Imagina. Cree en ti.

03/05/2016

José ZuritaImagina. Cree en ti. La gran transaccionalista Mary Goulding, una de mis maestras de psicoterapia, me dijo una vez: “No podrás conseguir algo que no hayas imaginado antes”. Ya antes tenía por costumbre dar alas a mi imaginación, visualizar y darle forma a mis sueños, con el objetivo de lograr que se hicieran realidad. Después de varios fracasos y algunos éxitos estoy convencido de que ese paso previo a lanzarte a por un objetivo es fundamental, y no funcionará si no se ha imaginado con todo lujo de detalles.

El análisis adulto de esa visualización permitirá una buena planificación de los pasos que habrá que dar para conseguir el éxito. Si esa elaboración la hiciera el Niño ilusionado en vez del Adulto, podríamos dar algún traspiés en el proceso posterior y no llegar a alcanzar nuestra meta.

En periodo de elecciones, vamos a votar con la idea de que nuestro voto es importante. Somos muchos y efectivamente un voto podría resultar insignificante entre todos, pero actuamos para que el resultado final sea nuestro. Nos hacemos partícipes de algo grande.

Yo quiero proponerte que seas parte de algo grande. El mundo necesita tanto cambio… Y una cosa es segura: no cambiará solo. ¿Quieres cambiar el mundo? Imagina qué cambios serian los que tú harías. ¡Ahora cambia tú! y deja que tu transformación contagie a quienes estén cerca, aquellos con los que mantienes una relación se tendrán que adaptar a tu cambio para conservar la relación.  Esa adaptación supondrá un cambio a su vez. Como las ondas en el agua al caer una piedra, tu cambio se expandirá en tu entorno y dará resultados lejos, a veces casi inapreciables, pero igualmente efectivos. Como tu voto en unas elecciones. Sin él no habría democracia. Si nadie votase no funcionaría el sistema de votación democrática y, aunque no sea demasiado bueno este sistema, es el menos malo que se me ocurre de momento.

¡Cree en ti! A la gran mayoría de españoles de mi generación y muchas anteriores y posteriores nos educaron para conseguir una vida gris de supervivencia. Estudiar, crecer, trabajar, casarse, tener hijos, jubilarse y adiós. Podías tener sueños pero dentro de un orden, sin pasarte.

¿Te suena eso de: “el burro delante para que no se espante”? Era el intento perseverante de los padres de que tú siempre fueras detrás de los demás. Si hablabas bien de ti, entonces “no tenias abuela”, que era algo así como “Ni se te ocurra decir nada bueno sobre ti, está mal visto”. Si mirabas por tus intereses y necesidades eras egoísta. “Primero va el otro”, es decir, sus necesidades, y si no actúas así, serás un egoísta. No estaba en ese pack educativo la autoconfianza, la autovaloración, el creer en uno mismo, el confiar en el otro y en el mundo…

Te animo a rebelarte contra ese legado “educativo”, si eso fue lo que te inculcaron. ¡Cree en ti! ¡Confía en ti, en las personas con las que te relaciones y confía en el mundo! Haz de la confianza una forma de estar en la vida. Seguro que te permite tener una vida mejor, mucho más rica, más tranquila y más fluida.

Hace ya treinta y cuatro años que soy médico, y desde hace treinta soy psicoterapeuta. De aquellas experiencias con los primeros pacientes que atendí cuando empezaba recuerdo haber contactado con algo que cambió mi forma de relacionarme. Descubrí un núcleo sano y puro en cada persona. Esa esencia de lo que somos, que todavía queda sin pervertir por los golpes de la vida. Ese descubrimiento que hice entonces, y que he ido corroborando a lo largo de los años, me permitió amar a cada paciente, conectándome con ese núcleo tan limpio y maravilloso. Desde ese reducto mi paciente, con mi ayuda, podría cambiar y hacerse cargo de su salud y de su vida. Yo le acompañaría. Le ayudaría desde una Relación Terapéutica sólida, potente, segura y amorosa, pero sólo él o ella haría posible ese cambio.

Una de las muchas premisas de partida que manejamos en psicoterapia y que a veces olvidamos que necesitan ser explicadas o recordadas a las personas en general, es: “yo no puedo cambiar al otro”. Hemos vivido mucho tiempo creyendo lo contrario, es más, muchos pacientes llegan a psicoterapia pensando que les vamos a cambiar. Yo les digo que no puedo cambiarle, que no tengo poderes mágicos y que solamente puede cambiar uno mismo. La clave del cambio está en nuestro interior. Eso sí, para cambiar, muchas veces necesitamos ayuda externa que nos proteja, que nos ayude a ver la vida desde otra perspectiva, que nos acompañe advirtiéndonos de peligros que desconocemos o que nos enseñe a descubrir ciertas potencialidades que teníamos ocultas y a manejar recursos que desconocíamos. Por esto te animo a cambiar tú para que cambie el mundo.

Una idea tuya puede cambiar el mundo. ¿Por qué no? La historia de la humanidad está llena ejemplos de que una idea, aunque fuera muy simple, generó un cambio tremendamente importante. Seguro que has oído hablar del efecto mariposa. Un cambio en tu entorno, a lo mejor pequeño, en unos años se puede transformar en monumental.

Imagina. Cree en ti. Confía. Expresa y comparte tus ideas. ¿Qué es lo que piensas que no funciona del mundo? ¿Cómo te gustaría que fuera? ¿Qué cambios crees que necesita? Reduce la escala y genera esos cambios en tu pequeño entorno o en ti mismo. Cambia tú y el mundo cambiará.

 

José Zurita

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