Descubriendo el Niño Libre. El Niño Libre en Psicoterapia Humanista Integrativa.

03/01/2013

RESUMEN

¿Qué es el Niño Libre? ¿De qué forma puede estar presente en la Psicoterapia Humanista Integrativa? ¿Qué beneficios y aportaciones tiene su presencia para el paciente, para el terapeuta y para la relación? Estos y otros interrogantes son los que he intentado responder en este trabajo partiendo de las aportaciones de diferentes autores y de mi propia experiencia. El presente artículo se trata de un trabajo reflexivo a través del cual me aventuro a posicionarme teóricamente ante el debate existente, realizando aportaciones sobre la base de mi formación durante este Máster, mi vivencia como paciente y mi experiencia como profesional. Finalmente, cierro el trabajo con una serie de reflexiones finales acompañadas de nuevos interrogantes de cara a futuras disertaciones.

¿Existe el Niño Libre?

Quizá ésta parezca una pregunta un tanto obvia y provoque extrañeza leerla dentro del contexto de la psicoterapia humanista. Sin embargo, no resulta tan incoherente si tenemos en cuenta el debate que, desde que Berne planteara el concepto de estado del yo, existe acerca del mismo. Así, encontramos distintos modelos de estado del yo, en función de los cuales el Niño tiene uno u otro significado. Tras conocerlos y leerlos con una intensidad tal que me he sentido parte de ellos, he llegado a la conclusión de que es muy importante definir desde qué planteamientos vamos a hablar del Niño Libre (en adelante NL) en el presente documento. Antes de entrar a considerar el debate, estimo muy relevante tener presente cuál es la meta del Análisis Transaccional (en adelante AT), de manera que ésta se constituya como norte del mismo, aportando sentido y significado a cualquiera de las aportaciones que se puedan realizar bajo su paraguas.

Según la teoría del AT, la meta del proceso terapéutico y de todo proceso de crecimiento es el logro de la autonomía en el ser humano. Este concepto, según Berne (1964), está conformado por tres elementos: la consciencia, la espontaneidad y la intimidad, añadiendo Moisso, un cuarto: la ética. Siguiendo a Jesús Cuadra durante su docencia, las podemos definir del siguiente modo: la consciencia hace referencia a la capacidad de distinguir la realidad de la fantasía interna proyectada sobre lo que me sucede; la espontaneidad, por su parte, alude a la capacidad de expresar los propios pensamientos, sentimientos y necesidades, actuando en consecuencia, viviendo para sí; y la intimidad es la capacidad de abrirse al otro, estar próximo, cercano y ser auténtico con el otro con reciprocidad. Respecto a la ética, se trata de la capacidad de elegir actuar en cada contexto respetando los propios valores asumidos. Se podría decir que el logro de la autonomía sería la consecuencia de la salida del guión. Partiendo de esta premisa, es momento ya de adentrarnos en conocer si tiene sentido hablar del papel del NL dentro del contexto terapéutico humanista.

Berne (1964) definió el concepto de estado del yo como un “sistema de sentimientos acompañado de un conjunto de patrones conductuales relacionados con él” (p.29). A partir de aquí, y de su distinción de tres estados (Padre, Adulto y Niño), se han ido conformando y depurando tres modelos explicativos sobre los estados del yo, hasta llegar al momento actual. Dos de estos modelos son de carácter estructural y uno de carácter funcional. El debate surgido en torno a este tema se centra en la conveniencia y rigurosidad de los modelos estructurales definidos, así como en su vinculación o no con el Modelo Funcional (dentro del cual se define el asunto que nos ocupa, el NL). Oller Vallejo ha realizado varias publicaciones (2000; 2002; y 2005), ofreciendo una panorámica muy completa del estado de la cuestión, la cual he tomado como referencia.

El Análisis Estructural de los estados del yo alude a un modelo para comprender la estructura y dinámica de la personalidad. Dentro de éste, se han concretado dos modelos: el Modelo de los Tres Estados del Yo y el Modelo del Adulto Integrado. Siguiendo a Oller Vallejo (2000), el Modelo de los Tres Estados del Yo (identificado por Novey et al. 1993), señala que los estados Padre, Adulto y Niño pueden ser positivos o negativos en nuestra vida. Son negativos cuando repetimos experiencias del pasado (aunque en aquel momento fueron lo mejor que supimos hacer para sobrevivir). No obstante, cualquiera de ellos puede ser apropiado para la realidad presente y cambiar positivamente a lo largo de la vida. Este modelo es el seguido, entre otros, por los Goulding (1979) o por los Schiff (1975).

Por su parte, el Modelo del Adulto Integrado señala que el Padre y el Niño son exclusivamente generados a efectos de defendernos para sobrevivir (mediante introyecciones de las figuras parentales y fijaciones en vivencias de la niñez). “En cambio, el Adulto es el único estado del yo que se considera formado por la integración de los aspectos psíquicos positivos que están en contacto apropiado con la realidad presente” (Oller Vallejo, 2000. p.2. Documento en línea). Un seguidor de este modelo es Jesús Cuadra, quién defiende que “en un yo sano, el estado del yo Adulto funciona de un modo plenamente neopsíquico; dirige y ha integrado y (asimilado) los contenidos y las experiencias arqueo y exteropsíquicos” (Cuadra, 2002, publicación en línea).

Además de los modelos derivados del análisis estructural, encontramos un Modelo Funcional de los estados del yo. Mientras el primero se centra en el “qué”, éste está enfocado en el “cómo”, es decir, en las funciones (sobre todo, conductas). “Se trata de funciones en el sentido de que describe “para qué sirven” las diferentes manifestaciones de nuestra personalidad” (Oller Vallejo, 2000, p.2. Documento en línea). La controversia que existe entre tales modelos radica, por un lado, en el desacuerdo sobre la función del estado del yo Adulto, ya que “quienes proponen el modelo del Adulto integrador sostienen que el Adulto es el único estado del yo que está en contacto con la realidad actual” (Oller Vallejo, 2002, p.1. Documento en línea).

Por otra parte, el debate también se centra en otro aspecto de gran interés de cara al tema que nos ocupa y que alude a la relación entre el análisis estructural y el análisis funcional de los estados del yo. El Modelo Funcional realmente deriva del modelo clásico de los Tres Estados del Yo, mientras que el Modelo de Adulto Integrado no describe ningún enfoque funcional. Por tanto, y de una manera un tanto drástica, se podría decir que desde el Modelo de Adulto Integrado no se podría contemplar el NL. De ahí que resulte importante aclarar, de antemano, desde qué prisma vamos a abordar el asunto planteado en este trabajo. Así, he contemplado la posibilidad de crear un modelo que incluya todos los anteriores. Como punto de partida, estimo muy ilustradora la propuesta de Oller Vallejo (2000) de buscar correspondencia entre tales modelos, proponiendo el siguiente esquema:

A pesar de tratarse de una propuesta de integración, a mi juicio, el autor se decanta hacia el Modelo de los Tres Estados del Yo, de forma que no relaciona el Modelo Funcional dentro del Modelo de Adulto Integrado. Es más, señala que “el principal problema está en que en el modelo del Adulto integrado muchas de las formas funcionales del modelo funcional pueden ser interpretadas como negativas, lo cual, lógicamente, contribuye al rechazo de la utilidad de este modelo, si se le ve de esta manera” (Oller Vallejo, 2000, p.4. Documento en línea). Pone como ejemplo la situación en la que, como terapeutas, intervenimos con nuestro Padre Nutritivo. Desde el modelo del Adulto Integrado, intervenir con el Padre Nutritivo no es positivo ya que, en tanto que Padre, implica la existencia de introyecciones defensivas de supervivencia. Sin embargo, aquí me planteo hasta qué punto no se pueden considerar las manifestaciones positivas de cada uno de los estados funcionales contemplados como componentes de este Adulto Integrado que decide con plena consciencia bajo qué forma actuar.

En este punto, retomo el concepto de autonomía de Berne como base para integrar los diferentes modelos y determinar el significado de NL desde el cual quiero hablar. Siguiendo con el ejemplo de Oller Vallejo, en la medida que el terapeuta decida de una manera consciente, espontánea, íntima y ética intervenir desde el Padre Nutritivo, parece posible considerar que se trata de una decisión del Adulto de poner la energía en la forma más funcional de este estado. Oller Vallejo, más adelante, presenta otra propuesta de integración aunque únicamente centrada en los dos modelos estructurales. Señala que “la tarea integradora del Adulto puede ser fácilmente reformulada y descrita en el modelo de los tres estados del yo, en el modelo que llamo “la personalidad integradora” (Oller Vallejo, Diciembre de 2005, Publicación en línea). En cualquier caso, sí es posible encontrar una correspondencia entre ambos modelos. El Adulto Integrado no viene sino a reunir bajo una “personalidad integradora” los aspectos y positivos y funcionales del Padre, Adulto y Niño. De esta forma, las dimensiones más adaptativas de los estados funcionales del yo también tienen cabida en este modelo. Teniendo en cuenta todo esto, mi propuesta de integración, tomando como referencia el planteamiento esquemático de Oller Vallejo, sería la siguiente:

Como terapeuta, considero que el objetivo de todo proceso de crecimiento personal en relación con los estados del yo, habría de consistir en acompañar al cliente a conectar con la parte más adaptativa de su Padre, Adulto y Niño, para poder llegar a la autonomía. Centrándonos en el Modelo Funcional, se trata de potenciar la consciencia, espontaneidad, intimidad y ética que permitan elegir a la “personalidad integradora” (llámese Adulto) desde qué estado actuar en el aquí y ahora. Por tanto, actuar desde el NL positivo sería consecuencia de tal decisión con todos los beneficios que conlleva. Sin embargo, esto no significa que no tenga en cuenta la dimensión negativa del NL. Mi intención es dejar constancia de que, si bien también forma parte de este estado funcional del yo, alude a su vertiente menos autónoma y adaptativa. Por tanto, en el contexto terapéutico la intervención ha de cuidar que la energetización del NL siempre esté dirigida hacia la vertiente positiva de este estado del yo, para que el proceso sea verdaderamente sanador. Partiendo de esta panorámica, en la hemos conseguido encuadrar a este “pequeño” Niño Libre, convendría perfilar una definición del mismo que sea coherente con la misma.

Definición de Niño Libre

Berne (1964, p.33) definió el Niño Natural como una forma de manifestarse el estado Niño y añade “es una expresión espontánea: por ejemplo, evidencia la rebelión o la creatividad”. Conviene destacar aquí, que Berne ya habla espontaneidad para referirse a esta manera de manifestarse del estado Niño. En esta misma obra, Berne también habla de la espontaneidad como un elemento de la autonomía. Si bien no relacionaba a priori ambos conceptos (autonomía y NL), su uso del término nos permite seguir apoyando la teoria del NL como un conducta del estado del yo Niño que pude ser adaptativa y, por tanto, funcional aquí y ahora.

En este punto, me resultaron especialmente ilustrativas las aportaciones que Jesús Cuadra hizo durante su docencia en el Máster, señalando que se trata de un estado del yo que se manifiesta con formas de conducta como la espontaneidad o la satisfacción de los propios sentidos. A este aspecto, añadiría “bajo la decisión consciente del Adulto de actuar desde el mismo” como premisa para lograr la dimensión deseable de ese NL. En definitiva, mi propuesta de definición del NL, establecida también como propósito terapéutico, es la siguiente:

Todo lo señalado hasta ahora sobre el NL nos ha mostrado una antesala donde queda manifiesta la relevancia que puede tener trabajar con y desde este estado en el proceso terapéutico. Y es que resulta de gran relevancia aquí dejar constancia de que no sólo es importante acompañar al cliente a actuar desde su NL positivo de una manera autónoma sino también intervenir como terapeutas desde el mismo. Por este motivo, me gustaría presentar mi vivencia tanto como paciente como terapeuta en relación con este aspecto, con el propósito de dejar constancia de la potencia y beneficios que he descubierto al “encontrar” al Niño.

Beneficios de “descubrir” el Niño Libre

Mi encuentro con el NL ha sido relativamente reciente. A pesar de mis años en terapia como paciente, y de haber tomado conciencia de su existencia desde el principio de mi proceso, no ha sido hasta mi vivencia de un acontecimiento impactante y traumático cuando me he dado el verdadero permiso para concebir también la vida desde el disfrute, la creatividad, el juego… De alguna manera, este hecho me inició en un ejercicio de redecisión donde el NL está muchísimo más presente. Pero no quiero adelantarme, ya que mi propósito es utilizar mi experiencia como paciente (y también como terapeuta) para hacer un recorrido por todos aquellos aspectos de la Psicoterapia Humanista Integrativa donde el NL está presente y puede resultar muy beneficioso para el proceso de crecimiento del ser humano.

Mi descubrimiento de la existencia del NL tuvo lugar hace unos cuatro años, en una sesión, cuando la nueva terapeuta con la que había comenzado, de repente, me presenta un modelo sobre el ser humano que me deja fascinada… Sin embargo, mi conexión con él era puramente cognitiva al principio. El motivo por el que esto sucedía se debe a mi tipo adaptación de personalidad base. Mi adaptación de personalidad obsesiva –o pensadora, si la defino desde el Modelo de Proceso- tiene como estado del yo más presente el Padre Crítico, y un guión de vida con una fuerte presencia del impulsor “sé perfecto” y los mandatos “no disfrutes”, “no seas niño”, “no sientas”, entre otros. Observando esta panorámica, es fácil caer en la cuenta de que llegar a conectar con el NL supone una salida de ese guión, con una redefinición de tales mandatos. Para ello, ha sido fundamental en mí realizar un trabajo con mi estado Niño que, en este caso, han estado dirigidos fundamentalmente a la integración de permisos centrados sobre todo en el disfrute o en la posibilidad de equivocarme. Esto sucede así porque, como bien sabemos, cada estructura de personalidad tiene una puerta de entrada diferente y un tipo de guión de vida. Sin embargo, en todas ellas, conectar con el estado del yo Niño más genuino y auténtico (el NL), tiene sus beneficios y su momento. El estilo de personalidad donde son más evidentes los beneficios de conectar con el NL del paciente para poder desarrollar un buen trabajo terapéutico, es la pasivo-agresiva. Este tipo de personas se caracterizan por su creatividad, por ser juguetones, espontáneos, originales y divertidos. Por este motivo, invitarles a conectar con tales rasgos permite fortalecer el vínculo y sintonizar con ellos. Desde mi experiencia, observo la potencia de esta estrategia en que, no sólo permite crear complicidad, sino también salir de los juegos que suelen generar personas con esta estructura de personalidad, de una manera muy positiva para el paciente y para el terapeuta.

En el resto de estructuras, con cualquier tipo de persona, también resulta muy beneficioso conectar y ver el Niño del paciente. Quizá el momento de realizarlo varíe en un caso u otro, y los beneficios también sean diferentes. Así, por ejemplo, respecto a la última estructura de personalidad neurótica -la histérica-, este tipo de trabajo permitiría salir de la posición de víctima y del impulsor “complace”, conectando de esta forma con la autenticidad.

En el caso de las estructuras límite, quizá sea necesario variar el procedimiento. Desde mi punto de vista, el beneficio de conectar con este estado del yo en tales casos recae fundamentalmente sobre el proceso de terapia y sobre el terapeuta. Las características de estos tipos de estructuras pueden llegar a generar una contratransferencia de rabia o incluso miedo. En la medida que seamos capaces de “ver” y conectar con el Niño de estas personas (que además está especialmente presente y suele ser “muy pequeño”) es posible descubrir su parte vulnerable y atenderla de la manera que necesiten. En primer lugar, la estructura borderline necesita una gran presencia de un Padre Nutritivo en el terapeuta. Sin embargo, considero que desde aquí sí que puede permitir al paciente que conecte con su NL, especialmente en la etapa en la que ya está neurotizado. En el caso de la estructura narcisista, propongo sintonizar con el NL en el inicio del planteamiento terapéutico como una forma de desarrollar sus talentos. Preguntaría qué le entusiasma hacer, acariciando aquellos aspectos que estimara que realmente son positivos. De este modo, se crearía un buen vínculo. Más adelante, en la fase de trabajo emocional, partiendo de que el paciente está más neurotizado, conectaría con su NL, sobre todo en el proceso de redecisión. Por último, con la estructura antisocial, a pesar de que aquí la clave del proceso terapéutico sea la constancia y la existencia de límites, estimo que el terapeuta puede acompañar su intervención desde un Padre Crítico Positivo acompañado de un NL. El profesional puede canalizar la necesidad de acción y estímulo hacia algo creativo y constructivo, con sesiones divertidas y estimulantes para él. En otras ocasiones, el trabajo con el NL pasará por poner los límites necesarios que le permita conectar con su vertiente más adaptativa y funcional.

Finalmente, con las estructuras psicóticas, aunque de una manera controlada y cuidada, la conexión con el estado Niño, también puede ser muy beneficiosa, de cara a fortalecer el vínculo y rebajar su miedo.

En definitiva, conectar con el NL genera muchos beneficios para paciente. No obstante, también contiene grandes aportaciones para el terapeuta. En este punto, y volviendo a considerar mi experiencia personal, me gustaría señalar qué contribuciones ha tenido para mí hacer profesional interactuar poniendo una energía consciente en este estado del yo:

  • Supone una reducción de mi nivel de autoexigencia.
  • Conecto con el disfrute en relación con mi “ser terapeuta”.
  • Soy capaz de realizar trabajos que transcienden el nivel cognitivo.
  • Genero un vínculo más sólido con los pacientes.
  • Conecto con mi creatividad e imaginación durante el proceso terapéutico.
  • Favorece mi fluidez y sintonía con el paciente.
  • Conecto a un nivel más profundo con las necesidades del paciente.
  • Genero otro nivel de comunicación con el paciente.
  • Favorece mi espontaneidad y autenticidad.
  • Me permite estar en mayor contacto con mi intuición.

Por tanto, me aventuro a decir que considero fundamental que cualquier terapeuta haya realizado un trabajo personal a través del cual haya conectado de una manera consciente con su NL. Tanto así que lo estimo imprescindible para realizar una buena intervención.

Por otra parte, también he tenido la oportunidad de observar las aportaciones que realiza una interacción desde este estado en un contexto de trabajo grupal, fundamentalmente entre terapeutas (por ejemplo de supervisión o de intercambio de ideas). De alguna manera, guardan bastante semejanza con las anteriormente señaladas, pudiendo destacar las siguientes:

  • Favorece la comunicación.
  • Permite un intercambio a otros niveles más allá del puramente cognitivo.
  • Genera complicidad.
  • Favorece la creatividad y la imaginación.
  • No existe censura en la fluidez de ideas pudiendo llegar a hacer descubrimientos.
  • Es posible llegar a un planteamiento “original” (diferente, único…).
  • Propicia un clima agradable de trabajo.
  • Es posible llegar a una nueva perspectiva y visión de la cuestión tratada.

Por último, y de manera fundamental, me gustaría abordar los beneficios o aportaciones que el uso del NL tiene en el proceso y relación terapéutica, identificadas a partir de mi práctica profesional:

  • Favorece la creación de un buen vínculo.
  • Propicia un clima agradable.
  • Ayuda a desdramatizar y atender desde otro nivel los problemas.
  • Permite conectar con ciertos aspectos del paciente a los cuales no se puede acceder desde otro estado, dado que aquí puede rebajar su nivel de defensas.
  • Puede propiciar ciertos insight que a un nivel más Adulto no serían posibles.
  • Ayuda a salirse de una relación basada en el complace.
  • Permite salir de los juegos psicológicos.
  • Propicia un mayor nivel de consciencia encaminado hacia la conformación del Adulto Integrado dentro del cual se insertará.

Con todo lo apuntado, espero haber cumplido mi propósito de justificar y resaltar la relevancia que tiene el NL en terapia para, a partir de aquí, establecer unas condiciones propicias que permitan ofrecer una panorámica acerca las formas y significado de este estado del yo en los distintos planteamientos y contenidos que conforman la Psicoterapia Humanista Integrativa.

El Niño Libre en Psicoterapia Humanista Integrativa

La Psicoterapia Humanista Integrativa se nutre de las ideas de distintos enfoques, buscando la complementariedad entre los mismos a partir de sus puntos de concordancia. Desde esta premisa, se puede intuir que, a pesar de que el NL es un concepto definido desde el AT, está presente de una forma u otra en las cuestiones, técnicas o estrategias abordadas por otros planteamientos, como la Gestalt o el Trabajo Emocional. El propósito aquí es realizar una propuesta de relación entre los distintos contenidos de la Psicoterapia Humanista Integrativa, ofreciendo una perspectiva holística del proceso terapéutico en la que el NL esté presente.

Para empezar, observo muy interesante encontrar algún punto de conexión con la teoría psicoanalítica. Tras un ejercicio de reflexión, he llegado a la conclusión de que el NL podría encajarse en el concepto de sublimación de la pulsión, en la medida que se hace uso de la creatividad y se la dota de utilidad. No se debe confundir impulsividad y espontaneidad. En el concepto de NL que estamos manejando, la impulsividad tiene que ver más con su vertiente negativa (vinculada al guión). Por tanto, toda estrategia que implique un uso de la consciencia y la creatividad para atender la pulsión va a hacer referencia al NL positivo dentro del Adulto Integrado. Partiendo de esta consideración, vuelve a cobrar sentido la energetización del NL positivo como objetivo terapéutico.

Como ya hemos comentado, el NL es un concepto creado y definido por el Análisis Transaccional. Desde este enfoque, se pueden considerar muchos elementos y aspectos del proceso terapéutico donde es posible y significativo contar con el protagonismo del este estado del yo en el paciente y/o en el terapeuta. Uno de los trabajos más significativos de potenciación del NL en el paciente, tiene que ver con aquellos casos donde el paciente tiene un guión de vida con una gran presencia de los mandatos “no disfrutes”, “no seas niño” o “no sientas”. Si bien es cierto, tal y como hemos visto, que conectar con el NL es siempre positivo, en todos los casos y con todas las estructuras de personalidad, parece que en tales circunstancias se convierte en un objetivo de intervención con mucho peso.

Durante el proceso terapéutico definido desde el AT, el NL está presente en muchos de sus procedimientos y estrategias. En primer lugar, se podría hablar del papel que este estado del yo ejerce en relación con un aspecto básico de esta teoría: las transacciones. Berne (1964, p.36) definió la transacción como “la unidad de las relaciones sociales”. Tomando en cuenta esta definición, Stewart y Joines (2007, p.94) la concretaron como “un estímulo transaccional sumado a una respuesta transaccional”. Como sabemos, hay distintos tipos de transacciones -complementarias, cruzadas y ulteriores-, existiendo una ruptura en la comunicación bajo la presencia de las dos últimas. Cuando se produce dicha ruptura pueden generarse situaciones de malestar acompañadas de cierta o gran intensidad emocional. Ante tales situaciones, resulta necesario recuperar el flujo de la conversación, y es en este punto donde el NL puede jugar un papel fundamental.

Karpman en su artículo Opciones: la gama de las veinticuatro respuestas posibles (2001) definió una serie de condiciones como estrategia para recuperar el flujo de la comunicación:

  1. Deben cambiar efectivamente uno o dos Estados del Yo.
  2. La transacción debe ser cruzada.
  3. Debe cambiar el aspecto tratado.
  4. El cliente debe cambiar el aspecto precedente.

Tomando en consideración las dos primeras condiciones, Stewart y Joines (2007, p.95) señalan que “cada vez que te sientas bloqueado en un conjunto de transacciones incómodas, tienes la opción de cruzar desde cualquiera de tus cinco partes de estado del yo funcional. Y puedes dirigirte a cualquiera de estas cinco partes de la otra persona”. En este punto, me planteo ¿qué puede aportar realizar este “desbloqueo” desde el NL? En mi opinión, resulta primordial considerar que en un contexto terapéutico, tal estrategia se desarrolle con un protagonismo de los estados del yo positivos (componentes del Adulto Integrado), dado que existe un propósito de salir del guión y generar autonomía en el paciente. Bajo esta premisa, tiene cabida el uso del NL, cuyo protagonismo aquí permitiría no sólo desbloquear la comunicación sino recuperarla con elementos que orientan hacia el buen humor y el bienestar.

Este tema conecta y está íntimamente ligado al de los juegos psicológicos. Berne (1964, p.58) definió los juegos como “una serie constante de transacciones complementarias ulteriores, que progresa hacia un fin bien definido y predecible”. Los juegos tienen unas características típicas que los constituyen como tales: 1) son repetitivos; 2) se juegan sin consciencia del Adulto; 3) siempre se acaban experimentando sentimientos parásitos; 4) y conllevan un intercambio de transacciones ulteriores entre los jugadores. Tan sólo con tomar en consideración la segunda de las características señaladas, es posible intuir la potencial relevancia que el NL tiene en un trabajo de salida de estas prácticas. La descontaminación y consciencia del Adulto reducirá en gran medida nuestra participación en juegos. Dado que contemplamos el NL como un estado integrado en el Adulto descontaminado, se puede concluir que se trata como un elemento muy significativo para salir o no participar en juegos. Además, los rasgos propios de este estado permiten que la salida de los mismos se realice en un clima relajado y divertido. Se puede decir, por tanto, que conectar con el NL en terapia constituye una buena estrategia para no participar en los juegos que genera el paciente. Recuerdo una sesión con una persona que tiene un componente Padre Crítico muy marcado, usando con gran frecuencia el juego “Sí, pero…”. En el momento que conectaba con mi NL y empezaba a usar el humor en la sesión, la paciente rápidamente se posicionaba en su estado Niño y paraba el juego. En este punto, me parece importante incidir en el uso del humor como una estrategia muy significativa para llevar a cabo en el proceso terapéutico y como un medio para conectar con el NL.

Luis Alberto Spilzinger, psicoanalista, escribió un artículo en el 2002 acerca del uso del humor en terapia. En él, deja constancia de los beneficios que tiene introducirlo dentro del contexto terapéutico y que, como veremos, tienen relación con los señalados anteriormente sobre el NL. Spilzinger (2002, p. 592) comenta que “el humor funciona como un efectivo agente antiintelectualizante”. Añade que desarrolla la posibilidad de tolerar pensamientos y sentimientos divergentes, dado que da lugar a un incremento de la plasticidad conceptual y emocional, estimulando la aparición de nuevas asociaciones. Esto es así porque el humor logra una distensión que no sólo permite realizar nuevas asociaciones, sino también abordar la problemática desde otra óptica. Por otra parte, llevar a cabo asociaciones estimula la capacidad de integrar, “reordenar las experiencias y las emociones en nuevas configuraciones” (p.592) y, por tanto, abrir la perspectiva de lograr cambios. Por último considera que el humor es un medio para lograr la armonía intrapsíquica.

Mi experiencia con el uso del humor en terapia, especialmente como medio para conectar con el NL del paciente, es muy gratificante. Siguiendo con el caso de la paciente con una gran presencia de Padre Crítico, el humor es la principal herramienta para conseguir que salga de su diálogo constante entre Padre Crítico y Niño Adaptado. Es una vía para rebajar sus defensas, y el principal vehículo para reducir su miedo y ansiedad ante cualquier tipo de trabajo terapéutico. No obstante, y en esto estoy totalmente de acuerdo con Spilzinger, es preciso puntualizar que es importante no hacer un uso descontrolado del humor, tanto en cantidad (llegando a convertirse en un tipo de defensa para el paciente) como en calidad (evitando un humor deshonesto como puede ser la ironía y el sarcasmo).

Poco a poco, vamos conociendo la relevancia que tiene la presencia del NL en el proceso terapéutico humanista, así como en el proceso de crecimiento integral del paciente. Otros de los trabajos con los que está muy relacionado el ejercicio de potenciación y energetización del NL son el de reparentamiento y redecisión. La terapia de parentamiento y reparentamiento toma en consideración cómo fue el proceso de conformación del ser humano en relación con sus figuras de referencia. En función de cómo haya sido el tipo de apego y parentamiento recibido, el individuo irá desarrollando una adaptación de personalidad y un guión de vida con unos mandatos e impulsores determinados. En la medida que estamos dejando constancia aquí de los beneficios que tiene la conexión con el estado NL, parece oportuno reflexionar acerca de qué tipo de cuidados parentales son necesarios para que el ser humano crezca con una estructura que ostente un gran protagonismo de este estado del yo funcional. De esta forma, no sólo nos resulta útil de cara a un trabajo terapéutico con padres, sino también para tomar consciencia de las características del ejercicio de repartentamiento a desarrollar en terapia. Con todo, desde mi punto de vista, además de un apego seguro, el NL del ser humano se desarrolla en un contexto parental caracterizado por los siguientes rasgos:

  • Constancia, seguridad y confianza en sí mismos y en el niño.
  • Posición existencial Yo soy Ok-Tu eres Ok.
  • Respeto y presencia.
  • Combinación armoniosa de relación nutritiva, límites sanos y disfrute.
  • Ambiente presidido por la espontaneidad y la intimidad.
  • Provisión de permisos: tú eres importante, está bien que sientas, está bien que disfrutes, está bien que hagas, está bien que te acerques, etc.

En terapia, el profesional ha de tener en cuenta estas características y configurar su intervención terapéutica con las mismas, de manera que todo el proceso constituya un ejercicio de reparentamiento (amén de las técnicas puntuales) que permitirá al paciente caminar hacia la autonomía, tomando conciencia y saliéndose del guión de vida. En esta travesía, se considerará de manera paralela un trabajo de redecisión en el paciente, en función del cual irá abandonando mandatos para integrar permisos. Aquí, de nuevo, nos planteamos cuán beneficiosos serán para el crecimiento del individuo integrar permisos relacionados con el disfrute, la acción, el sentir,… y cómo éstos se encuentran en íntima conexión con el NL. Y es que, como señala Cuadra (2009, Publicación en línea) “la terapia y la cura del guión se logra mediante la incorporación del Permiso para ser uno mismo” (lo que para mí es la “esencia”, contemplada en mi definición de NL). A pesar de que el trabajo de redecisión se centra inicialmente en la descontaminación del Adulto, la desconfusión del Niño resulta de vital importancia. Para ello, además de realizar un contrato con el Niño del paciente, es preciso aplicar las técnicas dirigidas para el estado del Yo Niño. Si bien en su exposición no se habla del Niño desde un punto de vista funcional sino estructural, para mí resulta de vital importancia conectar y poner la energía en el NL del paciente para que no exista un impulsor “complace” dirigido al terapeuta, y para que su desarrollo se lleve a cabo con honestidad y espontaneidad. Estas técnicas tienen un carácter regresivo y son de distinto tipo, desde visualizaciones, hasta técnicas corporales, psicodrama, silla vacía, etc. La mayoría de estos ejercicios están tomados de las herramientas gestálticas. En este punto, cabe considerar la presencia y vinculación que tiene el NL con la Gestalt como otro planteamiento de gran relevancia dentro del enfoque humanista integrativo.

Uno de los principios más importantes, sino el más importante, de la teoría gestáltica es el de aquí y ahora. Valora el presente, que el ser humano tome consciencia de lo que sucede en este momento, dándose cuenta de sí mismo y de su alrededor. En este sentido, un individuo, cuánto menos “dependiente” esté de su guión, puede estar con un mayor nivel de consciencia en el presente. Situarnos de una manera consciente en el disfrute, la creatividad, la espontaneidad, lejos de tratarse de una situación regresiva (que se pudiera intuir por tratarse de un estado Niño), nos permite situarnos con fuerza en el aquí y ahora, en la medida que se trate de una decisión producto de un Adulto Integrado autónomo.

Otro de los conceptos representativos de esta teoría es el de contacto. El contacto implica la relación del individuo con el mundo, imprescindible para su desarrollo y crecimiento. En función del tipo de contacto que la persona haya tenido en su infancia y de los introyectos que hayan pasado a formar parte de su guión, el contacto será de un determinado tipo y contará con una serie de bloqueos. Energetizar el NL del paciente resulta un proceso que repercute muy favorablemente en el desarrollo de ciclos de contacto sanos, libres de bloqueos. Esto es así porque se deduce una persona más autónoma, consciente y con creatividad para dar luz al vacío que se queda en la retirada y en la búsqueda de nuevos apegos.

Poner energía en el NL dentro de la terapia gestáltica es un procedimiento bastante frecuente. Todas las técnicas y ejercicios considerados dentro de esta corriente implican una conexión con el estado Niño del paciente, pero con un estado Niño espontáneo, creativo, sin trabas. Así, para realizar un trabajo con sueños, o un trabajo con cuentos, además de sillas vacías o visualizaciones, parece muy conveniente que el paciente y terapeuta fluyan y se dejen sentir. Mi experiencia en este sentido es muy significativa. Me gustaría aquí compartir brevemente los aprendizajes que he realizado a través de un caso. Trabajo desde hace unos meses con una persona que, a priori, presenta algunos rasgos de personalidad esquizoide, especialmente la pasividad, cierta disociación, dificultades para ordenar ideas y expresar lo que siente. Se ha estado esforzando, desde el Adulto, en poner expresión a cuestiones que tenían que ver con la fijación en una etapa muy temprana, sintiendo inevitablemente mucha dificultad para ello. Mi contratransferencia era de desconcierto y desesperación hasta que he descubierto una forma de acceder a su mundo emocional que me permite conocerla mejor: el dibujo. Dado que esta paciente también cuenta con un impulsor “complace” muy marcado, conectar con su NL a través del dibujo es muy positivo. Le he pedido en varias ocasiones que se quite los zapatos, se siente en la colchoneta conmigo y dibuje cómo se siente. Cuando esto sucede, observo en ella una expresión corporal más relajada y la conversación fluye con mucha más naturalidad. Además, me ha servido para descubrir que la expresión de su mundo emocional la hace a través de metáforas.

El mundo de las emociones también está muy vinculado con los estados del yo. Si bien se tiende a asociar la emoción al estado Niño, éste procedimiento no deja de ser una simplificación del modelo bastante incorrecta. Si retomamos la definición que Berne dio sobre los estados del yo –“sistemas coherentes de pensamiento y sentimiento, manifestado por los correspondientes patrones de conducta”- queda claro que todos los estados son susceptibles de sentir emoción. Sin embargo, el mundo emocional del Niño se torna especialmente relevante en terapia, sobre todo cuando se trabaja con emociones elásticas y parásitas. Al vincular el mundo emocional con el Modelo Funcional de los estados del yo, de nuevo encontramos que Oller Vallejo (Noviembre de 2005, Documento en línea) realiza algunas aportaciones, .señalando, por ejemplo, que la emoción dominante en el NL es la alegría. En este punto, me muestro un tanto discrepante. Si tomamos en consideración el NL positivo como un componente del Adulto Integrado, en su expresión tendrán cabida todas las emociones naturales, aunque sería ingenuo pensar que en un estado de autonomía jamás volvería a tener cabida alguna emoción parásita o elástica. En tales casos, el NL se caracterizaría por contar con un permiso de expresión espontánea, sana y consciente de las mismas.

De cualquier modo, y para finalizar, la potencia del NL en el trabajo emocional reside en las aportaciones que este estado del yo puede realizar al mismo. En este sentido, el uso del componente lúdico o la creatividad es clave para el desarrollo de distintas técnicas de trabajo emocional. Todas aquellas que cuenten con un elemento artístico o de juego requieren la presencia de energía en el NL del paciente, el cual va a permitir que el trabajo sea mucho más enriquecedor. En mi experiencia con el mundo emocional, he tenido la suerte de vivenciar una técnica en la que, para mí, la conexión con mi NL fue fundamental. Viví y fui protagonista de la técnica del renacimiento. La técnica consiste en simbolizar el proceso de nacimiento de la persona. En función de lo que experimenté, puedo decir que este trabajo para mí fue un gran permiso para poder ser lo que deseo ser. En definitiva, un permiso para “salirme del guión”, de mi Niño Adaptado Negativo para conectar con mi NL. Por tanto, a través de este proceso conseguí energetizar de una manera increíble este estado del yo e integrar la relevancia que tiene el mismo en el trabajo emocional.

Conclusiones y nuevos planteamientos para la reflexión

A través de este documento, he intentado ofrecer una panorámica acerca del significado y la presencia que el NL tiene en un contexto terapéutico humanista, siempre desde un prisma personal basado en mi propia experiencia, la cual he tomado como referencia para ilustrar ciertos aspectos y argumentar mis posicionamientos teóricos. En este punto, quisiera retomar todo lo presentado aquí con objeto de realizar unas últimas consideraciones y plantear nuevos interrogantes de cara a reflexiones futuras.

A pesar de que no existe un consenso a nivel teórico en la definición de lo que es, de lo que significa y de las implicaciones que tiene el NL, presuponer sus componentes positivos, sea desde el modelo que sea, nos lleva a valorarlo como un elemento importante a tener en cuenta en el proceso terapéutico. En la medida que se tome como referencia el propósito de autonomía establecido desde el AT, se puede considerar la dimensión positiva del NL como clave a potenciar dentro del proceso terapéutico y como elemento importante en el aquí y ahora. En este sentido, me surgen una serie de cuestiones, teniendo en cuenta el concepto de autonomía y el Modelo de Adulto Integrado en fusión con el de los Tres Estados del Yo: ¿cabe considerar el NL negativo como NL también? ¿Cabe hablar de NL cuando no es un estado que esté conectado con el aquí y ahora, como sucede con su dimensión más negativa, sino más bien funcionando desde el guión? ¿Cabría denominarlo con otro término diferente? En mi opinión, la clave para poder dar una respuesta argumentada pasa por considerar la disyuntiva espontaneidad vs. impulsividad.

A lo largo del documento, también se ha dejado constancia de la presencia que el NL tiene en el proceso terapéutico humanista y los beneficios que su energetización tiene para el mismo. Durante la redacción del trabajo, y en función de reflexiones que me surgen desde mi propia experiencia como paciente, he empezado a madurar una idea que deseo presentar aquí a modo de cierre. Soy una persona tiene un guión de vida con un gran protagonismo del impulsor “complace” que me lleva a estar muy conectada con su Niño Adaptado Sumiso negativo. Durante mi proceso hacia la autonomía, he experimentado una salida del guión mediante la rebeldía contra el mismo, que me ha llevado a energetizar mucho mi Niño Adaptado Rebelde para, al fin, ser capaz de “estar” en el mundo mucho más conectada con mi NL. Por tanto, planteo aquí si es conveniente o no utilizar la rabia y la rebeldía contra el guión, como una estrategia para llegar a conectar con el NL especialmente con pacientes muy sumisos. A modo de tentativa, considero que sí, ya que se puede contextualizar este proceso dentro de un trabajo de duelo sobre guión. Son muchos los interrogantes que me sobrevienen a raíz de las reflexiones recogidas en este documento, confirmando así que la labor terapéutica es un proceso continuo de crecimiento y aprendizaje profesional en el que los nuevos saberes no hacen sino despertar el hambre de más y más conocimientos.

BIBLIOGRAFÍA

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