental

¿Crees que la FEAP está suficientemente conocida por los estudiantes de psicología?

Lamentablemente no. Y aquí creo que es un deber que la FEAP debe tomarse muy en serio; hacer mayor difusión de que es y para que sirve ser miembro de una Asociación que sea miembro de FEAP.

Aquí también hay un tema evidentemente político y económico: a partir de Bolonia ya se sabe que con el grado de psicología no puedes hacer nada, tienes que hacer un curso de postgrado; las universidades comienzan a ofrecer esos cursos (recién ahora y sin cumplir con requisitos básicos en el campo de la psicoterapia); cursos que compiten con los que llevamos realizando las asociaciones miembros de FEAP desde hace muchos años; y con un estricto y riguroso control de calidad.

Y cuando me refiero a requisitos indispensables además de ser estrictos con los programas de formación, desde FEAP está muy consensuada la idea de tener que realizar un trabajo terapéutico personal como parte de esa formación. Esta idea no es conocida por los estudiantes y, para colmo, no está ni siquiera recomendada desde los Colegios Profesionales.

Gran parte de tu trabajo terapéutico lo haces con niños,¿Qué les dirías a los padres como esencial para el buen desarrollo de sus hijos?

Hay varios temas que podríamos tratar aquí, porque son los que nos encontramos con mayor frecuencia.

El primero y fundamental. Parece obvio pero hay que recordarlo: hay que querer a los hijos, desearlos, tener ganas de estar con ellos.

Muchas cosas se basan en la estima. La estima empieza por ser querido por los papás. Y para fortalecerla una de las cosas que podemos hacer es ocuparnos más de nuestros hijos. Hace poco me entrevistaron en una radio sobre cual puede ser el mejor regalo para los hijos estas fiestas y respondí; Tiempo!! Regálele más tiempo a sus hijos.

Otro tema importante: no querer ganarse el afecto de los hijos con una forma de pensar que lamentablemente está muy de moda: estamos convirtiéndonos en la sociedad de la indiferencia generacional. Estos padres que te dicen «es que a mí me gustaría ser amigo de mis hijos». Mire, no. Usted es padre (o madre) de los niños, y ellos ya tendrán amigos a lo largo de toda su vida. Esto que parece una tontería… no lo es. A los padres hay que obedecerles y esa división generacional está para algo.

Los padres deberían poder poner más límites: Hay que poner límites a la voracidad infantil. Y hay que empezar desde que se le da el pecho al niño. Llega un momento en el que hay que pasar a la papilla, porque es bueno en el desarrollo de todo niño la introducción de nuevas comidas que no tengan que ver con la leche materna. A mí me ha pasado en la consulta tener que tratar a un niño de cinco años totalmente inquieto que tomaba pecho de pie. Como el nervioso que se fuma un cigarrillo. ¿Quien es responsable de la inquietud de ese niño? «Es que no sé cómo destetarlo», decía la madre. Señora, diga ¡se acabó! Lo mismo pasa con el chupete. Tírelo. El niño llorará tres días, en los que usted se tendrá que armar de paciencia, de aguante. Cante todo el cancionero popular español, extranjero y del más allá, cuéntele cuentos, juegue con él, pero dígale chupetes no, pecho no… Ponga límites. Poner límites es importante para el desarrollo y evolución del ser humano, para la contención del psiquismo.

Hay padres que no se atreven a poner esos límites tan necesarios porque temen a que sus hijos se enfrenten a ellos: últimamente nos encontramos con niños que retan a sus padres: los niños que son queridos y respetados en su función de niños no tienen por qué retar al padre, a no ser en una época muy determinada de la vida en la que el desarrollo psicológico sano de todo niño pasa por el hecho de enfrentarse al padre para buscar su propia independencia. Pero ahí donde hay un niño dispuesto a enfrentarse al padre tiene que haber un padre dispuesto a decirle «no, por aquí no paso». Lo que nos estamos encontrando es que hay padres muy débiles, que se autorizan poco a ser padres.

Hay muchas más cosas que se me ocurren para decirle a los padres, pero creo que éstas engloban lo más importante. En realidad son problemáticas escuchadas en mi consulta o a través de supervisiones.

Por eso acabo de sacar el libro “El reto de ser padres”.

Muchos colegas aún se preguntan que hace un psicoanalista dando consejos para padres; pero lo considero muy importante y necesario.

Sabemos que eres crítico con la medicación innecesaria sobre todo en los niños, ¿puedes darnos tu opinión al respecto?

Este es otro tema que me ocupa y me preocupa mucho.

En realidad yo creo que se está medicalizando la vida y la infancia es un ejemplo más; a mi me ha pasado de atender a una mujer que se acababa de quedar viuda; pedía que la derivara a psiquiatría para que le recomienden un antidepresivo: no señora: lo que le toca es estar triste: llore!! Yo estoy aquí para que pueda llorar…

Estamos bajo los efectos de la sociedad de la inmediatez, no toleramos el sufrimiento, queremos remedios urgentes, gratificaciones de emergencia.

Se está medilcalizando la infancia. Para mí dar un medicamento es taponar un problema. No ir al fondo, a las raíces, a intentar averiguar que ocasionó ese problema.

Con el famoso TDAH está pasando eso: se está medicando a niños que se mueven, al metilfenidato en cualquiera de sus variantes comerciales la llaman “la pastilla de portarse bien”.

Lo preocupante es la ideología que subyace cuando se ofrece un medicamento a un niño: un agente químico externo a ti te ayudará a conseguir unas metas que por ti mismo no consigues…Ojo: esto después en la adolescencia se transforma en : “tomo esto para bailar toda la noche…”

Con el déficit de atención tendríamos que preguntarnos¿qué está fallando?, ¿qué está pasando con la educación actualmente que hace que los niños no presten atención? Porque la atención es un don que se presta. Pues juguemos con la palabra atención. Si tu das atención, es porque ese alguien te merece respeto. En la infancia, ese respecto viene dado por la familia. ¿Que está pasando en una sociedad en la que el papá va al colegio a amenazar al profesor de quinto porque le ha puesto un cuatro a su hijo? ¿Cómo queda de desprestigiado ese maestro a los ojos de ese niño? Con ese padre beligerante que llamó inepto al profesor… ¿le podemos pedir al niño que esté atento en clase? Los niños que van a escuelas respetadas por sus padres tienen menos problemas para prestar atención. También hay una relación directa entre eso y lo que pasa en casa con la obediencia. Si el niño ve que hay un papá y una mamá que se respetan, que se quieren, que se apoyan mutuamente, entonces el niño obedecerá y aceptará los límites.

Háblanos de tu trabajo clínico

Trabajo con todo tipo de población, pero me fascina el trabajo con niños y adolescentes. Lo que lleva a que muchas veces tienes que trabajar con toda la familia.

Un niño enfermo psicológicamente hablando es un niño que no juega, entre otras cosas. El trabajo del psicoterapeuta es encontrar el por qué, y encontrar las pistas para deshacer los nudos que han quedado mal hechos. Es decir, la meta en psicoterapia es que el niño juegue, porque el juego es por sí solo es terapéutico. El problema lo tienen los niños que no pueden jugar por algún conflicto… El juego le permitirá elaborar positivamente cosas que vive pasivamente. Al jugar, lo puede actualizar, elaborar, tramitar, digerir y metabolizar… es una forma privilegiada del mundo infantil de incorporar las cosas que se van viviendo.

Quiero dejar constancia de que adhiero plenamente a la idea de que el psicoanálisis cura, resuelve conflictos y síntomas, reduce angustias y sufrimientos.En muchas situaciones que atraviesan los niños les ayuda a posicionarse de otra manera frente a lo que les está pasando.

Todo tratamiento es un proceso, que implica un proyecto y una espera: el verbo esperar tiene una raíz común con la palabra esperanza; en otras palabras la posibilidad de creer en el futuro, confiar en los demás y lograr un espacio para sí mismo.

Estas palabras son las mismas que dije en el I Congreso Internacional para la formación humanista, realizado en México este año 2013; el psicoanalista es quien ayuda a sus pacientes a tener una relación más sana consigo mismo y con los demás : ¿acaso no es ésta una idea muy Humanista?

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