Análisis bioenergético: la construcción del vínculo en el proceso terapéutico como elemento sanador en sí mismo.

01/04/2006

Desde el primer momento en que pensé este trabajo, tuve presente a pacientes míos que podrían ser ubicados dentro de esa gran clasificación: como trastornos narcisistas o trastornos borderline. El título de mi trabajo deja flotando el hecho de que con estos pacientes es necesario construir algo que no fue construido en su momento: un vínculo particular.

De todos modos, en mi experiencia clínica, en algún momento del tratamiento hasta los pacientes mas estructurados requieren este «modo» particular de estar del terapeuta, para sostener la apertura o el atravesamiento de puntos de la historia de alto voltaje emocional.

El Análisis Bioenergético posee herramientas particulares para construir ese modo especial de presencia y disponibilidad que mencionaba recién:

1- La observación del cuerpo del paciente como otro modo de «comprender» la historia

2- Las resonancias de la historia y de la energía del paciente en el cuerpo y en la energía del terapeuta.

3- El contrastar las propias percepciones sensoriales o emocionales del paciente con las percepciones contra transferenciales y energéticas del terapeuta.

4- La posibilidad o el permiso de tocar al paciente.

5- El concepto de grounding entendido como la construcción del contacto con la propia vida emocional (verdadero self).

La mirada del terapeuta bioenergético sobre el cuerpo del paciente es el equivalente a la escucha en psicoanálisis. El dejarse impactar perceptiva y sensorialmente por el modo particular de «organización» de la energía del paciente es, en nuestra técnica, el equivalente a la atención flotante del psicoanálisis.

Observamos al paciente respirar: observamos lo limitado o amplio de la onda respiratoria.

¿Qué zonas del tórax y el abdomen están bloqueadas muscularmente?. ¿Cómo estos bloqueos obturan el avance de la onda respiratoria o excitatoria?.

Miramos la expresión del rostro: ¿de qué modo me impactan esos ojos que me miran o no?. La expresión de esa boca, ¿qué me transmite mas allá de las palabras?. El tono de voz….La presencia o no de emociones en ese rostro. La vivacidad del cuerpo en general.

¿Siento que ese cuerpo está habitado? ¿Cómo me impacta emocionalmente la presencia de esa persona? ¿Qué preguntas se me abren sobre lo que veo en ese cuerpo y sobre lo que escucho de la historia del paciente? Y, a partir de ese dejarme impactar, de entrar en resonancias energéticas y emocionales con lo que está aconteciendo en ese momento del encuentro, propongo un trabajo exploratorio.

Siempre la primer propuesta es ir a profundizar la respiración, o sea, la conexión interna.

En cualquier situación de stress emocional profundo, la primera condición orgánica que se modifica es la respiración. En general, se hace más corta, menos profunda.

Por ejemplo, en la infancia, cualquier situación de alto voltaje emocional vivida en soledad produce: contracción muscular, alteración del patrón respiratorio, confusión. Esta última está en relación a la posibilidad o no de cualificación de los sentimientos que surgen de esa situación: qué siento; qué debería sentir; qué hago; cómo debería reaccionar…

Estas situaciones de alto voltaje emocional pueden producir un arrasamiento parcial del yo en construcción. A su vez esto puede resultar en una alteración permanente del procesamiento de las representaciones propias de esa situación así como en una alteración de la cualidad emocional que podría despertarse a partir de ella..

En Bioenergética, en lugar de intentar recuperar las representaciones arrasadas construyendo redes de significación a través del proceso secundario, proponemos tan solo respirar. Esto es, restituir el proceso biológico que quedó alterado, para, por esa vía, ir en busca de la vivencia con toda su intensidad para ahora integrarla al self. Aquí la presencia del terapeuta es fundamental.

En Análisis Bioenergético existe un concepto nuclear : el de tensión muscular crónica. Robert Hilton, siguiendo a Reich, dice: «La fuerza vital orgánica es la expresión energética del cuerpo cuando se expande hacia afuera, en dirección al medio ambiente, en busca de lo que necesita o desea. Si la respuesta del medio es rechazar ese movimiento expresivo, esa búsqueda que viene del sujeto, y si esa respuesta rechazante se perpetua en el tiempo, parte de esa energía presente en el impulso se vuelve sobre sí misma como tensión muscular crónica. La otra parte queda al servicio de la construcción de un self adaptativo que resiste y niega el dolor del desencuento». (Hilton,1997).

Cuando, como terapeutas corporales, observamos una respiración restringida por zonas de bloqueo muscular, sabemos que allí hay historias congeladas y contenidas.

Tenemos que estar preparados y disponibles para la irrupción de toda la intensidad emocional de esas historias cuando acompañamos a nuestros pacientes a «abrirlas» para revivirlas «emocionalmente», aquello que no sucedió en el tiempo en que tales historias acontecieron. Esta revivicencia durante el proceso terapéutico es un momento necesario, pero no suficiente, para integrar tales historias de manera tolerable al self del paciente.

Lo que hace esta revivicencia tolerable es : la presencia de un terapeuta empáticamente conectado; la existencia de un vínculo terapéutico confiable para el paciente; un terapeuta que tolere la intensidad emocional que pueda abrirse, logrando manejar sus propios sentimientos; que sea capaz de traducir las sensaciones o las emociones somáticas en palabras, poniéndolas en consonancia con la historia conocida por el paciente. Es decir, que pueda conducir un proceso de re maternaje seguro que permita lidear con las deficiencias de la crianza infantil.

También en este punto del proceso puede trabajarse sobre la contrastación de las percepciones y emociones del paciente y las del terapeuta. Que nosotros podamos hablar de lo que esa historia nos produce en términos de sentimientos, de manera no proyectiva y no invasiva, sino como un modo de «prestar» la propia emocionalidad para que el otro pueda «sentirse» en ese reconocimiento externo.

El toque en AB: Recién decía que cuando vemos zonas de tensión muscular en el cuerpo de un paciente, sabemos que allí hay historias para abrir. Si en algún momento del trabajo corporal colocamos una mano sobre una de estas zonas bloqueadas, tenemos que saber que en esa sencilla «maniobra» estamos invitando a que emerja la historia bloqueada. Otras veces, tan solo podemos estar confirmando sensaciones del paciente.

Bob Hilton dice que con nuestro toque estamos invitando a la persona «a modificar el delicado equilibrio energético que estableció (a manera de defensa) cuando debió adaptarse al medio, y estamos invitándola a responder de un modo que podría resultar aun amenazante» (en el sentido de la revivicencia y de la expresión de las emociones y representaciones congeladas). Tenemos que saber que lo que hay que restituir es el derecho por los sentimientos que no pudieron ser «sentidos» ni «expresados» en su momento: odio, dolor, terror, tristeza. Esto es abrir la historia congelada. En este sentido, siempre que tocamos estamos invitando a una respuesta transferencial regresiva (Hilton,1997). David Boadella, en su libro Corrientes de Vida, habla de tocar a un paciente como «un modo de llamar a la persona a su cuerpo». Tocar para invocar la vida emocional, interna del sujeto.

Viñeta Clínica:

Se trata de un paciente mayor, cercano a sus 70 años.

Puedo decir que lo que caracteriza a este hombre es la vivencia de no tener un lugar en el mundo, de sentirse inadecuado en la mayoría de las situaciones de interacción con un otro, de sentir enorme dificultad de sostener encuentros sociales (un encuentro mayor a dos personas para él es una multitud). Su situación familiar es muy poco satisfactoria. Funciona con conductas impulsivas, en donde el estallido de odio por frustración es el común denominador, cayendo en situaciones de soledad y depresión culpabilizante profundas.

Es una persona muy exitosa laboralmente, aunque no puede encontrarse en esa percepción.

Aún hoy funciona con jornadas laborales extenuantes y su sensación es que todo el tiempo está equivocándose o que tiene enormes riesgos de hacerlo, por lo que él piensa como un déficit de atención crónica. Tiene un nivel de autoexigencia y de exigencia hacia el otro muy difícil de tolerar.Y también una enorme dificultad para encontrar un ritmo de funcionamiento adecuado que incluya momentos de movimiento y momentos de quietud.

Toda su vida está signada por el funcionamiento constante entre polos opuestos.

Relato de un tramo de sesión:

Ese día llega quejándose de un profundo dolor en la cintura. Según el dice, «un dolor que lo parte al medio». Comienza, como siempre, relatando cuestiones de la semana de manera un poco desordenada, como con dificultad de trazar un foco que lo organice.

Yo atiendo a su dolor y no a sus palabras. Le pido que se acueste en el colchón que oficia de diván y coloco unos almohadones debajo de sus piernas para permitir que su cintura apoye lo más completamente posible.

Le pido que tan sólo respire y que se olvide por un momento de lo que tiene en la cabeza.

Comienza a respirar. En varias oportunidades voy diciendo pequeñas frases que le ayudan a concentrarse en su respiración como un modo de que pueda comenzar a centrarse en sus sensaciones. Observo que la respiración es corta, lo que nosotros llamamos respiración toráxica. Por esto coloco una de mis manos sobre su diafragma, como un modo de ayudarlo a contactar con esta zona. En poco tiempo comienza un llanto silencioso pero profundo.Yo lo aliento con algunas palabras suaves. El llanto va cobrando en intensidad y en profundidad hasta que comienza a salir un sonido que me recuerda el llanto de un bebé «desolado». Sigo invitándolo a profundizar en esto. El llanto se va haciendo cada vez más intenso y yo permito que lo despliegue con una presencia confirmante, habilitante de esa situación.

Cuando lo creo oportuno, le pregunto qué siente (como un modo de ir en busca de sus propias sensaciones o emociones). Me dice que una profunda soledad. Yo solamente le respondo que lo entiendo.

Lentamente, va saliendo de esta intensa situación y va regresando a su hoy.

Le pregunto, nuevamente, que sintió. Y me dice que se sintió un bebé llorando sólo, como seguramente debe haber ocurrido.

Yo no puedo más que confirmar su percepción. Esta es perfectamente ajustada a lo que yo puedo inferir como situaciones que realmente acontecieron con él.

Y me sorprende esta claridad perceptual en una persona con características tan confusas.

Entonces, hilvano esta percepción suya a algunos fragmentos relatados de su historia: por ejemplo, su hábito de esconderse debajo de la mesa o en otros lugares de la casa para llorar en soledad durante su niñez.

Confirmo que lo que él siente tiene un estatuto de verdad. Confirmo sus percepciones y emociones como un modo de construir un registro de self, de verdadero self.

En esta confirmación estoy legalizando , sin hacerlo directamente, su derecho a sentirse triste por haber estado «tan sólo». También estoy aportándole un elemento que puede traerle alguna respuesta de por qué le resulta hoy tan amenazante estar con otros: básicamente, por su miedo a y su bronca por un profundo estado de soledad y abandono, vivido realmente.

El paciente se recupera y antes de irse puede decir que SE siente más relajado, más suave, más tranquilo. Aunque conmovido.

Entonces: profundizar la respiración; contactar con el bloqueo muscular; atravesarlo para llegar a la sensación o al sentimiento; expresar el mismo; confirmarle el mismo ; entrelazar este tramo de vida emocional con la historia relatada por el paciente. Todo esto resulta en una profundización del contacto interno o de la sensación de estar enraizado en el propio cuerpo (concepto de Grounding interno).-

Otra vez Boadella, en el mismo libro antes citado, toma a Ola Raknes cuando dice: «quienes están acostumbrados a tomar nota de sus propias sensaciones corporales sin dudas podrán sentir las corrientes que atraviesan todo el cuerpo en una respiración completa y profunda. Esos movimientos en olas procuran la sensación de estar completamente vivos. En quienes tienen cuerpos relajados y mentes despejadas, esas sensaciones son el trasfondo regular y permanente de todo lo que experimentan, y esto es lo que da color , gusto y frescura a la totalidad de su vida».

Me pregunto si lograremos, este paciente y yo, construir un estado mas permanente de quietud, tranquilidad, profundidad y seguridad interna, en donde él pueda sentir (se) realmente quién es.do sea necesario.

Ana Krsul

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